El lobo y el cordero
Por: Kida Luna
Capítulo I
Rompiendo barreras
-"Pues yo –tragó saliva, sintiendo los pequeños cuernos rozar una de sus patas delanteras- vine por accidente…"
-"¿Por accidente?" –los grandes ojos azules se voltearon a verla.
-"Em, s-sí... me encontraba caza-… ¡caminando! –cambió rápidamente sus palabras- Y no me fijé en dónde pisaba, así que caí contra unos troncos viejos y uno de ellos me cayó encima."
-"¿Caminando?"
-"Sí, sí, eso" –rió nerviosa.
-"Ya veo…"
Nanoha regresó la vista al camino, enfocándose en alejarse lo más posible de ahí, esa parte del bosque era una de las más irregulares y peligrosas si no estabas acostumbrado a ella.
Sus delgadas y diminutas pezuñas dejaban marcas al lado de las grandes y delineadas huellas de las patas del lobo. Continuaron caminando así unos minutos más, en silencio.
El cordero suspiró.
-"Es la primera vez que veo un lobo."
-"¿En serio? Qué raro…"
-"En serio, normalmente sólo los había visto en mis libros de texto y esas cosas" –explicó, sintiendo como sus patas se hundían ligeramente entre el lodo.
-"Ah –aspiró aire-, ¿y qué tal tu impresión de mí?" –agachó el hocico.
-"Pues, bee –baló nerviosa-, escalofriante" –tembló un poco.
-"Perdón por eso" –rió un poco.
-"N-no, está bien –bajó la mirada-. Como sea, pareces –casi resbaló- una buena criatura."
-"Lo soy, lo soy…" –respondió vagamente.
-"Y, ¿en dónde –casi pierde el equilibrio de nuevo-, en dónde vives?"
Pronto cada paso se le hizo más pesado, sus patitas luchando por mantenerse firmes mientras un peso se iba amontonando sobre su lomo. Y entonces, algo mojó la tierra enfrente de sus pezuñas.
Parpadeó.
Otra gota más cayó. Y otra. Varias comenzaron a seguirle.
Nanoha acercó su nariz hacia el suelo empapado, y desde allí abajo, volteó a ver a su amiga el lobo.
-"¿F-Fate?" –su voz tambaleó al ver las mandíbulas abiertas y sus colmillos escurriendo ligeramente de saliva.
Una lengua relamió el hocico dorado.
¡GROAR!
¡BEE!
Nanoha salió corriendo de inmediato, escuchando el chasquido de las fauces cerrarse contra el aire. Pronto, unas pisadas más fuertes sonaron junto a las suyas.
Los balidos desesperados del cordero tronaron por todo el bosque, siendo secundados por unos feroces ladridos y el cerrar y abrir de unos amenazantes colmillos que mordían la nada, en un intento por alcanzarle.
En un brinco, el pequeño animalito se agazapó, tratando de esconderse detrás de un árbol. Asomó la cabeza apenas, chillando del susto al ver cómo el lobo dorado corría hacia su dirección.
Nanoha se echó contra la tierra y colocó sus patas delanteras sobre su cabeza mientras se dedicaba a temblar, cerrando sus ojos.
¡STAMP!
¡Au!
Un sonido seco se dejó escuchar. Después de unos segundos, el cordero abrió los ojos y se atrevió a asomarse, temblando todavía.
-"¿F-Fate?"
-"Duele…"
Salió cautelosamente de su escondite para ver a la lupina echada enfrente del árbol, sobándose ligeramente la cabeza.
-"¿Estás bien?"
-"Estúpida pata –gruñó-, ¡estúpido árbol!" –gruñó más fuerte.
-"Nyahaha…" –se rió, retrocediendo un poco hacia su antiguo lugar.
La lobezna se puso de pie, sacudiendo su pelaje fuertemente y estirando su cuello. Después se sentó, haciendo sus orejas para atrás y dejando escapar un suspiro.
-"Lo siento" –comentó exhausta.
