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domingo, 5 de agosto de 2012

domingo, 5 de agosto de 2012

Cap. 11 de "Nunca digas adiós" de Cristalsif


 NUNCA DIGAS ADIOS 

Capítulo 11

Incidentes

No deseaba verte, cuando ya no aparecías en mi memoria, cuando el corazón no me dolía cada vez que me entregaba a él, mi esposo. Te maldigo Shura Wong, por venir y tocar a mi puerta después de tanto tiempo, por remover cada fibra en mi interior, causándome tal amargura. Recordándome un pasado y mil promesas que estaban mejor en el olvido. No más maldiciones, no más batallas o escenarios de pesadilla, deja a mi vida y a mis hijos en paz.

-Me pregunto seriamente la razón de tu aparición... Kuga ha sido inteligente al darnos un tiempo a solas, pero Shizuru no bailará toda la noche con su padre, así que procura ser precisa- Habla de una vez, dime tus reproches y vete después.

-No tengo nada que decir Shizuma... Natsuki habló con franqueza, mi sacrificio ha rendido sus frutos, no deseo nada más- Sus ojos rojos me miraron con tranquilidad, cuanto había cambiado en estos años. Su belleza estaba intacta, pero su personalidad al fin aplacada y serena, si bien recuerdo a una niña caprichosa llena de rebeldía. En el fondo, no puedo tolerar la presencia de Kuga-san... solo porque me recuerda a ti Shura.

-Entonces aguarda en silencio este tiempo-

Se rió, cubriendo con protocolo sus labios. -Estas inquieta Shizu-chan... me parece que quien sigue atrapada en el pasado eres tú- ¿Está burlándose de mí? Sentí su mano rozar mis dedos, rápidamente manoteé la suya por su atrevimiento.

-No seas atrevida, soy una dama y merezco respeto, además de una mujer casada al igual que tú- Reproché frunciendo el ceño.

-Una madre, eso eres, pero una esposa, eso lo dudo en verdad... en el tiempo que llevo observándote en esta fiesta, no has mostrado un solo gesto cariñoso, por no decir que no determinas a tu esposo para nada... y como tú sabes, Suichiro y yo somos como un par de hermanitos, así que si bien estamos casadas, lo somos nada más de titulo- Su diversión y sus palabras con la capacidad de enmarañar mis pensamientos salía a la luz de nuevo.

Tensé la mandíbula, ¿Cómo se atreve? -Di lo que quieras, nada cambiará el hecho de que hoy es un día especial en mi familia y tú Shura Wong, no podrás enlutarlo- Desvié la mirada hacia mi hija y Takeshi, ambos bailaban prodigiosamente en la pista.

-Me encanta como te niegas la verdad a ti misma, llevas al matadero a tu propia hija y estás feliz por ello- Negó con la cabeza, con esa endemoniada sonrisa que tanto enojo me estaba procurando, siempre mirando con un halo de seducción redescubierto en los escasos momentos de su compañía. Malditos ojos de mujer fatal... ¿Dónde diablos quedó la Shura tímida de antaño?

-Eso no es de tu incumbencia...- Respondía apartando la vista de ella, si continuaba de esa forma mis sentimientos aflorarían de nuevo y aquella sería mi perdición.

-Me pregunto qué amargó tanto tu interior, tan bella por fuera y tan marchita por dentro...- Se puso de pie. -No he de importunarte más con mi presencia... adiós y para siempre Shizuma- Me dedicó las misma palabras que yo le dije un día, pero viniendo de ella era un promesa sincera.

-Deberías decir hasta luego Shura- Dije mecánicamente con el ánimo de no ver cumplida tal promesa.

-Para ti es fácil decirlo Shizuma... tú ya me olvidaste, pero para mí el tiempo está congelado, en el instante en que amarte lo fue todo en mi vida- Sus palabras ocasionaron un brinco en mi corazón, una agitación que pareciera muerta hace tiempo. Se iba, y lo hacía definitivamente. Me puse de pie, mi mano se alargó hasta la suya, pero me detuve a escasos centímetros de tocarla, derrotada por mis propias decisiones un día ya muy lejano. En el presente ya no queda espacio ni historia para ti y para mí, querida Shura. Si supieras lo que realmente pasó, tal vez podrías perdonarme. Pero ya no es ese tiempo, ni mucho menos esa historia. Shura, estamos malditas y tal como dijo Saeko, no está en nuestras manos librarnos de este destino, tampoco veo justo que Shizuru se someta a tales cosas... pero ella ha tomado su decisión por su propia cuenta, si bien la comprometimos con Tomoe un día, ella pudo elegir por propia voluntad el quedarse con esa opción.

