15
Aquella noche, Shizuru llegó al lago a la diez y media. No
tenía previsto llegar tan temprano, pero no había sido capaz de permanecer ni
un minuto más en su casa. Le atraían el aire fresco de la noche, los ruidos
nocturnos y los olores húmedos del bosque.
Ella llegaría en menos de dos horas. La mujer que iba a ser
su amante. Y se embarcaría en la aventura más emocionante de su vida. Con una
mujer que para ella se había vuelto muy importante; una mujer por la que
innegablemente sentía algo... muy profundo.
Cerró los ojos y notó que el corazón le palpitaba desbocado,
tal como le había sucedido durante toda la jornada. ¿Cómo sería? “Maravilloso.
Como todo lo que ya has compartido con ella, sólo que más”. Sintió un calor
intenso al recordar su contacto, sus besos, su forma de mirarla. Lanzó un
profundo suspiro; ella ya le había hecho sentir cosas desconocidas, y de ese
modo le había despertado el deseo de sentir más. Lo único que esperaba era que
su falta de experiencia no empañase la relación entre ambas.
Fue caminando hasta su lugar favorito, una pequeña cala
oculta por un afloramiento rocoso y altos matorrales. Se sentó sobre una piedra
grande y plana y fijó la vista en el agua. Aquel frescor era como un bálsamo
para su piel acalorada.
Se quitó los zapatos y las medias. Al ver que no soportaba
pasar un minuto más paseándose por su habitación, había cogido una camisola de
más y había salido en dirección al lago, pues sabía que nada la aliviaba tanto
como un chapuzón. Tenía tiempo de sobra para secarse y volver a vestirse antes
de que llegara ladi Kruger.
Se deshizo del vestido y lo dejó cuidadosamente doblado encima de la piedra. Se quitó las gafas y las puso con esmero dentro de un zapato. Después cubierta sólo con la camisola, penetró en el agua fría hasta que le llegó a la cintura. Aspiró el olor a tierra mojada y exhaló un suspiro de satisfacción. Acarició con las manos la superficie de cristal al tiempo que cerraba los ojos y se movía en círculo, permitiendo que aquella serena quietud le relajara los músculos y la fuera calmando.
De pronto oyó el chasquido de una rama. Abrió los ojos de
golpe y se volvió hacia el ruido. Entonces vio una mancha borrosa de pie en la orilla.
El corazón le dio un brinco, pero antes de que pudiera decir nada, llegó a sus
oídos una voz suave y profunda:
- Al parecer, las dos nos hemos adelantado.
Natsuki quedó paralizada, de pie en la recogida cala, al
verla en el lago con el agua hasta la cintura, vestida sólo con una camisola y
con el resplandor de la luna en los hombros. Había llegado temprano, pues no
había sido capaz de permanecer más tiempo en su casa pensando en Shizuru,
deseándola. Esperaba que ella acudiese con unos minutos de adelanto, pero no
había imaginado... aquello. Era como si los dioses le hubieran puesto allí
mismo su fantasía, como un festín.
Sin apartar la mirada de Shizuru, se quitó la chaqueta y la
dejó caer al suelo. A continuación, se desanudó la pajarita y se la quitó también.
Luego, sin la menor vacilación, se metió en el agua sin detenerse hasta que
estuvo delante de ella, que a miró sin pestañear con una expresión de
perplejidad y sobresalto.
Natsuki le cogió las manos y bajó la cabeza hasta que ambas
frentes se tocaron.
- Confío en que ya no me verás borroso.
Shizuru negó con la cabeza e hizo chocar las dos narices.
- No. Pero has echado a perder tu ropa. Y tus botas.
- Tengo más.
Natsuki se inclinó un poco hacia atrás para absorberla con
la mirada. Llevaba el pelo sujeto con una sencilla cinta. Sus ojos parecían enormes
y en ellos se veía una mezcla casi sobrecogedora de turbación y anhelo. Parecía
temblarle la boca, y Natsuki experimentó el impulso de tocarla, de besarla, con
una intensidad tal que estuvo a punto de lanzar un gemido.
Puso las manos de ella sobre su camisa mojada, a la altura
de los hombros.
- Me han dicho que has nadado en este lago –susurró.
Por el semblante de Shizuru cruzó una expresión de
vergüenza.
- Los chismosos suelen fijarse en lo que ellos consideran
una conducta excéntrica. Estoy segura de que tú te escandalizaste como Dios
manda.
