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miércoles, 20 de marzo de 2013

miércoles, 20 de marzo de 2013

Cap. 23 "Nunca digas adiós" de Cristalsif


NUNCA DIGAS ADIOS

Capítulo 23

Agridulce

La simpleza de un momento, puede ser el más dulce y memorable de todos. Sentirse aferrada a Natsuki siempre podría considerarse un privilegio, un placer y claro, era algo de lo que no gozaban tantas. Si alguien más tuviera la oportunidad de sujetarse a ese firme vientre, tendría serías razones para sentir celos, pero conocía el aprecio de la pelinegra por la soledad, ella que no admite intrusos en ciertos espacios, por eso no evitaba la dicha de sus pequeños pero importantes detalles... mil veces se encontrarían y esas mil ocasiones, se amarían. Shizuru confiaba lo suficiente en su conductora estrella, como para poner en sus manos la vida misma, cosa que indudablemente hacía en cada ocasión que Natsuki tomaba el volante de cualquier vehículo con ruedas. Esa ocasión se la notaba incluso más apresurada que otras veces, ello no importaba a la peli ocre, estaba tan distraída en la sensación de esa espalda, del vivo aroma a pino de ese cabello y lo atlético de cada parte que tenía al alcance de sus manos, que el viaje se hizo corto, pues cuando menos lo esperó, llegaron a su destino.

La pelinegra bajó con prontitud y en un galante acto extendió la mano para ayudar a Shizuru a descender del vehículo. Sus dedos continuaron enlazados ante el panorama que la castaña juzgo tranquilo y hermoso, era después de todo un bonito jardín y parque de los alrededores de su ciudad natal. A la vista de aquella tarde, el sol brillaba en el inmenso cielo azul, la nubes habían decidido al parecer, alejarse más allá del alcance de una mirada. El pasto suponía un serio impedimento para los  finos tacones de temporada, muy necesarios en las labores de oficina, pero de lo mas poco práctico en terrenos como aquel, por lo que Shizuru se aferró con gusto al fuerte brazo de su amada. Este era otro de esos detalles que no escapaban a la atenta mente de la Fujino, su querida y terca Natsuki de antaño, jamás hubiese permitido un contacto tan estrecho y por ello se sentía afortunada.


Por su parte, la otra joven estaba nerviosa, tenía a la brillante y exótica Shizuru Fujino para ella esa tarde, una semana libre por delante y un deseo que esperaba ver completado, antes de concluir las dos preciadas horas del almuerzo de la ejecutiva. Solo por eso Natsuki había conducido tan rápido, para no agotar el valioso tiempo en aquel alegre paseo, que alargaría en una situación normal, pero que para la ocasión, solo le robaba inapreciables momentos con ella. Atravesaron de paso en paso los jardines con un pequeño deja vú para la pelinegra. El lugar que a la Kuga le resultaba acogedor, tranquilo y por alguna extraña razón se juzgaba el sitio perfecto para su propuesta. El jardín de aquel parque, estaba lleno de árboles de cerezo, cuyos capullos comenzaban a florecer, el abundante follaje en las ramas daban cobijo de la luz del sol, un grande y basto lago se notaba en el centro, con puentes de piedra para ser cruzado en las partes más estrechas, en él los patos y las plantas marinas se adornaban, incluso hermosos jardines plantados estratégicamente para daban vistas preciosas a los visitantes.

Mientras la mirada carmín apreciaba la belleza natural, con el marcó de castillos antiguos en el extremo opuesto del lago, la de ojos esmeralda ocupaba mente y concentración en sus posibles palabras para convencerla, pero todas ellas le parecían sosas e insuficientes. Suspirando pesadamente, Natsuki llegó a la conclusión de que sería mejor improvisar, ya que no todo se puede planear en la vida... casi rayaría en lo psicorrigida y obsesiva que podía ser Zera, ya la sola idea le fue espeluznante.

Como salida de su mente, una joven con pelos de erizo al pie de un enorme árbol, levantó su mano para atraer la vista y Natsuki tuvo que corresponder con la mano libre, así como una sonrisa de agradecimiento. Shizuru miró con sospecha a la agraciada chica, era atlética y un muy atractivo aspecto para su gusto, con curiosos cabellos oscuros en elevados contra la gravedad, como si de un erizo se tratara.

-Ya te ibas demorando za... Natsuki- Corrigió antes de cometer una indiscreción. -¿No me presentas a la dama?- Cuestionó mirando sin recato a Shizuru, la compañera de armas no esperaba que la novia de su líder fuera tan hermosa, si superaba por varios puntos a Akane, aunque la amara Zera no era ciega.

-Mis ojos están aquí- Gruñó Natsuki, al ver como su amiga devoraba con la mirada a su amada y apenas se contenía de un puñetazo, solo porque Zera le había reservado el espacio y cuidado el picnic.

-Soy Shizuru Viola, un placer- Shizuru sonrió con recuperada confianza, era claro que si a esa joven se le iban tanto los ojos sobre ella, nulo interés tenía por su Natsuki. Sin mencionar el secreto placer de los pequeños y tontos celos de su amada, por lo que la peliocre extendió la mano tranquilamente a la atrevida mujer.

-Zera para los amigos- Estrechó rauda la mano, pero considerando mantener su integridad física a salvo. -Si me disculpan, debo retirarme... Akane me espera- Inclinó la cabeza, antes de dar media vuelta y así evitar que la mirada asesina de Natsuki, se convirtiera en un hecho real.

-Maldita aprovechada- Musitó por lo bajo y con tono osco una resentida Natsuki. A sus pies yacía un mantel en el suelo, una cesta con los alimentos que había dispuesto con antelación, una cubeta llena de hielo, con una botella de vino e incluso un innecesario candelabro con velas aromatizadas en el centro, lo último por la cuenta de Zera.

-Es tan tierna mi Natsuki cuando se pone celosa- La sonrisa ladina de Shizuru se amplió al notar la perplejidad en el fino rostro de su pelinegra adorada.

-¡No estoy celosa!- Refunfuñó ayudando a tomar asiento a la nativa de Kioto.

-Ara, así que a mi novia le da lo mismo que otra mujer... me devore con la vista- Shizuru miró con lacrimosa expresión a su novia. -Que poco cuidado de tiene Natsuki de mí... si ha de servirme en bandeja de plata a las lobas hambrientas-

-No digas eso Shiz... mataría sin contemplación a la que osara robarte de mí- Una Natsuki con triste expresión sujetaba las manos suaves de la castaña. -Yo... yo no podría, no sabría... vivir sin ti a mi lado-

Lo que había empezado como una broma ya no podía seguir de ese modo, le había derretido y desecho cualquier idea con esa mirada sincera, enamorada. -Eso no lo dudo...- Un corto beso a esos labios siempre tentadores, una muda manera de decir que todo está bien. Shizuru no había imaginado semejante modo de responder a sus artimañas y dotes actorales, supo que le creería, que quizás tardaría un poco en notar la broma, lo cierto es que Natsuki lo creyó y actuó en consecuencia. Sus palabras le habían hecho saltar el corazón de dicha, sus gestos se robaron un dulce sonrojo, toda una proeza teniendo en cuenta que ella es Shizuru Fujino, alguien a quien solo la hermosa Natsuki podría poner en aprietos. -¿Le parece a mí Natsuki si almorzamos?-

-Cla..claro- Afirmó apenada, tomó una superficie de madera con un pequeño mantel incluido, era una mesita de muy poca altura que acomodó frente a las dos. Después buscó los platos y los palitos, poniendo la mesa para dos. De la cesta extrajo un par de recipientes y dos cajas redondas de madera de tamaño mediano. Retiró la cubierta dando vistas de un plato de bubuzuke, la castaña sonrió ante esto último, ella no recordaba haberle dicho que ese fuera su plato preferido. Sin percatarse del detalle, Natsuki continuó su tarea abrió los contenedores de alimentos y sirvió en los platos abundantes camarones tostados, así como una ensalada para acompañar, posteriormente extrajo dos copas de cristal en las que vertió la bebida que para la ocasión era vino añejo de alta calidad.