Las luces se apagaron intempestivamente, me sumergí en pánico y por mero reflejo sujeté con fuerza por la espalda a Shura. -Aún le temes a la oscuridad- Susurró quedo sin moverse ni un ápice. -Te prometí, que sería un faro en la oscuridad...- Se dio la vuelta en medio de las tinieblas y sus brazos volvieron a enredarse en mi cintura, como hace tantos años en mi cuarto, a solas. Sus labios acariciaron mi frente con una dulzura que pareciera ya olvidada. -Ojala, pudiera estar una eternidad a oscuras, solo para tenerte así ese tiempo- Sus brazos me aflojaron dispuestos a soltarme, pero yo me aferré con fuerza a ellos. -¿Eso es un te extrañe Shura?- Musitó gentil en mi oído.

-Eres malvada, al aprovecharte de mis miedos- Respondí agradeciendo tener oculto el sonrojo en esa oscuridad. Por Kami-sama, ya no soy una niña y me siento como una.

-Sigues tan orgullosa como siempre- Dijo de nuevo, apartándose al mismo tiempo que la luz volvía, aun si me coquetea, aun si me busca, sigue considerando el no causarme problemas con Takeshi. A los ojos del mundo nada pasó en aquellos efímeros segundos de oscuridad, yo volvía a luz, con un ardor inclemente en el pecho.

La realidad era caos y hombres armados, la preocupación llenó todos mis sentidos borrando de mi mente los idílicos momentos recientemente acontecidos. ¡Shizuru, Shion! Busqué con la mirada, Shizuru estaba a un lado de Takeshi y Nao, que se desplazó a su lado a la velocidad de la luz. Shion era aplacado por una calmada Natsuki Kuga, que apagaba sus peligrosos ímpetus. Naori dedicó una mirada a Natsuki, esperando aprobación para actuar, con apenas un ligero movimiento negativo de su cabeza la líder escolta indicó sus ordenes a Yuuki, la pelirroja de ojos verdes, permitió a los hombres armados guiar a Shizuru, con el grupo de mujeres en la esquina opuesta. Terriblemente calculadora señorita Kuga, eso no he de negarlo. Un movimiento en falso y los muertos serían demasiados.

-No intenten tonterías señoras, no les tendré piedad solo por ser mujeres, así que mejor vengan conmigo- Un hombre apunto con su impresionante arma en nuestra dirección, pero Shura se interpuso entre él y yo.

-Así será...- Shura tomó mi mano con propiedad y se dirigió al lugar llevándome con ella. Por su osadía, el hombre no dejó de proferirle un empujón, pero ella ni siquiera trastabilló.

Al llegar a la zona de detención femenina, solté a Shura para abrazar a mi hija que llegaba escoltada con otro grupo de mujeres. Pero ella no respondió a mi abrazo, incluso me pareció sentir un aire diferente en ella. Esto no dejó de extrañarme.

-Malditos... ¿Cómo se atreven?- Reclamaba escandalosamente Suzushiro-san, una amiga de la infancia de mi hija, sin embargo Shizuru ni siquiera se inmutaba ante esto, de algún modo es como si estuviera prestando atención a algo diferente, su actitud aunque tranquila como la de mi pequeña, distaba mucho de la habitual.

-Calma Haruka-chan- Decía su acompañante, una castaña de cortos cabellos y un poco cegatona que casi la tenía amarrada entre sus brazos para que no golpeara a su agresor. La joven rubia no parecía temer al arma que le apuntaba, una par de movimientos más y el malnacido sujeto le propinó un golpe tan fuerte con la culata del arma, que la creí muerta.

