Cap. 2 de "El Gato" por IvdeKuga

El Gato

Capítulo 2

Cuando finalmente llegó la famosa Shizuru, entre sus suaves patas se deslizaba la pelota que le había regalado Natsuki. Poco después la mujer ya estaba de rodillas a su lado.

–Oh, ¿tú eres el famoso gato? –preguntó la castaña haciendo que desviara su vista primero hacia sus manos y luego a su cara.

Como si hubiese otro.

Pronto sus ojos tuvieron que cerrarse por el placer que esos dedos de uñas cuidadas y cortas -a diferencia de los de su ama que se mordía las uñas cuando nadie la veía- comenzaron a mimar su cuello y detrás de sus orejas.

Oh, que delicia. ¿Te quedarás mucho por aquí?

–No malcríes al gato, Shiz… ¿después quién lo mantendrá contento?

–No me molestaría venir más seguido a mimarlo –respondió mirando al animalito con una sonrisa– es una pena que en mi piso no permitan animales. Por cierto, no le pusiste nombre ¿verdad, desamorada?

–No sé cómo llamarle… ¿Gato no es suficiente?

–Por supuesto que no…

–¿Garfield? ¿Félix?

–Oh, por dios, Natsuki… no, sé original.

–¿Miau? –Preguntó entre risas, haciendo que la otra respondiera de igual forma.

–Contigo no se puede, Nat –Rió la castaña.

–Lo sé… elige tú, Shiz… prefiero no ponérselo yo, que si no le gusta capaz que me araña mientras duermo.

–A ver, gato, ¿quieres llamarte Isis, como la diosa egipcia? –Le preguntó al mimoso entre sus brazos, mientras Natsuki arreglaba la mesa enfrente de la tele para comer ambas.

–Es un macho, Shizuru… y no te va a contestar.

–Bueno, ¿Ra…? ¿No queda mejor para ti?

–Ahí está mejor… Es muy… ¿gato?

–Sin duda, bueno, te llamaremos Ra… –concluyó volviendo a dejar el peludo gato en el piso– ¿Te ayudo con algo?

–Mmm, ¿vas eligiendo la película?

–Okey… me dijiste que una deprimente, ¿cierto?

–Así es –respondió sirviendo la cena que había comprado en su restaurante favorito… para Shizuru siempre compraba allí, no fuera que la envenenara por intentar cocinar algo del estilo de la bibliotecaria. Su estómago ya estaba acostumbrado a los bombardeos que le daba a diario, pero no lo creía de su amiga.

–¿La tourneuse de pages?

–Malcrías al gato, me hablas en francés… ¿quieres que te dé las llaves de casa?

–¡Natsuki! No exageres… –Dijo entre risas, mientras sacaba el disco compacto de su caja. Prendiendo luego la televisión y el reproductor.– ¿Cuándo dejarás de comprar la cena?

–Cuando tú cocines –Respondió con una sonrisa de medio lado.

Una de esas sonrisas que van después de un beso robado.

–La próxima vez –Sentenció sin mirarle.

–Ya traigo la bebida… ¿Vino blanco?

–Nat… ¿me invitaste a emborracharte o ver una película?

–Entendido. Tengo refresco, no te vayas.

–Pff… ¿Le diste de comer a Ra? –Gritó mirando la pared externa de la cocina.

–Sí –respondió, pero escuchó el sonido de las pequeñas formitas que constituían la dieta felina chocar contra el plato. A veces Natsuki podía ser tan infantil.

–Listo –avisó saliendo de la cocina con una botella y la hielera de siempre.

:.:.:.:.:.:

Su ama se comportaba rara con la chica de las exquisitas caricias.

Cuando la había visto entrar en su anterior casa, Nao y ella habían ido inmediatamente a la habitación, cerrando la puerta entre risas. Dejándole afuera, lejos de su cama acolchonada y cómoda. Había estado un rato sentado sobre sus patas traseras, mirando la puerta blanca, escuchando los sonidos que venían de dentro. Pero no se haría problema, el sofá era mucho mejor… y se sentía muy bien clavar sus uñas en ellos.

Aunque su cama…

En cambio con Shizuru estaba nerviosa, pero a la susodicha se le veía tranquila, siempre con una sonrisa acomodada en sus labios y en sus ojos… ¿por qué Natsuki estaba así? No estaba incómoda, estaba… como si no supiera qué hacer, como si quisiera que todo fuera perfecto… como cuando él sale de su nueva cama al amanecer y espera que los platos de leche y comida estén llenos, o que el cordón de la cortina llegue al piso. Pero no lo diría, porque es muy digno.

