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miércoles, 16 de mayo de 2012

miércoles, 16 de mayo de 2012

Fanfic El lobo y el cordero Cap 8

El lobo y el cordero


Por: Kida Luna


Capítulo VIII


La caída del lobo



-"¿Dónde está?"
-"¡Signum! ¡Vaya susto que me has dado!" –exclamó Fate, alzando las orejas y moviendo la cola, alegre.
Estuvo a punto de dar un paso hacia delante cuando la leona alargó el cuello al frente, como si estuviese estudiando su próxima presa. La lobezna se quedó quieta, observando los filosos ojos azules.
-"¿Signum?" –titubeó.
-"Dónde está" –repitió, entrecerrando los párpados gatunos.
Fate se tensó en aquel momento.
-"Aquí, estoy aquí, ¿no me ves? –rió tontamente, pretendiendo que era otra de sus típicas charlas-. ¿Por qué…?"
-"No estoy hablando de ti –gruñó de inmediato, dando un paso al frente, provocando que la otra se agazapase un poco-. Puedo olerlo."
Alzó la cabeza y olfateó el aire, enfatizando sus palabras. Después, apretando los colmillos regresó la vista hacia la lupina; presionó sus enormes patas contra el suelo, provocando que las garras nácar saltaran a la vista.
-"¿Dónde está el cordero, Testarossa? –preguntó, moviéndose al fin y caminando en círculos alrededor de la aludida-. ¿Acaso lo estás escondiendo?"
Sus pupilas azules arrasaron rápidamente con el espacio libre a su alrededor, tratando de examinar cada resquicio y agujero encubierto en él. Fate tan sólo se mantenía quieta, siguiendo siempre con la mirada a Signum.
-"Yo no escondo nada."
-"Mentirosa…"

-"¡Yo no escondo nada! –ladró fuertemente, sintiendo de pronto un aguijón de dolor en su cuerpo debido al estrés y cerrando un ojo por ello-. Mírame, ¡mírame y dime que estoy en condiciones para jugar al matadero!"
Signum no respondió.
Simplemente se detuvo, quedando de espaldas al montón de troncos desde donde Nanoha les observaba, intentando que su respiración agitada no la delatase.
-"Puedo sentir su olor, y te aseguro –sus orejas se hicieron hacia atrás, en son de amenaza-, que será peor para ese comehojas si le sigues escondiendo…"
Fate caminó sigilosamente hasta quedar cara a cara con la otra depredadora, y alzando el rostro, abrió sus dos mandíbulas. Enseñándole la sangre que manchaba su boca.
-"Soy un lobo, Signum –contestó seria, apartando el rostro-, ¿cómo podría interesarme un estúpido animal cornudo?"
La lobezna tragó saliva, desistiendo de sus intentos por voltear a ver, aunque fuese por un segundo, a Nanoha. Sólo para asegurarse que estaba bien.
-"Ya veo –sonrió peligrosamente-, tienes razón, Testarossa. No debería de importarte."
Cuando la leona la hubo pasado largo, la lupina liberó un largo suspiro. Agachó la cabeza dorada hacia el pasto debajo suyo, sintiéndose toda una mentirosa por lo que había dicho.
No eran mentiras claras, pero tampoco era la verdad entera.
Fate tragó fuerte, diciéndose que debía ver a su compañera a la cara. Así que fingiendo una larga sonrisa en sus facciones caninas, se preparó para despedirse de ella.
-"Oye, Testarossa, ¿adivina qué?" –susurró, todavía de espaldas.
Cuando la otra volteó para verla y escuchar su respuesta, las mandíbulas felinas se movieron, haciendo los bigotes blancos bailar.
El rostro de Fate se puso pálido en ese instante.
Y aunque ninguna palabra salió de los labios de Signum, ella entendió perfectamente el mensaje.
"La encontré."
" – " – "
-"¿Qué sucede?"
-"Nanoha… no ha vuelto. Está empezando a oscurecer…"
Los ópalos esmeraldas de Arisa enfocaron a la pequeña cebra sentada en las afueras de Casco Resistente, contemplando el horizonte oscuro como si estuviese ausente.
