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martes, 7 de agosto de 2012

martes, 7 de agosto de 2012

"El Ladrón de Novias" Capitulo 22


Señoritas y caballeros lamento informar que ya no podre continuar con el fic... XD no es cierto, gomen jeje se me hizo fácil... lo que debo informar es que afortunada o desafortunadamente estamos a punto de llegar al final, ya solo resta un capitulo. Aclaro que se suponia debían ser 25 pero dado que 2 de ellos son en extremo cortos y que ahora que volví a la uni tendré poco tiempo libre, decidí juntarlos para no dejarlas colgadas mucho tiempo y quedar en 23 capítulos.
Aquí el penúltimoDisfrútenlo =)

22

Del London Times:
Dado que la Brigada contra el Ladrón de Novias crece y amplía su extensiva búsqueda cada día, y que la recompensa por su cabeza ya asciende a quince mil libras, el bandido bien puede darse por muerto.

Sergay Wang caminaba a paso vivo por un sendero apenas utilizado que discurría a lo largo del perímetro oeste del pueblo y que conducía al tupido bosque que marcaba el límite posterior de las vastas tierras de lady Kruger. Trataba de disfrutar del aire fresco de la mañana, pero tenía los nervios demasiado alterados por la misión que lo acuciaba.
Antes de adentrarse en el bosque, hizo una pausa para intentar acallar su conciencia.
En realidad no debería atravesar las tierras de lady Kruger, pero... Miró el ramillete de flores que aferraba en la mano e hizo una mueca; si no tomaba aquel atajo, las flores que había comprado para lady Nina se marchitarían, por no decir que acabaría espachurrándolas. Tragó saliva y su prudencia y su sentido común se enzarzaron un poco más en la batalla que venía librando desde media hora antes, cuando compró las flores en el pueblo. De modo que respiró hondo y se internó en la espesura.
“No hay ningún motivo para visitar a lady Nina”, exclamó su sensatez; pero su sentido común le replico: “Naturalmente que lo hay”. Eran amigos, conocidos desde hacía mucho tiempo. No existía ninguna razón para no visitarla, sobre todo después de la conversación en que ella le había revelado su profunda infelicidad. Él era sólo un amigo preocupado, deseoso de que ella se encontrase bien.
Su prudencia dio un respingo. Con que sólo un amigo preocupado. Entonces ¿por qué le palpitaba el corazón y tenía un nudo en el estómago ante la perspectiva de verla? ¿Por qué se había gastado el presupuesto para la colada semanal en rosas? ¿Y por qué la idea de que ella no fuera feliz le provocaba una necesidad abrumadora de hacerla sonreír?
“Porque, pedazo de alcornoque –le instruyó el sentido común-, estás perdidamente enamorado de ella”.
Sergay hizo un alto y se mesó el pelo. Estaba muy claro que no debía hacerle ninguna visita, pero tenía que saber si se encontraba bien. Asintió con decisión; sí, su deber era visitarla. De hecho...
En ese momento un ligero movimiento le hizo volverse. Espió entre los árboles y vio a un hombre que conducía un caballo negro en dirección a los establos de lady Kruger. Se acercó un poco más para tener mejor vista y entonces lo reconoció: era Kaiji Sakomizu, el mozo de cuadras de la condesa.
Sin embargo, no reconoció el caballo. Podría tratarse de un castrado pero, a juzgar por su altura y su andar fogoso, seguramente era un semental. De hecho, al observar cómo Kaiji lo calmaba y lo guiaba dentro del establo, ya no le cupo duda.
El ceño le arrugó la frente. Que él supiera, lady Kruger no tenía un animal así. Por supuesto, podía haberlo adquirido recientemente.
Dio un respingo. ¿Podía ser que ladi Kruger hubiera encontrado aquel animal en su afán de colaborar en el caso del Ladrón de Novias? Ciertamente, aquel caballo coincidía con la descripción de la montura del Ladrón. Sintió una oleada de emoción y se encaminó a los establos, decidido a hablar con Kaiji.
Cuando llegó, ligeramente sin resuello, a la gran estructura de madera, traspaso el umbral. Su vista tardó unos momentos en adaptarse a la penumbra del interior. Los establos de Kruger eran enormes y estaban inmaculados.
- ¿Hola? –llamó, al tiempo que penetraba un poco más-. ¿Está usted ahí, Sakomizu?
Como respuesta sólo recibió silencio. Kaiji se había ido después de dejar el caballo negro en su establo, sin duda en dirección a las cocinas en busca de algo de comer. Bueno, sólo echaría un vistazo al semental antes de proseguir hasta la casa para ver a lady Nina. Con suerte también se encontraría allí con la condesa, y podría preguntarle por ese corcel negro.
Avanzó lentamente por el establo, fisgoneando en cada compartimiento. Al llegar al último, se detuvo. Ladi Kruger poseía algunos caballos de excepcional calidad, pero entre ellos no había ningún semental negro.