- No. Me sentí fascinada. –Su mirada se posó en sus senos,
que pugnaban contra la delgada tela de la camisola-. No te haces idea de cuántas
veces te he imaginado así. Mojada. Esperándome.
- ¿En serio?
- Sí –“Casi constantemente”
Le pasó un dedo por la mejilla, el mentón y el cuello,
observando las emociones que fueron desfilando por sus ojos. Todas las
preguntas que pudiera haber albergado al contemplarla así, inmóvil, deseando seguir
adelante según lo previsto, se evaporaron al ver el deseo que había en su
mirada.
La mano continuó su lento recorrido rozando la garganta y después
deslizándose hacia abajo para acariciar la curva del seno. Ella dejó escapar
una leve exclamación, y entonces Natsuki recogió agua en sus manos y dejó caer
un fino chorro sobre su hombro. Uno de aquellos reguerillos resbaló hasta el
pecho. Hipnotizada, repitió varias veces la operación dejando escurrir el agua
entre sus dedos sobre la piel de Shizuru, iluminada por la luz de la luna.
- Allí donde te toca el agua –le dijo con suavidad-, tu piel
relumbra como la plata.
Ella se aferró a su camisa.
- Según la ley de Newton –murmuró con un hilo de voz-, a
toda acción le sigue una reacción igual pero opuesta.
- Ah. Por eso cuando yo te toco así... –ahuecó sus manos en
la plenitud de sus pechos-, ¿cuál es tu reacción?
- Un..... Estremecimiento.
- ¿Y cuando hago esto...? –Acarició los pezones a través de
la camisola mojada y tiró suavemente de ellos al tiempo que amoldaba la blanda carne
a sus palmas.
- Oh, Dios.... –Ella echó la cabeza atrás y dejó escapar un
largo gemido-. Un temblor. Por todas partes.
- ¿Y esto? –Lentamente le deslizó los tirantes de los
hombros para dejar al descubierto sus pechos altos y redondeados, de pezones erectos.
- Se me olvida respirar.
Natsuki se sintió traspasada por el deseo, afilado como un
cuchillo .Con un ronco gruñido, bajó la cabeza y comenzó a lamer delicadamente
uno de aquellos pezones enhiestos, después el otro. Ella se retorció, todavía
asida a su camisa como si fuera un salvavidas. Tras deslizar un brazo alrededor
de sus caderas y sostenerle la cabeza con el otro, la inclinó hacia atrás y
atrapó un pezón con la boca. La acarició con los labios y la lengua, paladeando
su piel de satén, recreándose en la rápida inspiración que hizo ella, seguida
de un profundo gemido que la excitó aún más. Su mano se deslizó hacia abajo,
hasta sus redondos glúteos, para apretarla más contra ella, presionando su
blandura.
En ese momento la inundó un torbellino de deseo y perdió
toda noción de tiempo y espacio. Resonó en su mente aquel “mía, mía, mía” mientras le iba bajando la camisola con los
dientes. Recorrió con los dedos la piel que iba revelando, al tiempo que dejaba
un rastro de besos ardientes por su cuello, hasta fundir la boca de ella con la
suya.
Sintió la sangre correr por su venas y latirle con fuerza en
los oídos. Ninguna mujer, jamás, le había sabido así: tan dulce, tan caliente y
sedosa, tan deliciosa que le parecía poder besarla durante días sin saciarse.
Exploró todos los cálidos secretos de su dulce boca memorizando cada textura,
mientras sus manos vagaban cada vez con mayor urgencia por su espalda.
Necesitaba aminorar el ritmo, saborear cada uno de sus
gemidos, pero, tal como había sucedido antes, ella la privó de toda sutileza.
No había previsto hacerle el amor por primera vez de pie en el lago, pero al
parecer no podía parar; diablos, ni siquiera era capaz de frenar un poco. El
corazón le retumbaba igual que un martillo. Era como si su propia piel hubiera
encogido dos tallas y estuviera a punto de estrangularla. Deseaba, necesita
sentir las manos de Shizuru en su cuerpo.
Se apartó y aspiró una profunda bocanada de aire.
- Tócame, Shizuru. No tengas miedo.
Los ojos de ella brillaron de incertidumbre.
- No sé qué tengo que hacer. No quiero disgustarte.
Natsuki se hubiera echado a reír si le hubiera sido posible.
- No es muy probable que ocurra eso. –Se desabotonó
rápidamente la camisa que ya se ceñía a sus propias curvas por el agua y a
continuación se pasó la mano de ella por los pechos. Un gemido surgió de su
garganta. Soltó su mano y le dijo: -Hazlo otra vez.
