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Actualizaciones 15/Julio

jueves, 26 de julio de 2012

jueves, 26 de julio de 2012

"El Ladrón de Novias" Capitulo 17


17

A medida que Shizuru y el magistrado se aproximaban a la cámara, ella trataba de disimular su desasosiego. La inesperada visita de Wang con el fin de volver a interrogarla sobre su secuestro por parte del Ladrón de Novias la había puesto muy nerviosa. Aunque sus preguntas no indicaban con claridad que sospechara que ella hubiese hecho algo malo, no podía evitar preguntarse si habría descubierto de algún modo su participación en el rescate de la señorita Tokiha. Se sintió aliviada cuando él anunció que se marchaba, pero cuando lo acompañaba a los establos en busca de su montura, acertaron a ver a ladi Kruger y a Hiroshi saliendo de la cámara.
El corazón le dio un vuelvo al ver a Natsuki, y para consternación suya, Wang cambió de dirección al momento y se encaminó hacia la cámara murmurando que le gustaría hablar un instante con la condesa. Mientras se esforzaba por caminar al paso de las largas zancadas del magistrado, se fijó en una mujer que por el sendero del jardín se acercaba a Natsuki. Advirtió el parecido que había entre ambas, y la reconoció al instante gracias al retrato que había visto en la mansión Kruger. Iba vestida de negro y Shizuru experimentó afecto por ella; justo aquella misma mañana su madre había mencionado que la hermana de la condesa había enviudado recientemente.
Cuando Wang y ella se unieron al trío frente a la cámara, el grupo entero permaneció inmóvil unos segundos, una escena muda formada por un quinteto de diversas expresiones.

