10
- ¿Que por qué no? –Natsuki clavó los ojos en ella, perpleja.
Shizuru la miraba a su vez con la cabeza ladeada, aguardando una explicación. Tras
lo que se le antojó una eternidad, ella se aclaró la garganta por fin y dijo-:
Estoy segura de que comprende la razón por la que no podemos seguir adelante
con esto. Podría haber repercusiones... y no me encuentro en situación de poder
ofrecerle matrimonio.
Shizuru levantó las cejas.
- Y no espero ninguna propuesta matrimonial.
- Entonces ¿qué es lo que espera exactamente?
- Que compartamos una aventura maravillosa
A Natsuki se le disparó el corazón. Trató de coger aire;
pero parecía tener los pulmones comprimidos, como si se hallaran bajo el peso
de una roca enorme.
Aquella respuesta le había dejado atónita. Desde luego, se
alegró inmensamente y anheló compartir una aventura con aquella mujer, pero
¿cómo iba a hacer tal cosa? Su conciencia le asediaría sin piedad. Entre ellas
iba alargándose el silencio y comprendió que tenía que decir algo.
- Por mucho que me halague la disposición que usted muestra,
me temo que debemos dejarlo así.
Ella frunció el entrecejo, desconcertada.
Natsuki sintió un intenso calor que le ascendía por la
nunca.
- No, en este momento no.
La expresión de Shizuru fue de alivio.
- entonces, no puede negar que me desea.
- Es evidente. Pero hay en juego mucho más que el mero hecho
de satisfacer mis deseos –Sus dedos se tensaron levemente sobre la cintura. La
soltó y se pasó las manos por la cara-. Está claro que usted no ha recapacitado
sobre esto...
- Todo lo contrario, sí lo he hecho.
- ¿De verdad? Pues no ha tenido en cuenta su reputación, que
resultaría completamente arruinada.
- Sólo si se enterase alguien. Yo no pienso contárselo a
nadie. ¿Y usted?
- Por supuesto que no. Pero por más discretas que fuésemos,
alguien sospecharía y haría correr el rumor: un criado, un vecino, alguien de su
familia. Resulta imposible esconder una aventura en un pueblo tan cerrado como
Tunbridge Wells.
- No estoy de acuerdo –Shizuru respiró hondo y entrelazó las
manos-.En este pueblo se me considera rara, excéntrica, insulsa, una solterona y
un ratón de biblioteca. Nadie, ni por un instante, daría crédito a la idea de
que una mujer, y mucho menos una mujer como usted, me concediera más que una
mirada fugaz. A mí misma me resulta casi imposible de creer. De hecho, me atrevería
incluso a decir que si las dos estuviéramos en una sala atestada de gente y
anunciáramos que nos habíamos convertido en amantes, nadie nos creería.
Muy probablemente la joven tenía razón y eso le provocó una oleada
de rabia contra cada uno de los mastuerzos que le habían negado su atención.
Despreciables idiotas.
- Me estoy acercando rápidamente a los veintiséis –prosiguió
ella-.Hace tiempo que acepté las limitaciones que me imponen mis inusuales
aficiones, pero eso nunca me ha impedido anhelar una aventura en mi vida. Y
pasión.
En sus ojos centellearon una frágil esperanza y un profundo anhelo,
que a Natsuki le encogieron el corazón. Maldición, tenía que convencerla de que
era una mala idea tomarla a ella como amante, pero debía hacerlo sin
humillarla. No obstante, le estaba resultando muy difícil: le dolía la
entrepierna de deseo y al parecer había perdido el habla.
Le cogió la mano y enlazó sus dedos en los de ella. Su
contacto le provocó un agradable calor a lo largo del brazo, y tuvo que hacer
uso de toda su fuerza de voluntad para no estrecharla con ardor y mandar al
diablo su maldita conciencia.