Abrió la boca para decir algo pero nada salió. No sabía qué decir.
Ella no era el tipo de persona que daba abrazos e iba por allí cantando: "¡Ánimo, todo va a estar bien!". Pero las cosas no estaban bien.
En ese momento se preguntó si habría sido una buena idea dejar que una de sus mejores amigas marchara al lado de su peor enemigo; su cuerpo se estremeció y rápidamente sacudió la cabeza, alejando pensamientos terribles de sí.
El ajetreado gesto causó la risa de la otra equina, quien había sentido el cosquilleo de las crines rubias contra su rayado rostro. Arisa resopló entonces, inflando las mejillas canela.
-"¿Arisa-chan?"
La suave voz de Suzuka hizo que soltase el aire contenido y apartase la larguirucha cara hacia otro lado. ¿Cómo se supone que iba a mantenerse enfadada si la otra le hablaba como si fuese de mantequilla? Tan gentil y frágil…
-"Dime."
-"Es mi culpa, ¿cierto?"
Los ojos de la potrilla se abrieron sorprendidos, volteando de inmediato y haciendo que el flequillo en su frente tapase su pupila derecha.
-"Suzuka, ¿de qué estás hablando?"
-"¿Cómo te sentirías –susurró, las orejas rayadas cayendo y los ojos azules entrecerrándose, brillando en la oscuridad- si hubieses mandado a una de tus mejores amigas a un viaje sin vuelta?"
Arisa guardó silencio, contemplándola en la quietud de la noche.
Elevó la mirada verde hacia el cielo y vio aparecer las primeras estrellas. Pensó que eran bellísimas, pensó en lo bien que se sentiría poder estar así de alto y ser la luz de alguien.
Darle esperanza.
Y porque ella jamás podría decir todas esas cosas con la facilidad con la que desearía hacerlo, solamente juntó su cara a la de su amiga, en una ligera caricia silenciosa.
En el momento en que el peso de la pequeña cebra se dejó sentir en su mejilla, sonrió débilmente y cerró los ojos.
Muy en el fondo, deseó que Suzuka pudiese escuchar los murmullos de su corazón, tratando de animar al suyo.
" – " – "
¡BAAAAA!
-"¡NANOHA!"
Apenas su boca terminó por gritar el nombre una mancha rosada pasó frente a sus ojos como una poderosa ráfaga. Con el pánico tomando las riendas, los sentidos de alerta se dispararon en Fate.
-"¡DETENTE!"
¡ROAAAAAAAAARR!
-"¡NO! ¡ALTO, ALTO!"
"¡POR FAVOR, PARA!"
Los balidos horrorizados de Nanoha tronaron por todo el bosque mientras sus cuerpo retrocedía frenéticamente hacia un espacio que ya no existía en aquel diminuto recoveco bajo la madera.
Las pezuñas chirriaron contra la tierra y las largas garras nacaradas rascaron una y otra vez, en un intento por agrandar el pasaje mientras la cabeza de Signum hacía todo lo posible por alcanzarla.
El espanto veló por completo las pupilas azules.
Su corazón aumentó el ritmo en un grito desesperado.
-"¡ALÉJATE DE ELLA!"
¡THUMP!
El empujón apenas y logró mover el enorme cuerpo felino, apartándolo de la zanja y de la pila de leños unos cuantos centímetros. Los ópalos cobalto observaron fieramente a Fate, quien se colocó rápidamente entre ella y su objetivo.
Signum giró su cuerpo, poniéndose cara a cara con su compañera.
En aquel momento, una luz cegó todo el lugar y la lluvia cayó fuertemente, golpeteando el pelaje dorado y raído; estremecimientos de dolor se despertaron en la más pequeña, dándole un recordatorio de sus moretones y su oreja inmóvil.
-"¿Estás segura –murmuró bajo, entre dientes, sintiendo la ira temblar dentro suyo- que esto es lo que quieres, Testarossa?"
Las garras se movieron amenazantes, partiendo el pasto debajo de ellas.