Shizuru intentaba ocultar su incomodidad, pero no estaba segura de conseguirlo. Hiroshi miraba fijamente a Wang como si fuera un fantasma. El semblante de Natsuki, que también miraba al magistrado, se veía totalmente inexpresivo. Al igual que Hiroshi y Natsuki, la hermana tenía la vista clavada en el mismo hombre, con los ojos muy abiertos y la cara pálida. Shizuru miró al señor Wang, cuya atención estaba centrada en la hermana de Natsuki. Por algún motivo, el aire que rodeaba al grupo estaba cargado de tensión... o quizá sólo selo parecía a ella debido a la ansiedad que sufría.
Natsuki rompió el silencio. Inclinó la cabeza hacia ella y el magistrado y les dijo:
- Buenas tardes. Permítanme que les presente a mi hermana, Nina. Ésta es Shizuru Fujino y el señor Wang, el magistrado.
Shizuru realizó una reverencia y dirigió una sonrisa a la mujer.
- Es un placer conocerla.
La tristeza se adivinaba en la media sonrisa que le dedicó Nina, lo cual provocó un sentimiento de compasión en Shizuru, no sólo por la pérdida de su esposo sino también porque su matrimonio no había sido feliz.
- También es un placer para mí, señorita Fujino–contestó Nina-, aunque yo diría que nos habíamos visto hace años, en alguna velada.
Wang se adelantó y ejecutó una rígida reverencia.
- Es un honor verla de nuevo, miladi.
Las pálidas mejillas de la aludida se tiñeron de color y bajó la mirada al suelo.
- A usted también, señor Wang.
- Mis condolencias por la pérdida de su esposo
- Gracias.
Siguió otro incómodo silencio y Shizuru se preguntó por qué Natsuki no le había mencionado la visita de su hermana.
Por fin habló Natsuki
- ¿Qué le trae a la casa de los Fujino, Wang?
- Deseaba formular a la señorita Fujino unas preguntas más sobre su desgraciado encuentro con el Ladrón de Novias.
Shizuru se mordió el interior de la mejilla y rogó que no la delatasen sus sentimientos. No le convenía que precisamente el magistrado sospechara de ella.
- ¿Le han sido de alguna utilidad esas pistas que andaba siguiendo? – inquirió Natsuki
- No han servido para nada. Pero he recibido cierta información que parece ciertamente alentadora.
Natsuki alzó las cejas.
- ¿De veras? ¿Algo que pueda contarnos?
- Una de las víctimas que fueron raptadas el año pasado ha escrito a su familia. Esta mañana me ha traído la carta su padre. En ella tranquiliza a su familia y les dice que se encuentra bien. No revela su paradero, aparte de decir que está viviendo en América y que recientemente ha contraído matrimonio. El dato más interesante es que viajó a América con un pasaje y dinero que le proporcionó el Ladrón de Novias la noche en que la raptó. –Wang se acarició el mentón-. He de decir que me siento aliviado. Esta nueva prueba por lo menos demuestra que el Ladrón de Novias no asesinó a esa muchacha.
De los labios de Shizuru brotó una exclamación de impaciencia.
- Por el amor de Dios, señor Wang, no creerá usted que el Ladrón de Novias causa algún daño a las mujeres a quienes socorre, ¿verdad? Siempre deja una nota en la que lo explica.
Wang le dirigió una mirada penetrante.
- Así es. Pero hasta esta carta no había ningún rastro de sus víctimas. No tengo ninguna prueba de que alguna de ellas siga con vida, excepto un puñado de notas de un delincuente buscado por la justicia.
Ella levantó la barbilla.
- Yo diría que esa prueba soy yo, señor Wang. Como puede ver, el Ladrón de Novias no me causó daño alguno; de hecho, tomó toda clase de precauciones respecto de mi seguridad.
- Salvo por el detalle de raptarla, claro.
Shizuru experimentó una punzada de irritación. Abrió la boca para continuar discutiendo, pero Natsuki se le adelantó:
- Seguro que podrá servirse de esa nota para localizar a esa mujer e interrogarla.
Shizuru clavó su mirada en la condesa, consternada.
El semblante del magistrado se endureció.
- Ya he tomado medidas a tal efecto. Hasta ahora el Ladrón de Novias ha logrado escapar, pero pronto lo atraparemos. Peinaré el país de arriba abajo hasta dar con él.
