En fin, espero que sigan apoyando con comentarios, sin mas, dejo el capitulo 9 ^ ^
9
Del London Times:
El baile anual de
máscaras celebrado en la casa de campo en Devon de la condesa de Ringshire
constituyó, como siempre, un evento memorable. Varios caballeros se disfrazaron
del infame Ladrón de Novias, lo cual llevó a muchos invitados a especular,
entre risas, con la idea de que tal vez se encontrara entre ellos el auténtico
Ladrón de Novias, ¿Sería posible que fuera tan osado? Muchos invitados señalaron,
además, que el Ladrón de Novias llevaba varias semanas sin ser noticia. Uno no
puede por menos de preguntarse dónde y cuándo atacará de nuevo. Sin embargo,
dado que todos los
hombres no imposibilitados del país se hallan deseosos de
cobrar la recompensa de siete mil libras que han puesto como precio a su
cabeza, es seguro que el próximo secuestro del Ladrón de Novias será el último
de su infame carrera.
Natsuki arrojó el periódico sobre la mesa de cerezo de la
salita y lanzó un suspiro.
Toda aquella especulación e interés por sus actividades
constituían un arma de doble filo. Si bien llamaba la atención sobre el
calvario de las mujeres que eran canjeadas mediante un matrimonio como si fueran
posesiones de la familia, hacía que sus esfuerzos por rescatarlas fueran
todavía más peligrosos. ¿Una recompensa de siete mil libras? Nadie resistiría a
semejante suma. Si cometía el menor error, tendría que despedirse de su cabeza.
¿Cómo iría la investigación? ¿Se habría descubierto alguna
pista más acerca de la identidad del Ladrón
de Novias? Kaiji no le había comunicado nada, pero quizás fuera ya hora de
acudir directamente a las fuentes. Sí, tal vez fuera una acertada idea tener
una charla informal con el magistrado; Sergay Wang y ella eran conocidos desde hacía
mucho tiempo. Tal vez aquel mismo día o al siguiente se acercase hasta el
pueblo, y de vuelta a casa.....
Su mirada voló hasta la jarra de miel que descansaba sobre
la mesa, al lado del periódico arrojado con descuido. La señorita Fujino la
había olvidado la noche anterior, en su prisa por marcharse. Había pensado en
la posibilidad de recordárselo, pero luego descartó la idea; devolverle la
jarra era la excusa perfecta para verla una vez más, y por mucho que ella deseara
lo contrario, por alguna razón le era necesario hacerlo.
Se levantó y comenzó a pasear por el parqué con expresión
ceñuda. Maldición ¿cómo podía un simple beso, que había durando sólo unos
instantes, haberla afectado tan profundamente? Se acordaba de cada segundo
vivido, de cada uno de los matices de aquella boca, de la huella del cuerpo de Shizuru
apretado contra el suyo, del modo en que aquellas suaves curvas encajaban en
sus manos. Maldición, a lo largo de los años había pasado incontables horas
disfrutando de los sensuales encantos de otras mujeres. Y siempre, una vez saciada
la pasión y completado el acto, simplemente las había..... olvidado. Sin embargo,
el beso que había compartido con Shizuru, aquel encuentro ardiente y sin
aliento de dos bocas, había quedado en su memoria como una marca grabada a
fuego.
La noche anterior apenas había dormido. Acostada en su cama
y excitada, revivió aquel beso una y otra vez. Después se torturó aún más
imaginando lo que podría haber sucedido si ella no se hubiera marchado.
Con un gemido, aferró la repisa de la chimenea con ambas
manos y bajó la cabeza para perder su mirada en las alegres llamas. La estaban
bombardeando las imágenes que había intentado apartar durante toda la noche, y
cerró los ojos con fuerza para hacerlas desaparecer. Pero en lugar de eso, se
vio a sí misma quitándole el vestido a Shizuru y desnudándola centímetro a centímetro,
sus bellos ojos al principio agrandados por la sorpresa, luego cerrados
mientras ella la besaba larga y profundamente. Acto seguido la llevaba hasta el
sofá y abría la jarra de miel para introducir el dedo en ella. Luego, muy
despacio, dibujaba un círculo dorado alrededor de su pezón erecto. Oyendo los
roncos gemidos que le evocaban sensaciones habituales para sus oídos, lamía la
delicia que acababa de crear. Cuando por fin levantaba la cabeza y volvía a introducir
el dedo en la jarra, ella la miraba con un brillo especial en sus ojos nublados
por el deseo. “¿Qué piensa saborear a continuación, miladi?” “Todo tu cuerpo. Y
luego....”