El austero mayordomo de ladi Kruger abrió una hoja de la doble puerta de roble macizo de la mansión para atender a la llamada del magistrado.
- ¿En qué puedo servirle, señor? –le preguntó
Sergay le entregó su tarjeta.
- Quisiera hablar con ladi Kruger o con su hermana, por favor. Con las dos, si es posible.
- Me temo que será imposible, señor Wang, ya que han partido esta misma mañana para pasar el día en Londres.
- Entiendo. ¿Tiene idea de cuándo piensan regresar?
- No. Sin embargo, dado que la condesa ha de casarse mañana a las diez, yo diría que regresarán antes de esa hora.
- Eh... sí, por supuesto. ¿Conoce usted el motivo de su viaje?
El mayordomo hizo una mueca reprobatoria ante aquella pregunta.
- Su señoría no suele dar explicaciones de sus idas y venidas a la servidumbre.
Dicho de otro modo, el sirviente no lo sabía. O no quería decirlo. Sergay le entregó ramo de rosas diciendo:
- He traído estas flores para lady Nina. Para contribuír a animarla.
El severo semblante del mayordomo se relajó por un momento al coger las rosas.
- Muy atento de su parte, señor. Me encargaré de que las reciba.
- Gracias, señor... Dígame ¿ha visto a Kaiji Sakomizu por ahí? No estaba en las caballerizas y me gustaría hablar un momento con él.
- Si no se encuentra en las caballerizas, lo más probable es que esté comiendo en la cocina. ¿Quiere que vaya a buscarlo?
- ¿Suele regresar a las cuadras después del desayuno?
- Sí, señor
- En ese caso, no lo moleste. Volveré a los establos y le aguardaré allí.
- Muy bien, señor
Sergay hizo ademan de marcharse, pero se detuvo.
- Una cosa más ¿Por casualidad sabe usted si la condesa posee un semental negro?
El mayordomo pareció sobresaltarse por aquella pregunta.
- El tema de los caballos corresponde a Sakomizu, señor, pero no puedo decir que recuerde haber visto nunca un animal así ni que la condesa lo haya mencionado.
- Gracias.
El mayordomo asintió y cerró la puerta. Sergay, ceñudo, cruzó nuevamente el cuidado prado de vuelta a los establos, decidido a esperar a Kaiji Sakomizu. Allí pasaba algo muy extraño, y no pensaba marcharse hasta que...
De pronto oyó una voz hosca que le llamaba por su nombre. Se volvió y vio a Kaiji caminando hacia él. Excelente. Iba a obtener sus respuestas antes de lo previsto.
- Buenos días, señor Wang–saludó Kaiji al alcanzarlo- ¿Qué le trae por la misión?
- Tenía la intención de hacer una visita de pésame a lady Nina, pero acaban de informarme de que ella y e la condesa se han ido a pasar el día en Londres
- Así es
- ¿Sabe usted cuál era el motivo del viaje? ¿O cuándo se espera que estén de vuelta?
- No lo sé con seguridad, pero supongo que la condesa deseaba comprar algún obsequio para su prometida y ha pedido a lady Nina que le ayudara. Es probable que estén en casa para la hora de la cena.
- Entiendo. También esperaba preguntar a la condesa si había tenido éxito en las indagaciones que está realizando para mí respecto de un semental negro –Dirigió a Arthur una sonrisa amistosa-. ¿Ha localizado ese caballo?
- No, que haya mencionado
- ¿De veras? ¿Tal vez posee un animal de esas características?
El rostro de Kaiji se contrajo en un ceño de perplejidad y se rascó la cabeza.
- ¿Un semental negro? No, señor. Ladi Kruger no posee un caballo así
- ¿Un castrado negro, entonces?
- No, señor. El único caballo negro que tiene su señorío es la yegua Medianoche
Sergay meneó la cabeza. El caballo que había visto no era una yegua
- ¿Puede ser que el conde esté cuidando de un semental propiedad de otra persona? Hablo del caballo que le vi a usted conducir a los establos hace media hora.
Kaiji se relajó y rió suavemente.