Incesante la castaña de lentes, clamaba el nombre de la chica inconsciente. -Tranquila, solo esta inconsciente... parece que tiene la cabeza un poco dura- Musitó Shura para calmar a la desconsolada chica, a mis ojos quedó claro que esas dos tenían amoríos. Pero así mismo me sorprendí de la sangre fría con la que contaba Wong, para no palidecer ante las circunstancias. Muy pronto se nos acercaron un grupo de hombres, relativamente científicos, y mujer a mujer, punzaron con agujas la piel de cada una. Desecharon cada aguja, con un pequeño filtro expuesto en una pequeña caja tomaron muestras de cada chica. La luz azul encendida, hasta que llegaron a nuestro lado y obligaron a mi hija de tomar la prueba. Esta opuso alguna resistencia con su puño cerrado, pero dado que fue imposible retirar el guante, a fuerzas la punzaron con la aguja a través de la tela. Una angustia inconmensurable me embargó al notar que la luz roja marcaba algo diferente en mi pequeña y con júbilo, el hombre armado, señalaba haber encontrado a la primera. En cuanto intentaron llevarse a mi hija, forcejeé hasta soltarme de Shura.

-¡No toques a mi hija!- Empujé al hombre sin mediar consecuencias.

-¡Que te quedes quieta zorra!- Vi venir el golpe, una sombra todo lo oscureció frente a mí, la bofetada razonó en la sala pero mi piel no dolía. Un aroma a vainilla y roble, la caricia de unos cabellos rubios frente a mí y el cuerpo impulsado hacia atrás por el golpe. Abrí los brazos para recibirle, solo para notar que Shura había recibido el golpe que en principio era para mí. Al ver la herida en su fino rostro, sentí una punzada llena de culpabilidad, pues de nada había servido, esos hombres se habían llevado a mi hija. Mi Shizuru habló parsimoniosa, calmando los miedos y hasta enojos de los presentes. Mas noté, un tono ligeramente imperfecto en el Kiotoben de mi pequeña Shizuru, ella... no es...

-Cálmate... no es ella...- Musitó muy quedo la mujer en mis brazos, le ayudé a tomar asiento en el suelo, mirando con angustia la sangre que caía desde su boca. Hicimos de nuevo silencio, en lo que a la tímida castaña de lentes también le salió positivo el examen, y después fue arrastrada junto a mí hija. -Fue idea de Natsuki, por eso Nina le pidió hablar a tu hija- Al levantar la vista para ver a Shizuru, noté que en efecto... pequeños detalles que escaparan a la vista de cualquiera, ahora resultaban tan obvios. Esa mujer es idéntica a mi hija físicamente, pero no es ella al mismo tiempo.

-El rostro de Shizuru es solo un holograma, por eso casi no habla... la peluca que usa, es adaptable en color, puede imitar cualquier forma y largo de cabello con solo tomar una muestra de ADN de la portadora, lentes de contacto... además, ellas intercambiaron vestidos en... el tocador- Dijo Shura a pesar del dolor. -Es un procedimiento común en Garderobe... tu hija está a salvo con mi Nina- No puedo creer que Suichiro se tome tantas molestias, de modo que por eso sus chicas son tan apetecidas en el mercado internacional, cualquier político se sentiría a salvo con tales escoltas.

Pero la única mujer con semejantes curvas solo podría ser... -¿Es Tokiha-san?- Le entregué mi pañuelo para que se limpiara.

-Así es... procura guardar la compostura en lo futuro- Shura lo tomó en sus manos.

-¿Acaso tú no estás preocupada por ellas?- Seguí hablando por lo bajo. No es como si los captores tuvieran interés en nosotras, lo tienen en las chicas jóvenes.

-Claro que si... pero si no confiamos en ellas ¿En quién podríamos?- Me miró confiada, aunque el giro de los acontecimientos indicase todo lo contrario. Las alocadas acciones y palabras de Nao Yuuki, habían incitado los ánimos de los agresores, observaba con pánico como cada una de ellas era filada para recibir lo que por petición de Yuuki, fuera un suicidio en masa. -¿Cómo pueden estar tan calmas cuando la parca les asecha?-

-Sabes tan bien como yo, que muchas de ellas han danzado con la muerte y salido airosas de ello- En efecto, Natsuki Kuga murió junto a mi hija en el carnaval. Todas ellas perdieron lo que más les fuera querido, su fortaleza es bastante superior a la de personas comunes.

Aun con todo ello, cuando inició el conteo que daría fin a sus vidas, contuve el aliento temiendo lo peor. Nadie hacia nada... ni siquiera se escuchaba murmullos, susurros o lamentos. Los segundos parecieron eternos instantes entre la vida y la muerte, tal vez fuera la adrenalina pero pude ver cada acto, cada movimiento a pesar de la velocidad a la que en realidad acontecían.

