El lobo y el cordero
Por: Kida Luna
Capítulo VI
En la piel del lobo
-"Nyahaha, hola."
Las risas salieron alegres y gentiles, divertidas y en voz baja, como quien ha hecho una travesura y pretendiese no llamar la atención por ello. Fate sonrió y cerró los ojos entonces, disfrutando el diminuto pero significativo momento de regocijo que estaban compartiendo.
Cuando Nahoha se calló, no pudo evitar soltar otra risita.
-"Podría quedarme así para siempre."
-"Podrías, pero se me entumirían las piernas, ¿sabes?" –rió de nuevo.
-"¿Me estás corriendo, entonces?" –abrió un ojo, mirándola con desafío juguetón.
La castaña negó con la cabeza, una sonrisa puesta en sus labios. Después, se inclinó hacia delante, provocando que su coleta castaña se deslizara y rozara el rostro de la rubia que descansaba sobre su regazo.
-"La próxima vez, en serio que voy a traerte un bozal" –bromeó, picando ligeramente su nariz con un dedo.
-"Pesada –dio un soplido, jugueteando así con los mechones castaños y riendo al sentir el cosquilleo de éstos al regresar, para rozar su cara de nuevo-. Sólo por eso, seguirás siendo mi almohada."
-"¿Qué te hace pensar eso?" –enarcó las cejas, sonriendo de lado.
-"Pues, que tienes a una bonita criatura recostada en ti, hey, ¡no cualquiera tiene esa oportunidad!"
Volvieron a reír de nuevo. Nanoha acomodó su cabello tras su espalda antes de reclinarse otra vez, acercando una mano a la frente de la rubia y arreglando los cabellos dorados que se esparcían allí; luego, delineó lentamente las mejillas, hasta llegar a la pañoleta azul que todavía yacía en la boca de la lupina.
-"Woof" –gruñó apenas, apresando con su boca uno de los dedos fugitivos de la castaña.
-"Atrapada, nyahaha."
Y probablemente hubiera removido su mano al instante. Probablemente, cualquier otro cordero en Midchilda habría chillado de horror en su lugar y se hubiera muerto de los nervios y del susto.
Probablemente. Pero Nanoha no.
Confiaba en Fate.
No importaban las clases que le habían sido impartidas o todas las cosas espeluznantes y terroríficas que siempre le contaban en ellas. Sólo importaba la sonrisa que la rubia tenía en sus labios.
Su sonrisa…
-"Bonita."
-"¿Uh?"
-"Tienes una bonita sonrisa, Fate-chan."
La aludida parpadeó, observando fijamente cómo Nanoha ladeaba la cabeza y la contemplaba con esos ojos azules llenos de cariño. Rozó con sus colmillos, apenas, la piel suave que aún mantenía capturada entre sus labios.
-"Me estás haciendo cosquillas" –rió.
-"¿Um?"
-"Y me estás llenando de saliva de lobo, ¡ew!"
-"¡Nanoha! ¡Bien! –finalmente la soltó- Una no puede jugar contigo porque de todo te quejas."
La rubia bufó, recostada como estaba sobre las piernas cruzadas de su compañera y levantando ligeramente el paliacate en su boca con aquella acción, mientras cruzaba los brazos. Unas risitas se dejaron escuchar.
-"¿Estás enojada?" –preguntó, pasando una mano por sus cabellos cobrizos e inclinándose cerca del oído de la otra, su voz sonando para nada seria.
-"Um" –gruñó, volteando la cara.
Sin embargo, el gesto tan sólo logró ampliar aún más la sonrisa en Nanoha.
-"¿Quién es una buena cachorrita?"
-"Vuélveme a llamar así –siseó peligrosamente, sin atreverse a encarar a una castaña que se moría de la risa- y juro que te vuelo los cinco dedos de la mano."
-"Mouuu, Fate-chan, ¡no seas pesada! Dame una sonrisa, ¿sí?"
-"No quiero."
-"Faaaateeeee" –baló, usando su voz de cordero en un intento por animar a la orgullosa rubia.
No obstante, la otra no se mosqueó tan siquiera, conservando su faz estoica, sus brazos cruzados y su actitud de lobata caprichosa. Nanoha estuvo a punto de balar de nuevo cuando algo captó su atención.
-"¿Qué es eso?"
-"¿Qué es qué…?"