-"Nanoha es mi amiga –susurró, bajando la cabeza y estirando su cuerpo por completo, en pose defensiva-, y no dejaré que la toques."
-"¡Es sólo un maldito cordero!" –rugió feroz.
-"¡Te equivocas! ¡Ella es más que eso!"
-"¡Abre los ojos, Testarossa! ¡Eres un lobo, un lobo! –entrecerró los ojos-. Tú matas no corderos, ¡no haces amistad con ellos!"
-"¡CÁLLATE!"
-"¡COBARDE!"
-"¡NO LO SOY!"
Un aullido mudo escapó de su garganta cuando su espalda fue azotada contra el tronco de un árbol. Sin perder tiempo se quitó de allí, evitando un arañazo que partió parte de la corteza de la planta.
-"¡¿Ahora has decidido volverte un perro faldero?"
La pesada pata rosa que pegó en una de sus mejillas la mandó contra el suelo. Fate escupió algo de sangre, sintiendo sus patas temblequear al soportar su peso, tratando de levantarse.
-"No compliques más las cosas –se paró frente a ella, viéndola desde arriba-, lo mejor es acabar con esto de una vez."
Las pupilas borgoñas se llenaron de miedo, la boca abierta en angustia y la única oreja sana acurrucada hacia atrás. En cuanto Signum dio la media vuelta, Fate se forzó a obstruirle el camino.
-"No…"
-"No quiero pelear contigo."
-"¡Entonces no lo hagas!" –chilló.
La mirada felina repasó a la otra cazadora, jadeando bajo la fría lluvia, con todo su ser desmoronándose lentamente por cada herida recibida. No duraría mucho.
Ella era más fuerte y grande.
Fate lo sabía.
Las posibilidades estaban todas en su contra.
Aún así le vio alzar la cabeza y agudizar la mirada. No obstante, Signum continuó caminando, con el paso lento y elegante de un felino, sólo para detenerse a un lado suyo.
-"No cometas el peor error de tu vida –murmuró apenas-, porque tarde o temprano, sabes tan bien como yo que vas a lastimarla..."
El lobo cerró los ojos y agachó la cabeza.
"Podría quedarme así para siempre."
"Podrías, pero se me entumirían las piernas, ¿sabes?"
La vista de la leona se posó en la zanja ahora visible por sus anteriores rasguños descuidados, vislumbrando en ese momento a una Nanoha asomar la cabeza solamente para esconderla de nuevo al verla.
-"Ne… Signum…"
"Soy un lobo."
"Sí, lo sé, eres mi amiga."
-"La quiero –sonrió triste-, y la quiero conmigo."
¡CLAAAASH!
Los colmillos blancos se clavaron en el hombro derecho del felino, las patas abrazando su cuello en un intento por sostenerse. Un trueno retumbó bravo en el instante en que Fate sintió varias agujas hundirse en su nuca.
¡AUUUU!
Un aullido escapó de inmediato, liberando a Signum de su agarre. Pronto, fue azotada de nuevo hacia el suelo, con tremenda fuerza que su cuerpo rebotó.
Antes de que las mandíbulas se cerraran sobre ella, un arañazo fue directo al rostro de la leona, ganándose un gruñido de dolor. Haciendo acoplo de todas sus fuerzas y mordiéndose los dientes para retener los quejidos que gritaban por salir de su boca, la lobezna se levantó para quitarse de allí abajo lo más aprisa posible.
-"¡No tan rápido, Testarossa!"
Una veloz mordida alcanzó a prensar su oreja herida, provocando un chillido desgarrador que la hizo abalanzarse sobre el lomo de la otra para clavar sus colmillos allí.
Un bramido poderoso escapó de la garganta del león al tiempo que sacudía su cuerpo desesperadamente, tratando de quitársela de encima.
"Fate-chan, ¿vas a confiar en mí?"
Su corazón sintió explotarse cuando todo su cuerpo fue aplastado bajo el peso de Signum, quien se había dejado tumbar con ella a sus espaldas. Apenas se vio libre, sus pulmones jalaron oxígeno con desesperación mientras se daba la vuelta, recostada boca abajo en la hierba, intentando respirar.