Las manos de Natsuki Kuga se mostraron ante sus enemigos como si intentara con todo su cuerpo y su alma ser escudo de aquellas a su espalda. Para incredulidad de quienes observaran, un líquido plateado corría por sus dedos, violando toda ley de gravedad. A la vez, era como si se tratara de agua fluyendo hacía sus dedos, para formar algo solido en milésimas de segundos. Por si esto fuera poco, un brillo azul de energía manó de dos brazales en sus manos, pequeñas hendiduras explosionaban de forma extraña, sin romper el material pero ocasionando que todo a voluntad de Natsuki, se congelara. Quizás también lo hizo el tiempo... yo no deseaba verlo, pero una nueva angustia nacida de la nada me obligaba a mirar su posible muerte sin siquiera pestañear. Y allí, más allá del entendimiento, o la razón, una cortina casi imperceptible de lo que parecía hielo, se formó en un pestañeo. En ese instante aconteció el ruido de las detonaciones, las armas descargaban sus tiros en dirección de las Himes, pero la extraña barrera que formó Kuga con ese inusitado poder... detuvo las balas por unos instantes. Estuvieron llenos de confusión y pánico los hombres armados, pues bien juzgaban imposible lo que ocurría. Pero no detuvieron sus disparos, a pesar de los gritos iracundos de cese al fuego que profería su líder, fue infausto su error al ver agotadas las balas de sus armas.

Se escucharon nuevos disparos, se reanudaron los latidos, el aliento y los segundos del reloj, mientras la cortina de hielo creada por Natsuki se rompía en mil pedazos. Los cuerpos de los militares se desplomaron en el suelo tras ser asesinados a la vista de todos, por ataques poco convencionales... disparos de hielo y de fuego, hilos cortantes, ráfagas de viento tan hábiles como el filo de una espada. Kuga había roto su propia barrera de hielo con disparos de sus armas cromadas, ellas habían atravesado el hielo y asesinado a los hombres en derredor de Tokiha disfrazada como mi hija, tan solo para darle libertad de tiro. Pero quien observara alrededor, habría notado que los hombres que custodiaban también se habían desplomado, muertos por misteriosos disparos que no llegaron a escucharse.

Imposible gritaba mi mente en mi fuero interno, en un pestañeo un grupo militar organizado y fuertemente armado, había sido eliminado con sincronización y exactitud perfecta. En ese instante me di cuenta que Suichiro había hecho de las Himes, verdaderas armas mortales o dicho de otro modo... bellísimas asesinas, sin miedo a la muerte. Lo cierto es que su proeza se mostraba enlutada por la sangre fría que habían demostrado, no hubo persona entre los presentes que mostrase admiración. Hombres y mujeres miraban con temor a quienes tan pronto olvidaron, fueron las artífices de la labor de mantenerlos con vida. Los gritos de horror comenzaron a llenar el mutismo de la sala y al verse libres de sus captores, los adinerados invitados de la ceremonia, emprendieron una carrera despavorida a todas las salidas que encontraron. El caos duró algunos minutos, mas nadie osaba pasar cerca al grupo de mujeres en el centro de la sala. Miré a Kuga caer de rodillas al suelo con absoluta palidez, busqué alarmada alguna herida, pero con alivio evidencie que no sangraba. Su rostro tan solo parecía extremadamente agotado y sus amigas le miraron con preocupación corriendo a su lado para ayudarle a ponerse de pie. Todo había acabado... o eso pensé.

-0-0-0-


Mis ojos no daban crédito a lo que veían, las figuras muertas en el suelo gritaban repudio a mis entrañas de solo verles. Padre y yo nos pusimos de pie, fuimos empujados... pero no dimos un solo paso para escapar como si lo hacía la demás gente. Kuga Natsuki, al fin había mostrado de lo que era capaz. Mi hermana a su lado, no... Una mujer muy parecida a mi hermana le ayudó a ponerse de pie, no era extraño que aquel raro efecto de hielo le causara tanto agotamiento.