En ese momento se oyó un sonido apenas audible pero familiar que atrajo la atención de Shizuru hacia Hiroshi. El muchacho tenía el rostro extrañamente pálido y permanecía inmóvil, recto como un palo, excepto por la rítmica flexión de sus dedos, que producía un débil chasquido. Era algo que hacía sólo cuando algo lo angustiaba sobremanera. Estaba claro que las palabras de Wang lo habían alterado, un sentimiento que ella compartía plenamente.
- ¿El país? –repitió Natsuki-. Hubiera creído que un criminal como él se ocultaría en Londres. Allí hay literalmente miles de edificios y callejuelas donde esconderse. Sin duda ese rufián se oculta entre las chabolas o junto a los muelles.
Shizuru apretó los labios y rogó que no se le notaran la decepción y la angustia que le causaron las palabras de Natsuki. ¿Por qué tenía que considerar un delincuente al Ladrón de Novias y hacer sugerencias que podían conducir a su captura? Aunque ansiaba hacer oír su opinión, no se atrevió a pronunciar palabra por miedo a hablar de más y empeorar la situación.
- Antes yo también creía que el Ladrón de Novias se encontraría en Londres –dijo Wang-, pero empiezo a sospechar que prefiere el campo. Es un hombre que posee medios económicos y contactos para comprarles a esas mujeres un pasaje para otro país y entregarles fondos para comenzar una vida nueva. Según todas las descripciones, su montura, un magnífico semental negro, vale el rescate de un rey y a pesar del alto precio que han puesto a su cabeza, no ha aparecido nadie que afirme mantener un animal así. Ello me induce a pensar que tiene un establo propio.
Natsuki se acarició el mentón y asintió lentamente.
- Una teoría interesante. –Esbozó una leve sonrisa-. No le envidio el trabajo que le va a costar meter las narices en todos los establos de Inglaterra.
- Espero que eso no sea necesario. Basándome en los lugares donde se ha llevado a cabo la mayoría de los secuestros, considero muy posible que ese bandido actúe desde algún punto de las inmediaciones, probablemente dentro de un radio de cincuenta millas. Con la ayuda de la brigada, que cada día es más numerosa, no debería resultar difícil rastrear esta zona.
A Shizuru se le hizo un nudo en el estómago. Parecía como si el círculo se fuera estrechando. Si pudiera advertir de algún modo a la Ladrona de Novias... pero no podía faltar a la promesa que le había hecho. Y por supuesto ella no necesitaba que Shizuru le advirtiera de los peligros que corría. Los conocía de sobra.
- Estoy pensando en solicitar varios voluntarios que me ayuden personalmente a realizar el peinado de la zona –continuó Wang, al tiempo que dirigía una mirada especulativa a Natsuki-. ¿Le interesaría ladi Kruger?
- Será un placer para mí ayudar en lo que pueda –respondió Natsuki sin dudarlo-. Poseo contactos en varios establos de las cercanías y en muchos de aquí a Brighton. Con gusto haré averiguaciones para usted.
A Shizuru se le cayó el alma a los pies. ¡Natsuki estaba desempeñando un papel activo en la captura de la Ladrona de Novias! Estaba ofreciendo sugerencias lógicas, la ventaja de los contactos que poseía, además de mostrarse dispuesta a presentarse voluntaria. ¡Gracias a Dios ella nunca le había confesado sus encuentros con la Ladrona de Novias!
Sintió angustia y alarma, y además se dio cuenta de que había cometido un error terrible. ¿Cómo podía haberse enamorado de una mujer que tenía opiniones tan distintas de las suyas, una mujer tan deseosa de acabar con la Ladrona de Novias? ¿Y por qué, a pesar de su disparidad de criterios sobre aquella cuestión, seguía amándola? “Porque en todos los demás aspectos es maravillosa. Ella nunca ha visto la Ladrona de Novias, no la conoce tan bien como tú. Si la conociera, también la vería como una heroína”.
Pero una sola mirada a su tranquilo perfil bastó para marchitar esa esperanza.
Santo Dios, jamás en su vida se había visto en semejante disyuntiva. La investigación para descubrir a su heroína iba estrechando su cerco igual que un nudo corredizo, y la mujer a la que amaba ayudaba a la ejecución. Visualizó una imagen de la Ladrona de Novias caminando hacia la horca y tuvo un fuerte presentimiento.