La sombra la cubrió por completo.
Un ojo borgoña se abrió, contemplando la figura del león mirándole desde arriba, con la sangre borboteando de su lomo así como lentamente ella sentía la suya propia mojar su oreja y deslizarse por su cara.
-"Eres una estúpida –jadeó, ambicionando controlar la ira que se estaba desatando en su interior-, arriesgando el pellejo por alguien que sólo se esconde y no sale ni siquiera a dar la cara por ti."
Fate no dijo nada, excusándose en su mente que Nanoha no podría defenderla. Era sólo un cordero.
¿Era lógico, no?
-"¡Mírate! –rugió, sus dientes temblando de furia contenida-. Convirtiéndote en la mascota que saca la lengua y sigue las órdenes de su propia comida, ¡debería darte vergüenza!"
-"Te equivocas…" –susurró, intentando pararse.
-"¿Y en dónde está, eh? ¡En dónde está el maldito cordero cobarde que no se atreve a dar la cara por ti!"
-"¡ESTÁ ASUSTADA!"
¡CRASH!
Silencio. Eso fue lo que permaneció después del estallido de un trueno más en esa noche lluviosa.
-"¡Nanoha confía en mí!" –aulló con voz quebrada, plantando una pata al frente.
-"Me has decepcionado –agregó en un hilo de voz-, porque lo que yo veo, Testarossa…"
Los ojos oscuros y azules se posaron en ella, reflejando lástima y tristeza en su profundidad. El corazón de Fate latió con dolor.
-"…es a un pobre perro abandonado…"
Las palabras dieron fuerte y en cuestión de segundos, la lobezna apretó las mandíbulas lo más que pudo mientras las lágrimas comenzaban a salir. Negándose a aceptar eso, sacudió la cabeza rápido y trotó –entre agujas de dolor y patas cojeando- hasta la pila de troncos.
Agachó el cuello y dirigió la mirada hacia su interior, lanzando un aullido lastimero.
Muy al contrario de lo que ella esperaba -acostumbrada al afecto expresivo de Nanoha-, dos ojos azules aterrorizados le devolvieron la vista.
Fate parpadeó confundida. Dolida.
Y trató de nuevo, dejando salir otro pobre aullido.
Nanoha tan sólo desvió la mirada, cerrando los ojos y reuniendo las fuerzas para que su cuerpo parase de temblar y ella no tuviera que abrazarse a sí misma.
La culpa y el remordimiento la invadieron.
Pero se mantuvo callada, evitando contemplar la imagen del lobo mojado que la esperaba afuera, con la sangre bañando sus colmillos y su pelaje.
Y esa triste mirada roja.
-"Hazte un favor y no arruines todo lo que ya has conseguido por esto" –oyó la voz templada de la felina decirle.
-"No…" –sacudió la cabeza.
-"Eres una asesina."
-"¡No!"
-"Ella lo sabe."
-"¡QUE NO! ¡ESO NO ES CIERTO!"
"¡RETIRA LO DICHO!"
Su puesto cerca de aquel escondite fue abandonado para lanzarse a mordidas contra Signum, descargando la frustración que empezaba a acumularse a gran velocidad dentro de ella.
Los ataques fueron esquivados, volviéndose éstos cada vez más peligrosos y descontrolados con cada segundo que pasaba.
-"¡Testarossa, no cometas una tontería!" –advirtió.
-"¡No quiero seguirte escuchando!"
-"¡Eres un lobo, actúa como tal!"
-"¡MALDITA SEA, YA LO SÉ!"
Finalmente una mordida profunda en su abdomen, que desgarró su piel lisa y rosada, obligó al felino a usar la fuerza de su tamaño para mandarle de lleno a tierra, utilizando una de sus patas delanteras para ello.
-"Testarossa…"
-"Tú no lo entiendes…"
Antes de que algo más fuera dicho, los ojos de Fate, ahora más oscuros, brillaron en la noche, contemplando fijamente a Signum. Como quien contempla su presa.
Un gruñido nació de su garganta mientras sus mandíbulas se abrían, revelando la sangre fresca y resplandeciente en ellas.
