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miércoles, 22 de agosto de 2012

miércoles, 22 de agosto de 2012

Cap. 12 de "Nunca digas adiós" by Cristalsif


 NUNCA DIGAS ADIOS 

Capítulo 12

Despertar


Permanecer imperturbable está fuera de mi control ahora mismo. No iba a marcharme sin saber que está pasando. Ir al baño de damas, darle mi ropa a Mai-san, verla usar un collar que emulaba mi cara y además salir huyendo del lugar hacía el estacionamiento ¿No es obvio cuan sospechoso resulta?

-Mi hermana, me ha dado esta orden... cada segundo que permanecemos aquí, estamos poniendo en riesgo la misión... así que Shizuru-san, por favor ingrese al auto y permita que la escolte a un lugar seguro- Decía con todo protocolo la joven de ojos fuego y melena negra.

-¿Qué está pasando Nina-san?- Inquirí levantando la ceja al mejor estilo de Natsuki, una no evita que se le peguen algunas mañas... Natsuki... volví a sentir ese enorme dolor en el pecho.

-Se le informará en cuanto la lleve al sitio de encuentro- Abrió la puerta de su auto para mí.

-Ara, tal parece que Nina-san esta jugándome una mala broma, el día de la celebración de mi compromiso...- Sonreí mirándola a los ojos. -Me parece que es un mal momento para eso-

-Shizuru...- Ara ¿Sin Keigo, el ceño fruncido y con esa voz grave? Ya le veo el parecido con su hermana. Lo que vino después no me lo esperaba. -No me caes bien, no te caigo bien... hago esto por Natsuki aunque no te merezcas absolutamente nada de lo que hace por ti. No me compliques más la vida, tengo que llevarte y si hace falta lo haré por la fuerza- Afirmó totalmente sería.

-No hagas parecer que soy tonta Nina... si conoces la historia de Fukka, como seguramente lo hace tu familia, sabrás que por muy entrenada que estés, no eres rival para mí- Hoy, realmente no estoy por la labor de seguir fingiendo la alegría que no siento. -Aclarado ese punto. Me dirás lo que quiero saber aquí y ahora- Tal parece que con los Kuga o Blan, la diplomacia no funciona, ser directa... si.

-Estás buscando que nos maten a todas...- Negó con la cabeza, cerrando de muy malos modos la puerta del auto, antes de volver mirarme. -En este mismo momento un grupo militar, denominado el primer distrito... debe estar atacando la sala central, donde están las demás protegiendo a tu familia y a los invitados, la orden prioritaria era sacarte de aquí, porque tú de alguna forma que no entiendo eres la clave de todo esto... Si Natsuki lo dijo, yo le creo...- Se mantuvo callada un momento para hacerme sufrir una cruel agonía. Empero, la preocupación sabe esperar por la información relevante, para no errar los pasos. -Natsuki eligió quedarse, porque así los eliminará a todos de una buena vez... esta fiesta fue el mejor cebo, por ti y por Yukino Kikukawa, dueña del Child llamado 'Diana', así que trajimos un grupo de apoyo, dicho de otro modo... mi escuadrón- Murmuró con cierto dejo de orgullo tan propio en las Kuga. -Eso nos ayudará a recabar información, saber las verdaderas intensiones del enemigo- Susurró quedo finalmente.

-Una enorme pila de amenazas hechas con recortes de periódico lo han dejado todo muy claro- Afirmé con calma, aunque ello tampoco me convenciera completamente.

-Difiero con usted Shizuru-san... las amenazas fueron meramente una forma de llamar nuestra atención. Mientras nos ocupábamos de mirar que nada le ocurriese a usted, otras ex-Himes fueron asesinadas, mas no se culpe por ello... tampoco lo hubiéramos descubierto sin usted. La semana pasada... Midori Sugiura, fue reportada fallecida en una de las excavaciones de Egipto, lo supimos por su ADN, quedó irreconocible- Informó Nina sin dudarlo, ¿La eufórica profesora de historia muerta? Esto parece sacado de una mala película de terror. -Lo que intento decir es que el primer distrito fue disuelto cuando usted destruyó el cuartel general, ellos...-

-No tendrían como financiarse... ¿Alguien los reunió con un fin especifico?- Até cabos rápidamente.

-Esa es nuestra hipótesis... las Himes son la última esperanza de las fatalidades que comenzaran a azolar al mundo y alguien muy poderoso quiere acabar con todas ellas- Bajó la mirada. -Lamentó haber escuchado esa conversación por el canal privado del comunicador, pero Natsuki siente que no puede deshacerse de las nanomáquinas... puesto que sin ellas su poder no será suficiente para protegerla, no sé porque no puede comprenderlo... yo actuaría igual que ella, si... si a Erstin la amenazaran de la misma forma- Admitió al final con un lindo sonrojo en la cara.