- La condesa no cuida caballos ajenos, así que debe usted de referirse a Emperador. Antes de desayunar lo he llevado a que diera un paseo. Pero le falla la vista, señor Wang; el pelaje de Emperador no es negro, sino marrón oscuro. Es fácil de confundir. El sol y las sombras han debido de jugarle una mala pasada.
- Supongo que sí
- Bien, si me disculpa, tengo mucho trabajo que hacer
El magistrado sonrió
- Por supuesto. Que tenga un buen día, Sakomizu
- Lo mismo le deseo, señor
Kaiji se alejó en dirección a los establos
Sergay entrecerró los ojos y lo observó. Aunque había estado convincente, no cabía duda de que había mentido, Pero ¿por qué? Él había visto el animal con toda claridad y ningún truco de la luz había hecho que el pelaje le cambiara de negro a marrón. Además, aquel misterioso semental negro que ladi Kruger al parecer no poseía había desaparecido dentro de las caballerizas. ¿Era posible que él no lo hubiese visto? No; había sido bastante concienzudo... a no ser que hubiera un compartimiento oculto. Un compartimiento que nadie debía ver.
El corazón comenzó a palpitarle mientras todo iba encajando en su sitio. ¿Por qué iba a mentir Kaiji a no ser que tuviera algo que esconder... por ejemplo, la montura del Ladrón de Novias? Pero si en efecto aquel semental negro pertenecía al Ladrón de Novias, no era posible que Kaiji fuera el hombre que se ocultaba tras la máscara. No, el Ladrón de Novias era mucho más joven y fuerte...
De repente se quedó paralizado. Dios santo, ¿podía ser ladi Kruger el Ladrón de Novias? Trató de descartar aquella posibilidad por ridícula, pero no pudo; casi oía como iban encajando en su mente todas las piezas del rompecabezas. Efectivamente, Kruger poseía los recursos financieros necesarios, su propiedad le proporcionaba privacidad; era una jinete experta ¿y quién iba a sospechar de ella?
Recordó lo dispuesta que se había mostrado a ayudar en la investigación. ¿Era ayuda... o sabotaje? Lanzó un profundo suspiro y procuró serenarse. ¿Sería posible que la persona que andaba buscando hubiera estado todo el tiempo prácticamente delante de sus narices? ¿Estaría tocando a su fin la investigación?
Apretó la mandíbula. Maldición, siempre le había caído bien ladi Kruger. Por supuesto, le cayera bien o mal, si era el Ladrón de Novias o mejor dicho la Ladrona de Novias, la llevaría ante la justicia. Apretó los puños a los costados al pensar en que Nina iba a sufrir la pérdida de su hermana, y en que su nombre resultaría perjudicado por el escándalo. “Si su hermana terminara en la horca y su apellido quedara mancillado, yo podría consolarla, podría...”
Pero se apresuró a apartar aquel pensamiento, horrorizado de sí mismo. Jamás se valdría de su cargo de juez para perseguir sus intereses personales. Además, sin duda Nina lo odiaría por haber detenido a su hermana. Pero había que servir a la justicia, y por tanto detener a la Ladrona de Novias. Lo que necesitaba ahora era una prueba.
Volvió a mirar los establos. Vio a Kaiji en la puerta, observándolo, y alzó la mano en gesto amistoso. Kaiji le devolvió el saludo, y Sergay se obligó a regresar por el sendero que conducía al pueblo.
Necesitaba entrar de nuevo en los establos de la condesa, pero bajo la mirada atenta de Kaiji no podría realizar el registro que necesitaba. “Esta noche. Volveré cuando Kaiji ya se haya retirado y veré si puedo encontrar ese caballo”.
Una vez tomada la decisión, sus pensamientos volaron a Shizuru Fujino ¿Tendría ella idea de que la mujer con quien estaba a punto de casarse quizás fuese la más buscada de Inglaterra? Al fin y al cabo, ella había sido secuestrada por dicha mujer ¿La habría reconocido?
No lo sabía, pero por el cielo que iba a averiguarlo. Cuando llegó al punto donde se bifurcaba el sendero, tomó el que conducía a la mansión Fujino.


