El lobo y el cordero
Por: Kida Luna
Capítulo VII
Lagunas mentales
"Nanoha…"
¡Splash!
"¡Aguanta!"
¡Crack, crack, crack!
"¡Nanoha!"
El chapotear del agua y el crujir brusco de las ramas secas en el suelo eran la melodía que seguía el acompasar de las patas negras, veloces y ágiles. Rozando apenas la tierra, como si fuesen capaces de flotar.
Su respiración jadeante llegó a sofocarle sus propios oídos. El calor pronto se cernió en todo su ser.
La desesperación empezó a burlarse de ella.
Dando una vuelta, el nudo de la pañoleta en su hocico finalmente se aflojó y cayó, guindando lánguidamente de su cuello.
Pero para Fate, eso jamás había sucedido. Su mente estaba en otro lado.
" – " – "
¡KJJJJ!
Los colmillos clavándose hambrientamente…
-"¡Bastaaaaa!"
La pata izquierda fue alzada en el aire -el balido resonando estruendosamente en el bosque-, dejando caer con fuerza su pezuña gruesa sobre la cara de la hiena. Hubo un aullido de dolor.
Sintió como si su pierna fuese liberada de una trampa de dientes metálicos. En ese mismo instante, un calambre terrible la sacudió, haciéndola casi perder el equilibrio.
-"¡Maldito cordero!"
El grito del herbívoro fue sofocado cuando el animal le dio una embestida en el estómago, arrojándola contra el tronco de un árbol. La hiena sacudió fuertemente su cabeza al tiempo que posaba una de sus patas en su rostro, tallándose uno de sus ojos que ya empezaba a inflamarse.
Un gruñido feroz nació de su garganta.
Las pupilas ambarinas abandonaron toda chispa de juego para ser reemplazadas por total furia insana.
-"Estás muerta…"
¡BEEEEE!
Fue terrible.
Se sentía como si mil agujas traspasaran su pierna herida, la sangre escurriendo por toda su pata de manera abundante. No supo cómo, pero se puso de pie.
Y corrió de nuevo.
Las ganas de gritar incrementaron espantosamente con cada tormentoso paso que daba. Los gruñidos y las risas tétricas y burlescas revivieron otra vez, cada vez con mayor intensidad.
El rascar de las garras contra el suelo.
Las gotas de sangre al caer.
El dolor reventando a pulmón en su cuarto delantero.
"Estoy… perdiendo fuerza…"
-"¡Rodéenla!"
-"¡De inmediato!"
-"¡Por acá!"
"Fate… ¿dónde… dónde…?"
El pensamiento le fue cortado mientras la visión enfrente suyo comenzaba a volverse una mancha borrosa, pintada en tonos verdes y marrones claroscuro. Las pupilas azules comenzaron a apagarse lentamente.
Sus jadeos cargaban una pesadez seca que quemaba su garganta.
Las punzadas de dolor lentamente empezaron a perder importancia…
¡Scratch! ¡Scratch! ¡Scratch!
Garras rascando el suelo.
"Fate…"
Cada salto en las rocas pronto terminó en difíciles escaladas lentas, forzando una pata delante de otra. Los cuernos apuntando hacia el suelo mientras la mirada entrecerrada y cansina no se atrevía –ni tenía- las fuerzas para levantarse.
Entonces, cerca de la cima, una sombra nubló la luz del mediodía que la iluminaba. Nanoha tambaleó su rostro, aturdida, antes de enlazar sus ojos con aquella figura.
Cuatro patas firmemente asidas a la tierra roja y polvorienta.
Las orejas estiradas. La cola moviéndose apenas.
-"Fate…" –articuló al fin, débil.
Cuando Nanoha dio otro paso hacia arriba, la sombra acercó el cuello y la imagen de unas fauces bañadas en sangre inundó toda su visión.
¡Crack!
Algo debajo de sus patas se quebró y sintió su cuerpo volar por una fracción de segundo.
Al siguiente instante, fue como si todo se le cayera encima y el mundo comenzara a dar vueltas.
¡CRASH!
" – " – "
-"¡NANOHA! ¡NANOHA!"
Los gritos fueron interrumpidos por un aullido alto y lastimero que se elevaba hacia el cielo azul con sus nubes perezosas y lentas. Dos aullidos más resonaron entre los árboles.
-"¡NANOHA!" –gritó de nuevo, al borde del llanto.
El repentino graznido de una parvada de cuervos que empezaba a aparecer a lo lejos atrajo su atención. Sin pensarlo dos veces, salió corriendo en aquella dirección.