Ara, así que la pequeña Blan está enamorada. Sonreí amargamente, el amor duele y mucho. -Natsuki... es... ¡Es una tonta!-

-¿Quéeeeee?- Nina me miró con una vena de ira latiendo en su frente, sus manos estrujaron el chaleco que me había entregado Mai. Ahora llevaba una falda negra a juego con el chaleco, anteojos que no necesito y zapatos formales. -¿Tan poco precias la vida de mi hermana?-

Pero yo no me enfade por ello. -No es eso Nina-san... su vida es tan valiosa para mí, que resulta un completo desperdicio sacrificarla de esa manera- La joven aflojó su agarré, seguramente no esperaba esas palabras. -Mi Natsuki es tonta al pensar que yo permaneceré imperturbable ante cada una de sus heridas, si acepté a Margueritte Tomoe como mi futura esposa, lo hice esperando que me repudiara y se alejará definitivamente de mí...- La joven me miró confusa. -Lejos de mí, no puede recibir una sola herida en mi nombre Nina-san...-

-Son tal para cual, su terquedad y la tuya... rayan en la estupidez- Suspiró pesadamente la chica antes de soltarme completamente. -Shizuru-san... ella no renunciara a protegerte, por eso... tú debes demostrarle que no necesitas protección- La pelinegra fue a la parte trasera de su auto y buscó una caja mediana en la cajuela. Volvió junto a mí para depositarla en mis manos. -Mi madre no solo pensó en Natsuki antes de morir... esto fue diseñado por ella exclusivamente para ti...- Sus palabras se detuvieron cuando escuchamos una serie de disparos y gritos. Mucho antes de poder marcharme, me sujeto del brazo. -Primero debes ponértelas, sin ellas... estas indefensa- Hablaba con seriedad.

-¿Qué es esto?- Al abrir la caja encontré un par de brazaletes.

-Esta es Neptuno- A voluntad unos brazales similares en sus manos, brillaron un segundo y después una corriente eléctrica seguida de un liquido azul, formo una prominente lanza que a la vista pareciera muy pesada, pero Nina sujetaba como si de una pluma se tratara. -Esto es una copia del diseño original... basados en esos que tienes ahí- Suspiró un poco, otra ola de disparos se escuchó en los pisos superiores y yo comencé a inquietarme. -Se materializarán a tu voluntad ya que solo personas con el gen de materialización pueden usarlo. Es un paliativo mientras el sistema Otome funciona-

Sin mediar más palabras tomé ambos objetos y los deposité en mis muñecas. -Así que... solo debo materializarlos- Miré los brazales con respeto.

Desactivo nuevamente su lanza. -Ahora sígueme... no podremos entrar por el ascensor, la muchedumbre viene hacía aquí según lo proyectado- No había tiempo para preguntar, no tenía más opción que confiar y correr tras la pelinegra hacia el jardín. Llegamos a la zona trasera de la mansión, sin decir una palabra, me extendió la mano. -Agárrate fuerte, será un salto movido- Hice lo que me dijo.

Ella miró hacia arriba, posó mi mano en sus hombros, haciendo que me aferrara a su cuello y me rodeó por la cintura, cuando iba a cuestionar el hecho, dio un salto tan fuerte que llegamos a la altura de la ventana del segundo piso en un pestañeo. Tal como advirtió, la caída no sería amable, dado que su cuerpo golpeo contra los vidrios escudándome a mí y pronto nuestros pies tocaron el suelo. Sentí la lluvia de cristales rozarme la piel, pero eso no era importante. Nina me soltó, mirando donde estábamos. Tonos morados, cuadros familiares y una enorme cama con un aditamento de amarras en el espaldar de la cama.

-Es el cuarto de Tomoe- Susurré quedo, quería salir pronto de ahí.

-Por lo visto ustedes dos ya han consumado el matrimonio- Me pareció notar un dejo de enojo en su voz. -No sé a qué estás jugando Fujino... más te vale aclararte con mi hermana, y no es una petición- Gruñó por lo bajo acercándose a la puerta. De lo que pareciera un liguero perlado en sus bellísimas piernas, extrajo un 9 mm con silenciador. Definitivamente son muy sexys estas hermanas, que pena que no estemos para pensar en esas cosas.

Con sigilo natural nos movimos por los pasillos, hasta llegar a los balcones internos de la sala principal. Allí se veía a la gente huir despavorida y así mismo, una misteriosa criatura de color verde con la forma de una mantis bastante más grande, atacaba a Natsuki con toda intensión de matarla. Las demás se miraban impotente descargando su artillería sobre la bestia pero nada lograba dañarla.

-Orphans... esto es serio- Apuntó Nina, disparando desde donde estábamos solo para notar que en efecto las balas no hacían más que rasguños en la criatura. -Los escudos de hielo no lograran salvar a mi hermana por mucho tiempo- Hasta yo podía notar que Natsuki usaba una pequeña cantidad de hielo en las partes de su cuerpo que el filo de la mantis impactaba de forma casi imperceptible. El hielo se rompía, evitando que el filo penetrara hasta su carne.

-No puedo quedarme a mirar... Nina- Susurré analizando la situación.

-Yo tampoco- La pelinegra saltó sin preguntar, materializando la enorme lanza en el aire, y con ella obligó una evasiva de parte del animal. Natsuki cayó sentada al suelo en cuanto la batalla se traslado a Nina, sudaba copiosamente con la respiración muy agitada. Noté con angustia como se le notaba pálida y como algunos rasguños en su ropa no sanaban con la velocidad, que recordaba. Nao fue la primera en acudir con ella para quitarla del campo de batalla y dejarle la agotadora labor a Nina. Esta interponía su lanza marina entre ella y el Orphan. En una defensa perfecta, así como un ataque constante... una nueva danza de la muerte daba lugar.

-“La lámpara colgante”- Susurró en mi mente Kiyohime, centrando mi atención en el techo. -“Gracias”- Rápidamente calculé la posición del Orphan y Nina bajo el candelabro. Con el deseo de proteger aquello más querido para mí, dejé que mi añorada Naginata emergiera con una descarga eléctrica como en antaño cuando era Hime. -¡Salta atrás Nina!- Grité, antes de desplegar el largo de mi afilada arma sobre el soporte que adhería al techo el candelabro, este se rompió dejando caer la pieza de metal sobre la mantis e inmovilizándola por valiosos momentos. Yo salté desde el balcón para llegar con las demás, no dudé en llegar junto a Natsuki.