Hiroshi se aclaró la garganta y atrajo su atención.
- Si me disculpan, he prometido a mi padre jugar una partida de ajedrez y ya se me hace tarde.
Todos se despidieron de él y el chico se fue hacia la casa, caminando al doble de su velocidad habitual. Shizuru se lo quedó mirando con preocupación; se veía a las claras que estaba alterado y sabiendo que él consideraba a la Ladrona de Novias una mujer noble que luchaba por una causa justa, era evidente que se sentía ansioso de huir de aquella conversación. No pudo reprochárselo; ella ansiaba hacer lo mismo. Pero antes tenía un par de cosas que decirle a Natsuki.
Se volvió hacia ella... y la encontró mirándola fijamente, con una concentración que le cortó la respiración, la misma intensidad candente con que la había mirado mientras exploraba su cuerpo. Al instante le vino a la memoria el recuerdo de ella desnuda, totalmente excitada, arrodillada entre las piernas de ella. Sintió un calor repentino, como si una cerilla le hubiera prendido fuego al vestido. Miró a hurtadillas a lady Nina y a Wang y sintió alivio al ver que estaban entretenidos en admirar uno de los rosales de su madre. De modo que se inclinó hacia Natsuki y le susurró:
- Necesito hablar contigo. En privado.
Luego se irguió y contuvo un suspiro de frustración. Por más que deseara hablar con Natsuki de inmediato, la cortesía dictaba que ofreciera unos refrigerios. Así pues. Tendría que llevarse a Natsuki a una parte antes de que se fuera.
- ¿Les apetece entrar en la casa a tomar un té?
- Gracias, señorita Fujino–dijo lady Nina- pero me temo que el cansancio del largo viaje ha hecho mella en mí. Creo que me iré a casa, pero con gusto vendré a verla otro día. –Al momento surgió la preocupación en los ojos de su hermana, y ella le apoyó una mano enguantada en la manga-. Me encuentro bien, sólo fatigada. Conozco el camino de regreso a la mansión. Por favor, disfruta de la visita –Se volvió hacia Shizuru-. Ha sido un placer verla de nuevo, señorita Fujino y también conocer a su hermano.
- Gracias, miladi. Espero que pronto nos veamos de nuevo.
Natsuki miró alternativamente a Shizuru y a su hermana
- No quiero que te vayas a casa sola, Nina.
- Será un honor para mí acompañar a lady Nina a casa en mi carruaje –terció Wang.
- Eso no es necesario –rehusó ella con tono tenso.
Natsuki le sonrió
- Tal vez no sea necesario, pero me quedaría más tranquila si supiera que te acompañan hasta la puerta. Yo te llevaré el caballo cuando me vaya.
Nina puso cara de querer negarse, pero de pronto aceptó con un gesto brusco de la cabeza. Tras despedirse, Wang le ofreció el codo. Nina posó la punta de los dedos en su brazo y ambos echaron a andar por el sendero que conducía a los establos.
En el momento mismo en que desaparecieron de la vista, Natsuki aferró a Shizuru de la mano y la condujo hacia la cámara. Muy bien. Ella no quería que oyesen su conversación. Cuando entraron, Natsuki cerró la puerta y se apoyó contra la madera, contemplándola con los ojos entornados. Ella le devolvió la mirada sin hacer caso del calor quela invadía. ¿Cómo se las arreglaba para afectarla de aquel modo sólo con mirarla? Era absolutamente ilógico. Y de lo más irritante.
Natsuki se separó de la puerta y se acercó a ella despacio, hasta que quedaron a escasa distancia la una de la otra.
- ¿Querías hablar conmigo?
Obligándose a concentrarse a pesar de la perturbadora proximidad de Natsuki, Shizuru asintió con la cabeza.
- Es en relación con lo que le has dicho al señor Wang sobre el Ladrón de Novias.
- Entiendo. ¿Y es del Ladrón de Novias de lo que habéis hablado el señor Wang y tú durante su visita?
- Sí. Me ha formulado la misma clase de preguntas que la noche en que fui secuestrada por error. Naturalmente, no he podido arrojar más luz sobre el tema. Pero en cuanto a lo que has dicho tú de ayudarlo a capturarlo, y eso de ofrecerte a hacer averiguaciones....
- ¿Si?
Shizuru se llevó una mano al corazón.