-¿Lo has solicitado de un restaurante?- Cuestionó Shizuru degustando la comida, tenía hambre y aquello tenía un buen sabor.

-Lo preparé yo...- Natsuki desvió el rostro azorada, posando pequeños recipientes de porcelana, con los aderezos varios para acompañar y claro, una taza llena de mayonesa para aderezar su comida. Natsuki probó un bocado de su comida, esa vez no había equivocado el azúcar, ni exagerado con la sal y lo agradecía a la providencia como pocos llegarían a suponerlo.

Shizuru miró con nuevos ojos su caja de almuerzo, su Natsuki había preparado con esfuerzo esa comida. Sabiendo depositados los sentimientos de la chica en los alimentos, degustó la comida y la encontró aún más deliciosa. -Ara, no conocía los dotes culinarios de mi Natsuki- La más genuina de las sonrisas nacía en la hermosa faz de la castaña.

-No son demasiadas... Shizuru- La pelinegra se encogía nerviosa, no estaba acostumbrada a los halagos y quizás nunca lo estaría, no viniendo de la ojirubí.

-Parece que mi Natsuki quiere restarle méritos a su empeño ¡Esta delicioso!- La amatista no mentía, aun si el amor adornara mucho más el gusto del plato, estaba segura de no haber probado nada tan rico.

-¿En serio nunca cociné para ti?- Cuestionó la pelinegra con curiosidad, era malo no recordar nada ¿Qué clase de pareja eran si nunca había tenido gestos como esos con ella? O tal vez, no eran las novias que delataba aquella foto que guardaba con recelo.

-No, me temo que cierta persona se hizo de una fama muy oscura al respecto, muchos decían que si cocinaras sería toxico al consumo. fufufu-

Natsuki frunció el ceño, pero luego suspiró recordando las veces que incendió la cocina o se lastimó los dedos. -Entonces, ¿Cómo sobrevivía? ¿De qué me alimentaba? Dijiste la última vez que vivía sola en un apartamento durante el instituto-

Después de tomar un pequeño trago del vino musitó. -De las pocas veces que visité el hogar de Natsuki, su dieta estaba compuesta de sopas instantáneas y comidas rápidas-

-¿Cómo lo sabes?- No sería del tipo que dejaba todo tirado por ahí ¿o sí? Se cuestionaba a sí misma la pelinegra.

-Natsuki no era de lo más ordenada, pero se esmeraba por esconder las evidencias cuando sabía de mi visita- Shizuru sonrió ampliamente, aun en aquella época su adorada morena intentaba poner un poco de orden solo por ella. -Pero siempre olvidaba sacar el cesto de la basura repleto de sobres y recipientes de microondas. Solo puedo dar testimonio de la única cosa en la que Natsuki era meticulosa-

-¿Y qué era eso?- La pelinegra sorbió un poco del vino, tomó con sus palillos uno de los camarones.

-Su lencería exclusiva de Victoria´s Secrets, perfectamente doblada y ordenada... fufufu-

-¡Shizuru!- A Natsuki tembló tanto el pulso de la pura vergüenza, qué su camarón terminó cayendo dentro del bubuzuke de su caja. -¿Andabas husmeando en los cajones?- Cuestionó indignada. De solo imaginar a la chica mirando algo tan íntimo, más evolucionaba el sonrojo en su cara, hasta las orejas le ardían.

Shizuru negó con la cabeza. -Lo intuí porque Natsuki dejaba el resto de su ropa en cualquier lugar, y yo le ayudaba a ordenar un poco a pesar de sus protestas, nunca vi ropa interior tirada y sé que usas lencería así, por aquella vez que fuimos a las tiendas en el centro de Fukka- Una sonrisa ladina asomó en el rostro de la castaña. -Nunca miré sus cajones de lencería temiendo morir-

-¿Morir?- Natsuki levantó una ceja con incredulidad y sudando frío ¿Ella sabía de su trabajo? Aún si fuera así, jamás le haría daño a ella. -No... no entiendo- Mordió y masticó su camarón, recuperado del bubuzuke.

-Bueno, eso es porque si me atreviera a mirar el cajón de lencería de Natsuki, corría el riesgo de imaginar aquellos conjuntos exclusivos en su delicada figura, es claro que moriría de una hemorragia nasal y no queremos eso ¿Verdad?- Dijo de los más campante Shizuru, una imagen de la inocencia misma se quedaba corta ante su expresión relajada.

La mitad del camarón volvió a sumergirse en el tibio bubuzuke, mientras un pequeño tic nacía en la ceja de Natsuki. -¡Hentai!-

-Ara... Natsuki se nota tan tímida esta tarde, yo recuerdo perfectamente que hace dos días me hacía cosas prohibidas-

Aquella expresión dramática de doncella en apuros, puso en serios aprietos a la ex dueña de Durhan. -Pero...pero... ¡tú querías que lo hiciera!- Recordaba que fue para el deleite de las dos, aquella intrincada posición donde sus desnudos cuerpos se contorsionaban en el más intenso de los placeres. Ahora quien corría el riesgo de desangrarse nasalmente era otra, aun si no tenía sangre en la nariz, se cubrió el rostro por puro reflejo, temblorosa y con sensibilidad a flor de piel, no se percató de lo repentinamente cerca que estaba la castaña.

-¿Natsuki?- La aludida sintió el cálido roce de los pálidos dedos en su barbilla.

-¿Si?- Natsuki retiró sus manos.

-Hoy puedo quedarme con Natsuki, dos días sin ella es... una tortura, me falta mi ración semanal de Natsuki- Había un tono diferente en la voz de la castaña, sus ojos rubí le miraban con un dejo de miedo, ¿Miedo al rechazo? Le pareció ver.

-Siempre Zuru- Voz temblorosa, alma desnuda y una mirada esmeralda profunda. -Te quedarías conmigo para... ¿Siempre?- Ahora el miedo permeaba la preocupada faz de Natsuki.

Ciertamente Shizuru no se esperó semejante respuesta-pregunta, su maravilla de ojos verdes era una caja de sorpresas tiernas y dulces. -Siempre- Sonrió antes de depositar un casto beso en los labios, esos que siempre llamaban a ser besados. Pero en cuanto se separó de la pelinegra sin obtener una respuesta más prolongada a su caricia, le miró con extrañeza, notando que la angustia no se evaporaba del fino rostro. -¿Qué le pasa a mi amor?-

Natsuki buscó valor dentro de sí, se antojaba tan escaso en momentos así. -No... no lo entiendes Shizuru- El carmín adornó sus mejillas. -Siempre, significa que quiero... quiero- Tragó saliva. -Que no te apartes de mí nunca más-

-Eso no pasará Natsuki- Afirmó con seguridad, haría de lo imposible lo posible solo por yacer con su amada. -Nunca me perderás-

-Entonces... quédate conmigo, no solo esta noche. Que cada día pueda despertarme contigo a mi lado, para no soportar el frío de la soledad cuando no estas ¿Querrías vivir conmigo?- Se la veía tan desvalida cuando hablaba así.

Tras esas palabras las pupilas de Shizuru se ampliaron y temblaron ligeramente, se la miraba sorprendida y su mente hacía un esfuerzo titánico por resolver la disyuntiva a la brevedad posible, estaba viviendo en la misma casa con Tomoe, su falsamente esposa, estaba metida hasta el cuello en la corporación Margueritte ¿Cómo resolver semejante impedimento? Era una cruel ironía que a justo ahora ella le hiciera esa pregunta, una ansiada tiempo atrás. Tan cerca de alcanzar todos sus objetivos y que una pregunta dulce, fuera en lo practico algo inalcanzable. Natsuki era su prioridad número uno, eso no había cambiado con los años, había surgido con más fuerza en el presente maravilloso que vivía a su lado. ¿Cómo ganar tiempo para afirmar su propuesta? Conocía lo vengativa que podía ser Tomoe, no podía poner en riesgo a Natsuki... no, sabiendo el poder que tenía la desagradable mujer en la corporación para la que Natsuki trabajaba.