-Deberías haberte ido- Susurró orgullosa poniéndose de pie nuevamente y hasta fingiendo que no estaba para nada cansada.

-Natsuki olvida que yo siempre estoy pensando en ella...- Sé que recuerdas esas palabras, sé que no puedes ignorar lo que significan, yo siempre estoy preocupada por ti Natsuki ¿Por qué no puedes verlo?

-Para sus rencillas ex-conyugales tendrán tiempo después...- Negó con la cabeza Nao, mirando como un chico escuálido, intentaba por todos los medios liberar a la mantis que yo había apresado bajo el candelabro.

-No tan rápido...- Se puso de pie un hombre que bien pareciera más muerto que vivo. Con sus dedos presionó un cristal negro a la vista de todos, una gota de sangre fue absorbida por el extraño objeto.

-Tú deberías haber muerto Hatsuito- Dijo sorprendida Natsuki y en efecto ese hombre tenía un impacto de bala helada en el pecho. Por toda respuesta, el sujeto arrancó de si, el hielo junto con su camisa, mostrando una placa de metal en su pecho... un cyborg.

No hubo tiempo para pensar cuando un gran felino de color gris y negro, salía de un vórtice aparecido de la nada en el suelo. -¿Dos... demonios de ojos rojos?- Noté como la negra mirada del hombre cyborg se posaba sobre mí, y también sobre Mai que lucía como yo.

-No seas tonto... la verdadera acaba de delatarse al usar sus facultades con la Naginata- Desde la parte de atrás de una columna emergió una figura conocida, dedicándonos cruentas miradas de desprecio.

-Riota...- Susurré al verlo, el instinto no falla ¿Verdad? -“Nunca”- Afirmó Kiyohime, siempre vigilante de lo que aconteciera conmigo, seguramente ella me advirtió de él en el instante en que le vi por primera vez.

-No es nada personal Shizuru-san... pero los negocios son los negocios y tú no llegarás al altar con mi pequeña hermana- El mayor de los hijos de la casta Margueritte imitó en acciones a Hatsuito y pronto un agujero muchísimo más grande, comenzó a formar otra de esas criaturas. -“Corre”- Volvió a prevenirme Kiyohime.

No dudé en obedecerla. -Salgamos de aquí... ese Orphan será muy grande- Dije, tomando la mano de Natsuki. Corrimos hacia las ventanas mientras el edificio se estremecía incapaz de soportar el peso de la criatura que emergería desde las profundidades del suelo.

Las chicas dispararon para romper los grandes ventanales y que pudiéramos salir ilesas, mientras fragmentos de concreto comenzaban a caer desde el techo. Al mirar de soslayo cuando corríamos evadiendo los escombros, el cyborg liberó con fuerza sobrehumana a la mantis y tomó resguardo con su leonino Orphan bajo la coraza del enorme escarabajo que se formó en el salón. Saltamos por los ventanales justo a tiempo, notando como tras nosotras, más de la mitad de la mansión Margueritte sucumbía a la ausencia de sus columnas. La estructura colapsó, pero todas aguardamos con prudencia a nuestros perseguidores. Natsuki soltó mi mano y caminó hacía Nao, ante mis ojos la abrazó, para luego susurrar algo en su oído que yo no pude escuchar ¿Pretende que sienta celos adrede? De no estar en riesgo de muerte tendrías que dar muchas explicaciones Kuga.

-A la orden... y... err... lo que dije cuando estábamos a punto de morir, no hagas caso... estas buena pero no exageres- Musitó Nao sonrojada, alejándose de Natsuki. Sospecho que algo en mi mirada asesina le disuadió de permanecer más tiempo bajo el cobijo de su abrazo.

El enorme escarabajo caminó lentamente hacía nosotras. Algunos escombros cayeron al jardín a medida que el Orphan se movía, y debajo de él, caminaba parsimonioso Riota, siendo escoltado por los otros dos hombres, dueños de las otras dos criaturas. -¿Eso es todo lo que tienen Himes?-

-Solo estábamos tanteando el terreno Margueritte-san- Habló con sorna Natsuki. -Nao, Mikoto... les encargo a la mantis... Shizuru, Mai- Respingué al oír mi nombre en ese tono autoritario. -... ustedes entretengan al escarabajo... es prácticamente una tortuga- Tiene razón, es muy lento. -Nina... tú y yo vamos por el gatito... ¡Corales! Sirvan de apoyo a los grupos en desventaja- Materializó nuevamente sus armas, tomando una pose de combate. Solo entonces me percaté de que el iris de Natsuki oscilaba entre el verde y el azul gélido de los lentes de contacto. Era, como si sus iris se estuvieran congelando.

-Si... señor- Afirmaron como en el ejercito las jóvenes del escuadrón coral. Se filaron de pie una a una a nuestra espalda.

-Como digas jefe- Nao hizo un ademán y Mikoto solo asintió.

-Claro- Apuntaron Mai y Nina, yo apenas pude mover mi cabeza en afirmación.