Ella le acarició y notó cómo se estremecían los músculos
bajo aquel leve contacto.
- ¿Te gusta? –le preguntó, extendiendo los dedos sobre su
piel, con los ojos iluminados por la sorpresa admirando aquellos pechos bien
formados y su fuerte abdomen.
- Dios, sí.
Cada vez más audaz, Shizuru acaricio los pechos amoldando
sus manos a la tersa piel, imitando los movimientos de Natsuki instantes antes.
- ¿Cuál es tu reacción cuando hago esto? –indagó
Natsuki necesitó de toda su voluntad para quedarse quieta y
permitir que la explorase.
- Me late con fuerza el corazón.
Shizuru le acarició los pezones.
- ¿Y eso?
Ella se movió ligeramente y soltó un leve gemido que había
luchado por abandonar su boca.
- Me excita.
Shizuru abrió unos ojos como platos. A continuación, Natsuki
le tomó una mano y la deslizó sobre sus pechos y abdomen, y luego la sumergió
en el agua y apretó contra su entrepierna.
- Tú me excitas. De manera inequívoca, casi insoportable.
Hay muchas palabras con i para
describir el efecto que ejerces en mí.
Los dedos de Shizuru se hundieron en la intimidad de Natsuki
quien apretó los dientes al sentir una oleada de placer. Aguantó con dificultad
aquel dulce tormento mientras ella la recorría con los dedos, descubriéndola a
través del pantalón. Su mirada permanecía fija en la de ella y Natsuki vio cómo
absorbía todo lo que ella sentía, junto con el candente deseo que ardía en sus
propios ojos.
Sin apartar la mirada, se desabrochó los pantalones. Shizuru
hundió sus dedos entre sus pliegues desnudos con los dedos, lo cual le cortó la
respiración. El agua fría no atemperó su ardor.
Que Dios la ayudara, porque no sabía cuánto podría aguantar
así. Los dedos de Shizuru se movían, matándola de placer, con cada caricia.
Pero cuando la presionaron ligeramente sobre el clítoris, Natsuki le aferró la muñeca.
- ¿Te he hecho daño? –murmuró con preocupación.
Natsuki le apretó la muñeca más fuerte.
- No. Pero cuando haces eso.... –Tragó saliva.
De pronto los ojos de Shizuru se iluminaron al comprender.
- ¿Cómo reaccionas? –preguntó con voz turbia.
- Hace que me olvide de que contigo debo ir despacio. Me
olvido de tu inocencia.
Ella presiono los dedos sobre aquel punto dolorido y le
arrancó un gemido.
- No me siento precisamente inocente –susurró-. Me siento
decadente. Y perversa. Y.... deseosa.
Dios, ella sí sabía lo que era desear, desear hasta tener la
sensación de arder en llamas. Desear hasta sentir que te ardían las entrañas.
- Quiero tocarte más –susurró ella.
Incapaz de negárselo, le soltó la muñeca. Shizuru deslizó la mano arriba y abajo,
enardeciéndola hasta hacerle perder todo vestigio de autodominio. Se esfumó
todo su aire mundano, su experiencia, el dominio de su propio cuerpo. Las manos
le temblaron y las rodillas le flaquearon. Y todo por causa de ella. No existía
nada excepto ella. El contacto de sus manos. La sensación de su piel. La abrumó
la necesidad de estar dentro de ella. Ahora. Antes de que explotara en sus
manos.
Asió el borde de su camisola y tiró hacia arriba.
- Agárrate de mis hombros y rodéame las caderas con las
piernas – gruñó en un tono apenas reconocible.
Shizuru lo hizo y se abrió a ella. Natsuki deslizó una mano
entre ambas, bajo la camisola y comenzó a acariciarla en un lento movimiento
circular, observando cómo ella cerraba los ojos. Sus dedos se le hincaron en
los hombros y sus inspiraciones se volvieron largas y profundas.
- Mírame –ordenó Natsuki.
Cuando ella abrió los párpados, experimentó una intensa satisfacción
al ver su expresión lánguida y divertida. Le dijo:
- Di mi nombre.
Los labios de Shizuru se entreabrieron para emitir un
suspiro:
- Ladi Kruger
- No, mi nombre de pila –Abrió sus suaves pliegues y
jugueteó lentamente antes de introducir un dedo-. Dilo.
-Natsuki–susurró ella.
Sintió que su calor aterciopelado le envolvía el dedo, y dio
un respingo. Shizuru estaba caliente,
dispuesta. Y ella no podía esperar más.