De pronto, Fate se quedó callada. Su visión lupina, más rápida y hábil, detectó a tiempo el pequeño, arrugado y feo trozo de cosa verde que yacía al pie de la pequeña elevación donde se encontraban.
Ese ser vil que la castaña había intentado hacerla comer.
-"Sí, se me hace…" –intentó pararse para ver mejor.
-"¡NO, NO TE MUEVAS, NO TE MUEVAS! –se colgó de su cuello de inmediato, evitando que se pusiera de pie- ¡Es un bicho!"
-"Fate –frunció el ceño, empezando a fastidiarse-, no soy estúpida. Ahora, quítame las manos de encima."
-"¿Por qué? –preguntó nerviosa, notando los bonitos ojos azules chispear con enojo- Guau, ¿sabes? Cualquiera que nos viese podría pensar que estamos a punto de darnos un be…"
-"¡BÁJATE!"
-"¡Yay! ¡Nanoha, nooo, esperaaaaaa!"
Con un brusco movimiento y perdiendo su suave cojín, Fate Testarossa fue recibida por el rígido suelo que saludaba a su cabeza y espalda. Un gemido de dolor escapó de sus labios, acompañado de una maldición entre dientes –o colmillos-.
Acordándose de la razón de su "accidental caída", se dio media vuelta rápidamente y caminó a gatas hasta la orilla del montículo; debajo se encontraba la estudiante de Casco Resistente, agachada y sosteniendo en su mano derecha una de sus botanas preferidas.
En cuanto la castaña volteó el rostro hacia ella, Fate semiocultó su cabeza, como si estuviese siendo regañada con la sola mirada azulina.
-"Um… puedo explicarlo…" –habló desde arriba, no atreviéndose a bajar.
-"¿En serio?" –alzó el ceño.
-"Puedo intentar" –rió nerviosa, mirando hacia todos lados excepto hacia cierta herbívora que podría noquearla de un cabezazo.
"Je, igual y estoy exagerando, ¿qué daño me puede hacer una cosita pequeñita?"
-"¡Fate Testarossa, ven acá ahora mismo!"
El repentino grito la hizo ocultarse un poco más mientras negaba con la cabeza, recordando los anteriores "incidentes" donde Nanoha le había sacado más de un aullido de dolor.
-"No."
-"¡Fate!"
-"¡No! –exclamó, aguantándose las ganas de balar y burlarse en el proceso, no fuera a ser que a Nanoha se le ocurriese aventarle una piedra- De aquí a allá es la misma distancia, ¡ven tú!"
-"¿Eso quieres?"
El tono medio amenazante y los ojos peligrosamente entrecerrados rápidamente le provocaron otra veloz sacudida de cabeza. Se hubiera reído de sí misma en voz alta al pensar que le temía a un blanco corderito, y lo hubiera hecho, de no ser porque la castaña se había puesto de pie y no dejaba de observarla con entera seriedad.
-"¿Nanoha?" –susurró tímida (casi ni creyéndose su propia semi-vergüenza).
-"¿Qué?"
-"¿Estás enojada?"
-"No, estoy irradiando tanta felicidad que me gustaría que bajes para que pueda compartirla contigo" –sonrió de lado.
-"Oh… no te preocupes –tragó saliva-, estoy muy cómoda aquí arriba."
Las mejillas de la ojiazul se hincharon un poco, finalmente suspiró y cruzó los brazos, soltando el trozo de lechuga que había recogido. Las pupilas borgoñas la contemplaron atentamente, como el niño que vigila un dulce, esperando el momento indicado para escurrirse y huir con él.
-"No voy a regresar."
-"¡¿Eh?" –reaccionó alarmada.
-"Lo que oíste, no voy a regresar allá arriba, Fate-chan –las facciones se relajaron y una débil sonrisa se dibujó en sus labios-; a menos que puedas traerme de vuelta."
-"¿Traerte de…? ¡Nanoha! ¡Espera!"
-"¡Leeeeeentaaaaaaa!"
Nanoha Takamachi dio media vuelta, deslizando la punta de sus zapatos negros sobre el suave pasto y cambiando en el siguiente momento a la forma de un cordero que se escabullía entre los arbustos.
-"¡No soy lenta! ¡Nanoha!" –alzó la voz mientras se ponía de pie, tratando de hacerse oír.
Apenas dio un paso adelante cuando cambió a su fase lupina para salir carrera abajo, adentrándose en la espesura de árboles por donde su amiga se había ido a esconder.