La lupina se levantó como un rayo y se abalanzó una vez más, arrojando rasguños al aire y cerrando una y otra vez las fauces.
¡Clash, clash, clash, clash!
-"Imbécil…" –el suave murmullo abandonó la boca del león.
Agachándose, la felina aprovechó el momento para inmovilizarla y tirarla, por quinta vez en esa noche. En cuanto Fate gruñó en frenesí, con los párpados cerrados, el cuerpo panza abajo y los dientes saltando a la vista…
Signum apuntó hacia su cuello.
¡CRASH!
El trueno zumbó en sus oídos y el relámpago lastimó su vista por breves segundos.
Para cuando su visión mejoró, la sombra de un felino se mantenía delante de su oponente, con la cola quieta, apuntando hacia el cielo.
Impidiéndole llegar hasta el lobo.
Una segunda figura pasó a su lado, trotando y colocándose a un lado de la primera; su posición más calmada y despreocupada, como si nada de aquello estuviera realmente sucediendo.
-"Fate-san –llamó el segundo felino-, ¿se encuentra bien?"
-"Subaru… -susurró, devolviéndole la vista desde el suelo. Después desplazó su mirada hacia la que estaba al frente suyo-… Tía…"
-"Signum-san, no sé qué es lo que está sucediendo aquí –habló la última que fue nombrada, haciendo que sus bigotes blancos brincaran graciosamente-. Pero creo que ha sido suficiente."
La leona mantuvo un leve gruñido por unos momentos, uno que fue descendiendo en tono hasta morir. Examinó con atención a los dos felinos que estaban bajo cargo suyo.
Teana Lanster, el tigre que permanecía de pie delante de Fate.
Y Subaru Nakajima, la pantera que conservaba la cabeza baja a la altura de la del lobo, pero sin quitarle la vista a ella.
Eran apenas muy jóvenes, aún cuando su tamaño sobrepasaba por escasos centímetros el de Fate, aunque en edad fuese al revés. Igualmente, los cuerpos algo delgados y los músculos que no terminaban todavía de desarrollarse delataban su temprana edad.
Finalmente irguió la cabeza, no importándole la lluvia que azuzaba y avivaba el ardor de sus heridas.
-"No se metan en lo que no les concierne" –regañó seriamente.
-"Pero Signum-san –respondió de inmediato Subaru-, ¡Fate-san está muy mal! No podíamos quedarnos sólo viendo, además, no comprendo por qué…"
-"¡Subaru! –regañó la otra, volteando a verla-. Cuida tus palabras, este asunto no es nuestro."
La aludida agachó las orejas y la cabeza, comentando un "sí" tímido. Fate, que todavía se encontraba en el suelo –más por debilidad que por gusto-, levantó la mirada escarlata en un silencioso gesto de gratitud hacia Tía.
-"Está bien –respondió ahora que empezaba a calmarse-, Signum sólo intentaba hacerme entrar… en razón…"
-"A estas alturas, ya deberías conocer tu lugar" –agregó la pelirrosada, con doble intención.
Una que sólo Fate captó.
-"No debería preguntar, pero… -Teana volvió la vista al frente, perdiendo de vista a una Subaru que se apartaba calladamente del lado del lobo-… ¿está todo bien?"
Antes de que Signum dijese algo, Testarossa ganó la palabra.
-"Sí."
La leona frunció el ceño.
-"Yo no lo creo" –rebatió.
-"Sí, sí está todo bien" –enfatizó con los ojos rojos entrecerrados, en desafío.
-"He dicho…"
¡BEEEEEEE!
¡MIAAAAAUUU! ¡TÍÍAAA!
Las palabras de Signum fueron cortadas por el grito de Subaru, quien al aproximarse hacia el montón de troncos se había topado con una curiosa Nanoha que se había armado de valor para descubrir qué estaba sucediendo allá afuera.
Solamente para regresar al agujero aún más atemorizada.
-"¡Subaru!"
La pantera, cuyo color morado oscuro rayaba en el negro, volvió corriendo y se mantuvo agazapada detrás de su amiga, con el cuerpo tiritando y las patas delanteras cubriendo sus ojos.