Con la mirada clavada en la suya, la tomó por las caderas
con una mano y continúo ahondando con la otra. Al topar con su virginidad se quedó
quieta, pues de improviso le golpeó el significado de lo que estaba haciendo.
Estaba a punto de arrancarle su inocencia, de deshonrarla de manera
irreparable. Pero, por el cielo, a no ser que ella le rogara que se detuviera,
ya no había vuelta atrás.
- Todavía no hemos terminado, ¿verdad? –preguntó Shizuru con
tanta consternación reprimida que Natsuki se habría echado a reír. Pero, en
cambio, elevó una plegaria de agradecimiento porque ella no le hubiera pedido
que parase.
- No, cariño, no hemos terminado. Pero cuando rompa tu
virginidad, probablemente te dolerá un instante.
Ella le acarició la cara con los dedos mojados.
- No puede dolerme más que la idea de no compartir esto
contigo. No te detengas, quiero saberlo todo...., vivir todas las sensaciones.
Rezando para no lastimarla, Natsuki le apretó las caderas
con más fuerza y la atrajo hacia abajo al tiempo que ella empujaba su mano.
Shizuru abrió los ojos y soltó una exclamación ahogada, un sonido que a Natsuki
la conmovió.
- Dios, lo siento –dijo, haciendo un esfuerzo para no
moverse-. ¿Estas bien?
Maldición, ¿habría sido demasiado brusca? Debería haber
tenido más cuidado. Hacerlo más lentamente. Pero es que ella casi la había
vuelto loca....
- Estoy.... bien.
“Gracias a Dios”. Pero su alivio se transformó al instante
en tortura sensual. Su cálida feminidad envolvió sus dedos como un guante de seda.
Haciendo rechinar los dientes para resistir aquel placer provocado por aquella calidez húmeda,
permaneció inmóvil para darle tiempo a ella de adaptarse a la sensación de sus
dedos penetrándola. Una miríada de emociones cruzaron por su rostro.....
sorpresa, asombro y después placer, que unos segundos más tarde dejó paso al
deseo.
- En realidad estoy.... –Movió las caderas y entonces Natsuki
profundizó ligeramente, sintiendo la caricia de su fuego líquido. Shizuru hincó
los dedos en sus hombros y lanzó un prolongado suspiro al tiempo que cerraba
los ojos-. Oh, Dios....
Aferrada a sus caderas, Natsuki se movió dentro de ella con
una lentitud insoportable, retirándose hasta casi salir de su cuerpo, sólo para
penetrarla nuevamente. Cada vez que profundizaba más, Shizuru lo hacía con más fuerza,
hasta que Natsuki se encontró temblando de deseo. Su respiración se trocó en
una serie de rápidos jadeos irregulares, que coincidían con las inspiraciones
entrecortadas de ella conforme las embestidas iban siendo cada vez más fuertes
y rápidas y el agua se arremolinaba, lamiendo sus cuerpos agitados. Natsuki temió
que su intensidad pudiera asustarla, pero Shizuru se movía a la par que ella,
jadeando de la misma forma.
-Natsuki–gimió.
Sus piernas la ceñían igual que un torniquete y sus brazos
le rodeaban el cuello, presionando sus senos contra los de Natsuki.
La tenia aprisionada, la abrazaba con tal fuerza que no sabía
dónde terminaba la piel de ella y dónde comenzaba la propia. Notó el orgasmo de
Shizuru reverberar en todo su cuerpo; su corazón retumbó contra el suyo, sus
caderas se sacudieron y su resbaladiza intimidad vibró alrededor de sus dedos,
ahogándola en el mismo torbellino quela arrastró a ella.
En el instante en que Shizuru se dejó caer sobre ella, Natsuki
retiro sus dedos. La estrechó con fuerza
y hundió el rostro en su fragante cuello. Siguió acariciándola tiernamente,
sintiendo como sus músculos volvían a relajarse.
No tenía ni idea de cuántos minutos transcurrieron antes de
que su respiración se regularizase y por fin pudiera levantar la cabeza. Cuando
lo hizo, Shizuru se inclinó hacia atrás todo lo que se lo permitieron los
brazos que la ceñían y clavó su mirada en la de ella.
Sus ojos despedían un brillo de incredulidad.
- Dios del cielo –susurró-. Ha sido.... –su voz terminó en
un suspiro.
- Increíble –aventuró Natsuki
- Indescriptible –confirmó Shizuru
- Inolvidable
Shizuru le recorrió el contorno de la boca con el dedo.