Shizuru estaba sentada en su sitio acostumbrado del comedor, haciendo el esfuerzo de llevarse un tenedor a la boca. Tal vez fueran huevos lo que estaba masticando, pero no estaba segura. Su mirada se posaba alternativamente en su madre, su padre y Hiroshi, y lo único en que podía pensar era que a partir del día siguiente no sabía cuándo los vería de nuevo, si es que volvía a verlos.
Se le atascó un bocado en la garganta y las lágrimas asomaron a sus ojos, pero se apresuró a levantar la taza de té para ocultar su angustia. Su madre parloteaba sin parar de la boda, toda sonrisas. En ocasiones podía resultar exasperante, pero iba a echarla muchísimo de menos. Su risa, sus comentarios, sus gorjeos y sus desmayos.
A continuación posó la mirada en su padre y la inundó el afecto. Su padre, que la quería aunque a menudo no la entendiera, y que poseía más paciencia que una docena de hombres, aunque era capaz de imponerse a mamá cuando la ocasión lo requería. De niña le encantaba acurrucarse en su regazo con un libro y escucharlo leer con su voz profunda. Cuando fue un poco mayor, su padre y ella se sentaban juntos en la salita, en los mullidos cojines del diván y aplaudían con entusiasmo las canciones que interpretaban Saori, Mei y Minami en sus muchos conciertos familiares improvisados.
Su mente fue hacia sus hermanas, y entonces le temblaron los labios. Habían compartido tantos momentos felices, tantas risas cuando se aliaban para combatir las ideas más peregrinas de su madre, o cuando las tres bellezas intentaban bondadosamente transformar a Shizuru en el cisne que no sería jamás. Y la defendían con vehemencia cuando alguien se burlaba de ella. Sintió una profunda tristeza al pensar que no iba a estar presente cuando naciera el niño de Minami, que quizá no conocería nunca a su sobrino.
En ese momento Hiroshi preguntó algo a su madre y Shizuru fijó la vista en su rostro serio y con gafas. La embargó un dolor desgarrador. Cielo santo, ¿cómo iba a soportar abandonar a Hiroshi? Lo quería desde el momento mismo en que nació y había disfrutado cada una de las etapas de su vida como una madre orgullosa. Y ahora no había más que fijarse en él: era un chico inteligente y prometedor. Le rompía el corazón pensar que no iba a poder verlo convertirse en el hombre maravilloso que estaba destinado a ser.
Por lo menos de Hiroshi se despediría como Dios manda. Había pensado en no confiarle sus planes, pero simplemente no pudo asumir el hecho de marcharse por las buenas. Se lo contaría todo una vez que lo tuviera todo dispuesto. Había demostrado ser capaz de guardar un secreto y confiaba en él sin reservas.
A continuación se centró precisamente en aquellos preparativos y en lo que necesitaba hacer nada más terminar de desayunar. Un viaje a Londres para adquirir el pasaje a... no estaba segura de adónde; dependía de qué barcos zarparan a la mañana siguiente. Pero antes de partir para Londres pensaba hacer una parada en la mansión Kruger, pues necesitaba informar de su decisión a Natsuki.
Sintió una pena enorme al pensar en ver a Natsuki. Iba a necesitar hasta la última gota de sus fuerzas para pronunciar las palabras que la dejarían libre... y después marcharse.
Y cuando regresara de Londres, debía reunir las pertenencias que se llevaría consigo. Una gran parte de su guardarropa estaba ya embalada para lo que todo el mundo creía iba a ser su viaje de bodas, pero debía recoger sus libros, sus diarios y ciertos objetos personales inestimables.
La voz de su madre la sacó de su ensoñación.
- ¿No estás de acuerdo, querida?
Miró el rostro sonriente de su madre y trató de sonreír, pero fracasó. En lugar de eso le temblaron los labios y, para mortificación suya, le cayó un grueso lagrimón justo en la taza de té.
Los ojos de su madre se nublaron de preocupación.
- Pero cariño, ¿qué te ocurre? Oh, cielos, son los nervios previos a la boda –Se levantó y con un murmullo de muselina corrió hacia la silla de Shizuru. Le rodeó los hombros con un brazo y le dijo dulcemente-: No te preocupes, todas las novias se ponen nerviosas el día antes. Pero pasado mañana... –lanzó un suspiro de felicidad- tu vida entera será diferente.
Shizuru cerró con fuerza los ojos para contener las lágrimas y se reclinó contra el abrazo consolador de su madre. Ciertamente, dos días después su vida entera habría cambiado.