-¿Cómo se atreven?- Se miraba indignado el tal Hatsuito. -... malditas mocosas- Masculló entre dientes iracundo un raro chico de lentes. Riota simplemente sonrió. -Kuraguetsu... aplástalas-

Mai y yo nos miramos un segundo antes de correr cerca del gigantesco escarabajo. La copia de mí se detuvo antes que yo para disparar en lo que parecieran los ojos del Orphan, aunque muchos tiros golpearon el caparazón, algunos lograron quemar alguna zona sensible de la criatura, pues un sonido espantoso salió de las que podrían decirse sus fauces. Yo salté esquivando los disparos del arma de Hatsuito, para extender las cuchillas plegables de mi Naginata cual látigo sobre su caparazón. Golpe a golpe la criatura no pareciera inmutarse y cada vez me costaba menos atacar y evadir los disparos del hombre cara cortada.

-¡No te metas con ella!- Una joven castaña de ojos azules y un raro peinado de hormiga, comenzó a dirigir sus ataques sobre el cyborg, librándome de su molesta atención. Ella y él comenzaron a batirse entre disparos, no era de negar que esa chica contara con una insospechada velocidad y agilidad.

Sin perder la concentración continué golpeando el armazón, siendo resguardada por Mai, cuyos disparos se tornaban más certeros con el paso de los segundos. Al mirar a otros flancos entre saltos y piruetas que me permitieran alcanzar la altura necesaria para atacar. Noté que Nao, usaba sus hilos de una forma diferente, no cortaba a la mantis, simplemente la hacía tropezar, para que Mikoto usara su contundente espada sobre ella. En principio los golpes causaron rasguños, después pequeñas hendiduras y finalmente, el último golpe de gracia ejecutado por la ya no tan pequeña Minagui, atravesó el cráneo de la criatura. Un aullido ensordecedor vino con la muerte del Orphan, no solo por el último lamento de la mantis, también lo fue de su dueño. El hombre de lentes se estremecía de dolor, como si acabara de sufrir un paro cardíaco. A la vista de todas, el Orphan y su portador se evaporaron en el aire, entre brillos verdes... como lo hicimos una vez en el pasado Natsuki y yo.

-¡Funcionó Kuga!- Gritó victoriosa Nao, sonriéndole a mi amor y a pesar de continuar disparando, mientras Nina confrontaba más de cerca al felino con su prominente lanza, Natsuki le devolvió el gesto con camaradería a Nao. En efecto, no me agrada esto. Impacté con más fuerza el mismo punto en el escarabajo, abriendo una ínfima fisura en la parte inferior de su exoesqueleto.

-Mai... dispara en el mismo punto- Con mis golpes había notado que el Orphan era más blando por debajo, donde el caparazón no lo protege. La aludida no tardo en hacerme caso, enfocando sus disparos de fuego en la fisura que yo había creado. Di algunos saltos atrás, mientras Riota perdía la calma ante la muerte de sus amigos, si es que lo fueran.

Lo miré con lastima, si tan solo entendiera que el poder siempre implica un sacrificio, un Orphan no puede vivir con la voluntad de un dueño sin que se pague algo a cambio. Los Orphan del carnaval, tenían voluntad propia y solo seguían las ordenes de Nagi, eran casi sus mascotas. Sin embargo para controlarlos, una persona hace un pacto de sangre a través de ese raro cristal negro. Entonces, vencido el Orphan también será vencido el portador. Pronto Nao y Mikoto se nos unieron, dirigiendo todos sus ataques al mismo punto. El restante escuadrón, compuesto por chica de cabellos naranjas y una rubia... ¿Esa no es la chica del restaurante? ¿Qué hace aquí? Erstin Ho, claro... la mesera de aquel día y la persona especial de Nina por eso hablo con tanta familiaridad a Natsuki ese día.

-“No es momento de descartar rivales... Nataru está...”- Volvió a hablar Kiyohime con voz preocupada.

-Arrggg- Escuchamos un gemido de dolor venir de una voz que yo conozco. Acompañado del grito de Nina. -¡Hermana!- La joven de traje chino había interpuesto su lanza entre ella y las fauces babeantes del felino. Mientras Natsuki se revolcaba en el suelo con cierta agonía. Lo deje todo, para correr a su lado.

-¡No me toques!- Gritó mi Natsuki con agonía, mucho antes de que pudiera estrecharla entre mis brazos. Contuvo sus gemidos, y trató de moverse menos mientras retiraba con mucha dificultad su chaleco, pero en cuanto acercaba mis manos a ella, se revolcaba en el pasto alejándose. ¿Natsuki por qué?

-¡Es ácido!- Advirtió Nina, reteniendo con fuerza sobrehumana al oscuro felino. La lanza en las fauces filosas manchaba con un líquido verde el metal, destruyendo poco a poco el tamaño y filo de la querida Neptuno de Nina. Esta se cuidaba de no ser salpicada, pues al contacto con el líquido, se derretían las plantas y se envenenaba la tierra, formando en él un agujero.

Al fin noté que el chaleco de Natsuki estaba corroyéndose ¡Sobre ella! Sin importar lo que dijera, rauda lleve mis manos a la prenda y a pesar del inmediato dolor que sentí quemarme la piel, le ayudé a retirarse la chaqueta de encima con prontitud. Suspiré aliviada, al notar que mi Natsuki respiraba un poco mejor, sin embargo una punzada de agonía llegó a mi pecho, cuando pude apreciar las heridas que aquel corrosivo liquido le había causado a su espalda sangrante. Una ira como ninguna otra abrumó todos mis sentidos, estreché con fuerza la vara de mi Naginata -Alguien morirá este día- Susurré sintiendo mi voz, ser acompañada por la de Kiyohime, cuyo dolor y cólera compartía, como si fuésemos una. Nao fue la primera en arribar, dejé a Natsuki en sus brazos. -Cuídala con tu vida... si algo le pasa a mi Natsuki, tú serás la siguiente en morir- Dijimos con un tono muerto de emociones. Kiyohime y yo solo podemos ser una cuando la sed de venganza supera todo juicio o razón, y este es precisamente ese momento.