Sin embargo para Natsuki aquel breve silencio fue un tomento, uno que se hizo más largo mientras la castaña volvía de su lado de la pequeña mesa improvisada, con una estupefacción desbordando su rostro.

-Natsuki... yo... realmente lo deseo, ¡Claro que sí!- No fue tan difícil decirlo ¿Verdad? Se preguntaba Shizuru con la tensión disminuyendo en todo su cuerpo, mataría a Tomoe sin dilación ¿Pero y el resto de la compleja red de Sears? Ya pensaría en ello, era mejor vivir ese momento a plenitud, que dudar y arrepentirse después. Tomó la manos a escasos centímetros, haló de ellas y atrajo a la pelinegra entre sus brazos, no imaginaba aquello, sus labios yacieron unidos como la promesa que cantaban sus sentires, fue tan dulce y prolongado, que al apartarse ambas se miraban de forma confiada. Shizuru supo que no podría esperar a la noche, de seguir así con su Natsuki, era necesario conservar la compostura, siendo aquel un lugar público.

La cena terminó, la pelinegra guardó los utensilios empleados. La dicha destilaba en confidentes sonrisas que la pareja se prodigaba, así como sus manos entrelazadas, o así fue hasta que Natsuki recordó un detalle importante. -Perdona... he olvidado el postre ¿Gustas un helado?-

-De avellanas por favor- Shizuru no podía contrariarla bajo ningún concepto y un pequeño gusto de ese tipo, no venía mal de cuando en cuando.

-Regreso en un momento- No esperó respuesta, Natsuki ya se daba medía vuelta para buscar un puesto de helados. Ya bastantes pasos la separaban en un momento, uno que le fue insuficiente a la peliocre para decir nada, una paz inconmensurable la llenaba, amaba cada cosa de la belleza pelinegra, su caminar, el movimiento de sus largos cabellos al viento, solo por ese momento de contemplación, Shizuru notó como la joven dejó caer una agenda negra. Rauda tomó el objeto y decidió devolverlo cuando la chica volviese con el postre. Pasaron los minutos sin que la pelinegra de sus amores pudiera verse en la distancia y la traicionera tentación llamada curiosidad, no tardó en acuciar a la Fujino. Acarició la pasta oscura de la agenda, apenas un pequeño sujetador imantado resguardaba el secreto de las páginas blancas, seguramente tintadas por el puño y letra de su amor. Sabía que aquella sería una falta de respeto que su Natsuki no perdonaría, pero deseaba tanto saber el contenido. ¿Si allí la joven guardara información faltante sobre los planes de Sears? Con un hondo suspiró tomó en sus manos la prenda, la abrió con pulso tembloroso y procuró leer rápidamente, contrario a lo que pensó en un principio, aquello no era una agenda, se trataba de un diario.

Entrada 02 de Febrero:

¡No quiero olvidar! Ruego no hacerlo. Quiero siempre saber qué día fue ayer, me aferro con vehemencia a ello, imploro misericordia a las divinidades con el afán de nunca dejar atrás su dulce rostro, como casi pasó este día... me encontré aferrada a su fotografía mientras el insoportable dolor y el agudo sonido en mis oídos, dentro de mí, se robaba otra vez mis recuerdos. Mataré a quien me hizo esto, maldito Na...

Shizuru se llevó la mano a los labios temblorosos con el ánimo de acallar un gemido, cuanta angustia debió pasar su amor. Se apresuró a leer la siguiente entrada, Natsuki al parecer no era constante en lo que al diario se refiere, pero era una suerte contar con fechas. Si bien el texto no relataba los nefastos planes de la corporación, guardaba dentro de sí un valor muy superior para la castaña. Las angustias, preocupaciones y dichas de su amada. Fue así como saltó de página en página a la mayor velocidad que le permitieron sus ojos, pues no olvidaba que estaba cometiendo una fechoría, una que tendría que confesar en momentos más propicios.

Entrada 05 de Febrero:

Hoy ha sido un día terrible, sobre mis manos veo la imborrable mancha de sangre de todas mis víctimas. No sé ya quiénes son inocentes, quienes culpables, pasa tan rápido que no puedo ver en sus ojos una muestra de maldad, una que disminuya la culpa que crece en mi alma. Ya no siento tan limpias mis acciones, ni tan bienintencionadas las misiones. Me cuesta demasiado discernir el bien de la maldad y números incontables de seres, han caído bajo el fuego mortal de mis disparos...

Shizuru no era tonta y tenía conocimientos de los atentados terroristas de los que fueron objeto, varías potencias mundiales, el caos estaba allí donde quiera que fuesen las personas, estaba segura que aquello que planeara Sears ocurriría pronto. Por esa misma razón estar en aquel remanso de paz junto al amor de su vida, era un perfecto recordatorio de lo que se avecinaba. Era 'el ojo del huracán'. Se animó a leer lo siguiente con el afán de saber más, necesitaba leer un dejo de esperanza en su querida Natsuki, algo bueno por lo que luchar.

Entrada 08 Febrero:

Hay días intrascendentes, tan absurdos y rutinarios que no merecen mención, más que por aquello que me hacen sentir. Me recuerdan que en alguna parte de mí, existe una fría e inconmensurable soledad, que con un lúgubre velo fueron cubiertos mis ojos, un manto de olvido y amargura más allá de lo que podría expresar... así es, que me he preguntado tantas veces, ¿Por qué elegí un camino tan espinoso? Si las rosas pueden lastimar con sus cardos, también pueden agradar a la vista con la magnificencia de su hermosura, la suavidad de sus pétalos y su efímera pero eternamente simbólica existencia. Las rosas dicen mudamente, yo le soy leal, le entrego mi corazón con humildad, le protegeré sobre todas las cosas, le amaré toda mi vida, todas mis vidas si me lo permite.

Entrada 14 Febrero:

Quise ignorar porque elegí la soledad durante tanto tiempo, si ella estaba a la vista, tan cerca de mí aunque no pueda recordarlo, solo intuirlo... entonces lo comprendí y con abrumadora sinceridad admito ante ella, mi más valioso tesoro, mi Shizuru... que un profundo miedo era todo lo que alojaba dentro de mis amuralladas emociones, apartarme del mundo y las personas, no fue otra cosa que un acto de cobardía, temor a la idea de ser lastimada una vez más, porque la muerte y las injurias de seres ajenos, no me significan nada. Pero una herida venida de su mano, sería la más cruenta de las condenas y de mí solo yacerían los despojos, un cuerpo, un recipiente vacío. ¿Cuán poca queda ya de mi humanidad? Tal vez muy poca, no siento el dolor de otros, no me preocupo más que por mí o eso, me dije por tanto tiempo, hasta que le conocí. Hoy recuerdo con fuerza ese momento, ha pasado hace un mes dichoso y no olvido, agradezco no olvidar... aquel bar, 'el dragón rojo'... que dulce mi suerte, que maravilla haber contemplado su danza. Quizás debí bailar aquella noche con ella. ¿Shizuru aceptaría danzar conmigo otra noche? Ruego que sí. Espero tener otra oportunidad, una pequeña...

Entrada 15 Febrero:

Hay días memorables, tan brillantes como la luz del sol que mana su presencia y es entonces, cuando el miedo se ha ido, el frío no existe en sus cálidos brazos, ni las murallas pueden ocultarme de su dulce amor, porque no querría ocultarme de ella jamás. Hay días mejores, porque quiero ser alguien mejor para mi Shizuru y revelarme ante el mundo entero, si con ello le hiciera feliz. Hay otros tantos, días febriles y somos tan pasionales, porque no vivo para algo distinto de amarle, de todas las formas conocidas... porque no hay piel más suave y nacarada que la de ella, ni ojos más hermosos que puedan cautivar tanto, ni besos más profundos o entrega más sublime que la suya.