" – " – "
El sonido de sus cascos contra la tierra zumbaba en sus pequeñas orejitas al igual que los aullidos y las risas que no habían cesado en ningún momento de la improvisada búsqueda.
De pronto, dio un sagaz salto hacia uno de los matorrales y se hizo bolita, agachándose y esperando. No pasó mucho tiempo antes de que el rascar de unas patas contra el suelo se escuchase.
-"¡Nanoha!"
Bajó la respiración y contuvo las ganas de reírse para no ser descubierta, observando todo a través de los diminutos resquicios entre las hojas y ramas de su camuflado escondite.
-"¡Bola de algodón! –ladró- ¡Sal de donde quiera que estés o soplaré y soplaré y…! –se detuvo, ladeando la cabeza y frunciendo el ceño, una de sus orejas doblándose graciosamente-… y no recuerdo cómo seguía en estos momentos… Mou, ¡tan sólo espera a que te encuentre Takamachi, nadie escapa de mí!"
Estiró el cuello y olfateó el aire, volteando el rostro hacia la izquierda y hacia la derecha. Pasados unos cuantos segundos lanzó un resoplido y sacudió la cabeza bruscamente, notando que toda su nariz no percibía más que el aroma de flores silvestres impregnado en la pañoleta azul.
-"Dios mío, benditas patas de cordero, ¿cómo pueden correr tan rápido?"
"Práctica, nyahaha. Oh, se está yendo…"
En cuanto el silbido de las hojas revolotear alcanzó sus oídos, Nanoha salió cuidadosamente de su improvisado refugio botánico. Paseó sus ojos por todo el lugar, y con una enorme sonrisa y mirada llena de emoción, se dedicó a seguir presta el camino por donde el lobo se había ido.
Atravesó las ramas de la vereda de arbustos frente a ella, sacudiendo de cuando en cuando sus pezuñas para poder pasar, hasta llegar del otro lado. Adelante suyo, de entre otra mata de plantas, sobresalía la punta oscura de una cola puntiaguda e inquieta.
Sonrió con travesura.
Se acercó silenciosamente, colocando una pata delante de la otra, con cautela, casi como si fuera ella el depredador y no la presa. Después, se detuvo e infló el pecho, conteniendo el aire.
"¡Encontraaaadaaaa!"
¡BEEEEEEEEEEEEE!
¡AUUUUUUUUU!
-"¡BOOOOOOO!"
Pudo notar un sobresalto de susto –junto a un chillido que le sacó una discreta risita- por parte de Fate, quien en esos momentos se ocultaba por completo en la enmarañada planta.
-"Nyahaha, ¡debiste haber visto tu…!"
Justo cuando su amiga se estaba dando la vuelta para reaparecer, Nanoha observó con cuidado la pequeña y redondeada colita negra.
Totalmente negra.
Parpadeó dos veces antes de volver a abrir sus ojos con horror y reclinarse hacia atrás, alzando lentamente la vista mientras su cuerpo de algodón no dejaba de temblar.
Finalmente la criatura dio la media vuelta.
Dos ojos mieles la contemplaron fijamente. La boca torcida en una sonrisa repleta de amarillentos y peligrosos colmillos.
No era Fate.
-"Vaya, vaya, a quién tenemos aquí…"
Las palabras se le escaparon de la garganta y se congeló por completo. Su boca temblaba intentando hilar alguna frase coherente al tiempo que sus pupilas azules eran un desastre de miedo y terror.
Las orejas negras se izaron, puntiagudas; el rostro fue levantado y las garras crujieron despacio sobre la tierra. Hubo un relamido de hocico seguido de un leve chasquido de dientes, como quien saborea su próxima comida.
Pronto, el sonido de varias risas escalofriantes la rodeó. Los arbustos parecieron cobrar vida dando paso a más criaturas oscuras cuya piel lucía una serie de manchas sin forma.
Vio su propio reflejo en todos y cada uno de los pares de ojos que la estudiaban con deleite…
Hienas.
…y temió por su vida.
-"Boo."
¡BEEEEEEEEE!
¡GRRRUAAAR!
" – " – "
-"¡Achú!"
Lanzó un resoplido sonoro y pasó una de sus patas delanteras por su hocico para tallarlo. Luego, como su bien ensañada costumbre, sacudió la cabeza fuertemente.
Dejó escapar un gruñido.