En ese instante unos golpes en la puerta lo sacaron de su
fantasía erótica. Se pasó las manos por la cara, que le ardía. Fue consiente
entonces del calor que inundaba su entrepierna y de su propia humedad. Diablos.
Se trataba de la, por lo visto, nunca calmada excitación que le provocaba la
señorita Fujino. Se deslizó hasta sentarse sobre el cojín, cogió el periódico y
lo situó sobre su regazo.
- Adelante
Entró un criado que le tendió una bandeja de plata en la que
descansaba un sobre sellado.
- Acaba de llegar esto, excelencia. El mensajero ha indicado
que es urgente y que debía aguardar respuesta.
Natsuki tomó la carta y se quedó de una pieza al reconocer
su nombre escrito con la inconfundible y elegante caligrafía de Nina. Despidió
al criado con un gesto.
- Llamará cuando tenga lista mi contestación.
En el instante en que se cerró la puerta, Natsuki rompió el
sello de lacre. Le temblaban las manos de miedo cuando desplegó la gruesa vitela
¿Habría vuelto a hacerle daño aquel bastardo de Sakamoto? “En ese caso, ya
puede darse por muerto”.
Con el corazón desbocado, leyó rápidamente la carta.
Mi queridísima Natsuki:
Te escribo para
informarte de que Sakamoto ha muerto. Falleció el miércoles pasado, con ocasión
de un duelo. Su hermano menor se trasladará aquí tan pronto se lo permitan sus asuntos. Me ha
indicado que puedo continuar viviendo aquí, pero yo desearía partir lo antes
posible. Abrigo la esperanza de que la oferta que me hiciste siga aún en pie y
que pueda quedarme en casa, al menos hasta encontrar otro alojamiento.
Quedo ansiosa a la
espera de tu respuesta.
Tuya,
Nina.
La tensión fue abandonando lentamente los hombros de Natsuki,
que dejó escapar un largo suspiro. A continuación, fue hasta el escritorio, extrajo
papel con el membrete de Kruger y escribió con todo cuidado tres palabras a su
hermana: “Ven a casa”.
Shizuru estaba sentada en su roca plana favorita, con la
barbilla apoyada en las rodillas levantadas y asomando los pies por debajo de su
viejo y cómo vestido verde oscuro. Contempló las tranquilas aguas del lago y
después lanzó un puñado de guijarros a la superficie espejada. Surgieron
decenas de anillos que comenzaron a dispersarse, a unirse con aquella quietud
añil, a entrecruzarse unos con otros a modo de eco de la miríada de emociones
que la inundaban.
Por su mente pasaron de nuevo las vívidas imágenes de la
noche anterior, que le provocaban una mezcla contradictoria de alegría, desilusión
y vergüenza, ingredientes emocionales que se combinaban para dar lugar a una
dolorosa confusión.
Cerró los ojos con fuerza e intentó borrar a la condesa de
su memoria..... borrar el momento en que la tocó, la miró, la besó, la hizo sentirse
más viva de lo que se había sentido nunca, mientras en su interior bullían
sensaciones desconocidas que enardecían su cuerpo de una manera tan maravillosa
que la dejaba sin respiración. Que la dejaba dolorida. Febril. Con ganas de
más.
Y entonces le sobrevino la decepción.
Lanzó un gemido y volvió la cabeza para apoyar la mejilla
contra el lado que iluminaba el sol. “Tal vez fuera mejor utilizar palabras con
e. Yo estaba pensando en
“exquisita”.... y “encantadora”.
La había halagado, de forma muy parecida a los falsos admiradores
que últimamente no cesaban de reclamar su compañía con uno u otro pretexto, con
tal de interrogarla acerca del Ladrón de Novias.