- Te ruego que no lo hagas –En sus ojos llameó una fugaz emoción que no supo identificar-. No te lo pediría si no fuera importante para mí. Ya sé que la mayoría de la gente opina que el Ladrón de Novias es un criminal....
- Y en efecto lo es, Shizuru. El secuestro es un delito.
- ¡Pero si él no secuestra a nadie! No obliga a las mujeres a que lo acompañen. No les hace ningún daño ni exige rescate alguno. A mí me devolvió a casa sana y salva cuando se dio cuenta de que había cometido un error, con gran riesgo para sí mismo, debería añadir. – Escrutó el rostro de Natsuki, consternada por su expresión tranquila-.Créeme cuando te digo que no es despreciable como la gente hace que parezca; es honorable, y sólo pretende ayudar a las mujeres que rapta. Les ofrece una alternativa. Ya sé que no tengo derecho a pedirte que no contribuyas a su captura, pero te lo pido de todas formas. Por favor.
Natsuki miró aquellos ojos suyos tan serios detrás de las gafas, y el miedo le heló el corazón. Maldición, ¿es que no se daba cuenta del peligro en que se ponía ella misma al hacerle semejante petición? ¿Qué pasaría si le pidiera lo mismo a otra persona y se enterase Sergay Wang? ¿Y si Wang descubría su participación en el último rescate de la Ladrona de Novias, y que había comprado un pasaje para América?
Las consecuencias eran demasiado horribles para tenerlas en cuenta siquiera. Su familia quedaría completamente destrozada. Ella misma resultaría destrozada. Y también Natsuki.
La sujetó por los hombros y la miró a los ojos, resistiéndose al impulso de sacudirla.
-Shizuru, escúchame. Debes olvidarte de este asunto del Ladrón de Novias. Es peligroso.
En los ojos de ella relampagueó un fuego intenso.
- No lo es
- Sí lo es. Su propia vida corre peligro, de una forma que tú no comprendes. Hay un precio enorme puesto a su cabeza y todo el que esté a su alrededor, todo el que intente ayudarlo podría correr peligro también. Quiero que me prometas que no vas a intentar nada.
- No estoy intentando ayudar. Lo único que estoy haciendo es pedirte que no contribuyas a su captura.
- ¿No ves que eso es ayudar, aunque sea de forma indirecta? –La sujetó con más fuerza-. Prométeme que te olvidarás de ese asunto.
Shizuru la estudió con mirada seria y escrutadora.
- ¿Me prometes tú que no vas a ayudar al magistrado?
- No puedo prometerte eso.
El dolor y la decepción que vio en los ojos de Shizuru casi acabaron con ella.
- En ese caso, me temo que yo tampoco puedo prometerte nada.
A Natsuki la impresionó la trémula determinación que había en su voz. Shizuru trató de zafarse, pero ella la retuvo por los hombros. No podía dejarla marchar así.
- ¿No ves –le dijo, luchando contra la desesperación que la acosaba-que me preocupa tu seguridad? No soporto la idea de que corras peligro.
Antes de que ella pudiera replicar, fuera se oyó una voz que llamaba a lo lejos.
-Shizuru ¿dónde estás?
Ella abrió los ojos como platos.
- Cielos, es mi madre. Vamos, deprisa.
Se dirigió rápidamente a la puerta. Natsuki la siguió y cerró suavemente al salir. Shizuru la condujo hacia los jardines. Apenas habían puesto un pie en el sendero cuando las alcanzó Misato.
- ¡Estás aquí, querida! Y también ladi Kruger–Hizo una reverencia hacia Natsuki-. En cuando Hiroshi mencionó que había venido usted acompañada de su hermana, he salido en su busca. Debe usted quedarse a tomar el té, sobre todo dado que la última vez que nos visitó tuvo que marcharse. –Estiró el cuello para mirar alrededor-¿Dónde está su hermana?
- Me temo que acaba de escapársele –contestó Natsuki inyectando en su tono la cantidad justa de pesar- Estaba fatigada a causa del viaje y ha regresado a casa para descansar. –Sabiendo que no tenía otro remedio que quedarse, ordenó a su boca que sonriera y ofreció su brazo-. Sin embargo, yo tendré sumo placer en tomar el té con ustedes.
La aguda mirada de la señora Fujino rebotó velozmente entre Shizuru y Natsuki, y luego sonrió.
- Bien, eso sería maravilloso ¿no cree?
Si el dolor que pesaba sobre su corazón revelaba algo, Natsuki sospechaba que no era precisamente nada que pudiera describirse con aquel adjetivo.