-En verdad son monstruos en cuerpos de mujer- Susurró quedó el sujeto desarmado que antes nos había registrado. Su rostro siempre calmo, pasó a uno descompuesto por el terror y la zozobra, luego a la locura. -No quería creerlo... Ellas... ellas son aberraciones de la naturaleza... ¡Aaaaah!- Gritó enloquecido, le vi buscar afanoso algo entre sus ropas. Temí por Natsuki y las demás, ellas tenían la guardia baja. Suponiendo que ocultaba un arma en alguna parte, me lancé contra Akio sin mediar pensamientos. Ambos caímos al suelo por el impulso, forcejeé con él logrando asestarle un par de buenos golpes en la cara, pero en el último instante sentí algo presionar contra mi ropa... me alejé del sujeto, notando que un cristal negro yacía el suelo manchando de sangre. Le resté importancia hasta que un agujero en el suelo, como un vórtice, comenzó a formar a pocos metros una figura deforme. Luego noté que era un animal de grandes proporciones con la forma de una mantis y espantado di algunos pasos hacia atrás. Akio se puso de pie con una sonrisa sádica que no hubiera imaginado ver antes en una persona.

Natsuki y las demás miraban sorprendidas a la criatura. -Un... ¡Un Orphan!- Dijo Naori incrédula. -Vaya monstruo tan feo...- Apuntó con fastidio la pelirroja y yo no sabía si reírme o llorar por esa clase de comentarios en una situación como esta.

-Lo dice la que tenía una araña- Negó con la cabeza Natsuki, tomando una pose de combate, sin quitar la vista del animal. Increíblemente la bestia esperaba algo para atacar, pero... ¿El qué?

-Al menos soy más original... tú tenías un perro mecánico- Respondió molesta Naori, aunque esa charla era algo que solo ellas entendían, estaba claro que sabían que era esa enorme criatura.

-¿Hablan de mi lindo Akimaratsu? Es un Slave, esclavo de mi voluntad... deberían mirarse a un espejo señoritas... ustedes son los monstruos de Fukka- Akio tomó el cristal negro entre sus manos, presionándolo con fuerza y determinación. -... ustedes... abominaciones de la naturaleza... ¡Morirán!-

El animal se movió a una velocidad impresionante contra Naori, pero antes de que la letal garra se clavara en su cuerpo, Natsuki la había mandado a volar contra una mesa que se rompió con el peso de la caída, las demás habían reaccionado justo a tiempo para alejarse. Naori se levantó adolorida. -¿Qué demonios? ¡A la próxima avisa Kuga!-

Pero la aludida, esquivaba los filosos ataques del Slave con una velocidad ligeramente mayor, un descuido y acabaría partida en dos. -Tengo... ¡Tengo asuntos más serios aquí!- Decía con voz jadeante Natsuki, aunque yo apenas podía ver sus movimientos a esa velocidad, ella disparaba contra la criatura del doble de su tamaño, pero las balas de hielo apenas rasguñaban la coraza de aquella mantis. Veía con asombro como Akio sonreía siniestro. ¿Y si lo golpeara? Eso sería peligroso para Natsuki, lo tenía tan cerca y no podía actuar sin medir las consecuencias.

-¡SHION! ¿Qué te dije imbécil?- Gritó colérica la dueña de mis pensamientos, mientras inclinaba su cuerpo hacía atrás, para evitar ser decapitada. Así mismo las demás descargaban sus armas contra la criatura sin mucho efecto, la única que parecía poder hacerle frente al monstruo era Natsuki. ¿Qué me dijo? Me esforcé en recordarlo.

-No podrán acabar con mi querido Akimaratsu... tiene una coraza tan dura que ni siquiera, tus disparos de hielo podrían herirle... Natsuki Hime- Reía divertido Akio controlando al enorme animal. Pero Natsuki no le prestaba atención, leía los movimientos del Slave, para poder evadirlos.

“-Prepárate para llevarte a tus padres... cuento contigo-” Recordé en el acto su orden. -Padre...- El estaba tan ensimismado como yo, no sé si admirando la increíble agilidad de Natsuki o la artillería que descargaban sobre el monstruo las demás, o incluso el aterrador Slave. Entendí que padre estaba en shock simplemente. -Larguémonos de aquí- Tomé del brazo a Takeshi, para arrastrarlo conmigo a la salida. -“Confió en ti Natsuki, por favor... promete que volverás sana y salva”- Miré de soslayo, antes de salir por la gran puerta.