- Desde mi encuentro con el Ladrón de Novias –dijo ella suavemente-no he podido reprimir mi
necesidad de aventuras. Es como si él
hubiera abierto una compuerta en mi interior.
Natsuki se quedó petrificada.
- ¿El Ladrón de Novias?
¿Qué tiene él que ver con esto?
- Me hizo sentir... viva. Me hizo darme cuenta de lo mucho
que deseaba... ciertas cosas.
Natsuki apretó la mandíbula y entrecerró los ojos.
- ¿Cosas como un amante?
Ella le sostuvo la mirada sin mover un solo músculo
- Sí
Natsuki sintió una irracional punzada de celos, y le soltó
la mano con brusquedad.
- En ese caso, quizá deba acudir con su oferta al Ladrón de Novias.
Ella se sonrojó y a Natsuki le rechinaron los dientes. No
había tenido en cuenta la posibilidad de que Shizuru pudiera albergar
sentimientos de.... amante hacia su otra personalidad.
- Es improbable que vuelva a verlo
“Sí, de lo más improbable”
- ¿Y si lo viera?
- No me hizo insinuación alguna de que me.... deseara.
Diablos ¿qué quería decir con eso? ¿Que deseaba experimentar
la pasión con el Ladrón de Novias? La
idea de que ella deseara a otra persona, con independencia de que en realidad
fuera ella, le nubló la vista con un velo rojo.
Pero se tragó su creciente cólera y dijo con frialdad:
- ¿Se ha parado a pensar que su aventura podría dar como
resultado consecuencias para usted y su familia?
- Sí, pero, como le he dicho, es difícil que algo así pase y
en tal caso estoy dispuesta a afrontarlas. En este momento son otros aspectos
los que realmente me preocupan.
- ¿Otros aspectos?
- Aun no tengo idea de cuáles sean los métodos que utilizan
dos mueres para hacer el amor.
- ¿Aún? –Se pasó la mano por el pelo- ¿Y cómo piensa
averiguarlo?
Ella alzó las cejas
- ¿Los conoce usted?
- Naturalmente.
Los labios de Shizuru se curvaron en una sonrisa de alivio.
- Perfecto. Entonces podrá decirme todo lo que necesito
saber.
- No pienso hacer nada de eso. No necesita esa información,
porque yo no voy a ser su amante. –Se pasó la mano por la cara y sacudió la cabeza-
¿Y si en el futuro decide casarse? –En el momento en que lo dijo, pasó por su
mente otra imagen de ella, rodeada por los brazos de una persona sin rostro,
una imagen que a punto estuvo de ahogarla.
- No tengo el menor deseo de casarme. Me siento realizada
con mis trabajos científicos, y espero poder viajar algún día. Si quisiera ser
una esposa, podría haber accedido a una boda que recientemente arreglaron mis
padres. Le doy mi palabra de que no intentaré sacarle una propuesta de
matrimonio.
- Eso es muy sensato, ya que yo tampoco tengo intención de
casarme nunca. Y no me gustaría nada que me obligasen a ello.
- Entiendo. Pero ¿qué pasará con su título nobiliario?
- Morirá conmigo –contestó Natsuki con tono rígido y
decidido.
- Ya –Shizuru lanzó un suspiro y dijo-: Bien, pues ya que
hemos hablado del tema y superado todos los obstáculos....
El cielo sabía cuánto ansiaba ella hacerle el amor. Pero con
aquella maldita voz de la conciencia que no dejaba de martillearle el cerebro, se
sentía empujada a salvarla de sí misma, porque, pese a sus protestas, se veía a
las claras que aquella joven no se daba cuenta de lo mucho que tenía que
perder.
Contuvo el intenso deseo que amenazaba con pulverizar sus
buenas intenciones, la tomó por los brazos y la miró a los ojos. Rogando que ella
viera cuán profundo era su pesar, le dijo:
- No puedo ser su amante. Y no es porque no la desee, porque
sí la deseo –dejó escapar una risita seca- y con desesperación. Pero no puedo,
no quiero ser la responsable de su deshonra.