-"Debí ponerle un rastreador encima…"
Tosió un poco antes de continuar, caminando perezosamente por el bosque y tratando de hallar el olor del cordero en vano. Suspiró mientras agachaba las orejas, cansada de estar dando vueltas.
Alzó una pata al frente y, de repente, un gemido familiar e histérico la obligó a voltear de inmediato al tiempo que sus oídos de lobo se ponían alertas en una fracción de segundo.
¡BEEEEEEEE!
-"¡NANOHA!" –gritó alarmada.
Salió corriendo de regreso por donde había caminado, debatiéndose desesperada qué camino tomar; mas los chillidos del cordero inundando la espesura de aquel lugar boscoso no hacían sino ponerla más nerviosa.
-"¡Nanoha!"
Exclamó de nuevo, esperando una respuesta que no llegaba. Alzó el hocico al aire, maldiciendo de nuevo el no poder detectar nada; se relamió la boca con exasperación mientras su mirada borgoña barría todo el campo a su alcance.
Nada.
No veía nada.
Lo peor del asunto era que podía escuchar y sentir su miedo, y sin embargo, era incapaz de acudir a su ayuda. Agachó las orejas y volteó hacia todos lados, frenética, preguntándose qué debía hacer.
Los balidos atormentados siguieron llegando a sus oídos una y otra vez, acompañados del latir escandaloso de su propio corazón. Fate estuvo a punto de lanzar un chillido lastimero de impotencia cuando otro gemido se notó más cercano.
Sin pensárselo dos veces corrió como rayo, escalando hasta la cima de una pequeña pendiente que le brindaba una mejor visión.
Apenas posó sus cuatro patas sobre la punta de la elevación cuando no muy lejos allí, tierra abajo, vio pasar velozmente a Nanoha. Fate sonrió con alivio, contenta.
Entonces, la jauría de hienas detrás, con sus risas y gruñidos, borró su sonrisa por completo.
-"¡NANOHA!"
Sus orejas puntiagudas se alzaron en el acto, bajó sin demora aquella colina inclinada y se perdió entre los árboles, buscando atajar a la manada de caninos a tiempo.
Los balidos del cordero todavía zumbando en su mente.
" – " – "
¡GRUARRRR!
¡BEEE!
Hubo un corto chillido cuando las mandíbulas de la hiena que le pisaba justamente los talones, rasgó la piel de su pata derecha delantera. Nanoha dio un salto rápidamente, evitando que los colmillos se cerrasen del todo en ella.
Al siguiente momento en que sus pezuñas golpearon sórdidamente la tierra, una punzada de dolor recorrió su cuerpo. Los bramidos y el abrir y cerrar de dientes emergían de todos lados, a veces surgiendo a su izquierda o a su derecha.
Intentos por derribarla deslizándose debajo suyo o simplemente brincándole encima también.
De alguna manera, sin saber aún cómo, había podido esquivarlos, llevándose unos cuantos rasguños y raspones.
¡Chask! ¡Chask! ¡Chask!
Podía ver los filamentos amarillos y amenazantes de sus fauces lanzarse contra ella una y otra vez, infundiéndole un pavor tremendo que parecía querer sacarle el corazón.
Cerró los ojos con fuerza.
Reprimió las ganas que tenía de llorar y rogó porque en la siguiente vuelta Fate apareciese para ayudarla. Pero las vueltas seguían y seguían y no había rastros de su amiga el lobo por ningún lado.
Los nervios comenzaron a hacerla presa mientras las risas de las hienas no la dejaban sola ni un segundo.
Entonces, la hiena que había confundido con Fate surgió enfrente suyo, parada sobre sus cuatro patas y con una endemoniaba y tétrica mueca de sonrisa puesta en su hocico.
Nanoha se detuvo de golpe.
La bestia rió en voz baja, sus pupilas mieles comiéndola con la sola mirada.
-"¿No estás asustada, cierto?"
El pequeño cuerpo blanco se vio agarrotado, las pisadas y el arañar de las garras del resto de la jauría contra la tierra hicieron vibrar todos sus sentidos con pánico.
La criatura gruñó feroz.
Nanoha chilló presa del miedo.
La sensación de dos mandíbulas hundirse en su pata herida pronto se transformó en un angustiante balido que no disminuía en absoluto el dolor que se despertaba insoportable en su interior.
En aquel instante, Nanoha Takamachi pensó en Fate.
Y deseó escuchar su arrullante voz.
Continuará…
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