El carruaje de Sergay avanzaba lentamente por el sendero jalonado de árboles. La luz del sol se filtraba entre las copas formando sombras moteadas que mitigaban el calor de la tarde. Los únicos sonidos que rompían el silencio era el piar de los pájaros y el leve chirriar del asiento de cuero. Lanzó con el rabillo del ojo una mirada furtiva a su pasajera, buscando desesperadamente algo que decirle, pero seguía teniendo la lengua más atada que el nudo de una cuerda.
Dios, era encantadora. Llevaba cinco años sin poner los ojos en ella. “Cinco años, dos meses y dieciséis días”. No hubiera creído posible que pudiera ser más bella que la imagen que conservaba en su corazón, pero lo era. Sin embargo, observó que la muchacha despreocupada de la que él se había enamorado perdidamente había desaparecido. Era evidente que la pérdida de su esposo la había afligido mucho.
Respiró hondo y apretó los labios con fuerza. Cielos, aún olía a rosas. En su alocada juventud, cuando se torturaba con sueños inútiles de que un hombre como él, que carecía de títulos nobiliarios, pudiera cortejar a la hija de un conde, plantó una docena de rosales en un rincón del jardín de su madre. Todos los años aguardaba impaciente a que florecieran, y después se sentaba en el banco de piedra con los ojos cerrados a respirar su delicado aroma, imaginándose el rostro sonriente de Nina. Cuando comprendió que ella iba a casarse con lord Sakamoto, no volvió a visitar aquella parte del jardín.
- Da alegría volver a casa –dijo Nina con una voz suave que irrumpió en los pensamientos de Sergay.
Aliviado de que ella hubiera iniciado una conversación, le preguntó:
- ¿Cuánto tiempo tiene pensado quedarse?
- He venido para siempre
El corazón se le disparó al oír aquellas cuatro sencillas palabras y una súbita euforia lo recorrió de arriba abajo, sólo para ser sustituída al momento por el miedo. Se volvió hacia ella y ambos se miraron. Le inundaron como fuego líquido unos sentimientos que creía haber enterrado definitivamente: deseo, necesidad y un amor tan vehemente y desesperado que casi lo asfixió. No había logrado olvidarla, ni siquiera cuando se mudó a la propiedad de su marido en Cornualles. ¿Qué iba a hacer para comportarse con normalidad ahora que ella estaba aquí? La tendría lo bastante cerca para verla, para tocarla, y sin embargo no para reclamarla como algo suyo.
Apartó la mirada con esfuerzo y volvió a fijar su atención en el camino. El hecho de que hubiera regresado a Tunbridge Wells no iba a significar más que una tortura para él. Los años no habían cambiado nada, él seguía siendo un plebeyo y ella una dama, una vizcondesa. Se dio cuenta de que el silencio entre ambos se volvía opresivo y entonces preguntó:
- ¿Le gustaba vivir en Cornualles?
- Lo odiaba –contestó ella en un tono tan implacable que Sergay se volvió otra vez, sorprendido, no muy seguro de cómo reaccionar. Nina tenía la mirada fija al frente, el semblante pálido, las manos enguantadas apoyadas sobre el regazo-. Pasaba el tiempo en los acantilados, contemplando el mar, preguntándome....
- ¿Preguntándose qué?
Ella se volvió y lo miró a los ojos con una expresión de tristeza que le provocó un escalofrío.
- Cómo sería saltar desde el acantilado, caer en medio de aquellas aguas gélidas y agitadas.
Impresionado, Sergay detuvo los caballos. Escrutó su rostro en busca de algún indicio de que estuviera bromeando, pero era obvio que sus palabras eran de una terrible sinceridad.
Tragó saliva:
- Lo siento –dijo, encogiéndose por dentro al percibir la insuficiencia de sus palabras- No tenía idea. Todos estos años... creía que era usted feliz.
- Lo único que me daba un poco de felicidad era el hecho de pensar en mi casa, en poder regresar aquí algún día.
Un montón de preguntas bullían en su cabeza. ¿Qué le habría ocurrido en Cornualles para ser tan infeliz? Estaba claro que la separación de su casa y de su hermano la habían afectado grandemente. Maldijo su propia estupidez por no haber tenido en cuenta dicha posibilidad, pero es que simplemente había dado por sentado que Nina florecería en aquel entorno nuevo. Se la había imaginado presidiendo veladas elegantes, siendo festejada y admirada por todo el mundillo social. Y aun cuando se le hubiera ocurrido que tal vez no fuera feliz, ¿qué podría haber hecho él? Nada.
Aunque el matrimonio de Nina le rompió el corazón, ella tuvo que casarse según los deseos de su madre. Y era correcto que lo hiciera así; su padre deseaba su bien y se quedaba tranquilo al saber que su hija iba a vivir mimada por un caballero noble y acaudalado que besaría el suelo que ella pisara. Y en cambio no había sido feliz ¿Tal vez no le había mostrado afecto lord Sakamoto? Parecía imposible creer tal cosa; ¿qué hombre podría no amarla hasta la locura? No, tenía que haber otro motivo....
De pronto, la respuesta le golpeó como un puñetazo. Sin duda, la causa de su infelicidad era el hecho de que no había tenido un hijo. Recordó haberla oído decir en más de una ocasión lo mucho que anhelaba tener una gran familia y que él disimuló su profunda pena tras una sonrisa, sabedor de que jamás podría casarse con ella ni por lo tanto ser el primero en darle los hijos que quería. Le embargó la compasión y, sin pensarlo, cubrió sus manos entrelazadas con la suya. Ella abrió los ojos ligeramente, pero no hizo ningún ademán derechazo. Con el corazón acelerado como si hubiera corrido una milla, Sergay le dijo:
- Espero que el hecho de estar en su casa le traiga la felicidad que usted se merece, lady Nina.
Ella lo estudió durante unos segundos con una expresión que él no supo descifrar y luego murmuró:
- Gracias –Y volvió a fijar la vista en el camino que se abría frente a ellos-. Ahora me gustaría ir a casa.
- Por supuesto
Retiró la mano de mala gana, pues sabía que no iba a tener otra oportunidad de tocarla de nuevo tan íntimamente. Sacudido por un torbellino de emociones contradictorias, asió las riendas con fuerza y puso en movimiento los caballos, en dirección a la mansión Kruger.