Tía rió nerviosa.
-"Esto es embarazoso…" –suspiró su cuidadora, desviando la mirada y cerrando los párpados rosados.
Subaru Nakajima era una criatura de gran corazón, amigable, divertida y un poco torpe. Le gustaban las aventuras, cosa totalmente normal y aceptable en una pantera.
Excepto que tenía un grave problema.
Era una miedosa de primera.
-"¡Basta! Por Dios, ¡es sólo un cordero! –exclamó en voz baja Tía, empujándola con su hocico-. ¡Deja de ser una cobarde!"
La otra tan sólo dio un maullido de gatito como respuesta.
-"Tía, Subaru –llamó Signum de inmediato, obteniendo la atención de las tres-. Vámonos."
Las dos asintieron, colocándose rápidamente cada una al lado de la mayor. Sin embargo, antes de marcharse, Signum le dedicó unas últimas palabras al lobo que yacía en el suelo.
-"Esto no ha terminado aún –la miró de reojo, dándole la espalda-, Testarossa."
Las pisadas de las tres desaparecieron en la oscuridad mientras la suave melodía de la lluvia era lo único que quedaba vivo en el bosque. Fate se puso de pie, con gran dificultad.
Y al darse la media vuelta, la figura de Nanoha, al fin fuera de su refugio, le devolvió la mirada.
La lobezna movió la cola débilmente y estuvo a punto de ladrar su nombre cuando el cordero cerró los ojos y desvió la cabeza. Los movimientos del lobo se congelaron en ese instante.
Era una silenciosa disculpa.
Una que en vez de aliviarla, estrujo su corazón.
-"Lo siento… Fate."
Y sin darle más tiempo, le vio saltar los arbustos y correr lejos de allí.
Sin una segunda mirada.
Sin una explicación.
-"Nanoha…"
Automáticamente sus patas la obligaron a seguirla, a pesar de que por dentro se estaba muriendo de dolor. Gritó su nombre.
Perdió la cuenta de todas las veces que la llamó, insistiendo siempre. Recibiendo silencio a cambio.
Pronto llegaron a una pendiente que Nanoha escaló con facilidad. Fate, en cambio, trató de subir lo más aprisa posible para alcanzarla, retrocediendo hacia abajo repetidas veces en su descuido y lastimándose con las rocas que rozaban su ya dañada piel.
El lodo que la lluvia formaba empezando a cubrir sus extremidades, manchando las heridas abiertas a su alcance.
Estando ya cerca de la cima, Fate resbaló de nuevo.
Pretendiendo obviar la sensación quemante en sus patas al intentar aferrarse y parar su inminente caída, no le importó que la sangre de sus raspones pronto empezase a dejar rastros en el fango por donde alguna vez había pasado.
Así que, finalmente, terminó en donde había empezado.
El lobo emitió un gruñido de ira y embistió contra la pared sólida de tierra que no se movió ni un poco ante su cabezazo. Sintiendo que ya no podía más, se desplomó en el suelo mojado y sucio.
Y lloró.
Escondió su cabeza entre sus patas delanteras negras, raspadas y llenas de lodo. Negó una y otra vez, percibiendo la rabia y la melancolía crecer a gran rapidez en su interior. Abrumándola.
"…un pobre perro abandonado…"
Levantando la vista al cielo oscuro, cerró los ojos y lanzó un aullido largo y desconsolado mientras el agua seguía empapando su rostro.
Mezclándose con sus lágrimas.
Arriba, en la cima, Nanoha Takamachi se tapó los oídos y se mordió los labios, tratando de detener el llanto que empezaba a apoderarse de ella.
No soportándolo más, se puso de pie y se alejó de allí.
Cada tanto, alcanzando a escuchar los aullidos de Fate Testarossa, que no hacían más que partirle el corazón.
"Ne, ¿Fate?"
"Dime."
"Gracias, estoy tan feliz de estar aquí contigo."
"… ¿Gracias?…"
"Nyahaha, ¿y sabes qué más? No te cambiaría por nada del mundo."


Continuará…

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