Fuera del sitio todo era un caos, los autos dejaban sonar sus silbatos estruendosamente, la gente en medio del pánico ya no regulaba ni lo básico de las normas de transito. Con alivio vi a Shura, junto a mi madre en una parte más alejada del jardín, arrastraban como podían y con ayuda de Yukino a la bella durmiente, alías Haruka-san, Padre y yo corrimos a auxiliarlas.

-Diablos quien la ve y como pesa- Susurraba Shura mirando con desgano a la rubia inconsciente, supongo que en estas ocasiones la etiqueta y los buenos modos están de más.

-Esto es... es necesario- Madre plantó una gran bofetada en la mejilla de la rubia, esta reaccionó levantándose cual resorte y mirando a todas partes con muy poco sentido de la orientación. -Perdona Suzushiro-san... pero transportarte cuando estas inconsciente resulta muy difícil- Se disculpó mi madre sobándose la mano con la que golpeo a la mujer.

-Sé que tengo la cabeza dura pero pega usted de una forma... Shizuma-sama- Se puso de pie Haruka acariciando la marca roja con la forma de la mano de madre en su cara.

-Siendo prácticos... deben irse de inmediato- Dijo Shura recuperando la compostura. -Suichiro ya está informado y este lugar va a llenarse de un verdadero ejército... en algunos minutos-

-¿No vendrás con nosotros Shura?- Preguntó interesada mi madre, no sé porque tengo la ligera sospecha de que entre ellas hay un algo especial.

-De ninguna manera, mis dos hijas están ahí- Negó dándole la espalda.

-No lo son Shura... Nina y Natsuki son hijas de la fallecida Saeko- Dijo con voz grave mi madre. -Tú no podrás ayudarlas en nada-

-¿Qué crees tú que hice todo este tiempo? ¿Jugar con barbies? Soy esposa de Suichiro Blan, líder de la organización más importante en defensa personal a nivel mundial... así que no me subestimes- Murmuró orgullosa batiéndose en un duelo de miradas con mi madre. -No he tenido descendencia y ya sabes tú mejor que nadie la razón- Sonrió sugerente la dama y yo no entiendo nada, tampoco me gusta. -Para mí ellas son mis niñas, tal como si hubieran salido de mis entrañas... son sangre de mi sangre- Refutó finalmente, antes de darse la medía vuelta para volver al edificio. Sorprendido vi la mano de mi madre sujetar la suya con fuerza. Hubiera jurado que si Shizuma Viola no fuera mi madre y medio tempano de hielo, sus ojos zafiro estarían diciendo un mudo 'no te vayas'.

-Shizuru... ¡¿Dónde está mi Shizuru?! Y no me digas que esa mujer con tan mal Kiotoben es mi hija, porque ella ni ebria hablaría así- Intervino mi padre angustiado, al fin reaccionaba y a nuestra espalda se escuchaban estruendos preocupantes, además de explosiones. ¡Rayos Natsuki! Ojalá estés bien.

-Según mis cálculos Takeshi, ella debería estar en un auto muy lejos de aquí... para algo usamos a Mai-san de señuelo- Dijo Shura, ¿Habla de Mara-san? Eso... Eso explica que mi hermana tuvieses el pecho más prominente. ¿Entonces Mara-san se disfrazó de Shizuru?

Antes de que la plática continuara, escuchamos como el edificio a nuestra espalda se resquebrajaba desde los cimientos, la en otrora gloriosa mansión de los Margueritte se caía pedazo a pedazo ante mis ojos. -¡Natsuki!- Grité desesperado, cuando comencé a correr en su dirección, Shura me tacleó y caí al pasto probando en mis labios su desagradable sabor. Impotente, sentí como me sujetó de la muñeca, me viro la mano a la espalda y me hizo una llave en el brazo, impidiendo todo movimiento.

-¡Déjame ir! Si algo le pasó a Natsuki...- Yo... yo ¿Qué podría hacer?

-No estorbes... solo vas a una muerte segura- Susurró Shura en mi oído mientras yo forcejeaba.