Las hojas chirriaron en cuanto sus patas negras y sucias se abrieron paso entre ellas.
Fate agachó las orejas para atrás y bajó la cabeza, corriendo a ciegas hacia delante al tiempo que el enorme grupo de aves pasaba de golpe frente a ella, apaleándola y derramando plumas negras por doquier en todo el proceso.
Después de algunos arañazos y picotazos logró salir del enorme remolino oscuro. Trotó levemente antes de recobrar el acelerado ritmo, el hocico dorado abriéndose y cerrándose entre jadeos.
Pasaron largos segundos así, hasta que finalmente las pisadas se detuvieron.
La ruidosa respiración paró en seco.
Y por un breve momento, todo se volvió silencio en el vasto bosque.
La brisa sopló suavemente, jugueteando con el pelaje desaliñado y bamboleando las puntas de sus orejas ligeramente a los lados.
-"¡NANOHA!"
Todo pareció retomar su curso normal en cuanto su cuerpo salió disparado hacia el bulto blanco que yacía en el suelo, cubierto por algunas cuantas hojas perezosas.
-"Nanoha… -llamó, olfateando su cabeza y dándole pequeños golpecitos con su hocico-. Nanoha, ¡deja de estar jugando!" –chilló asustada.
Las pestañas negras se agitaron un poco antes de revelar un par de zafiros cansados. Las pupilas del cordero se movieron, enfocándola rápidamente al tenerla de frente.
-"¿Estás bien?"
Todavía aturdida intentó semipararse, su cabeza se meneó en el acto sin querer, lo cual fue confundido por el lobo como un "sí".
-"¡Revisen allí, no pudo haber ido lejos!"
-"¡Sí, señor!"
Fate volteó colina arriba, con los colmillos a la vista mientras pensaba que si la llegaban a ver con Nanoha, un gran escándalo se armaría en todo Colmillo Brillante.
-"¡Hey, creo que vi algo allá abajo!"
"¡Demonios!"
Pronto, los chillidos agudos de las hienas se sincronizaron hasta volverse más fuertes y altos. Iban hacia ellas.
-"¡Nanoha, levántate ya!"
En cuanto viró el rostro y se acercó hacia su amiga, ésta rápidamente retrocedió, despabilándose en un santiamén; sin embargo, para Fate, que en esos momentos trataba de hacer trabajar su mente al mil, la reacción de Nanoha pasó desapercibida por completo.
-"Yo no puedo contra todos ellos, me aniquilarían…" –susurró contemplando fijamente el suelo, las orejas caídas y apuntando hacia este mismo.
Los susurros del lobo en contraposición a los sonoros gritos de hienas inundaron absolutamente la ofuscada mente de Nanoha.
Su cuerpo se hizo un ovillo. Los orbes azules adquirían un tono oscuro mientras todo el cuerpo agazapado hacia atrás no paraba de temblar, jamás apartando la mirada de los dientes de lobo que se abrían y cerraban, se abrían y cerraban.
Murmurando cosas. Haciendo chasquidos bajos y terribles.
Las garras brillando por la luz del sol que se escurría hasta abajo desde la copa de los árboles, y la felpuda cola arremolinándose inquieta.
Por primera vez, Nanoha Takamachi se dio cuenta de lo grande que, a comparación suya, Fate era.
Y ese solo pensamiento, la atemorizó.
-"¡La tenemos! ¡Puedo percibir su sangre!"
El simple grito gatilló todos los sentido de alerta en la lobezna, quien sin esperarse más, trotó hacia Nanoha y cerró su boca en su nuca para poder levantarla con rapidez.
El balido horrorizado que Fate se sorprendió de escuchar no hizo más que incrementar la enjundia de la jauría hambrienta, ahora seguros de que iban por el camino correcto.
-"¡Nanoha!... ¡silencio! –pronunció con dificultad, tratando de no lastimarla en su agarre-. ¡Nanoha!"
-"¡Suéltame! –las pequeñitas patas delanteras se balancearon bruscamente, en un intento porque sus pezuñas encontrasen algo con lo cual ayudar a zafarse-. ¡Suéltame! ¡BEEEE! ¡BEEEEE!"
¡BEEEEEEEEEEE!
-"¡La tenemos!"
Hubo una oleada de aullidos de emoción y victoria en aquel momento.
Afortunadamente, Fate no tuvo que correr mucho para hallar un montón de troncos apilados que escondían una diminuta y casi imperceptible a la vista, zanja en la tierra.
Aceleró de inmediato y entonces, ya al frente del cúmulo de madera, empezó a cavar con sus garras una y otra vez, alargando y profundizando el pasaje de manera que Nanoha pudiese entrar.