Casi todos la habían atiborrado de cumplidos, desde adorable hasta maravillosa,
y ella los había soportado arreglándoselas de algún modo para no poner los ojos
en blanco.
“Encantadora”. Dios, ¿por qué le habría dicho la condesa que
era encantadora? Era una descarada falsedad. ¿Acaso pensaba que ella no sabía
que era más anodina que una pared? Por alguna razón, el oírle pronunciar
aquella palabra había surtido el efecto de un cubo de agua que le hubiera caído
encima y la hubiera devuelto brusca y cruelmente a sus cabales.
“Encantadora”. Sí, ladi Kruger había escogido la misma
palabra que había empleado uno de sus nuevos admiradores, un tal señor Martin,
justo al comienzo de su reciente popularidad. Por un momento de locura,
sorpresa y placer, creyó a aquel joven... hasta que lo oyó una hora más tarde
riendo con otro caballero junto a las ventanas francesas, por las que había
salido ella para tomar un poco de ansiado aire fresco.
- Es más fea que un saco de arpillera, esa señorita Fujino– comentó
el señor Martin.
- Pero si le he oído a usted llamarla “encantadora” –replicó
su compañero con una risita.
- Jamás han pronunciado mis labios una mentira más evidente
–repuso el señor Martin-. Casi me ahogué al proferirla.
Y ahora resulta que la condesa también la había llamado encantadora.
Una lágrima resbaló por su mejilla y se la limpió con un
gesto de impaciencia. No había esperado semejante falsedad en ella...., en la
mujer que había hecho latir su tonto corazón casi desde el principio. Había
creído que ella era diferente, pero estaba claro que de su boca fluían palabras
huecas tan fácilmente como de la de los demás.
Por primera vez en mucho tiempo, se recreó en el inútil
ejercicio de desear ser encantadora de veras, una de aquellas mujeres que
atraían la atención de una mujer como ella. Hacía años que había enterrado sin miramientos
sueños tan fútiles, no era lógico perder el tiempo queriendo un imposible.
El ceño le arrugó la frente ante una repentina idea. Si bien
cuestionaba la sinceridad de aquel cumplido, no cabía duda de que la condesa había
sentido deseo hacia ella. Su forma de besarla, de tocarla y abrazarla lo decían
a gritos. Encantadora o no, ella la había deseado. Y el cielo sabía que Shizuru
la había deseado tambien.
Se irguió y procedió a aplicar la lógica a los hechos,
apretando los labios. Sí, ella había musitado afirmaciones falsas en relación
con su aspecto, pero ¿debía censurarla por ser amable? ¿Por ser educada? Cielos
¿qué quería que dijera la pobre? ¿Que ella le recordaba a un sapo?
Hasta la noche anterior, ninguna persona había dado muestras
de desearla, de querer besarla y tocarla. Pero la condesa sí. Y, que Dios la ayudase,
ella quería que la deseara de nuevo. Jamás se había atrevido a abrigar
esperanzas de ser destinataria de la pasión de otra mujer; era muy posible que
aquélla fuera su única oportunidad de vivir una aventura que su corazón
anhelaba: conocer a una mujer. En todos los sentidos en que podía conocerla.
¿Podría pensar de verdad en la posibilidad de convertirse en
la amante de ladi Kruger? El corazón le dio un vuelco y sintió un intenso arrebol
en el rostro. “Sí, ésta es mi oportunidad de experimentar algo con lo que siempre
he soñado: pasión. Con una mujer capaz de hacer que corra fuego por mis venas”.
Por supuesto, el matrimonio quedaba descartado. Ladi Kruger jamás
se plantearía casarse con alguien como ella. Ella desposaría a un diamante de
primera, una dama joven, fresca y maleable de la aristocracia, que poseyera una
cara bonita y una dote a su altura. Pero su reacción de la noche anterior
indicaba claramente que no rechazaba hacer el amor con ella.
Hacer el amor. La aventura de toda una vida. Cerró
lentamente los ojos y dejó escapar un largo suspiro. Siempre había soñado vivir
aventuras, pero desde su fallido secuestro era como si se hubieran abierto
todas las compuertas. Sus antiguos y vagos anhelos se habían transformado en un
deseo profundo y dolorido. Sí, el trabajo que realizaba en el laboratorio la
llenaba, pero a medida que iba haciéndose mayor reconocía que, aunque su mente
se encontraba satisfecha, algo dentro de ella quería más. Y sabía perfectamente
qué era.