-"¡Dijiste que no me harías daño!" –le reprochó el cordero, inflando las mejillas en un gesto de molestia.
-"Lo sé –aulló dolida-, ¿y qué querías que hiciera? Te dije que no te me pegaras tanto" –bufó.
-"¡Pudiste haberme matado! –gritó- ¡Bee, bee, bee!"
Fate se hizo para atrás al ver como Nanoha se acercaba para balar fuertemente enfrente de su cara, como si estuviera ladrándole un montón de regaños que para ella no tenían sentido alguno.
-"Si sigues haciendo eso, voy a reconsiderar arrancarte el hocico" –bramó, volteando la cara a otro lado.
Nanoha resopló, dejando escapar aire a través de su diminuta nariz, como si fuera una clase de toro enojado. De repente, sus pupilas viajaron hasta la pata herida del lobo, la cual mantenía sutilmente alzada.
-"¿Puedes caminar?"
-"¡Oh! ¿Piensas ayudarme?" –la miró rápidamente con ojos brillantes, parando los oídos.
-"No –sopló molesta-, me gustaría que mi cuerpo permaneciera tal y como está."
-"Ah, bueno –agachó las orejas y desvió la mirada-. Perdón, je" –sonrió, mostrando dos colmillos en la comisura de su boca.
Nanoha, por su bienestar, dio un paso hacia atrás, devolviéndole una sonrisa tímida.
-"Te ayudaré a llegar a tu casa –Fate paró los oídos de inmediato, otra vez-, pero no pienso caminar a tu lado, así que tendrás que fijarte dónde pisas."
La lobezna asintió, levemente emocionada y agradecida.
Reemprendieron la marcha de nuevo, el cordero unos tres o cuatro pasos más adelante por seguridad; el lobo detrás, cojeando un poco. Se encontraban cruzando un río, cuando la curiosidad del bovino se hizo presente.
-"¿En dónde vives?" –de un brinco saltó hacia la otra piedra.
-"En el Colegio Colmillo Brillante" –respondió despreocupada, caminando a través del agua.
Nanoha se detuvo en ese momento, volteando a mirarla lentamente mientras su cuerpo blanco y esponjoso se encorvaba.
-"¿Qué?" –dijo deteniéndose.
-"¿Co-Co-Colmillo Brillante-te-te?" –balbuceó su voz de cordero.
-"Sí –parpadeó, ladeando la cabeza-, ¿qué tiene de malo?"
-"¡¿Qué tiene de malo? –se giró por completo de un salto para encararla- ¡Muchos pares de dientes puntiagudos, eso tiene de malo!"
-"Oh… –soltó, dándose cuenta del problema-… ¡hey! Tal vez ni siquiera lo noten."
-"Tengo dos cuernos, cuatro pezuñas, soy esponjosa como una nube y tengo una pequeña colita suave –enfatizó viendo y moviendo esta última-. ¡¿Y tú crees que no se darán cuenta? ¡BEE!"
-"De acuerdo, de acuerdo, no tienes que gritarme" –frunció el ceño y continuó caminando, los chapoteos tintineando graciosamente.
En cuanto vio a la canina pasarla de largo para por fin tocar pasto seco, se dio media vuelta y fue a alcanzarla, retomando su lugar a tres o cuatro pasos de distancia más adelante.
Las orejitas blancas se dejaron caer con pesadez, la sola idea de estar del otro lado la hacía temblar de patas a cuernos.
-"Oye" –escuchó llamarla.
-"Dime."
-"¿Por qué tienes cuernos?"
Nanoha viró la cabeza hacia atrás, confundida.
-"Soy un cordero" –explicó.
-"Sí, eso ya lo sé –frunció el ceño-, pero yo he visto muchos corderos y ninguno tenía cuernos."
-"¿H-Has visto?"
-"¡En mis libros de texto! ¡Yo también tengo libros de texto! –se apresuró a ladrar- Jeje, um… no le tomes importancia…"
-"Ah… -regresó la vista al frente-… digamos que soy un cordero raro, nyahaha."