Me ha vuelto a la vida misma, ha retirado el velo siniestro de mis ojos, ha destruido mis barreras para llenarme de valor, para dar sentido a mi existencia antes vacía. Es todo cuanto quiero, cuanto necesito, todo para mí, lo más amado... sin mi Shizuru no puedo existir, lo grita mi alma que se postra a sus pies con devoción, está inscrito en mi pecho con tinta indeleble, palpita en mi corazón que solo se exalta con su sonrisa, lo dicen a voces mis ojos que no pueden ver a otra con tanta intensidad, como solo pueden mirarla a ella... me lo recuerdan las mañana en las que encuentro aborrecible no despertar junto a ella... lo marca el anillo en mi mano, que no desprendo de mí en su memoria amada.

Entrada 20 Febrero:

Ya no puedo soportar esta distancia entre nosotras, no puedo esperar verla solo una o dos veces cada semana, la quiero mía sin importar el costo, aun si puedo ser un monstruo para el mundo entero, con ella a mi lado puedo brillar, brillar sin descanso, porque es todo lo que necesito para ser mejor. Tendré el valor, voy a pedirle que sea solo mía, más que mi novia, mi compañera de vida... ¿y si la espanto? Es muy pronto, tal vez... primero estaría bien solicitarle que vivamos como una, en un mismo lugar, un sitio al que en verdad pueda llamar hogar, solo porque ella habitará en él. ¡Está decidido! Voy a pedirle que viva conmigo... quiero que viva conmig...

Sus últimas líneas estaban escritas con celeridad, un dejo de ansiedad y las últimas incompletas, seguramente alguien importunó a su Natsuki, algún nefasto trabajo más por hacer. La mirada rubí derramaba silenciosas lágrimas de dicha, pese a la amargura de algunas letras, estaban teñidas al mismo tiempo de los profundos y sinceros sentimientos de su amada. Era un regalo, el más grande recibido, una corta mirada a la mente y corazón de su encantadora pelinegra.

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Lejos de saber lo que pasaba a sus espaldas, Natsuki vagó por todos los puestos en los alrededores del parque, pero no encontró ningún lugar, después de preguntar a alguno de los visitantes sin hallar respuesta, un anciano supo darle el paradero de una heladería que yacía a unas cuantas cuadras de donde estaba. Después de agradecer al señor con una venía, la pelinegra no tardó en acudir al lugar a paso rápido. Agradeció a la providencia por la existencia de la heladería, además de que contaran con el helado que su Shizuru quería. La atención llegó con prontitud, obtuvo sus helados, pagó, salió y caminó directamente hacia el parque. Natsuki estaba tan contenta y ensimismada en la buena noticia que le había dado Shizuru, vivir con ella se antojaba un sueño dulcísimo. A paso más tranquilo sobre el pasto, con el suave viento rozando su rostro y la seguridad que la caracterizaba, llegó a una cuesta, desde la que podía observar a su amada.

Natsuki caminó con cuidado sobre el pasto, pues era el camino más rápido para volver con la castaña y no dar tantas vueltas por el caminito de mármol. Ello le ocupó una situación que no esperaba, una niña rubia tropezó con ella y para no caer se aferró a su pierna, la joven se tambaleó sin caer, solo por guardar la seguridad de los helados, pero con extrañeza notó que la niña no se soltaba de ella, pese a haber pasado algunos momentos. No era buena con los niños o eso pensó y sin embargo dijo lo único que vino a su mente. -Todo está bien...- Las esmeraldas se miraron reflejadas en el azul celeste de aquello ojos infantiles. Imaginando que aquella tierna infanta quería comer helado, se acuclilló y le ofreció el suyo, lo importante era llevar el de avellanas a Shizuru.

Una extraña sensación de nostalgia azoló a Natsuki, cuando la niña comió del helado con tranquilidad, luego se preocupó por lo obvio. Que madre desnaturalizada dejaría a una pequeña como aquella, recibir helados de extraños. Podría ser un pervertido con alguna droga rara y muy malas intenciones. Desechó la idea porque ella no era ninguna de las dos cosas y la rubia de menos edad se notaba calmada en su presencia. -Dijeron... dijeron que habías muerto- Saladas lágrimas resbalaron por las mejillas. -Pero estas aquí y estoy contenta por eso- Esa voz angelical, límpida como el canto de las aves estremeció el corazón de la pelinegra, pero si ni siquiera la conocía.

-Alissa, ¡Alissa!- Aquel nombre le golpeo con la fuerza de un martillo en su cabeza. El sonido se escuchó desde la espalda de Natsuki, era la voz de alguien que conocía. Se giró para ver a quien hablaba, quien decía ese nombre que le ocasionaba tanto sufrimiento y el color entre dorado-rojizo de aquella mirada le heló los huesos, ese rostro lo conocía. La Otome le miraba como a un fantasma, las pupilas que vibran, el pulso tembloroso que sujeta también un par de helados.

-Quédate tras de mí pequeña- La niña obedeció, abrazándose a su pierna mientras con su mano libre seguía degustando el helado. Natsuki quería mirar a la pequeña pero no debía apartar la mirada de ella.

-Aun... aun vives- Sonrió con el llanto amenazando salir, Nina quiso dar un paso más cerca, pero se detuvo cuando el cañón del arma helada de Natsuki le apuntó a la cara. -Es cierto... no sabes quién soy- Una inconmensurable tristeza llenó la faz delicada, que Natsuki juzgaba tan parecida a la imagen que ve cada mañana en su espejo.

-Otome, líder del escuadrón Otome, Nina Blan...- Musitó los datos del registro. -17 Años, entrenamiento de 12 años en Garderobe, hija de Suichiro Blan y Saeko Kuga...- Ladeó el rostro calculando cada movimiento. -... prometiste ser mi verdugo, pero te aseguro que no moriré por tu mano, “no hoy, justo hoy que soy tan feliz”- El tiempo corría y eso era bastante malo ¿Si Shizuru decidía buscarla?

-¡Baje el arma Kuga-san!- Una voz dulce sobrevino de su lado izquierdo, ahora otra arma le apuntaba del lado que sujetaba el helado, sentía las gotas del dulce derramarse.

-Erstin ho, ¿También tengo que identificarte señorita Otome?- Ladeó la vista, sobre la rubia de ojos azules. Quizás era la madre de la niña, pero la pequeña Alissa no corría a sus brazos ni nada por el estilo. -“Con lo que me costó conseguir el helado”- Refunfuñó en su fuero interno, mientras soltaba el helado de su mano, lentamente caía al suelo, segundos suficientes distrajeron las miradas de las otras chicas. Un momento después, Natsuki había materializado su segunda arma y esta careaba la que Erstin sujetaba apuntándole. -Inténtalo 'Escudo'... y la verás morir- Movió el gatillo trasero del arma con el dedo pulgar, con ello el clic del arma hizo dudar por al menos un momento a la rubia. -No creas que le dispararé al blindaje de su ropa- Inclinó el arma de modo que fuera imposible fallar un disparo directo a la cabeza. -Ni siquiera ella podría sobrevivir eso-

-“Es... es su hermana, es su hermana... Calma Erstin”- Desde su perspectiva las oportunidades no eran alentadoras, no podría cubrir a Nina si Kuga disparara, temía lastimar a Alissa, aunque estaba cubierta por Natsuki, pero si llegase a herir a la pelinegra tenía muy claro que el perdón no le sería otorgado. Mucho menos cuando el arma de la líder del escuadrón Valquiria le apuntaba sin vacilación. Miró a Nina y esta negó con la cabeza, su mano le hizo la seña de bajar el arma y aunque iba contra su propio instinto de autoprotección, obedeció.