Ladi Kruger.
Se sujetó el estómago para calmar los nervios que lo
agitaban. La amante de ladi Kruger. Santo Dios ¿se atrevería? Todos sus
antiguos deseos reprimidos le contestaron a gritos: ¡Sí!
Pero había varias cosas a tener en cuenta. Desde luego,
haría falta mucha discreción para evitar que cayera un escándalo tanto sobre
ella como sobre su familia. ¿Y qué pasaría si no sabía cómo hacerlo? Por descontado,
había maneras de hacerlo, y aunque ella no sabía cuáles eran, seguro que sus
hermanas sí. Pero lo mejor sería preguntar sólo a una de ellas; cuantas menos
personas estuvieran al corriente de su plan, mejor. Quizá la más adecuada fuese
Saori, pues siempre estaba al corriente de los chismorreos de Londres y
parecían fascinarla de modo particular las aventuras entre mujeres. “Diré que
deseo saberlo meramente a efectos de investigación científica. Seguro que a Saori
no se le ocurrirá sospechar que tengo la intención de tener una amante”.
Sintió una punzada de emoción ante la perspectiva de vivir semejante
aventura. Quería descubrir cómo era la pasión, y de primera mano. Cielos, aquel
beso había estado a punto de derretirle las rodillas. ¿Cómo sería compartir
otras intimidades con la condesa, acariciarse mutuamente.... unir sus cuerpos?
No lo sabía, pero estaba desesperada por averiguarlo.
La sobresaltó el chasquido de una ramita al quebrarse.
Volvió la cabeza y el corazón le dio un vuelco.
A su espalda se erguía ladi Kruger.
Natsuki la miró y se quedó inmóvil al ver su expresión.
Venía con la esperanza de que ella no la mirase con el mismo gesto de
desilusión que la noche anterior. Y no la miró. Pero no estaba preparada para
el espectáculo que encontró.
Diablos, parecía estar..... excitada. Las mejillas
arreboladas, la respiración agitada, un brillo inconfundible de deseo detrás de
las gafas. ¿Qué demonios estaría cavilando?
Ella cogió sus gastados zapatos y se los calzó. Natsuki acertó
a ver brevemente un tobillo esbelto, que afectó a su pulso mucho más de lo que
debería.
Tendió una mano para ayudarla a levantarse y le dijo:
- Buenas tardes, señorita Fujino
- Ladi Kruger
Aceptó la mano de la condesa, y en el instante en que se
juntaron sus palmas Natsuki experimentó un calor que le ascendió por el brazo.
La ayudó a incorporarse. La tenía a no más de treinta
centímetros de sí, sus rizos castaños mostraban un encantador desaliño, su
aroma a miel la envolvía igual que una fragante red. El deseo de besarla, de
sentirla, la golpeó con la violencia de un puñetazo. Aunque su cerebro le decía
que le soltase la mano, movió los dedos de modo que las palmas de ambas
tuviesen un contacto más íntimo.
- Pensé que tal vez la encontraría aquí –dijo con suavidad
- ¿Deseaba hablar conmigo?
“No. Deseo arrancar ese vestido de tu exuberante cuerpo y recorrerte
entera con la lengua. Y cuando haya terminado de saborearte, quiero...” Natsuki
sacudió la cabeza para despejarse.
- ¿Hablar con usted? Eh.... sí
- ¿Sobre lo de anoche?
- Pues sí.
Demonios, estaba hablando como una imbécil, pero no esperaba
un tono tan directo. Con todo, debería haberlo esperando de ella.
La señorita Fujino asintió rápidamente.
- Estupendo, porque yo también deseo hablarle de eso. No
debería haberme marchado de una manera tan brusca. Usted fue sumamente generosa
con Hiroshi y conmigo, y le pido disculpas.
- No es necesario que...
- He reflexionado mucho sobre este asunto, y entiendo
perfectamente por qué dijo lo que dijo.
- ¿Ah, si?
- Sí. Al fin y al cabo, no podía decirme la verdad. No
obstante, agradezco su esfuerzo por....