Provista de su vestido y calzado más cómodo, Shizuru cerró la puerta principal al salir y bajó los escalones de piedra del porche, iluminados por el sol. Cuanto antes terminara la visita a Natsuki, tanto mejor.
Sólo había dado media docena de pasos cuando vaciló al percatarse de la figura del magistrado, que se aproximaba a ella. Se detuvo, procurando aparentar serenidad, mientras el corazón le retumbaba lo bastante fuerte como para que lo oyera todo el mundo. ¿Qué estaría haciendo allí? ¿Tendría novedades de su investigación o más preguntas? Santo Dios, ¿habría descubierto la verdad?
Cuando Sergay casi la había alcanzado, Shizuru esbozó una sonrisa forzada.
- Buenos días, señor Wang
- Buenos días, señorita Fujino. ¿se disponía a salir?
Decidió que era mejor que él no estuviera al tanto de sus planes y le contestó:
- Sí, me dirijo al pueblo. Si me disculpa –Rodeó a Wang, pero éste echó a andar a su lado.
- Tengo varias preguntas que hacerle ¿Me permite que la acompañe?
Como Shizuru no tenía intención de ir andando hasta el pueblo y tampoco deseaba permanecer tanto tiempo en la compañía del magistrado, se detuvo y le dedicó una sonrisa pesarosa.
- Me temo que mi madre no aprobaría que recorriera a pie una distancia tan grande con un hombre sin ir debidamente acompañada.
- Por supuesto – Sergay miró alrededor e indicó un banco de piedra a escasa distancia de allí, cerca de los senderos que conducían al jardín-. Sentémonos un momento. Le prometo que no la entretendré demasiado.
Shizuru contuvo el impulso de negarse y asintió con la cabeza.
Una vez estuvieron sentados, Wang le sonrió y dijo:
- Confío en que todos los preparativos para la boda de mañana estén ya finalizados.
Shizuru sintió un vuelco en el estómago, pero se las arregló para devolverle la sonrisa.
- Sí, por supuesto
- Magnífico. Me alivia saber que el viaje a Londres de lady Kruger no se debe a algún problema de última hora.
La expresión de Shizuru traicionó su sorpresa y consternación por aquella noticia y el juez le preguntó:
- ¿No sabía que la condesa ha ido a pasar el día a Londres?
¿El día? ¿Cómo iba a hablar con ella?
- No, no lo sabía
- Según su mayordomo, la condesa y su hermana han partido esta mañana temprano. Abrigaba la esperanza de que tal vez usted supiera el motivo de dicho viaje.
Shizuru alzó la barbilla y sostuvo la mirada inquisitiva del magistrado.
- Desde luego que no lo sé. Quizá lady Nina haya encargado un vestido para la ceremonia o puede que la condesa deseara comprarme un regalo de bodas.
- Sin duda se trata de eso –convino el juez-. Dígame, señorita Fujino, ¿alguna vez ha visitado los establos de lady Kruger?
Shizuru tuvo un terrible presentimiento.
- No, sin embargo, estoy segura de que están muy bien atendidos. Conozco al mozo de cuadras, el señor Sakomizu, un hombre muy experto.
- ¿Alguna vez ha visto a lady Kruger montando un semental negro?
El corazón le dio un brinco. Dios mío. Apretó los labios y fingió reflexionar sobre aquel punto, y acto seguido negó con la cabeza.
- Sólo la he visto montar un castrado marrón, un corcel muy bonito y brioso que se llama Emperador –Curvó los labios en lo que esperaba que pasara por una sonrisa inocente- Espero que algún día me deje montarlo.
Wang se limitó a asentir mientras la perforaba con su mirada perspicaz. Transcurrieron diez segundos de tenso silencio. Incapaz de soportar más aquel escrutinio, Shizuru se levantó con la intención de marcharse.
- Si eso es todo, señor Wang...
- Tengo ciertas noticias en relación con el Ladrón de Novias
Shizuru volvió a sentarse lentamente, con un nudo en el estómago.
- ¿De veras?
- Sí. Han salido a la luz nuevas pruebas, y estoy seguro de que voy a llevar a cabo un arresto muy pronto; probablemente dentro de las próximas veinticuatro horas.
Shizuru palideció como la cera.
Los ojos del magistrado se nublaron de preocupación
- Señorita Fujino ¿se encuentra bien? Está usted pálida
- Eh... estoy bien. Es que la noticia me ha sorprendido –Se humedeció los labios secos-. ¿Así que ha descubierto la identidad del Ladrón de Novias?
- Estamos siguiendo varias pistas prometedoras. Cuando actúe nuevamente le apresaremos, si no antes. –Y dicho aquello se puso en pie. Miró a Shizuru y le hizo una reverencia-. Bien, no quiero entretenerla más, señorita Fujino. Disfrute del resto del día. La veré mañana en la iglesia.
Paralizada por la impresión y entumecida por el miedo, Shizuru permaneció sentada en el banco, observando cómo el magistrado se alejaba en dirección al pueblo con paso lento y tranquilo, con si no tuviera ninguna preocupación en el mundo.
Cuando desapareció de la vista, obligó a sus piernas reblandecidas a ponerse en pie y a moverse con estudiada calma de regreso a la casa. Tenía que mostrar un aspecto relajado y normal por si acaso el magistrado la estaba observando desde la espesura del bosque, aguardando ver su reacción. Le bajó un escalofrío por la columna vertebral, y en efecto tuvo la sensación de tener clavada en la espalda la mirada de Sergay.
Estaba claro que sospechaba de Natsuki, y Shizuru mucho se temía que su reacción involuntaria al anuncio del inminente arresto pudiera haber confirmado sus sospechas.
Tenía que advertir a Natsuki. Pero ¿cómo iba a hacerlo si estaba en Londres? Además, no le cabía duda de que Wang iba a vigilarla y también a Natsuki. Si le enviaba una nota podrían interceptarla.
Se sujetó el estómago. ¿Qué demonios iba a hacer?