Shizuru creía que la hora que había pasado Natsuki tomando té en la salita con ella y con sus padres había transcurrido de forma bastante inocente, pero cuando la condesa se marchó se dio cuenta de su ingenuidad.
- Oh, ¿te has fijado, Kenzuke? –comentó Misato sin aliento
Su padre la miró por encima de sus lentes bifocales
- ¿En qué?
- En que ladi Kruger está cortejando a nuestra hija.
Shizuru casi se ahogó con un sorbo de té. Mientras intentaba recuperar el resuello, su padre frunció el entrecejo y dijo:
- Naturalmente que he visto a Kruger. Resultaba imposible no verla, sobre todo teniendo en cuenta que la tenía sentada justo enfrente de mí. Pero lo único que le he visto hacer es beber té y dar buena cuenta de estas galletas. A propósito, están muy buenas.
Misato agitó la mano con gesto impaciente.
- Ladi Kruger no tomaría el té con nosotros, si no hubiera un motivo. Está cortejando a nuestra hija, te lo digo yo. Oh, estoy deseando contárselo a Midori....
- ¡Mamá! –exclamó Shizuru. Tosió varias veces y al cabo consiguió respirar con normalidad-. Ladi Kruger no me está cortejando.
- Por supuesto que sí –Misato juntó las manos y su rostro adquirió una expresión de entusiasmo-. Oh, cielos, Kenzuke, ¡nuestra querida Shizuru va a ser condesa!
A Shizuru la asaltó una sensación de alarma. Cielo santo, ¿cómo no había previsto una reacción así en su madre? Sin duda, la visita del magistrado, unida a su turbadora conversación con Natsuki en la cámara, había interrumpido su razonamiento lógico. Además, había descartado que alguien se creyera que Natsuki iba a cortejarla por considerarlo completamente ilógico, y sin embargo había ocurrido, delante de sus narices. Últimamente le estaba sucediendo algo horrible a su lógica, y el momento no podía haber sido peor.
En fin, tenía que poner fin a aquello enseguida, antes de que su madre comenzase a hacer planes para una boda que no iba a celebrarse nunca. De modo que se levantó del diván, se acercó  su madre y le tomó las manos.
- Mamá, ladi Kruger ha venido hoy por invitación de Hiroshi. A ver a Hiroshi. A ver el último invento de Hiroshi. ¿Lo entiendes?
Misato la miró exasperada
- Pues claro que lo entiendo, Shizuru. Pero está claro que la visita a Hiroshi ha sido sencillamente una estratagema para verte a ti. –Un brillo ladino apareció en sus ojos-. La he observado detenidamente y la he pillado mirándote en cierto momento con una expresión que sólo podría describirse como “interesada”.
- Estoy segura de que tenía una mota de polvo en el ojo –replicó Shizuru, intentando contener la desesperación que se le quería colar en la voz.
- Tonterías – Misato le acarició la mejilla-. Créeme, querida. Una madre sabe de estas cosas.
Shizuru aspiró profundamente para calmarse.
- Mamá, te aseguro que Ladi Kruger no tiene el menor interés en convertirme en condesa. –Aquello, por lo menos, era verdad-. Te ruego que no malinterpretes lo que no es más que simple cortesía por su parte, porque en ese caso no me cabe duda de que interrumpirá su amistad con Hiroshi. Ya sé que tu intención es buena, pero seguro que comprendes lo embarazoso que resultaría tanto para la condesa como para mí que se sugiriera que ella es una pretendiente.
- Yo no lo veo así en absoluto. Lo que veo es que una de las solteras más codiciadas de Inglaterra se ha encaprichado de mi hija. ¿No estás de acuerdo, Kenzuke? –Al ver que él no contestaba, le lanzó una mirada de fastidio- ¿Kenzuke?
El padre de Shizuru, cómodamente arrellanado en su sillón favorito, despertó con un resoplido.
- ¿Eh? ¿Qué sucede?
- ¿No estás de acuerdo en que Shizuru sería una condesa digna de admirar?
- Mamá, sería una condesa espantosa.