- ¿A qué se refiere con “la verdad”? ¿Está sugiriendo que le
he mentido?
Ella frunció el entrecejo y los labios, sopesando la
pregunta.
- Considero que la palabra “mentir” resulta demasiado
fuerte. Tal vez sea mejor decir que “disfrazó” las cosas. Comprendo que sólo intentaba
ser cortés, pero en el futuro preferiría que no dijera esa clase de bobadas.
Natsuki comprendió a qué se refería. ¿Cómo era posible que
aquella singular e increíble mujer no tuviera idea de su propio atractivo?
- No le mentí. Ni disfracé nada. –Se llevó la mano a los
labios y depositó un beso en los dedos. A continuación, la rodeó con el otro brazo
y la acercó hasta que los senos de ella le rozaron los propios-. Es cierto que
es encantadora –dijo con suavidad al tiempo que la miraba fijamente para que
ella viera la sinceridad que había en su mirada. Los ojos de ella reflejaban
desconcierto, como si quisiera creerlo pero no pudiera y Natsuki deseo
demostrárselo, decírselo, hacérselo saber-. No lo digo por cortesía, sino
porque es verdad.
Se llevó al pecho las dos manos de Shizuru y le apretó las
palmas contra su corazón, que latía acelerado. Después, deslizó muy despacio un
dedo por su mejilla, mientras murmuraba:
- Fíjese en su piel, por ejemplo. Es muy suave, sin un solo
defecto. Como la seda más fina.
- Tengo pecas en la nariz
Una sonrisa afloró a los labios de la condesa
- Ya lo sé. Y son de lo más seductoras –Tomó un mechón de
pelo suelto entre los dedos-. Y su cabello es....
- Rebelde
- Brillante. Suave –Se acercó el mechón a la cara y aspiró.-
Fragante – Acto seguido, procedió a quitarle las gafas despacio y se las guardó
en el bolsillo de la chaqueta- Y luego están sus ojos. Son extraordinarios. Grandes
y expresivos, cálidos e inteligentes. ¿Sabía que cuando sonríe brillan como dos
hermosos rubíes? ¿Sabía que su sonrisa sería capaz de alumbrar una habitación a
oscuras?
Ella la miraba fijamente. Parpadeó dos veces y luego se
limitó a negar con la cabeza.
La mirada de Natsuki se posó en su boca y el pulso le dio un
brinco. Recorrió lentamente el contorno de los labios con la yema del dedo y susurró:
- Su boca es.... fascinante. Exuberante. Para ser besada.
Se inclinó y le rozó los labios con los suyos una vez, dos,
para continuar después a lo largo del mentón. Cuando llegó a la oreja, atrapó
el lóbulo entre los dientes con suavidad y disfrutó del estremecimiento que la
sacudió. Inhaló profundamente para llenarse de su fragancia, como si fuera un
elixir.
- Su olor –susurró junto a su suave cuello- es mucho más que
encantador. Aunque viva cien años, jamás volveré a oler la miel sin que usted
me venga a la memoria. Resulta torturante, tentador –Le tocó la piel con la
lengua y se le escapó un gemido- Un tormento. Hay muchas palabras con t para describir a una mujer.
Un gemido tembloroso subió a la garganta de Shizuru y Natsuki
retrocedió para contemplar su rostro sonrojado.
- Encantadora –reiteró firmemente- En todos los sentidos.
Por dentro y por fuera. Nunca permita que nadie le diga lo contrario. Y no se
lo crea jamás.
Ella la contemplaba sin pestañear, con los ojos como platos.
Tenía las manos apoyadas en su camisa, irradiando calor sobre su pecho, un calor
que se le extendía por el abdomen y le llegaba a la ingle. Teniendo su blando
cuerpo presionado contra el suyo desde el pecho hasta las rodillas, sabía que Shizuru
notaba su excitación, y quería que así fuera; quería que ella apreciara la
evidencia innegable de su deseo, la prueba de la sinceridad de sus palabras.
En ese momento Shizuru se humedeció los labios con la
lengua.
- Nadie me ha dicho nunca cosas como ésas
- Eso me resulta imposible de creer. Pero recuerdo que
anoche coincidíamos en que la mayoría de las personas son necias.