Oculto detrás de un árbol, Sergay observó a la señorita Fujino que se dirigía lentamente hacia la puerta principal de la casa. Alzó las cejas. Por lo visto, se había olvidado de su visita al pueblo.
La joven había intentado fingir indiferencia ante sus preguntas, y ciertamente tenía que reconocerle el mérito de una representación magnífica, pero había advertido más de una chispa de miedo en sus ojos. Y cuando le anunció que esperaba llevar a cabo un arresto, palideció como un fantasma.
Sí, las reacciones de la señorita Fujino no sólo reforzaban sus sospechas en relación con ladi Kruger, sino que además lo llevaban a pensar que ella sabía, o al menos lo sospechaba, que su prometida era la Ladrona de Novias. Ahora, lo único que tenía que hacer era demostrarlo.
Y ya estaba tomando forma en su cabeza un plan encaminado precisamente a tal fin.


A la diez de aquella noche, Natsuki cruzó a grandes zancadas el oscuro pasillo que llevaba a su estudio, con el único deseo de un poco de intimidad y un buen trago de coñac.
Aunque había disfrutado de la compañía de Nina en el viaje a Londres, sintió alivio al regresar a casa, donde podía estar a solas con sus pensamientos.
Sus pensamientos. Maldición, los había tenido el día entero ocupados por Shizuru: durante los trayectos de ida y vuelta en el carruaje, mientras esperaba a Nina en el salón de costura, mientras compraba pasajes para dos personas en el Doncella del Mar, que partía para el continente la noche siguiente, de nuevo durante la reunión con su abogado, también cuando actualizó su testamento para incluir ciertas cláusulas para ella por su matrimonio.... matrimonio que no estaba segura de que fuera a celebrarse.
Entró en el estudio y cerró la puerta. Luego se dirigió hacia las bebidas, pero se detuvo a medio camino al ver a Kaiji sentado en su sillón de costumbre y con un vaso de whisky entre sus manos.
- Tenemos que hablar –dijo Kaiji en un tono que puso a Natsuki en estado de alerta. Señaló con la cabeza las licoreras y agregó-: Sírvase un buen trago. Va a necesitarlo.
Veinte minutos después, mientras todavía resonaba en su cabeza la inquietante información sobre la visita de Sergay Wang, Natsuki se sirvió otra copa. De pie frente al fuego, la levantó en un brindis irónico.
- En fin, no es una noticia precisamente halagüeña.
Los ojos del hombre brillaron de preocupación.
- Es más bien todo lo contrario. Ese hombre sospecha de usted. Es como un maldito perro con un hueso, no va a dejar de husmear y presionar hasta que la vea con la soga al cuello. Opino que debería embarcarse en un viaje largo, a algún sitio lejano.
- De hecho, ya lo he dispuesto todo a tal efecto. Con la excusa de la luna de miel, he comprado pasajes para abandonar Inglaterra después de la boda... si es que Shizuru se presenta en la iglesia.
Kaiji asintió despacio.
- Un plan inteligente. No es inusual que las personas de su clase social se vayan de luna de miel durante meses. Años, incluso.
- Exacto. Ya he hecho todos los preparativos necesarios, pero quisiera pedirte que vigilaras a Nina por mí. Asegúrate de que se adapte a esta casa y de que se sienta... feliz. A no ser, por supuesto, que yo siga aquí.
- Puede contar con ello. Pero debe marcharse sea como fuere... incluso aunque la señorita Shizuru la deje plantada ante el altar. Diga que se marcha de Inglaterra para curarse el mal de amores. El motivo no importa, lo importante es que se vaya.
- No puedo hacer eso. No podría dejar que Shizuru se enfrentase sola al escándalo. Si no viene a la iglesia, yo... –Se mesó el pelo y dejó escapar un profundo suspiro-. Maldita sea, no sé qué voy a hacer. Tendré que idear otro plan.
- Si no se marcha, acabará muerta –En los ojos de Kaiji brillaron las lágrimas-. Y yo jamás me perdonaré por haber sido tan descuidado de pasear a Campeón de ese modo. Todo este maldito embrollo es por mi culpa.
Natsuki depositó la copa sobre la repisa de la chimenea y se acercó a Kaiji. Se agachó en cuclillas para situarse a la altura de sus ojos y le dirigió una mirada firme al tiempo que daba un apretón en el hombro a su angustiado amigo.
- Deja de culparte. No tenías modo de saber que Wang te estaba vigilando. Yo conozco y he aceptado desde el principio las consecuencias de mis actos, y eso es lo que son: mis actos. Y pienso asumir la responsabilidad de ellos. En cuanto a Wang, puede albergar todas las sospechas que quiera, pero no puede hacer nada si no tiene pruebas. Aunque consiguiera dar con el establo de Campeón, eso no demuestra que sea yo la persona que está buscando.
- No, pero podría hacerle la vida imposible. Tenemos que cerciorarnos de que no encuentre pruebas contra usted y eso quiere decir que no puede arriesgarse a efectuar otro rescate. Nunca más.
Natsuki asintió lentamente y a continuación esbozó lo que esperaba que pasara por una sonrisa alentadora.
- De acuerdo
Pero en su corazón sospechaba que ya era demasiado tarde.