-Puedes hacerlo, puedes disparar e irte- Nina dio un paso más cerca de su hermana mayor. -Nadie podrá reprocharlo, porque yo te he fallado- Inclinó su cabeza. -Después de todo, una hermana menor no debe entorpecer el camino de su hermana mayor- La sinceridad afloraba en los ojos que ahora reconocía.

-Y una hermana mayor no puede, hacer daño a su hermana menor... siempre debemos proteger a nuestras hermanas pequeñas- Natsuki bajó el arma, la desmaterializó y acarició la cabeza de la pequeña rubia a su lado. -Verdad ¿Alissa-chan?- La pelinegra sabía que olvidaría ese momento, cuando el silbido se hizo agudo en su cabeza. -Por eso, debes mantener alejada a Alissa y cuidarte de mí Nina- Una sonrisa lánguida emergía en el rostro triste de Natsuki. -No puedo garantizar que recuerde algo cuando...- Ahogó un pequeño gemido y sus piernas temblaron. -Cuando cierre los ojos de nuevo, entonces volveré a olvi..darte- El sonido llegó al límite, lejos de allí grandes sistemas de frecuencia y software de seguridad se activaban, emitiendo una señal que hizo desplomar a la del alías, 'Zafiro' frente a ellas.

-¡Natsuki!- Nina no tuvo oportunidad de sujetarla, pero si una persona inesperada que aguardó el mejor momento para actuar. Los firmes y femeninos brazos, retuvieron por la cintura a la pelinegra, de tal modo que no lastimara a Alissa, ni su piel rozara el suelo violentamente. Con delicadeza inimaginable, depositó a Natsuki en un lecho de pasto.

-Mi Natsuki estaba tardando demasiado en volver con el helado- Las gemas rubí contemplaban con adoración a la joven inconsciente. -Así que decidí buscarla, pero no imaginé que una situación así se presentara- Los pálidos dedos acomodaron la cabellera cobaltina a un lado en la pálida faz.

-Shizuru...- Muchas ideas acosaron la mente de Nina, estaba claro que a la castaña no le sorprendía ver en pie a la joven que creyeron muerta. Si bien supieron por Midori que el accidente no fue suficiente para eliminar a su hermana, siempre temió que el restante malherido escuadrón valquiria hubiese perecido en la explosión del laboratorio. Pero ahí estaba su hermana inconsciente y tranquilamente dormida en los brazos que no le eran extraños. -Ella... ha estado todo este tiempo contigo ¿No es así?- Una creciente ira comenzó a llenar el corazón de la pelinegra. Sin esperar un momento se acuclilló. -¿Alissa puede cuidar a Natsuki mientras duerme?- Hizo un ademán a Erstin para que cuidara de sus queridas hermanas.

-¿Mi hermana está enferma?-

-Solo muy cansada, no ha dormido mucho estos días... recordaré regañarle un poco, para que se cuide más ¿Alissa está de acuerdo?- La gentileza que ocupaba Shizuru en explicar ese tipo de cosas solo enervaba un poco más a Nina. Pero la sonrisa de la rubia, así como su asentimiento le hacía sentir mal, después de todo no tendría una charla muy amena con la Fujino.

Se apartaron mientras Erstin cuidaba de Alissa, cerca de un árbol desde el que pudieran ver a chicas  un profundo silencio se hizo entre las dos. Nina quería reclamar, el impulso se lo exigía, pero había cosas más importantes por saber. -¿Hace cuánto sabes que está bien?-

-Hace un mes y una semana, con cuatro horas y 20 minutos- Respondió Shizuru sin apartar la vista de Natsuki, no le preocupaba ser de lo más poco cortes, siempre le asustaba perderla de vista.

Nina contuvo un gruñido en su garganta. Necesitaba una explicación y muy buena del porque mantuvo esa información reservada. -¿Por qué lo has escondido? No has visto el sufrimiento de todas, ¡de mi padre! El mío propio- Se señalaba a si misma con ambas manos, incapaz de contener el dolor en su rostro.

-Por su seguridad, ella no es duela de si misma y representa un gran peligro para su familia. Combinaron el sistema de neuro-receptores, neuro-transmisores y biotecnología, con el que Natsuki olvida todo aquello que no le resulta conveniente a la corporación. Suichiro-san puede explicarlo de una mejor manera, pero de la forma más simple, su cerebro segrega ciertas sustancias que aceleran el procesamiento de información, ella es más inteligente, metódica y eficiente, una asesina letal sin emociones. Para que eso pase, eliminan y separan los conocimientos útiles de los inútiles, todas las memorias emocionales desaparecen porque no sirven a su propósito, es como si un súper ordenador determinara los patrones emotivos de Natsuki y los eliminara... salvo al parecer, nuestros recuerdos juntas- Por un momento los rubí se encontraron con el fuego solar que eran los ojos de Nina. -... su padre me ha facilitado los medios para rastrear y vigilar a Natsuki todo el tiempo, Blan sabe bien que ahora ella es una valquiria y nos estamos exponiendo demasiado contigo aquí hablándome-

Eso explicaba porque su hermana se había desvanecido con la presión del momento y como las olvidaría en cuanto sus ojos se abrieran de nuevo. Sin embargo había algo de eso que no entendía. -¿Estás diciéndome que ella hace de doble agente? ¡Casi mata a Mikoto! Y no imagino como escapó de las instalaciones en el estado que... “La dejo Mai”- Las últimas palabras prefirió reservarlas para sí, debido a que la mirada con interés asesino que destilaban los ojos carmín, le advirtieron de la impertinencia que estaba a punto de cometer, pondría en alto riesgo la vida de Tokiha y es que para ella no era un secreto los actos más oscuros de los que era capaz Shizuru por su hermana.

-No exactamente, yo soy la doble agente, trabajo en la corporación y por ello me casé con Tomoe... estoy tan cerca de mi objetivo que te agradecería no me importunaras más- La castaña dio por terminada la conversación, dándose la vuelta para yacer con Natsuki de nuevo. Ante una sorprendida Erstin levantó a la inconsciente pelinegra, pues toda la elegancia que destilaba la Fujino algunas veces podía confundirse con fragilidad y dar muestras de tal fuerza, delataba que ella no era en lo absoluto débil. En cuanto Erstin quiso detener a la castaña, no aceptando que se llevara a Natsuki a un paradero desconocido, Nina le hizo retroceder con un ademán negativo de su cabeza, ya tendría su padre que dar muchas explicaciones.

-Natsuki está enferma... muy enferma- Dijo una muy seria Alissa, con ese aire de madurez que destilaba cuando lo más adultos pensamientos acudían a su mente. La rubia era pequeña, menor en edad, pero recordaba con demasiada claridad asuntos que a su edad no debió tener que vivir, aunque allí estaban. -Espero que Fujino-san pueda ayudarla- Solo la niña de ojos azules entendía el significado de sus propias palabras y de sus complejos pensamientos. Había concluido el helado que Natsuki le dio, nada más les retenía allí. Caminó hacia Nina y esperó a que la mayor la levantara en sus brazos, sabía que su peso no era inconveniente para la joven Blan y le gustaba, porque la confortaba. -Vamos a casa... ¿Nina-chan?-

-Claro... ya se hace tarde y Miyu debe estar extrañándote mucho, llamará en una hora- Nina sonrió, aún tenía una hermana pequeña que cuidar y con la que compartir. Natsuki no se apartaría de sus pensamientos, pero necesitaba encontrar la forma de ayudar, sin errores y para ello era imperativo que su padre le explicara un par de cosas.