Shizuru tardó varios segundos en reaccionar, mientras una
lenta sonrisa se le extendía por toda la cara. Para Natsuki fue como si el sol
la inundase con su dorado resplandor.
- Yo también creo que usted es encantadora –susurró ella al
fin.
Aquel sencillo cumplido la conmovió como ninguna otra frase pronunciada
jamás por mujer alguna. Sintió la corriente del deseo vibrando en sus venas,
anulando su sentido común, apartando a un lado su raciocinio. En su mente
comenzó a sonar una única palabra, un mantra que manifestaba su deseo.
Mía. Mía. Mía.
Incapaz de detenerse, hundió los dedos en el cabello de
ella, tirando horquillas al suelo, hasta que su melena castaña se derramó
suelta sobre sus hombros. La envolvió su aroma, inundó sus sentidos, ahogó su
razón. Inclinó la cabeza y la besó muy despacio, muy hondo, deslizando la
lengua en su boca para retirarla a continuación, en una sensual danza que su
cuerpo ansiaba practicar con ella. Shizuru respondió a cada uno de sus
movimientos moviendo su lengua contrala de Natsuki, hundiendo los dedos en su
cabello, apretándose contra su cuerpo.
Mía. Mía. Mía.
Sin interrumpir el beso, fue retrocediendo hasta que se
apoyó contra el grueso tronco de un árbol. Atrajo a Shizuru hacia sí para deslizar
las manos hasta sus redondos glúteos. Luego la izó contra su cuerpo y empezó a
frotarse lentamente contra ella, un movimiento que le provocó una llamarada que
le incendió todo el cuerpo. Con un gruñido grave y gutural, fue subiendo las
manos hasta la cintura de Shizuru y después hasta sus pechos. Las manos se le llenaron
de la muselina que los recubría y sus pezones endurecidos se le hincaron en las
palmas.
Apartó sus labios de los de ella y comenzó a recorrerle el
cuello con besos húmedos y febriles. Shizuru dejó escapar largos gemidos de
placer al tiempo que se arqueaba contra Natsuki, enardeciéndola. La condesa deslizó
los dedos dentro de su corpiño y le acarició los pezones. Su gemido se confundió
con el de ella y entonces levantó la cabeza para devorarle la boca en otro beso
ardoroso. Shizuru se agitó contra su cuerpo que reaccionó con una sacudida. Que
Dios la ayudase: la deseaba, la necesitaba.
Mía. Mía. Mía.
Bajó una mano para buscar el borde del vestido y comenzó a levantarlo
muy despacio. Introdujo la mano por debajo de la tela y pasó los dedos por el
muslo desnudo, suave como la seda. Ella contuvo una exclamación y Natsuki se
irguió ligeramente para mirarla con ojos nublados por el deseo.
Santo cielo, era una mujer increíble. Ruborizada, excitada,
los labios hinchados por sus ardientes besos, los pezones duros bajo el delgado
vestido, el pecho subiendo y bajando por la excitación. Era todo lo que podía
desear y la tenía allí, lista para ella. Si movía la mano sólo unos centímetros
podría acariciar su parte más íntima.... aquellos pliegues inflamados que sabía
que estaban suaves y húmedos. Preparados para ser acariciados. Y luego....
“Y luego ¿qué? –le gritó la voz de la conciencia rompiendo
la niebla de sensualidad que la envolvía- ¿Piensas tomarla así, contra el árbol?
¿A una virgen? Y si lo haces ¿qué harás después con ella? ¿Desposarla?” Y a
continuación de la voz irritada de su conciencia le llegaron las palabras de Kaiji:
“Es inocente, justo la clase de mujer que podría ver en sus intenciones más de
lo que usted pretende”.
Entonces se abatió sobre ella la realidad, como un manto
frío y húmedo. Sacó la mano de debajo del vestido, sujetó a Shizuru por las
muñecas y la apartó de sí.
Ella respiró hondo para llenarse los pulmones. Sentía un vívido
deseo en todo el cuerpo, sobre todo en la ingle. Notaba su feminidad húmeda y
tensa, dolorida de un modo que no había experimentado jamás; un dolor
maravilloso, del que aún no estaba saciada.