-"Son bonitos cuernos."
-"Gracias –cantó alegre-, tú también tienes, um –se giró para verla-, ¿bonitas patas?"
-"Ah, esto –rió bajito-, sé lo que piensas, no es lodo –alzó una de sus patas para mostrársela-. Por alguna razón la base de mis patas, la punta de mi cola y orejas están manchadas de negro. Creo que es natural."
-"Son bonitas manchas" –opinó Nanoha.
Fate estaba a punto de responder cuando un aullido a lo lejos captó su atención. Abrió su hocico en una mueca de alegría y agitó la cola, dando unos cuantos trotes.
-"¡Vamos! –le gritó al cordero- ¡Estamos cerca!"
-"¡Espera, espérame! ¡Vas a lastimarte si corres así!"
Fate rió, ignorando las advertencias de su amiga y salió corriendo hacia la bajada de la colina en la que estaban; una vez que vio al final el agujero en una interminable red que parecía abierta a mordiscos, se agazapó para poder cruzar.
Nanoha la siguió de cerca, prefiriendo no preguntar cómo es que el muro de seguridad había sido roto.
-"¡Fate, espérame! ¡¿Mis patas no son tan largas, sabes?"
Pronto la vio detener su carrera, aminorando el paso hasta quedarse quieta, su pata herida suspendida en el aire. El cordero también dejó de correr, avistando cómo una sombra roja se acercaba a lo lejos hacia ellas.
Y se acercaba muy rápido.
-"¡Fate! ¡Me tenías muy preocupada, dónde estabas!"
La nueva criatura se paró enfrente de la aludida, moviendo la cola y las orejas también de gusto.
-"Salí a un rato a cazar" –se aseguró de susurrar esto para que su nueva amiga no la escuchara, observándola de reojo.
La otra, un poco más grande que Fate, siguió su mirada, encontrando a la pequeña Nanoha rezagada a unos cuantos pasos atrás. Sus ojos azules brillaron.
-"¡Qué bien, trajiste la comida contigo!" –gritó.
Nanoha lanzó un chillido de terror cuando vio a ese enorme lobo rojo abalanzarse en su dirección, por fortuna, Fate se interpuso entre a ambas a tiempo.
-"¡No es la comida!" –rebatió.
-"¿Ah, no? –se quedó quieta, examinando al blanco animalito detrás de la lobezna de oro- ¿Piensas guardarla para la cena?" –se asomó hacia un lado, olfateando.
-"¡Arf! –gruñó- Es mi amiga" –murmuró en voz baja, un poco avergonzada.
La denominada Arf alzó el ceño, ligeramente mosqueada.
-"Tuve un accidente y Nanoha –sus ojos rojos se posaron en ella- me ayudó y me enseñó el camino a casa."
-"¿Es eso cierto?" –preguntó, todavía con la cabeza agachada para no perderla de vista.
-"S-Sí."
Arf, cuyo pelaje era totalmente rojizo, hizo a un lado a Fate con una de sus grandes patas delanteras y se colocó frente a Nanoha; esta última sonrió lo mejor que pudo mientras que sentía que su cuerpo se volvía gelatina.
-"En ese caso, siéntete bienvenida pequeña cosita apetitosa y suave" –sonrió, mostrando todos sus colmillos blancos y puntiagudos.
-"G-Gracias."
-"Arf, no le digas así –intervino-, tan sólo la pones más nerviosa."
-"¿En serio? Pero si era un cumplido" –ladeó la cabeza.
-"Esto… F-Fate tiene razón" –balbuceó.
-"Ne, Nanoha, ¿quieres quedarte a comer con nosotras?" –Arf ladró, estirando sus patas delanteras al frente como si fuera a recostarse, su lengua de fuera en un gesto de emoción.
La cabecita blanca se movió rápidamente de un lado a otro, negando.
Fate rió suavemente.
-"Lo mejor será que regreses con los tuyos –mencionó, empujándola gentilmente con su hocico por el camino de donde habían llegado-, Arf es hermana mía así que no te hará nada. Pero no puedo asegurarte que los demás no intentarán algo."