Alissa negó con una sonrisa ladina en los labios. -Miyu está muy bien acompañada esta tarde, hoy mejor veré a papá, no quiero interrumpir-

-“Los niños son muy complejos, mucho más de lo que parecen”- Pensó confundida Nina, era de lo más extraño, porque Miyu estaba realizando una operación de reconocimiento en el norte de Kioto, solo trabajo y con la ayuda de Nao. Caminó con la pequeña en brazos y Erstin siguiéndole a paso tranquilo, hasta la limusina que les esperaba en las afueras del parque.

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Dos horas más tarde las gemas esmeralda volvieron a ver la luz del día, se halló a si misma apoyada en las firmes pero tibias piernas de su amada, mientras esta acariciaba su mejilla con tal cuidado, adoración y un pequeño dejo de preocupación muy escondido en el rubí de sus ojos. -Volvió a pasar ¿Verdad?-

Shizuru solo asintió con un gesto triste, que evaporó de su rostro en un pestañeo. -Natsuki es muy propensa a exaltaciones, es una suerte que cuando hacemos el amor eso no pase fufufu-

-¡Shizuru!- Natsuki se levantó cual resorte y hecha un farol humano. -Eso... no se dice en público...-

-Yo no veo a nadie que pueda oírnos- En efecto, la luz del sol languidecía en aquella tarde a punto de concluir y el parque se había vaciado ya de sus visitantes.

Aquello hizo reaccionar rápidamente a la pelinegra. -¿No tenías que volver a la oficina?-

-Llamé para informar que tenía una calamidad domestica que atender- Sonrió con el ánimo de tranquilizar a su novia. -Además quería preguntarte una cosa. ¿A dónde nos mudamos? ¿A tu apartamento o el mío?-

Natsuki exhaló un suspiro de alivio y reveló una sonrisa capas de flechar cualquier corazón, con que solo le mirase y claro, Shizuru disfrutaba de ello en la intimidad de aquel parque solitario.

-0-0-0-

La mirada mordaz de mi padre se posa sobre mí y yo sonrió sabiendo que esta es en verdad su caída. Le veo vanagloriarse de cada cosa, cada cuadro o escultura, todos sorben de sus copas llenas de vino, tan dispersos entre la gente, y yo me hayo a solas con mi esposa sentada junto a mí. Su belleza jamás languidece y opaca el brillo de las insulsas que le miran con envidia. Que tontas al pensar que podrán alcanzar su gloria, más absurdas si pretenden atraer su mirada, ella es solo mía y morirá por mi mano toda la que ose acercarse. Deslizo mis dedos hasta su mano, en la que el anillo de nuestra unión yace visible, un diamante rosa, encajado en el oro blanco, perfectamente moldeado y diseñado para engalanar su dedo. Le acaricio con suavidad y sólo entonces aquellas gemas de rubí me miran, si supiera que ansió volver a poseer su cuerpo, tomar el té de su mano y yacer una noche entera entre sus brazos. Es un pequeño ritual que tenemos, dice que tiene propiedades muy especiales, unas que despiertan mi sensibilidad y es verdad, el mundo y su cuerpo, puedo percibirlo con tanto detalle, que el fuego arde en mi piel de solo recordarlo.

-Ara, ¿Tomoe tiene esos pensamientos prohibidos de nuevo?- Su sonrisa me hace sonrojar más que mis propios pensamientos.

-Solo con mi Shizuru One-sama- Respondo con el ánimo de halagarla.

-Entonces dancemos, sé que detestas estas celebraciones tan... comerciales, pero bien podemos sacarles partido- Su mano me es extendida y no tardo ni un poco en tomarla entre mis dedos. Caminamos ante la vista reprochable de tantos ignorantes, esos que se creen con el derecho de juzgar nuestro sincero amor. Solo por eso serán erradicados de este mundo, Lord Nagi ha expresado que se librará de este tipo de prejuicios en el nuevo mundo que hemos de crear y solo por yacer en un lugar tranquilo junto a mi Shizuru es que iré hasta las últimas consecuencias.

Mi amada desliza su mano hasta mi cintura y con una marcha suave nos movemos al compás de una balada dispuesta por la orquesta concertante. Entre giros de ensueño, soy llevada a un mundo diferente, un espacio en el que solo habitamos ella y yo. Cierro los ojos siendo mecida por la calma de sus firmes brazos y soy absolutamente dichosa, tanto así que pierdo la cuenta de las piezas que nuestros cuerpos siguieron durante largos instantes, solo una vez se detiene y mis ojos se abren, sorprendidos gratamente por la caricia de un beso, es que entiendo que la realidad es dulce con la graciosa Amatista a mi lado. Mas mi padre me importuna con el carraspeo de su garganta y me separo entonces de mi amor, con un hilo de saliva como puente entre ella y yo. Shizuru limpia sus labios con un gesto elegante, apartándose para darnos espacio a mi padre y a mí, gesto comprensivo que agradezco con una sonrisa. Mis ojos hipnotizados contemplan el contoneo sensual de su cadera mientras se aleja como el ser divino, etéreo que realmente es.

-La señorita Fujino entiende mejor que mi hija los modos y cuando es inoportuna su presencia- La voz irónica de mi padre me obliga a mirarlo de nuevo.

-Tú has elegido invitarnos, yo contaba con otros planes esta noche, así que no te quejes- El desdén de mi rostro y el hastío de mi voz, le deja claro cuan poco animo me trajo esta noche junto a él.

-No me agradan los espectáculos, mucho menos en presencia de mis amistades ¿Querrías ir a un sitio más privado? Tu madre y yo deseamos hablar contigo- Una sonrisa forzada delata las arrugas que a sus años son inevitables.

Caminamos hacia una estancia apartada de la casa sin que nadie se percate de nuestra ausencia, pues para la ocasión, mi amada Shizuru entretiene a la multitud con el prodigio de su hermosa voz y la entonación de una antigua canción de Kioto.

Decido mirar atrás, con la idea de encontrar sus ojos puestos sobre mí, pero no es así... no le doy importancia, me alejo caminando con el brazo de mi padre en mi hombro y el solo contacto es fastidioso. Cruzamos pasillos con el sonido de la voz de mi amor cada vez más lejano, hasta el despacho de mi padre, me doy cuenta cuan productivo ha de ser aquello para mí, pues se trata de la única parte de la casa sin cámaras. Ciertamente él no desearía que alguna de sus truculentas negociaciones e infidelidades yacieran en video, siempre ha sido cauto en no dejar evidencia de sus fechorías.

Al ingresar en el despacho, una sombra yace sentada en el sofá y entonces me percato de la tercera presencia, padre no mencionó que también Kagura estuviese aguardando por mí. Esto complica las cosas para mí, no he querido testigos. La luces se encienden dejando ver a la restante parte de mi familia y agradezco que mi sobrino no esté aquí.

-No nos agrada en lo absoluto la forma en que tu esposa está llevando las cosas en la corporación- Musitó mi madre con aquella ponzoña en cada palabra.

-Las acciones y la corporación han crecido un 10% en menos de un año, cada paso que se ha dado ha sido plenamente estudiado y ejecutado a la perfección ¿Entonces cuál es su disgusto?- Estoy harta de las tontas excusas.

-¡Nos ha limitado completamente! Ni siquiera podemos acceder a la sala de juntas- Mi padre se notaba tan disgustado.

-Es una sección limitada solo a los directivos, no los accionistas... ¡Ya dejen de criticar la gestión de Shizuru! No encontrarán una sola mancha. Digan de una vez ¿Cuál es el verdadero problema?-

-Las indiscreciones de la señorita Fujino... creí que sabrías controlar a tu mujer, pero fue vista en el parque central en la compañía de otra persona. Kagura- Indicó mi madre, ordenando algo a mi hermana, esta se puso de pie y me entregó un sobre que abrí rauda para conocer el contenido.