Pero como ya no sentía la excitante presión de Natsuki, hizo
un esfuerzo de abrir los ojos. La vio reclinada contra el árbol, sujetándola a
un brazo de distancia por la cintura. Entrecerró los ojos para mirarla, y
aunque estaba borrosa, distinguió con facilidad su respiración trabajosa y su
expresión intensa.
Gracias a Dios todavía la sujetaba, pues de lo contrario se
habría derrumbado en el suelo fláccidamente. Aspiró aire varias veces e intentó
calmar su frenético pulso y recuperar el dominio de sí misma.
Cuando por fin encontró la voz, preguntó:
- ¿Por qué no continúa?
Las manos de Natsuki, le ciñeron la cintura aún más.
- Porque no habría podido parar –Soltó una risita carente de
humor-Créame, este esfuerzo ha estado a punto de matarme. ¿Tiene idea de lo cerca
que ha estado de hacerle el amor?
Shizuru sintió un profundo júbilo. Hizo acopio de todo su
valor para decir:
- ¿Y tiene usted idea de lo mucho que yo deseaba que me lo
hiciera?
Natsuki se quedó asombrada.
- No podemos hacerlo – graznó cuando consiguió recuperarse.
Ella alzó apenas la barbilla y pronunció las palabras que
esperaba de todo corazón que le hicieran emprender la mayor aventura de su vida.
- ¿Por qué no?
.
.
.
10 comentarios:
Es lo mismo que pregunto yo.. ¿Por que no??????
joder ke bueeeno xD!!! porke lo dejas ahii... que cruel eres xD!! Gracias por actulizarlo tan rapido! ^^
estoy de acuerdo con shizuru...por que rayos no nat?
aunque bueno..parada en un arbol como que no jajajja
gracias gracias gracias!!! por actualizar tan rapidooooo
espero el siguiente capitulo sea ala voz de yaaaaa!!!!!
amy-kun
Por Dios Nat!!! ¡¡¡¡¿¿por qué te has detenido??!!!! que emocionante capitulo, espero con ansias la continuación
a mi me parecio increible que natsuki se detuviera porque tambien es ver lo que ella quiere y no lastimarla antes que nada a mi me parecio lindo jajajaja bueno ya pues jaja estoy hecha a la antigua me gusta mucho la historia mas como estas actualizando rapido sigue asii me encanta :D
O.O madre de dioss, me encantó esta historia me he leído todos los capítulos publicados en un mismo día xD Es una historia de los más "encantadora".
Sigue así, espero con ansias la continuación :D
Una maravilla de eso no hay duda. Lo más jodido y lo qué a mí me tiene en vilo, es que la historia da a entender que Natsuki aunque esta a leguas enamorada de Shizuru, parece que solo quiere llevarsela a la cama, pero de matri nada. Osea que de amantes y Shizuru err... parece dispuesta!
A dios, a este paso voy a quedarme sin uñas de la ansiedad (no... no realmente no tengo ese habito) jeje
gracias por ponerlo, esperamos con ansias la continuación.
O.o OMG!!!!
¿Natsuki enque andas pensando para parar ahi? y ¿porque no?
Es el MEJOR fic que he leido, casi me muero cuando el capi termino!!!!
lo que me sorprende es que esta vez no haya hecho aparicion la mama de shizuru y con la nueva llegada de Nina wow! se va armar en grande esto xD
Natsuki x favorrr!!!! Recapacita T-T
PD: me he quedado con ganas de mas xb
Ja-ne
Es en situaciones como estas cuando te preguntas: "Por qué miechica no sabes leer los pensammientos de las personas, sobretodo las que sienten quieren y desean lo mismo que tú" .... *-* Uno sería mucho más feliz, todo sería más rápido jajajjajaja.
Muchas Gracias, pacientemente esperaré su prosecución.
Besos bye bye
Gracias por sus comentarios, actualizare en cuanto me sea posible y seguramente muchas de sus dudas de irán disipando conforme avance la historia. Sobre el comentario de Johana, si, en efecto Nat por ahora solo la quiere por eso, porque la desea, pero eso ira cambiando =)
De nuevo gracias ^^
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