-Shi...Shizuru- Susurró quedo mi Natsuki, deslizando sus manos hasta mi muñeca, antes de que me fuera a ayudarle a Nina.

-Ara... mi amada no debe sobresforzarse más, es momento de descansar Nat...Su...Ki- Susurramos gentiles, pero ella dejó vagar sobre mi mano una corriente refrescante que supo aliviar el dolor en ella. El hielo se derritió tan rápido que pude notar como neutralizaba el ácido antes de que profundizara en demasía. Repitió el proceso con la otra herida, antes de dejar caer su cuerpo agotado en un sopor. Nao simplemente asintió silenciosa. Con lágrimas mudas en mis mejillas, me dí la medía vuelta para mirar a nuestros opositores.

-Están muy equivocadas si creen que nuestros Slave tienen tan escasas cualidades, Akio se confió... pero yo no cometeré el mismo error- Dijo Riota recuperando la confianza en sí mismo. -Ahora verán de que es capaz mi Kuraguetsu- Enfocó su concentración en el cristal y este brillo con un aura morada. El enorme Slave, separó su coraza dejando a la vista de todas, una cola extensible que no tardó en arremeter contra las chicas, quienes por poco esquivaron el ataque. Sus palabras resbalaron en mí, así como sus actos, las demás entretendrían el suficiente tiempo al escarabajo de Riota, eso es todo lo que necesito, un poco de tiempo.

Sin embargo la risa de Hatsuito supo encender la sed que carcomía en mi interior. Él había logrado herirle una pierna a la joven que me ayudara antes, ahora sería mi nuevo objetivo. Use mi Naginata para enredar su brazo, evitando que propinara el golpe de gracia a la castaña en el suelo. Con un pequeño giro de mi muñeca, aquella extremidad fue cercenada. Sonreí divertida al ver como aquel hombre cyborg, se lamentaba de sus heridas como un niño. Repetí la misma acción con su otra mano, aquella que sostuviera el cristal negro fue destrozada en fragmentos tan pequeños, que la sangre de Hatsuito se desperdigo por el suelo. -Sin un dueño, el Slave no existe... un error en su simbiosis... debo matarte para que el Slave muera irremediablemente... no creas que solo lo hago porque lastimaste a mi Natsuki, lo cual ya es imperdonable. Heriste también a esta jovencita, lastimar a las chicas es malo, muy malo... quizás deba una mujer darte una lección que te llevarás al otro mundo-

No puede ser siquiera nombrada la tortura a la que le sometí, privándole con placer de cada miembro, quemando y hasta cauterizando el sangrado para que no muriera tan pronto. Más no me importaba otra cosa, que hacerle vivir el infierno a Hatsuito por haber osado tocar la joya más preciada en mi mundo. Sin piedad, destrocé los mecanismos eléctricos en su pecho, allí donde el dolor de las heridas y la falta de aire le mató con la lentitud que yo lo deseaba. Al girarme, noté como Nina aprovechó la ausencia del portador. Con lo que quedaba de su lanza, como si ejecutara la estocada final de un torero, insertó el filo en las fauces del Slave en un sentido horizontal. Si la coraza es dura por fuera, más débiles y blandas serán las criaturas por dentro. Y aunque la lanza de la menor de los Blan solo se introdujo hasta la mitad, con una patada al mejor estilo del Karate, empujó a fuerzas a Neptuno hasta acabar con las entrañas del lastimero y deforme felino. Así el agonizante Hatsuito y su aberrante creación se evaporaron en el destello esmeralda de pequeños ases de luz.

Una fuerte corriente de aire me empujó al suelo, manchándome para mi desagrado con la sangre derramada por Hatsuito, pues esta no se evaporó con él. Al volver la vista atrás, noté con asombro que el endemoniado escarabajo contaba con unas membranas que hacían las veces de alas. Sobre el Slave, Riota se elevaba en el cielo nocturno y nos miraba con desdén, como se mira a las hormigas en el suelo. Aquel era el más difícil de todos, sin poder volar nosotras estábamos en una sería desventaja. Rasgué la manga de mi chaqueta y con ella realicé unos vendajes improvisados para detener el sangrado de la castaña que me miraba entre aliviada y asustada. De soslayo miré a Nao, que vigilaba preocupada las irregulares respiraciones de Natsuki, por los dioses... estar en esta situación y no poder llevarla a un centro médico con la urgencia que su estado lo requiere.

-¿Puedes ponerte de pie?- Le pregunté mirándola a los ojos azules. Me di cuenta que con mi cólera saciada, Kiyohime había retornado a su estado habitual en mi interior. Aunque aún podía sentir claramente su preocupación por Natsuki.

-Si... Shizuru-sama- Se levantó en el acto. -Me llamo Arika Yumemiya...- Dijo apenada, cojeando.

-Pide ayuda a una de tu escuadrón, por el momento corres demasiados riesgos quedándote aquí- No es como si yo perteneciera a Garderobe, pero es claro que para ellas representaba una fuente de autoridad literalmente equivalente a la de Natsuki. Dada la orden, la chica de cabellos naranja, así como la rubia Erstin, llegaron a auxiliarla.

-Se los encargamos... Shizuru-sama- Dijo Erstin antes de marcharse llevando consigo a Arika.