La mañana siguiente, Natsuki se encontraba en un discreto habitáculo a la derecha del altar de la iglesia, consultando su reloj de bolsillo. Faltaban treinta minutos para que diera comienzo la ceremonia.
¿Se presentaría Shizuru?
Con el reloj en una mano, se paseó por el reducido espacio. ¿Se presentaría? Diablos, se había hecho aquella pregunta un millar de veces desde la última vez que la vio. El hecho de que no se hubiera puesto en contacto con ella ¿significaba que tenía la intención de casarse? ¿O que la había borrado totalmente de su vida, y al diablo con el escándalo?
Oyó el murmullo de unas voces amortiguadas y abrió las cortinas de terciopelo verde para observar, sin ser vista, a los invitados que iban llegando.
Al parecer, el pueblo entero se estaba congregando en la iglesia para ver cómo lady Kruger convertía a Shizuru Fujino en su condesa. Escudriñó a la creciente multitud y reparó en Midori Sugiura, sentada en un largo banco de madera. Kaiji y una docena de miembros de su servidumbre ocupaban un banco en la parte de atrás.
Su mirada reparó en caras y nombres, y luego se detuvo en Nina. Estaba sentada en el primer banco, con la vista fija en sus manos enguantadas y apoyadas en el regazo. El corazón le dio un vuelco: sin duda estaba pensando en su propia boda con aquel canalla. Pensó en acercarse a ella, pero decidió dejarla a solas con sus pensamientos. Quizás el hecho de estar allí, en aquella iglesia, fuera un buen modo de exorcizar los demonios que la acosaban.
Continuó observando a los invitados, esperanzada, pero en la iglesia aún no había entrado ningún miembro de la familia de Shizuru. Soltó la cortina y consultó el reloj: veintitrés minutos para el inicio de la ceremonia.
¿Se presentaría Shizuru?