Nanoha asintió, despidiéndose de ambos lobos y corriendo hacia la red rota, saltando levemente entre paso y paso. Como era típico en los corderos.
Cuando la lupina dorada la hubo perdida de vista, sintió una veloz mordida en su oreja, exigiendo su atención. Las pupilas azules la miraron serias.
-"Espero que eso de amiga no haya sido en serio."
Fate tragó saliva.
-"¿Qué quieres decir?" –su voz tembló mientras se sentaba sobre el pasto.
-"Fate –se acercó a su rostro-, dime la verdad, ¿acaso no trataste de perseguirla?"
-"Pues claro que lo intenté."
-"¿Antes o después de haberte salvado?"
-"Ugh… Después, jeje" –agachó las orejas.
-"No me malinterpretes, se me hace algo lindo de su parte que te haya ayudado. Lástima que sea un cordero, más te vale quedarte en tu territorio."
-"Arf, no me regañes. Eso ya lo sé" –gruñó molesta.
-"Entonces sabes también –se separó de ella para sentarse en sus cuartos traseros-, que tú y yo somos lobos, y nuestra comida favorita es el cordero."
La lobezna no dijo nada, desviando los orbes escarlatas al pasto y acariciando con su cola la pata herida. Su hermana suspiró y se puso de pie, obligando a la otra a seguirla mientras se apoyaba en ella para poder caminar.
-"Por su bien, no vuelvas a verla. Puede que la próxima vez acabe en el plato de tu mesa –volvió a suspirar-; se me hace una tierna corderita como para pensar que acabe siendo la merienda."
-"Cierto, sería una lástima, ¿no?"
Fate cerró los ojos, empezando a sentir la punzada en su pata empeorar, tal vez no debió ser tan descuidada y correr con tanta prisa.
" – " – "
-"¡Nanoha! ¡Ya era hora!"
-"¿Uh? ¿Vita-chan?"
-"¡Bien! –gritó, comenzando a rodear a su compañera- Espera un momento, ¿dónde está la pelota?"
-"¿Eh? –parpadeó confundida- ¡¿EH?"
Nanoha berreó fuertemente, ¡había olvidado recoger la pelota! Sus orejitas cayeron hacia atrás mientras observaba el ceño de Vita hacer acto de presencia.
A pesar de que tenían más o menos la misma altura, los cuernos más grandes y afilados, el pelaje duro y rojizo así como los cascos negros fuertes y sólidos, le daban una apariencia algo temible a la pequeña búfala.
-"Nyahaha…"
-"¡Nada de nyahaha! ¡Dónde está la pelota!" –vociferó alto, golpeando sus cascos contra el suelo verde.
En ese momento, una joven rubia se acercó, dándole un sopetón en la cabeza al torito rojo en cuanto pasó por su lado. Después se volteó a verla, una sonrisa de burla en sus labios.
-"Ya, ya, Vita, es de mala educación andar mugiendo por todo" –bromeó con enorme satisfacción.
-"Arisa…" –siseó amenazadoramente.
-"Bien, bien, ¿vas a explicarnos por qué tardaste tanto Nanoha? –las pupilas verdes de Arisa viajaron hasta el cordero detrás suyo, quien tan sólo asintió- ¿Sabes? Suzuka estaba muy preocupada por ti" –se rascó la cabeza.
Nanoha cambió a su forma humana, sacudiendo su falda de nuevo, mientras miraba con aflicción sus zapatos manchados de lodo. Suspiró, ¿cómo es que siempre le pasaba lo mismo?
-"¡Nanoha!"
Una suave y dulce voz llegó a sus oídos, teniendo casi al instante una cabecita rayada colándose debajo de su mano. La castaña bajó la vista.
-"Oh, ¡Suzuka-chan! –exclamó enternecida, agachándose para abrazarla- ¿Por qué te has transformado?" –acarició su cabeza.