Una cólera inconmensurable llenó por entero mi cuerpo y mi alma. ¿Cómo osa esa mujer seguir interfiriendo? ¿No estaba muerta? Un tierno y sentido beso era el protagonista de las fotografías en mis manos. Esa endemoniada mujer, que vamos no es tan guapa, no demasiado... mis ojos vagan sobre el material estrujado por mis dedos, entonces noto la ausencia de la prenda que nos une a Shizuru y a mí ¿Dónde está su anillo de boda? Acerco más la fotografía y en su dedo reposa una joya diferente, que poco gusto... un lobo con incrustaciones de zafiro y diamante. Ya he visto suficiente y las arrugadas fotos terminan siendo consumidas por el fuego de la chimenea.

-¿Qué haces? ¿Estás loca?- Mi miró mi madre con reproche. -Esas son pruebas suficientes para anular el matrimonio- Se notaba a la mujer bastante más roja de lo que pueda ser saludable y yo hago mofa secreta de su absurda idea. Ja, ¿Cree que esto es suficiente? Nada podría apartarme de mi One-sama, nada... ni siquiera ese perrito faldero.

-¿Quién dijo que a mí me interesa separarme de ella?- Sonreí, cuan tontos pueden ser. Al fin tengo a mi one-sama conmigo y he tenido que ser paciente demasiado tiempo para perderla por tan poco. -Ya tengo una solución a sus indiscreciones-

-Pero hermana...- Sentí el firme agarre de ella en mi hombro. -No hagas esto, siempre hay copias-

-Dime Kagura, ¿Ellos te han amenazado?- Era en exceso sospechoso que ella se pusiera de su parte, mi hermana siempre buscaba el modo de ayudarme. El tenue desvío de su rostro buscando el cobijo de la oscuridad, me lo dijo todo. -¿Confías en mí hermana?- Simplemente asintió. -Lo saben ¿No es así?- No fue capaz de responder, así que yo eliminé la distancia, la estreché en mis brazos y junté mis labios a los suyos. Su cuerpo se relajó entre el mío y su respuesta temerosa me hizo saber que siempre estaría por encima de quien fuera ante sus ojos, incluso nuestros padres. -Ellos nunca lo entenderán- Quedamente mi voz llegó hasta ella. -Cierra los ojos- Musité ante las injurias que nos proferían nuestros padres. -Cubre tus oídos- Di un beso a su frente, llevé sus manos a su cabeza, no quiero que escuche esto.

Me di la vuelta y vi con sorna a mis padres, ladeé el rostro con una mirada que juzgaron demente y eso no me importó. Me aparté de Kagura, llevé mi mano a mi cuello, donde un largo dije colgaba en su cadena de plata. -Siempre interfiriendo, siempre juzgando las cosas más allá de su entendimiento- Lúgubre mi voz, lentos mis pasos frente a mi madre. -Verás mamá, ¿Qué podría decirme a mí una mujer, que le trae las amantes a su esposo a casa?- Sus ojos iguales a los míos se abrieron desmesuradamente. -Claro que lo sé, la fidelidad está sobrevalorada... teniendo en cuenta lo que haces con el jardinero- Ahora fue mi padre el que miró con reproche a mi madre.

Lo quería de otra manera, pero ¿Qué puedo hacer si estos casos exigen soluciones rápidas? Miré de soslayo a mi padre, se paralizó en su lugar sin entender el porqué de mi calma, me acerqué hasta él. -Ya no más papá...- Apenas pudo gemir cuando le apuñalé con el cristal rojo en mi mano. Su sangre escurrió entre mis dedos, tibia como un baño que regocijaba mis odios, pequeño y dulce momento que ansiaba desde hace tanto tiempo. Con la filosa prenda incrustada en su costado cayó al suelo, con la gracia de un bulto de papas mientras yo sonreía. Lentamente y abrumado por su infausta realidad, mi padre se sujetó el pecho adolorido, solo antes de saber que la muerte le estaba llegando, de la mano de una herida tan insignificante. El intenso rojo del cristal brilló, delatando tenues inscripciones oscuras en la superficie y ante la mirada estupefacta de mi madre, cenizas brillantes de un tono verde fueron elevándose hacia arriba de manera sobrenatural. De él no quedaron ni los despojos, hasta la sangre que manchaba el arma homicida fue absorbida.

Tomé el dije del suelo, tenía prevista cualquier posibilidad... si llegará a fallar en sus usos el dispositivo Slave, no estaría demás usar el arma en mi bolso. Sabiendo ya la efectividad de la prenda, una sola gota de sangre bastaría para completar el segundo sacrificio requerido y entonces el cristal será lo suficientemente poderoso para defender. Miré entonces a mi otra víctima aun en estado de Shock, mi madre deseo salir corriendo de allí con el afán de encontrar ayuda. ¡Estúpida! El barullo de la música, con la voz de fondo de mi Shizuru estaba en el clímax, allí donde sus agudos alejarían de la mente de muchos, los lejanos ruidos bastantes plantas más arriba.

Arrinconada como la rata que era, se alejó hasta la pared siendo observada por mí. -Un disparo podría dejarte viva mamá... pero, esta pequeña y diminuta punta, es más mortal que cualquier elemento- Le mostré el cristal, aun incompleto y deseoso de otro tributo para estar obtener su poder. -Un gota, un pequeño pinchazo y pasarás a mejor vida- Caminé con la victoria entre las manos, la vi arrodillarse e implorar, pero no tuvo piedad de mí y yo no la tendría con ella. -¿Lo olvidaste?- Llegué corriendo a su lado antes de que se escurriera entre las paredes, o llegara a la puerta. Una vez frente a mí, estreché su cuello sin contemplaciones, amenacé rozar la punta del cristal con su piel.

-Hija mía, no...- Musitó con dificultad sabiéndose estrangulada poco a poco por mi mano.

-¡¿Lo olvidaste?!- Pregunté de nuevo con el rencor destilando en mis palabras. -¿Todas esas veces que me obligaste a verte hacer y deshacer con tus amantes? O las ocasiones en las que me hiciste participar... ¡Era una niña!- 

-Lo... lo lamento- Sollozó, pero pude leer la falsedad de su intensión y ella entendió que no habría perdón, entonces clamó a quien pudiera ayudarla. -¡Kagura! ¡Kaguraaaa!- Gritó desesperada ante los sordos oídos de mi hermana. Nada la salvaría del demonio que creó con su indiferencia, con el olvido y las voces que solo sabían castigar, con el prejuicio y la vanidad de jamás aceptar quien era yo. Un mundo mejor, eso será, donde personas como ella no existan.

Liberé su cuello. -Dudo que lo sientas- Un tenue dejo de esperanza atisbaron sus ojos. Que absurda... -por eso...- Con fuerza desmesurada le clavé el cristal en el cuello. La vi sujetarse con dificultad antes de ahogarse y sufrir el mismo destino que su 'amado'. -Adiós... madre- Dije a la nada, recogí el cristal, limpie mis manos con un pañuelo que arrojé al fuego de la chimenea y me acerqué a una tensa Kagura.

Delicadamente retiré sus manos que insistentemente presionaban su cabeza a la altura de los oídos, mi tacto conocido para ella le obligó a abrir los ojos. Miró en todas direcciones buscando a nuestros agresores verbales, esos que llamásemos padres sin el mérito. -¿A dónde fueron?-

-Eso no es importante, ya no molestarán más- Acaricié sus cabellos con ternura.

-Como es...-

-Shhhh...- Silencié en sus labios cualquier duda con mis dedos, mi querida Kagura debe estar libre de mancha e ignorarlo todo. -Ve con el pequeño Kei... pero antes- La bese como si no hubiera mañana, sintiéndome al fin libre de todo mal... solo me faltas tú, señorita Natsuki Kuga.

-0-0-0-

Estaba sentada en la comodidad de mi oficina, mirando los análisis y avances de los planes de mi padre, es toda una sorpresa que falte tan poco y un placer muy personal ver los frutos de tantos años de esfuerzo. O eso intentaba cuando un huracán humano ingresó en el sitio sin tocar la puerta o hacerse nombrar por mi secretaria. Al ver a la señorita Tomoe Margueritte, entendí perfectamente que es del tipo de personas sin modales.