Sergay Wang se dirigía a pie hacia la iglesia, con el corazón inquieto debido a sentimientos contradictorios y la mente hecha un torbellino. La noche pasada, después de que Kaiji Sakomizu se encaminase a la casa, registró los establos de Kruger. El edificio parecía más largo por fuera que por dentro, de modo que concentró sus esfuerzos en la parte posterior de la estructura. Al cabo de diez minutos localizó una puerta hábilmente camuflada. La abrió y se encontró en un espacioso pesebre dotado de un ventanuco practicado en el techo. Sostuvo su linterna en alto y experimentó una sensación de triunfo: en el rincón se hallaba el magnífico caballo negro.
Ya no le quedaba ninguna duda de que lady Kruger era la Ladrona de Novias, pero necesitaba más pruebas. No tenía la intención de detenerla sólo para dejarla en libertad debido a falta de pruebas. Con un poco de suerte, dichas pruebas aparecerían en muy poco tiempo. Extrajo su reloj de bolsillo del chaleco y lo consultó con expresión satisfecha; en aquel momento su hombre de más confianza, Yuichi, se encontraba registrando la casa de la condesa. Con la mansión Kruger casi desierta mientras la mayor parte de la servidumbre asistía a la boda, era de esperar que yuici hallara las pruebas necesarias.
Volvió a guardarse el reloj y apretó el paso con la mirada puesta en los invitados que entraban en la iglesia. Sí, aquel día, muy probablemente, pondría fin al caso más sorprendente y frustrante de toda su carrera, una carrera que rebosaría de nuevas posibilidades una vez que apresar a la famosa Ladrona de Novias. Sin embargo, aunque no debería sentir otra cosa que triunfo, su inminente victoria le pareció hueca: Kruger le caía bien. Y amaba a Nina. Detestaba la idea de que ella perdiera a su hermana.
Pero su deber era hacer cumplir la ley.
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11 comentarios:

Andreuw18 dijo...

Penultimo?? pues la verdad crei que seria muuuuucho mas largo ^^.. en fin.. un buen capitulo espero el ultimo ^^!!! gracias x subir este increible fic.. el mejor que he leido en mucho tiempo!!

Shizuma94 dijo...

Waaaa!!!!
no puedo esperar x el proximo capi
aunque es triste q se acabe el fic
pero me muero de curiosidad x saber como termina la historia
que contradictorio no? xb
esperare la conti con ansias xD

Dagha dijo...

Creo que será horible si desenmascaran a Natsuki en su boda...
Una de las cosas destacable a mí parecer era que actualizaba prontamente... *-*
¿Qué hará Wang?-----
Espero que aparesca Shizuru-----
Gracias ...
Bye bye

Anónimo dijo...

esperaba tambien que el capitulo estuviera un poc mas largo esperooooooooo que tenga un buen final me encanta la historia y esas dos no pueden tener una historia tristeeeeeeeeee aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh que va a pasar espero que publiques pornto exeolente historia

Anónimo dijo...

Sí, definitivamente debia ser mas largo ¡no me dió tiempo a terminar el desayuno! ¡Pronto, pronto, pronto!

Amy-kun dijo...

jojo suerte con la entrada a la uni

yo gracias a dios ya sali jeje..

genial entonces el siguiente capitulo sera largooo!! eso espero .... ya quiero conocer el desenlace de la historia

Unknown dijo...

Sergay en verdad te pasas por que no eres como sherlock. El tambien hubiera decifrado la verdad pero no lo entregaria. Por que sabe analizar y entender la situación. Que no sabes la frace: Odia el crimen más no al criminal.

Anónimo dijo...

no quiero pensar en que ya va ser el final del fic de verdad es una pena ya que me atrapo demaciado y me volvi adicta al fic :DD pero debo decir que espero un final super feliz para shiz y nat ;) que se lo merecen y que se que va a ser asi :p

estare esperando la continuacion con unas grandes ancias ñ.ñ

Anónimo dijo...

Awww ya sube el nuevo cap :( porfa!! T_T ya van 4 dias ;____;

Anónimo dijo...

Si porfavor! Me está matando la espera! >.<

Kaon dijo...

Siento hacerlos esperar, con mi regreso a la uni no he tenido tiempo de terminar de arreglar el capitulo pero no pasara del lunes ^^... espero me regalen un poco de su paciencia.

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