Una vez que hubo terminado, aún con los balidos zumbando en sus orejas, hundió la cabeza en el agujero improvisado y dejó al bovino allí.
Se jaló un poco para atrás, observando cómo el cordero empezaba a tranquilizarse y arrellanarse hacia el lado contrario –en vano, porque ya no había espacio al cual retroceder-. La lobezna lanzó un suspiro agobiado y se dedicó a reunir sus fuerzas para lo que vendría.
-"¿Nanoha?" –la llamó.
Al ver que la otra no le prestaba atención, movió sus patas un poco para delante, a pesar de lo apretujada que se sentía en aquel terroso lugar.
-"Nanoha, todo va a estar bien" –susurró con un toque de culpa.
La mirada azul se posó en ella, fija y tambaleantemente. Fate sonrió, ignorante a la idea de que su amiga no la estaba observando a ella, sino al pañuelo azul que se había resbalado y ahora colgaba perezosamente de su cuello.
Las orejas blancas se hicieron para atrás, en una señal de intimidación y tormentoso miedo.
-"Quédate quieta y no hagas ruido –murmuró para comenzar a salir de la zanja-. Volveré pronto, lo prometo."
Pero para Nanoha, aquellas palabras eran lo último que había enganchado su desastrosa atención…
" – " – "
-"¡Por aquí, por aquí!"
-"¡El especial del día de hoy, es cordero asado!"
Un ataque de risas histéricas retumbó en el bosque al tiempo que los trotes iban disminuyendo la velocidad, deteniéndose de inmediato ante la imagen de un lobo que gruñía y lanzaba una mordida al aire, cayendo en el proceso bruscamente contra el suelo.
El enojo fue expresado a través de un bramido feroz, mostrando las perlas blancas y afiladas cubiertas en sangre –sangre que en realidad se había puesto para darle más credibilidad a su plan-.
-"¿Qué debemos hacer?" –se acercó uno cauteloso, hablando en voz baja al jefe que se hallaba al frente.
El líder tan sólo pareció describir un círculo con su cuello, como analizando la situación. Hasta que la lupina se puso de pie y los vislumbró con aquellos ojos de color demoníaco.
Hubo un silencioso y mortal intercambio de miradas, borgoñas y mieles clavados entre sí. Entonces, Fate Testarossa sonrió predatoriamente y dio la media vuelta.
-"Es mía…"
Al siguiente instante, un aullido de desafío tronó en el lugar.
Eso fue suficiente para detonar la carrera donde el lobo dorado corría tan rápido como sus patas le permitían, mientras una jauría entera de hienas se le acercaba cada vez más.
Una carrera contra el tiempo.
" – " – "
-"¡Date por vencida y regresa a casa, cachorra!"
-"¿No tienes que jugar con un hueso?"
Las carcajadas burlonas la hicieron apretar los dientes. Los empujones, que venían de todos lados y a cualquier hora, no cesaban, a pesar de las mordidas que ya había propinado a modo de advertencia.
Ahora estaba en medio de la jauría.
Tenía las patas terriblemente cansadas y los oídos asqueados de tanta mofa y charlatanería. Las hienas podían ser muy graciosas, pero era exactamente este aspecto de pasarse de la raya, lo cual la disgustaba en demasía.
Mas no podía objetar. Ella lo había propiciado.
Si quería salvar a Nanoha, debía mantener el juego un poco más…
-"¡Hey, perrito, ten cuidado!"
¡BUMP!
Fate saltó de inmediato, esquivando un empujón que la habría enviado directo al tronco de un árbol y de seguro, le habría roto la espalda horrores.
Otro ataque de risas.
Finalmente, con gran dificultad, se encontró cara a cara con el jefe de la jauría. Las pupilas ambarinas la contemplaron con diversión maliciosa.
Por un segundo, el paliacate perfumado que su enemiga traía al cuello llamó su atención, encontrándolo demasiado extraño para un cazador; sin embargo, dada la situación, prefirió pasarlo por alto.
-"Seguro que voy a divertirme un rato en cuanto encuentre a ese cordero, no debe haber ido muy lejos –se relamió el hocico, provocando un pequeño chasquido-. Después de todo, casi le mutilo una pata."
Las orejas saltaron rectas mientras por una fracción de segundo el rostro de Fate se contrajo en pánico. Pero sólo por un segundo, pues debía mantener la postura.
-"¿En serio?" –pronunció cuidadosa.