- Cielos, me he quedado dormido sólo un instante. ¿Me he perdido una propuesta de matrimonio? –preguntó su padre, parpadeando detrás de su bifocales.
- ¡No! –contestó Shizuru casi gritando. Santo Dios, aquella situación se había desmandado totalmente, y la obligaba a reforzar su decisión de poner fin a la relación con Natsuki aquella misma noche, antes de que su madre mandara anunciar las amonestaciones- Entre ladi Kruger y yo no hay nada. –“O no lo habrá a partir de esta noche”- Ni se te ocurra hacer correr el rumor de que esa mujer tiene algún interés en mí. No pienso tolerar que te entrometas.
Su madre la contempló con expresión atónita.
- No me estoy entrometiendo.....
- Sí te entrometes. Y con ello no vas a conseguir nada, excepto hacer que me sienta incómoda. ¿Es eso lo que quieres?
- Claro que no –replicó su madre, casi ofendida- Pero....
- Nada de peros, mamá. Y se ha terminado lo de hacer de casamentera. –Shizuru dejó escapar un profundo suspiro-. Ahora, si me perdonas, tengo varias cartas que escribir. –Salió de la salita y cerró la puerta tras ella con un leve golpe.
Misato se quedó mirando la puerta cerrada y soltó un bufido de frustración. Después se volvió hacia su esposo y le clavó una mirada con los ojos entornados cuando él musitó algo sospechosamente parecido a “bien hecho, Shizuru”.
¡Oh, qué situación tan irritante! Una condesa, prácticamente caída en su puerta como un regalo del cielo y ella era la única que sabía ver aquella oportunidad de oro. Claro que el deber de una madre era ver dichas oportunidades, pero que tanto Shizuru como Kenzuke fueran tan obtusos le resultaba inconcebible.
En fin, ella sí que había visto aquella mirada ávida en los ojos de ladi Kruger cuando creía que nadie la estaba observando. Estaba enamorada de Shizuru, apostaría cualquier cosa. Oh, el mero hecho de pensar en presumir delante de Midori de la propuesta de una condesa le provocó un gozoso estremecimiento. Ladi Kruger era una dama elegante que podría hacer muy feliz a Shizuru. ¿Qué mujer en su sano juicio no encontraría atractiva a aquella mujer? Y aunque no fuera muy atractiva, era terriblemente rica. Y provista de buenos contactos.
¡Oh, era el sueño de una madre hecho realidad! Las posibilidades que se abrían eran embriagadoras. Desde luego, ahora que pensaba en ello se sentía un tanto mareada. Miró a Kenzuke y apretó los labios; maldición. No merecía la pena desmayarse cuando el encargado de ir a buscar las sales estaba roncando.
En fin, no importaba. No había tiempo para entretenerse con los vapores cuando había tantos planes que hacer. Porque, a pesar de sus protestas, Shizuru había pescado uno de los peces más gordos de Inglaterra.
Ahora, lo único que había que hacer era arrastrarlo hasta la playa.
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.
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4 comentarios:

Amy-kun dijo...

fufu primera...

me pareció mas como un capitulo

de transición..el hecho de que nt se involucre en la búsqueda de el ladrón de novias, le hace saber sospechas y como alejarlas de ella jeje..

aww no quiero que nat y shizuru terminen su relación de amantes *_*

espero que nina sea feliz

sempai no tardes en subir el siguiente capitulo..

soy adicta a tu fic

Anónimo dijo...

no puede ser posible que nat y shiz vayan a terminar su relacion tan rapido no quiero que eso ocurra quiero que aigas mas noches de locuras calentirientas entre ellas! :D

Shizuma94 dijo...

Las madres en vdd son unicas cuando te desesperan xD
Me encanto el capi
sigue asi
esperare la conti ;D

Anónimo dijo...

esta historia esta increíble!! por favor continúala lo más pronto que puedas!! xDD

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