-Vaya... si hasta se parece a la delincuente de Kuga... sabe pelear y todo- Dijo Haruka a mi espalda sin que pudiera verla. -Realmente deberíamos ayudar... una persona como yo es incapaz de quedarse de brazos cruzados en situaciones como estas-

-No debes Haruka-chan... tú no...- Pero la voz de Kikukawa se detuvo intempestivamente. Shura me soltó y todos miramos en la misma dirección, una enorme criatura con la forma de un escarabajo gigante y del tamaño de un edificio, caminaba lentamente hacía el jardín. El Slave perseguía al grupo de escoltas de mi hermana y ¡Mi hermana estaba con ellas! A eso podríamos sumarle la endemoniada mantis y otra criatura que pareciera un felino del triple del tamaño que un león. Tres hombres, caminaban divertidos al lado de las criaturas. Akio el señor de la Mantis; Hatsuito, de quien no podría asegurar una propiedad sobre alguno de los otros dos Slaves. ¿Pero él no había muerto con el disparo de Natsuki? Al mirar su cuerpo noté que en su pecho yacía una placa metálica algo apachurrada, así como su rostro lleno de cicatrices sonreía victorioso... y finalmente, el tercero de ellos era... era... ¡Riota Margueritte!

-Ya sospechábamos algunos de sus tratos sucios con Sears, pero esto es evidencia suficiente para enviar a Riota Margueritte a la cárcel- Dijo Shura. -Rayos ¿Por qué tarda tanto Suichiro?- Bajé la mirada, notando como los puños de la mujer china se tensaban cerrados y en sus muñecas brillaban un par de manillas muy parecidas a las de Natsuki, ¿Son distintivos familiares? ¡Diablos! Yo tampoco puedo hacer nada... mi hermana, Natsuki y las demás van a... ¡No! Natsuki podrá, ella...

-Debemos irnos...- Dijo Yukino con toda propiedad, algo poco habitual en ella según los relatos de Shizuru. -Nosotros por más que me duela aceptarlo... no estamos en capacidad de enfrentar esas cosas... seremos solo una carga- Ella también sentía la misma impotencia que yo.

La rubia a su lado tensó la mandibular agachando la cabeza con frustración. -Sería capaz de enfrentar un tanque, armas y sujetos dementes, pero esto... tengo que dejarlo en manos de la delincuente y sus secuaces-

-Haruka-chan...-

-Yukino... sin tu Child... no puedes luchar- Dijo seriamente la rubia. -Y yo... yo no voy a arriesgarme a perderte- Le extendió la mano a la castaña y todos guardamos silencio. -Kuga y las demás... son las únicas que pueden hacer algo... lo están demostrando ahora mismo- Tal como dijo, un chillido de dolor gutural se escuchó al fondo, bastantes metros más allá.

La chica de ojos dorados y una prominente espada, clavaba su filo sobre la cabeza de la mantis, que se hallaba ya sin las extremidades filosas. Al parecer Naori hacía un sobresfuerzo por atar al animal con hilos de su enguantada mano. En otra parte, Mara disparaba sendas llamaradas, como si en sus manos tuviera un lanzallamas, esto repelía al escarabajo gigante, que si bien era gigantesco, se notaba más lento. A su vez, mi hermana, armada con lo que parecía una Naginata antigua, arrojaba las cuchillas extensibles, latigueando el caparazón solido del escarabajo tratando de penetrar o dañar la protección del inmenso Slave. Mientras Nina y Natsuki, luchaban directamente con el felino, de cuyas fauces lanzaba un líquido al parecer corrosivo. Natsuki disparaba en los puntos débiles del Slave, atrayendo consigo su atención, mientras que Nina se acercaba a bestia, lanzando estocadas con una lanza de proporciones impresionantes. A sus espaldas, otro grupo de chicas de Garderobe, disparaban sin descanso a las criaturas... son... en verdad increíbles. Sin embargo en cuanto la mantis se evaporó en el aire en medio de brillos azules, un grito de agonía proveniente de Akio aterró los oídos de quienes pudieran escucharle. Unos segundos después sufrió el mismo destino que su querida mantis ante la vista de todos.

-No pretenderás que lo hagamos a pie... y yo de aquí no me voy sin mi hija... esas mujeres pueden apañárselas bien sin ella- Dijo mi padre colérico. Nunca vi a toda mi familia perder los estribos tanto como este día.