-"Sí, apuesto a que ustedes los lobos no podrían haberlo hecho mejor. La satisfacción –se relamió de nuevo- de saborear la sangre fresca mientras ves su cuerpo caer…"
Algo ardió en su interior. Con fuerza. Con ira…
Un gruñido feroz escapó de su garganta al tiempo que sus mandíbulas atacaban a la hiena al lado suyo, desencadenando que las otras fauces reaccionaran abriéndose también.
Se encararon el uno el otro, no importándoles que el resto de la jauría pasara de largo entre ellos y pudiese llevárselos de golpe. Los ladridos despertaron furiosos, hasta que una pata parda rozó su mejilla, dejándole la marca de un rasguño que empezaba a sangrar.
El contacto con el aire le escoció la herida.
Pero fue en el momento en que Fate se paró en dos patas que la hiena la embistió por el estómago, sacándole el aire y arrancándole un aullido adolorido, enviándola directamente pendiente abajo.
¡Bump! ¡Bump! ¡Bump!
En cuanto su cuerpo paró de rodar, alzó la cabeza a duras penas, sintiéndose mareada. La imagen de un cánido en sus cuatro patas, contemplándola desde el sendero de arriba le devolvió la mirada.
-"Tienes tanta suerte –jadeó-, de que esto sea sólo una cacería, o empezaría a creer que de verdad eres un peligro…"
Le vio darse la media vuelta para desaparecer junto a su grupo, que se dirigía hacia algún punto muerto, buscando al cordero que el lobo les había ganado hacía tiempo atrás.
Sin que ellos se diesen por enterado.
" – " – "
El sol ya había caído y la brisa fresca comenzaba a congelarle. Se acurrucó un poco más, soplando sus patitas y lamiéndose las heridas que tenía. El cielo ya se había pintado de un azul grisáceo.
Dentro de poco oscurecería.
Ahora más que nunca, Nanoha se arrepentía de haber cruzado la línea divisoria y de haber desobedecido las reglas de su grupo.
Ese lugar no era para ella.
No debía estar allí.
Por nada.
Por nadie.
Se sintió mal por Fate. La rubia encantadora, graciosa, bocaza y orgullosa que le había brindado su amistad, que la había hecho reír una y otra vez; entonces, la imagen del lobo escalofriante con sus dientes derramando de sangre aparecía de repente.
Y la sonrisa de Nanoha desaparecía por completo para convertirse en una mueca temblorosa llena de espanto.
Aún podía oír los gruñidos en sus oídos, como si en verdad estuviesen a escasos milímetros de ella.
Por eso, cuando unos pasos se dejaron escuchar, cubrió su cabeza y sus cuernos con sus cuartos delanteros. Temblando en su sitio.
Cerrando los ojos.
Deseando regresar a casa.
"Nanoha…"
Fue un gentil llamado.
-"Nanoha" –se oyó más fuerte.
Y ella sabía que era Fate la que estaba afuera. Claro que lo sabía. No obstante, lo que no sabía era si sentirse agradecida o acobardada por ello.
Desde su pequeño agujero debajo de los leños rugosos, la vio cojear sobre el prado. El pelaje hecho un total desastre, sucio, despeinado y con algunas cortaduras y moretones por aquí y por allá.
Una de las orejas se mantenía caída, rebelde a seguir las órdenes de su dueña por moverse o cambiar de posición.
Los ojos borgoñas la miraron por un largo rato, sin entender. El lobo se acercó a la pila de troncos, cojeando torpemente, buscando el cobijo de quien se había convertido en su mejor amiga.
Y por quien ese día, se había jugado su papel y su reputación en Colmillo Brillante.
-"Nano…"
¡Crack!
-"¡¿Quién está ahí?"
El crujir de varias ramas se escuchó de inmediato mientras Fate se daba la vuelta, colocando las cuatro patas firmes en el pasto y gruñendo en advertencia.
El ruido de las hierbas ser aplastadas finalmente se detuvo.
La figura portentosa alzó en orgullo el cuello; su cuerpo, aún más grande que el de Fate, se mantenía quieto y elegante. Magnificente. El viento sopló con fuerza, apenas logrando batir el rosado pelaje corto y grueso.
Las pupilas cobalto perforaron con seriedad los borgoñas del lobo.
Y a pesar de que todavía no había caído la noche, la luna se hizo presente en el cielo, apenas visible. Como si fuera un burlón espejismo.
-"Testarossa."
Las palabras fueron repasadas cautelosamente y en voz baja. Los orbes azul rey se entrecerraron, estudiando toda posible reacción.
-"Testarossa –repitió con precaución-. ¿Dónde está?"
Continuará…
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