Su cuello era rodeado por los brazos de su amiga mientras su cola se mecía un poco de lado a lado. Suzuka sonrió, siempre era el mismo efecto con todos, cada vez que cambiaba a ser una pequeña cebra, todo mundo quería abrazarla o mimarla.
-"Nada en especial" –contestó con gentileza.
Arisa tosió un poco, caminando hasta ellas y separando a Nanoha discretamente –lo que para era ella significa ser discreta- de Suzuka con un manotazo.
-"Es suficiente –su voz seria-, vas a ahogarla si sigues así, Nanoha."
La aludida soltó unas risas, divertida ante la siempre actitud tan sobreprotectora de Arisa Bannings para con la equina de rayas blancas y negras.
-"¡La potra nos salió posesiva!" –bramó dramáticamente Vita, riéndose entre dientes.
Arisa estuvo a punto de convertirse y arrollarla a todo galope, de no ser porque la castaña la detuvo de la mano, suplicándole contenerse. Una vez que Vita se hubo acercado a ellas, Nanoha comenzó a explicarse.
-"Yo sí fui a buscar la pelota –miró de reojo al pequeño toro-, pero lo que pasó fue que, um… me topé con un… lobo…"
-"¿Un qué? –preguntó bruscamente la rubia- Habla más alto."
-"Ya, ya… -suspiró-. Me topé con un lobo."
Suzuka Tsukimura relinchó de repente mientras Vita se paró derecha, buscando alguna herida visible en el cuerpo de su amiga, pero lo único que encontró fueron manchas de lodo en sus zapatos y calcetines blancos.
-"¿Y qué pasó?" –los ojos verdes se entrecerraron con seriedad.
-"La ayudé –apretó sus manos nerviosa-, y trató de co-comerme…"
-"¡Claro que trató de hacerlo!"
El toro rápidamente cambió a ser una niña, curiosamente ahora más baja comparada a la ojiazul; tomó a Nanoha por los hombros, sacudiéndola mientras su cabello rojo trenzado se ondeaba sobre su espalda.
Los ojos azules la miraron furiosos.
-"¡Nunca, NUNCA –repitió más fuerte-, debes acercarte a un CARNÍVORO!"
-"P-pero, ¡Vita-chan, basta!" –apartó las manos de la pelirroja.
La aludida abrió la boca para agregar algo más, sin embargo, decidió cerrarla y tratar de calmarse. Su amiga estaba a salvo, por ahora, así que no tenía de qué preocuparse, ¿cierto?
Cruzó los brazos y fijó su vista en ella, dejándola continuar.
-"Dije que trató de comerme –reiteró algo molesta-, pero no lo hizo. Sólo estaba perdida, así que la acompañé de regreso al otro lado."
-"¿A Colmillo Brillante?" –suspiró enormemente sorprendida Suzuka.
-"Sí. Me presentó a su hermana, ¡pero no pasó nada malo! –se apresuró a decir- Y eso fue todo, regresé directo con ustedes. Por eso tardé mucho, y… bueno, olvidé recoger la pelota, nyahaha…"
-"Tonta –bufó-, ¿y a quién le importa una estúpida pelota? Pudiste acabar siendo el aperitivo."
-"Pero no fue así, Vita. Fue muy amable conmigo" –si descontamos el hecho de que casi me parte en dos.
Estaba anocheciendo, así que dieron la plática por terminada, dirigiéndose al interior del Colegio Casco Resistente. Pronto tendrían que tomar la cena e irse a dormir.
Antes de desaparecer tras las altas puertas plateadas de la enorme estructura que conformaba su escuela, Nanoha Takamachi luchó por enfocar su vista a través de la oscuridad.
Del otro lado, muy, muy lejos y apenas siendo reconocido como una simple mancha cobriza, se divisaba un edificio de igual o más magnitud. Algunas antorchas comenzaban a tomar vida en medio de las sombras, lentamente.
Y en letras de un rojo eléctrico, la insignia del lugar que rezaba:
Colmillo Brillante.
Continuará…
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