Decidida a encarar la situación, me uní al grupo de Nina, Mai y Mikoto. Nada más llegar tuvimos que arrojarnos al suelo, para no ser arrastradas por el Slave de Riota, quien desde las alturas, bajaba solo para depositar su martillo, destrozando la tierra y todo a su paso. -Así somos blanco fácil y sin mi lanza no puedo hacer ataques a distancia- Golpeó Nina el pasto con impotencia.

-Mi Naginata no tiene suficiente alcance y si nos ataca muy bajo, podría desviar los filos sobre nosotras- Afirmé yo, exponiendo la situación.

-Mi lanzallamas se dispersa con el viento y podría quemarnos a nosotras mismas si me equivoco- Apuntó Mai.

-Mis cortes son de viento, ocurrirá lo mismo que con todas- Añadió Mikoto.

-¡Ahí viene!- Escuchamos el grito de alerta de Nao, desde el comunicador de Nina. No me había dado cuenta pero Nao y Natsuki se habían movido bajo unos matorrales, ocultas de la vista de Riota. Dado que ellas serían su blanco más fácil... gracias Yuuki.

-Sepárense y ataquen como puedan cuando baje- Gritó Nina corriendo en la dirección opuesta a nosotras, acorde a ello todas nos separamos como si tomáramos posición en un punto cardinal diferente cada una. En cuanto el Slave bajó junto con Riota, me concentré en lanzar el filo de mi Naginata, contra las extremidades del animal, logrando cortar una de ellas. El gutural sonido del escarabajo, me dio la buena noticia de mi acierto. Desde lo alto Riota volvió a medir sus posibilidades, pues comenzó a tardar en repetir sus embestidas.

-Cuando baje... no duden en quemarle las extremidades... o las alas- Dije fuerte y claro sabiendo que el imbécil de Margueritte no podía oírnos desde lo alto.

Vimos venir la siguiente arremetida de Riota y su Slave. Acorde a mis órdenes, Mai, Mikoto y hasta Nina con su arma, enfocaron sus ataques en el punto que yo señalé. Sin embargo, nadie imagino que además de la alargada cola de martillo del escarabajo y su coraza indestructible. Este pudiera condensar truenos a través de las antenas en su cabeza y dispararlos por medio del enorme cuerno que hacía las veces de su nariz. Una tremenda descarga vino sobre mí, salte lo más rápido que me lo permitieron las piernas, pero el rayo impacto cerca de mí, provocando una tremenda explosión que me mando a volar algunos metros. Caí al suelo sintiendo por primera vez, demasiado pesado mi cuerpo.

-¡Shizuru!- Dijeron a coro y llenas de angustia las demás.

-¡No se acerquen!- Grité como pude tratando de recomponerme. Seríamos un blanco fácil... obedecieron con reticencias. Me puse de pie solo para hacerles creer que todo estaba bien, pero la cabeza me daba vueltas y el cuerpo apenas me obedecía. Levanté la cabeza, solo para notar como Riota pretendía volver a embestirme con su ataque eléctrico, esta vez, prepare mi Naginata para el último ataque. Solo un movimiento, preciso, rápido y Riota Margueritte viajará conmigo de paseo al infierno.

-¡Evasión Shizuru!- Gritó Nina al comprender mis intensiones, mas yo solo le sonreí de soslayo, agitando mi Naginata. Calculando cada metro que acortaba la distancia entre mi enemigo, su Slave y yo. Arrojé con fuerza el filo extensible y con un suave giro de la muñeca produje una curva con dirección de Riota. En cuanto logré derribarlo del escarabajo, cerré los ojos esperando la embestida, pues ya no tenía fuerzas para quitarme de en medio. Sentí como era empujada, el rayo explosionando cerca y el impacto en el suelo, sobre algo blando.

-Eso fue suicidio Fujino- Musito una voz seria. Al abrir los ojos, note un par de gemas rojas y unos cabellos rubios... era, Shura Wong. La mujer me ayudo a tomar asiento en la hierba, mientras las demás intentaban acercarse a Riota, siendo que él estaba desorientado tras la caída. Su Slave actuaba de la misma forma errática en el aire y atacaba en todos sentidos, imposibilitando la tarea de apresar a su dueño.

Contra todo pronóstico, pude ver de pie a mi Natsuki bastantes metros más lejos, en la no tan apropiada compañía de Nao, se las notaba en una pose muy comprometedora. En la mano derecha de la Hime del Hielo, las armas cromadas se fusionaban en un prominente cañón, mientras el rayo eléctrico del Slave golpeaba a unos tantos metros de ellas, generando corrientes de viendo y explosiones, que a Nao le costaba soportar. Note que la ex dueña de Julieth, había incrustado sus hilos en el suelo para soportar el embate, y así sujetar con su brazo la cintura de Natsuki desde la espalda. -Cargar cartucho de plata....- Grito Natsuki con sumo esfuerzo. La electricidad y el cómo se congelaba el suelo bajo sus pies lastimando incluso a Nao, me dio a saber que aquel no era un ataque común. En medio de aquella rara mezcla entre celos y angustia, solo podía preguntarme qué detenía el disparo. -“Solo tiene una oportunidad, Natsuki está al borde del colapso... si falla, entonces todo estará perdido... ella está usando el poder de las nanomáquinas”-Escuché la voz cauta de Kiyohime, como se intentara ocultarme algo. Pero algo en mi mente hizo clic, entendiendo por fin lo que pasaba. -Esta... esperando que el escarabajo se acerque- Susurré por lo bajo, levanté la vista y encontrando fuerza en mi interior, empujé a Shura, me puse de pie y comencé a correr con todo hacia ellas.