- Cuántas palabras con i
para describir el efecto que has provocado en mí, Natsuki.
Ella le besó el dedo y a continuación lo chupó despacio.
- Cuántas palabras con i
para describirte a ti, Shizuru–dijo.
Ella bajó la vista y Natsuki se dio cuenta de que la había
hecho ruborizar.
- No sabía que la gente hiciera.... esto en el agua.
- Yo tampoco
La mirada de Shizuru se posó en ella.
- ¿Quieres decir que tú nunca has.....?
- ¿En un lago? No. Ésta ha sido la primera vez.
El rostro de Shizuru se iluminó con una sonrisa de genuina satisfacción
y a Natsuki se le cerró la garganta al ver la imagen encantadora y sensual que
ella ofrecía.
- Me alegro de que para ti también haya sido agradable –dijo
Shizuru-. Temía que mi falta de experiencia te decepcionase.
Por un instante su corazón se quedó vacío y al momento se
inundó de una ternura que nunca había experimentado. ¿Cómo podía no saber que
era una mujer fascinante, en todos los aspectos? “Porque son muchos los necios
que no ven lo que tienen delante de las narices”. Idiotas. Con todo,
egoístamente no podía negar que lo que otros no habían sabido reconocer ni
admirar en Shizuru de algún modo la hacía pertenecerle más a ella.
Le apartó un mechón de pelo mojado de la cara y le dijo:
- Te aseguro que jamás en mi vida me he decepcionado menos.
Desde luego, no es una sensación que tú me hayas inspirado nunca. A ti no te falta
nada, Shizuru. En ningún sentido.
Nuevamente la vio ruborizarse y bajar la mirada.
Unos segundos después alzó de nuevo los ojos y susurró:
- No sabía que se pudiera experimentar esta sensación tan....
caliente.
¿Caliente? Diablos, más atinado sería decir hirviente. Había
sentido un calor tan abrasador como para caldear todo aquel condenado lago. El
solo hecho de recordar la sensación de tenerla a ella enroscada a su cuerpo y
sus dedos hundidos en lo más hondo de su interior, le hacía renacer el deseo.
- Creo que lo mejor es que salgamos del lago antes de que
nos quedemos ateridos –“Antes de que vuelva a hacerte el amor”-. No tenía la
intención de hacerte el amor por primera vez en el agua.
En sus ojos despertó la curiosidad.
- Oh. ¿Y qué tenías planeado?
- Llevarte a una pequeña cabaña que hay en mi propiedad –La
miró a los ojos y se le alteró el pulso- ¿Te gustaría acompañarme allí ahora?
Ella dijo sólo una palabra, la única que Natsuki deseaba
oír.
- Sí.
.
.
.
7 comentarios:
wuooo que capi tan hot...gracias kaon, esto es de lo mejor uff la temperatura si k subio.solo espero que shizuru no reconosca la cabaña pork me imagino que iran a esa.un saludito y grax por actualizar tan rapido
Me dio frío cuando Shizuru se metio al lago "dije q no tendrá frió ", pero después con todo lo que vivió seguro q fue inimaginable sentirlo...
Muy buena su historia
Gracias bye bye
Wuooooo kaon-chan las ansias de leer el capi me mataban! Muchas gracias por concedernos el placer de leerlo con tanta proximidad, estubo divino, nuevamente muchisimas gracias ^^ espero ansiosa el siguiente capi :3
santo dios que capi tan caliente lo esperava con ancias ese rencuentro en el lago que sastifacio mi imaginacion lol xDD es imposible tener una mente tan perver :D solo espero que no haiga problemas mas adelante y sigan con sus calentura creo que mejor me voy a dar un baño frio jeje ñ.ñ
espero y actualises pronto , pronto , prontito!!!! ñ.ñ
Akemi
Dios!!!!
el mejor capi xD
superaste mis expectativas ;D
no puedo esperar x la conti
seguir con una Nat y una Shizuru al limite >///<
Espero el proximo capi con muuuchaassss ansias ;D
Ja-ne
que bien que he pasdo para ver si habia nuevo capitulo
y me he encontrado con esto...que bueno que shizuru ya tuvo su primera experiencia y que mejor que con nat..jojo la mundana de nat jajaja
aww la vd me gusta mucho este fic
me has atrapado kaon-sempai
espero el sig capitulo!!!!
Hermoso capitulo no podria haver esperado mas con esto quedo sastifecha :D alfin tuvieron su noche juntas que bello..
estare pendiente del proximo capi no tardes en actualizarlo!
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