¿No es que son amigas? Él con sus amigos de la veterinaria se comportaba como gato, no como ratón… que era lo que estaba haciendo la peliazul.

Él las miraba desde la puerta de la cocina, acostado sobre su panza llena de galletas y leche, moviendo su cola a los lados cada cinco segundos… la castaña comía lentamente, calmada, y con muchos modales. Prefería ni mirar a su dueña.

Se estaba comportando, sin duda, aun no empezaba a comer con las manos.

En un rato iría a pedirle los restos del pollo a Shizuru, ahora no, porque es muy digno.

:.:.:.:.:

–¡Sé que dije deprimente, pero esto es demasiado, Shizuru! ¿En qué momento llegó esta película a mi estante?

–Te la traje hace mil años… ¡es buena! –Le contestó mirando alternadamente la cómica cara de sufrimiento de su amiga y la pantalla.

–Está enferma… necesita un psicólogo.

–Está esperando que te recibas, Nat~su~ki –Silabeó burlona, escuchando el bufido de su amiga.

–Si llego a ver una persona así entrar a mi consultorio… la mando directo al manicomio. Jo…

–Es guapa –La defendió con seriedad, como si fuese lo más lógico del mundo.

–¿Esa loca?

–¿Quién más? Lo es… y no puedes negar que tiene fuertes convicciones.

–No te escucharé más. Me voy a lavar los platos. –Dijo levantándose, con su amiga riendo a su espalda, y diciendo algo como "¡que sensible!". – ¡La próxima vez elijo yo!

–Siempre dices lo mismo, y terminas preguntando: ¿vas eligiendo la película? –imitó bajando un tono su voz.

–Entre nosotras todo queda para la próxima vez –susurró a los platos sucios que había puesto en la pileta de su cocina.

–¿Por ejemplo? –Le dijo una voz que no esperaba oír tan cerca, sobresaltándola, y haciendo que su cabeza se impulsara hacia adelante, impactando con el borde del mueble que estaba estratégicamente colocado a su altura.

–Diablos, Shizuru… me asustaste –dijo con los ojos llorosos, con la mano sobre el lugar del golpe, y sacando agua de la canilla para mojarse poco después – uff…

–¿Estás bien? –Esa pregunta estúpida que le hacemos a todos quienes se accidentan, porque no hay otra cosa mejor que decir. Pero su cara demostraba preocupación.

–Sí, sí… un mueble no me matará más neuronas –le sonrió, o intentó sonreírle, con la frente y el cabello empapado.

–¿Segura?

–Claro.

–Entonces, ¿mi pregunta será respondida?

–Sí… –dijo con resignación– por ejemplo, que tú cocinarás un día. Siempre queda para la próxima vez.

–Bueno, pero tendría que venir antes para cocinar aquí, sabes que donde vivo no puedo llevar a nadie.

–Por mí no hay problema. Mi casa es tu casa –sonrió, y los ojos se le iluminaron con una idea– ¿y si vienes a vivir aquí?

–¿Qué? –La castaña dio un paso hacia atrás por la sorpresa– te afectó el golpe realmente, Natsuki.

–¿Qué problema hay? Nos conocemos, nos llevamos bien, hay dos dormitorios, tú necesitas un lugar más libre, acepto animales, tengo a Ra –iba enumerando y marcando con los dedos– estamos cerca de tu trabajo, si quieres traer a alguien no me opondré, puedes…

–Ya, ya, ya entendí, ¡stop! –Pidió riendo. Definitivamente, Natsuki podía ser muy infantil.

Pero la idea no era tan mala.

–Y te saldría más barato –finalizó rápidamente.

–Lo pensaré, Nat… no sé.

–¿Por qué?

–Pues… no quiero interferir en tu vida, con tus amigas.

–No tendré amigas por mucho tiempo, Shizuru…

–Pff… –se burló la castaña interrumpiéndola y revoleando los ojos.

–No, ¡en serio! Con esa zorra de Nao ya aprendí, lo que quiero en mi pareja es casi imposible.

–¿Por qué lo dices?

–Porque tendría que ser como tú.

Y el silencio reinó la cocina. En la casa solo un gato blanco caminaba pausado, rumbo al rincón del living donde estaba su cómoda cama.