-¡Hija no!- Escuché el grito de mi madre a mi espalda, ella venía corriendo tras Shura y estaba preocupada, pero hice caso omiso de todo. Yo atravesaba sin ningún temor las zonas destrozadas por el ataque, ante la mirada incrédula de todas. Corría porque lo más importante en mi vida estaba a punto de evaporarse entre mis dedos.

Odie al destino, incluso a Kiyohime por no advertirme de aquella loca idea, cuando al final, el rayo frente a mis ojos, golpeo directamente a Natsuki y Nao electrocutándolas sin piedad. El grito de 'Fuego' en la voz de mi amor, hizo emerger un as de luz azul tan intenso que me empujo hacía atrás junto con la ola de choque. Mi cuerpo se elevó en el aire, dejándome ver como aquel último disparo golpeó de lleno al escarabajo, cuyo cuerpo se congeló en cuestión de segundos. El inmenso Slave cayó a la tierra despedazándose en numerosas estalactitas de hielo. Pero yo quedé tirada en el suelo, con lágrimas en los ojos, mirando el firmamento y una enorme estaca de hielo clavada a unos cuantos centímetros de mi cara. -Natsuki Baka- Dije quedo entre gemidos de dolor. Riota a lo lejos acompañó mi agonía, con su muerte, pues su Slave había sido eliminado.

Tenía miedo de mirar, horror por decir lo poco. Mi madre llegó a mi lado y las demás pasaron de largo con caras espantadas. Shizuma miró mis ojos vacíos de esperanza con espanto, me movió como se mueve a un maniquí, acunándome en sus brazos y acariciando mi cabello. Al mirar al sitio donde antes hubieron estado Natsuki y Nao, solo venía una tremenda montaña de hielo resquebrajada. Con los segundos, el Slave tomo la forma vaporosa ya tan conocida, descubriendo dos cuerpos bastante magullados.

Mis ojos se abrieron, así como mis pupilas temblaron, al notar que tan pronto como el peso del Slave desapareció, una barrera de hielo se resquebrajó dejando ver de pie, a Natsuki y a Nao en la misma posición que recordaba, con la diferencia de que el cañón había desaparecido. Ambas mujeres se dejaron caer de rodilla en el suelo, respirando agitadas. Pero aún en aquella situación Nao no soltó a mi Natsuki, continuaba abrazándola en la cintura desde la espalda, con la barbilla en su hombro y suspirando en su oído. Tan adherida estaba que bien pudiera estar viendo ante mis ojos, salvo por la ausencia de música, eso que llaman hacer el amor con la ropa, la sangre quemaba en mis venas, producto de los celos. Muy a mi pesar a Natsuki no pareciera incomodarle en lo más mínimo la presencia tan cercana de Nao. Tense la mandíbula y mordí mi labio para no reclamar, pues se bien no estoy en la mejor postura para hacerlo.

-Nao...- Susurró quedo Natsuki tan roja como un tomate, lo cual supo encresparme aún más los nervios.

-¿Si Kuga?- Decía el doble de cansada la pelirroja. Sin notar que yo estaba de pie justo frente a ellas. No me pregunten en qué momento llegué junto a ellas y mi aura asesina comenzó a llenarlo todo. Realmente ni siquiera yo lo sé.

-¿Estás bien?- Dijo sin levantar la cabeza mi Natsuki, quizás encontraba una agradable vista de mis zapatos llenos de tierra y pasto.

-Si, eso creo- Decía tan cómoda la endemoniada pelirroja que...

-Entonces quítate de encima- Pero no había molestia en la voz de mi amada.

-Ojala pudiera... la verdad es que tengo congelado todo el cuerpo y siento agujas en todas partes. Con la descarga que casi nos mata, no soy capaz de separar mis dedos en tu cintura, mucho menos ponerme de pie- Decía como si nada la chica, quizás atontada. -Verás que detesto estar tan pegada a ti... pero no tengo más remedio-

-Ara, como si estar tan pegada a mi Natsuki fuera una tortura taann grande- Dije con toda ironía, mirando de malas maneras a las dos.

Pero ella no hizo ninguna clase de comentario. Las manos de Natsuki comenzaron a despegar los dedos de Nao, mientras esta última toleraba el dolor que ello le suponía. Una vez libre del agarre, se puso de pie dándome la espalda para levantar a la pelirroja. Ahora de cerca la vista de su espalda era en verdad lamentable, la piel manaba sangre oscura, como si las maquinas en su interior, expulsaran un veneno o algo parecido.

-Casi... me rompes los dedos- Dijo Nao permitiendo que su líder de escuadrón le ayudara a levantarse. -¿Estás loca?-

-Si no los movías, corrías el riesgo de perderlos... ahora la sangre circula en ellos, en breve podrás moverlos, así recuperarán más rápido su temperatura normal- Dijo como si nada.

-¿Tú estás bien?- Había algo extraño en la forma de mirar de Nao, porque ella podía ver algo que yo no.

-La descarga del rayo evitó que me petrificara, el cañón absorbió la mayor parte de él y yo otro fragmento- De nuevo esa voz, sentí erizarse mi piel... pero no de la forma habitual. -Es una forma de decir que estoy bien-

-Claro- La pelirroja se sostuvo de pie a sí misma, sus dedos se posaron sobre la mejilla de Natsuki, pero ella no se movió ni un ápice, como si aceptara aquella muestra de afecto ¿Qué está pasando? En el fondo estaba ahí sin poder decir o actuar, cuando aquel ardor en mi pecho se incrementaba a cada segundo.