El sonido de un claxon se escuchó a nuestra espalda, una gran camioneta plateada estacionó a nuestro lado. Los vidrios bajaron, dejando ver a un sonriente chico de ojos grises bastante guapo, al que por cierto no vi entre los hombres recluidos en la fiesta. ¿Quién es este hombre? -Creo que es imperioso que entren, porque... esas cosas por si no lo han notado, están cada vez más cerca y este ya no será un lugar seguro-

-Gracias Reito... siempre se puede contar contigo cuando una dama lo necesita- Dijo Shura sonriente, abriendo para nosotros las puertas. Así que se llama Reito, si no falla mi memoria... Shizuru lo mencionó algunas veces por teléfono y otras ocasiones hizo parte de sus relatos sobre Natsuki. Él es... es... ¡El vicepresidente del consejo estudiantil de Fukka! Vaya, que mala es mi hermana al no haberme presentado con antelación a sus amistades.

Las primeras en subir fueron Haruka y Yukino, luego mi padre, yo miré hacía Natsuki, se la notaba un poco lastimada y cada vez más agotada, ya no contaba con su chaleco, al parecer gotas de un liquido corrosivo la consumían lentamente a pocos metros de ella. Muy a mi pesar y preocupación, se notaba que a cada esfuerzo sus movimientos se hacían más lentos... como si cada segundo batallando de esa forma, se robara un hálito de su vida.

-Perdona la demora Shura... pero fue difícil encontrar y robar un auto lo suficientemente grande- ¿Dijo robar? ¿Qué todos aquí son espías del gobierno o agentes especializados de Garderobe?

-Pequeñeces querido Reito- Respondió la de ojos carmín.

-¿Pueden dejar la diplomacia para otro día? De tanto oírlos hablar, estoy tentada a ir a luchar junto a las demás- Dijo Haruka desde el auto muy impaciente.

-Haruka-chan... no digas esas cosas por favor- Trató de conciliar Yukino.

-Sube... hijo mío- Me dijo madre dándome un beso en la frente, esto me extraño muchísimo. Desde que era un niño pequeño no hacía este gesto. Sorprendido como estaba no tardé en obedecerla, y hacerle espacio junto a mí.

-Shura... tú también... por favor- Algo en la voz de mi madre hizo que la rubia de ojos carmín le obedeciera sin queja alguna. Madre subió al final y Reito arrancó el auto. Pero unos cuantos metros más adelante, la puerta de mi madre se abrió y ella se arrojó fuera del auto.

-¡Detente!- Ordenó mi padre a Reito, deseando volver por mi madre, pero un gran mazo golpeó con fuerza a un lado del auto, al mirar atrás noté que aquel enorme martillo, era la cola del escarabajo, oculta hasta ese momento, bajo su caparazón.

-¡No lo hagas!- Ordenó Shura con seriedad a Reito, un corto dialogo de miradas cómplices antes de saltar ella. Luego la sacudida, y el pasar a través de la reja medio destruida, que arrancó de un tajo la puerta del auto, miré atrás sin tener la certeza de ambas mujeres. El viento golpeaba con fuerza mi rostro, cuan inútil puedo ser, ¡Diablos!

-¡Qué pares te digo!- Dijo más que irritado mi padre, sin dejar de mirar atrás buscando a mi madre.

-Yo obedezco a Shura-sama señor Fujino... si vuelvo, solo arriesgaré al resto de los presentes en este auto y nadie me lo perdonaría, así que cállese y póngase el cinturón de seguridad... lo mismo para ti Shion-san- Dijo Reito completamente calmado, mirándonos por el retrovisor del auto. ¿Cómo sabe mi nombre? Evadimos algunos de los destrozos que hicieron los invitados para huir, entre ellos un par de autos colisionados. Padre continuó despotricando durante el resto del viaje y yo en verdad estoy muriendo de angustia por todos ellos... Madre, Shura, Hermana, Natsuki... chicas, por favor, salgan con bien de esta. 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Uh! ¡Que agresividad vale! Está genial, aunque me perdí en como llego Shizuru a la batalle si estaba huyendo con la escolta... En fin, no tardes mucho porfa...

Anónimo dijo...

Esta genial, mucha accion ..pero no me gusta ver separadas a nat y shiz.....pero esta muy buena :) espero con ansias el siguiente

Anónimo dijo...

Creo que la historia pintaba bien, pero se ha desviado demasiado, ya no es interesante

Alexsa dijo...

Super GENIAL!!! me encanto que se viera desde el punto de vista de Shizuma y Shion xD

Gracias por el capi ;)

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