-¡ESTA VIVA!- Golpeó mi mesa, pero no le presté la más mínima atención. Sabía que esto ocurriría tarde o temprano. -Acordamos que Blan Kuga moriría y tú no has cumplido tu acuerdo... ¿Has olvidado que no solo Sears financia los proyectos y aplicaciones? La corporación Margueritte es tu sustento ahora- Bufó cual animal herido, cerré la computadora y acomodé mis lentes, con la vana intención de fingir un poco de atención.

-¿Solo por eso me importunas?- Realmente demasiado alboroto por la amante de su esposa. ¿No que eran tan liberales?

-Pues espero recuerdes muy bien, que con las pérdidas sufridas en los ataques de 'la sombra azul', tus queridos jefes se están quedando cortos de dinero, con Shizuru al frente de nuestros negocios crecemos mientras que Sears languidece- Apoyó las manos en mi escritorio, mirándome con esa cara de loca y un deseo tonto de asustarme. -Quiero que elimines a Natsuki Kuga... ya no soporto a esa entrometida, Iori- Aquello más parecía una orden irrespetuosa que una solicitud comedida.

Entrecerré los ojos con sorna. -¿Acaso no puedes controlar las indiscreciones de tu mujer?- Apoyé mi mejilla en mi mano, realmente me aburren sus juegos infantiles. -¿Por qué no vas tu misma y resuelves el idilio?-

-Pareces olvidar cuales son nuestros acuerdos, no cortamos la libertad o las bajas pasiones de nuestros miembros... pero Kuga se está convirtiendo en algo más que un desliz y si Shizuru Fujino se retira de la compañía, no será tan fácil encontrar a otra como ella...- Frunció el entrecejo, tensando la mandíbula y yo podría apostar que estaba a punto de darle un sincope del puro enojo. -y sabes que ese engendro demoníaco no puede ser eliminado a disparos-... y la frustración, Tomoe supo siempre que no ha sido rival para nuestra valquiria número 1.

-Te delata el corazón Tomoe Margueritte- La ignoré olímpicamente, abriendo uno de los cajones para sacar algunos reportes. No tengo porque perder mi valioso tiempo con esta mocosa.

-Iori, no encontrarás a otra como Shizuru cuyos movimientos financieros cubran tan bien las huella de lo que estás haciendo... lo permití y convencí a MI esposa solo a cambio de esa pequeñita cosa. Matarías a Kuga y no está hecho, así que bien puedes despedirte de la inversión de la corporación de mi familia-

-Te recuerdo que también tengo propiedad de la empresa- Una pequeña evasiva de mi parte, el dinero ahora no es relevante, no cuando ya disponemos de todo para ejecutar los deseos de Nagi.

-Pues vende tus acciones, porque eres minoría y mi hermana hará lo que yo deseo, además... estoy próxima a reclamar la herencia de mis padres- Informó despistadamente, ¿Así que al fin obtuvo el valor para sacarlos del camino? Gracias, todo un detalle por su parte si tenemos en cuenta que a mí también me estorbaban.

-¿A cambio de tus 'mieles' en la cama Tomo-chan? Seguramente Shizuru-san encuentre esta información muy interesante, tendría la excusa perfecta en el incesto para exigir el divorcio- Chantajee un poco, realmente no me importa que hace con su hermana en el lecho y hasta dudo que a su esposa le importe.

-¿Qué has dicho?- Incredulidad en su extrañamente hermosa faz, como odio que me recuerde tanto a él.

-Riota no tenía ningún secreto conmigo... y tus deslices con tu hermanita bien podrían publicarse en la prensa- Le sonrió, es tan divertido verla rabiar.

Extrae algo afanosamente de su cartera Prada de la temporada pasada, argg que mal gusto. -No agotes mi paciencia o te eliminaré... ¡Aquí y ahora!- No es que me preocupe demasiado el arma que apunta directamente a mi cabeza, pero una persona desesperada como la pequeña Tomoe siempre esta lo suficientemente ausente de cordura, como para ser un problema.

-¡Esta bien!- Finjo parecer impresionada por sus dotes de cobardía, vamos un cuchillo requeriría más valor y esmero, pero a esta niña siempre se le dio todo en bandeja de plata. La miré directamente, sus ojos turquesa se encontraron con los míos. -Eliminaré a Kuga, a fin de cuentas su destino siempre ha sido morir...- Simplemente lo dije.

-Me gusta cómo se oye eso... solo espero que esta vez cumplas o en verdad...- De repente se oye tan feliz. Es tan fácil de complacer como a un niño con un dulce.

-Será como lo deseas Tomo-chan... pero déjame trabajar, no es tan fácil matar a una persona de sus características, bien lo has dicho- Ciertamente basta presionar un botón y la tortura más terrible será sentida por el cuerpo de Natsuki, incluso con un poco más de intensidad, el sistema destrozaría su corazón en un abrir y cerrar de ojos, empero... todavía tiene usos indispensables. -Así que tengo que planearlo bien-

-Está bien- Se alejó de la mesa. -Tienes una semana- Sentenció con excesiva diversión, placer sádico... de esa variedad que es tan interesante.

-Dalo por hecho- Dije, pero una vez salió de mi despacho solté una carcajada. -Morirá de todos modos- Yo tengo mis propias razones para ver muerta a esa entrometida chica, pero haré de su muerte la más dolorosa en todos los sentidos.

En fin... Tomé el móvil entre mis manos, marqué el número conocido y tras algunos repiques fue contestado. Al otro lado una voz parca y grave, formal. Después de todo este número privado, solo se emplea para 'encargos'. -¿Cuáles son las ordenes?- Cuestionó sin miramientos, por eso me encantas, calculadora y metódica, sin preguntas.

Teclee la computadora y en ella aparecieron todos los datos correspondientes del objetivo. Envié la información vía satélite, solo una pequeña precaución. -Quiero que elimines a Tomoe Margueritte, ya te remito los datos... te lo encargo querida Zafiro-

5 comentarios:

Alexsa dijo...

Wow!!!! Esa Tomoe es una sadica(con justa razon :9) debo decir ke tenia una carita de terror al leer ke meiio +-+, pero aun asi es un capi GENIAL!!! XD
Gracias, espero actualizen pronto el fic ^_^

Unknown dijo...

asu pero que lío espero k tomoe tenga una muerte dolorosa (no es k se a cruel pero se lo merece)
sube pronto la conti..

Anónimo dijo...

noooooooooooooooooooooooooo inventessssssss me encanta la historia escribes increiblee espero sigas asiii me encantaaaa siguee asiii espero el proximo capitulo con ancias :)

Unknown dijo...

wooooooooooooooo xDDD ya se sabe q tomoe odia a nat pero xDD y *o* esas ultimas ordenes wiiiiiii aaaaaaaaaa quiero saber q pasaaaaaaaa quiero saber q pasaaaaaaaaaa espero tu pronta actualizacion *o*

stacey dijo...

Yo soy de España que estaba propongo casarme por amor, pero de pronto cambió de opinión porque se encontró él mismo un nuevo amor, mi corazón estaba roto y lo devastó al grado de cometer suicidio, un amigo mío introducir me a una poderosa médico llamado Dr. Awase. La primera vez que oí hablar de él nunca me creí sus poderes hasta que le envié un correo electrónico, después de tener algunos conservación con él, hizo un hechizo para mí y mi ex amante que promete casarse conmigo más tarde volví a pedir disculpas a mí, hoy estamos felices casados​​. Todo lo que puedo decir ahora es gracias al Dr Awase y dios son enviados a restaurar ningún problema cualquier encuentro cuerpo. si usted necesita alguna ayuda de él en contacto con él con este AWASESPELLCAST@LIVE.COM correo electrónico, que es un poderoso hechicero.

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