Quise dejar de mirar, y al observar a mi lado, noté como todos guardaban silencio, como si estuvieran sumergidos en sus propios pensamientos. Toda aquella aparente paz, se vino abajo cuando la voz chillona de Tomoe pronunciando mi nombre, junto a un fuerte abrazo que le causo dolor a mi magullado cuerpo. Al mirar de soslayo, pude notar como Suichiro caminaba hacia nosotras, rodeado por un grupo de hombres y mujeres armados, replegándose por todas partes. Atrás de él, venían Reito, mi padre, Shion incluso la familia Margueritte. Riota está muerto, es lo primero que azolá mis pensamientos cuando Tomoe levantó su cabeza de mi pecho para mirarme.

Cerré los ojos, abandonándome para no responder esa pregunta, pero no la hizo. -Shizuru... estas muy lastimada- Tomoe sujetó mi mano levantándola a su vista, para apreciar la piel descarnada que aún continuaba sangrando. Cuando posé mis ojos sobre los suyos, una ira inconmensurable habitó en ellos.

-Es insignificante, se ve más mal de lo que en verdad es- Mentí, pero Tomoe ya no estaba sujetándome, se movió contra Natsuki cuyos cabellos cubrían la extensión de casi todo su rostro. Al fin lo noté, su broche de trueno ya no estaba sobre su cabeza y por más que agudizara la vista, no lograba ver su rostro entre la maraña de cabello.

-¡Tú...!- Musitó molesta mi prometida mirando a Natsuki. -¡Se suponía que protegerías a mi Shizuru Onesama y mira como esta...!- Tomoe estaba en verdad irreconocible, tomó del cuello de la camisa casi desecha a Natsuki.

-¡Tomoe!- Dije con enojo sujetando su hombro. ¿Acaso no ve que ella está peor que yo? Antes de que yo pudiera alejarlas una de la otra, Tomoe gimió de dolor, elevándose a unos 10 cm del suelo, con una mano sujetándola por el cuello.

-Estoy cansada de ti...- Esa voz... - “Es... el monje”- Susurró con cierta aprensión Kiyohime. - “Puedo sentir su ira y su decepción... aumentar cada segundo”- Las demás intentaron que Natsuki soltara a Tomoe quien cada vez se ponía más pálida por la falta de aire. -Te mataré... solo por cruzarte en mi camino- Ejerció aun más presión sobre la chica, ella comenzó a forcejear y patalear.

-Suéltala Natsuki- Nina intentó aflojar la mano de Natsuki sobre el cuello de Tomoe sin mucho éxito. Así mismo Mai intentó sujetarla, mientras Mikoto procuraba bajarle el brazo. Tres personas y ninguna pudo moverla un poco, como si fuera un árbol clavado en la tierra. Los Margueritte gritaban histéricos mientras los demás observábamos sin creer del todo lo que pasaba.

-Hija...- Suichiro quiso intervenir, pero Natsuki apenas y deposito los pies de Tomoe en la tierra, sin soltarla. Una pequeña corriente de aire frío, movió sus cabellos, dejando ver apenas uno de sus ojos. Ojos que podían congelar el alma con solo mirarlos, eran prácticamente como un glaciar.

-¿Esto es lo que quieres... no es así Kiyo?- Me habló a mí, pero se refirió a la persona que habita en mi interior, aflojando un poco los dedos mientras Tomoe tosía tratando de zafarse. Las demás habían desistido y había tomado una prudente distancia atemorizados.

-No quiero que manches tus manos otra vez- Respondió Kiyohime con mi voz. -No puede terminar bien lo que mal principia...-

Natsuki, simplemente asintió librando por fin de su mortífero agarre a Tomoe. Sus padres corrieron a abrazarla en el suelo. -¿Qué pasa contigo maldita loca?- Dijo la hermana mayor.

-Otros han muerto por menos... Kagura Margueritte, no querrás medir mi paciencia porque es muy corta- Esa voz sin emociones, como si se tratara de una persona muerta. Antes de volver su vista sobre mí. Me paralicé, pero Kiyohime mantuvo la serenidad por mí. -¿Esta es la persona que elegiste? Tan débil, tan... frágil, capaz de romperse como una hoja seca-

-Si lo afirmo, ¿No la matarás?- Preguntó con duda mi alter ego.

-No podría osar herirte de esa manera...- Me pareció ver una tenue sonrisa en ese rostro que si bien era el de mi Natsuki, ya no pareciera serlo por completo.

-Entonces lo es- Sentenció Kiyohime con tanta amargura, como si sus palabras estuvieran despedazando su interior.

-Mientes muy mal, aunque ella está impregnada de ti Ki...yo...hime- Una lágrima se deslizó por su barbilla mientras aquel glacial en su mirada, se diluía dejando a la vista el hermoso tono verde que yo conocía. Toda la fuerza, o la terquedad del 'monje', se marchó con su aura apagándose, al igual que una repentina tos sobrevino sobre ella. Se inclinó tosiendo gotas de sangre que manchaban su boca. Los demás reaccionaron olvidándolo todo, Suichiro llamó con urgencia a los paramédicos de Garderobe y las ambulancias. Estas arribaron en cuestión de segundos, los subieron a todos en los autos, a las que más lastimadas estábamos en helicópteros ambulancias, los demás nos encontrarían en la sede principal.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por demás interesante y pesaroso, no tardes porfa...

Anónimo dijo...

este es uno de los fic m,as interesantes no puedes dejar de continuarlo rapido me encanta sigue asii

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