Ella alzó la barbilla un poco más.
- Ya le he dicho que nadie le pediría cuentas de cualquier
efecto adverso que pudiera acarrear nuestra asociación.
- Entiendo. Pero no soy capaz de marcharme sencillamente o
volver la espalda a las responsabilidades.
En los ojos de ella brilló la confusión.
- Pero ¿qué sucedió con sus anteriores amantes? ¿Acaso no le
preocupaba la reputación de ellas?
Natsuki experimentó una oleada de ternura. Tomó su rostro
entre las manos y le rozó las mejillas con los pulgares.
- Ninguna de mis anteriores amantes era tan inocente. Su
relación conmigo, o con cualquier otro, no ponía en peligro su estatus social.
Pero el de usted resultaría arruinado. Y yo no puedo desentenderme de eso.
Aquellas palabras robaron toda expresión a sus ojos.
- Entiendo –Se apartó de la condesa con un movimiento brusco-.
En tal caso, supongo que lo mejor será que regrese a mi casa. ¿Me da mis gafas,
por favor?
- Por supuesto.
Natsuki sacó las gafas del bolsillo de su chaqueta y se las
entregó. Observó cómo se las ponía, sintiendo una aguda punzada de pérdida.
Tras ajustarse las gafas, Shizuru le dedicó un gesto formal
con la cabeza.
- Me despido de usted, ladi Kruger–Y, girando sobre los
talones, emprendió el regreso.
Una despedida. No había forma de confundir el significado de
aquellas palabras ni el tono de su voz. Estaba claro que era la última vez que
esperaba verla. Mejor así. Debería estar contenta. Pero, maldita sea, sentía un
profundo dolor en el pecho ante la idea de no verla nunca más. De no ver su
sonrisa, ni oírla reír, ni tocarla, besarla, hacerle el amor...
Apretó los labios para no gritar su nombre, plantó los pies
al suelo firmemente para no echar a correr tras ella, apretó los puños para no abrazarla.
Y finalmente cerró los ojos con fuerza, para no tener que ver cómo se alejaba
de ella.
Había obrado correctamente. Con nobleza. Por ella. Aunque
jamás sabría dónde había encontrado fuerzas para resistirse a su oferta.
Jamás lo sabría. En efecto, ya nunca sabría cómo era tener a
Shizuru Fujino debajo de ella. Encima de ella. Enredada en ella. Pronunciando su
nombre en un gemido. Despertar en ella la pasión que tanto ansiaba conocer... y
que deseaba compartir con ella.
Entonces abrió los ojos. El sendero por el que se había
marchado se veía ahora desierto. Se obligó a moverse y dio media vuelta con intención
de irse, pero sus pies se pararon en seco al fijarse en la jarra de miel. La
había dejado junto a unos matorrales antes de acercarse a ella. Al instante le
asaltó un tropel de imágenes: el placer que experimentó ella al ver el regalo,
sus ojos brillantes de deseo cuando ella la besó, su expresión seria y
dolorosamente esperanzada mientras le preguntaba si quería ser su amante.
Se maldijo a sí misma.
Sí, ciertamente era una mujer noble.
Una noble idiota con un pesar en el corazón que no
desaparecería jamás.
Shizuru, sentada en su escritorio, tamborileaba con los
dedos sobre la pulimentada superficie de madera de cerezo. “Ha rehusado. He de quitarme
la idea de la cabeza”.
Por desgracia, su cabeza no colaboraba en absoluto.
Apretó los labios y dejó escapar un lento suspiro. Aquel
rechazo debería haberla avergonzado, humillado, escarmentado. Pero sólo se sentía
frustrada y decepcionada.
Y más decidida que nunca a salirse con la suya.
Pero ¿cómo? ¿Cómo convencerla.... incitarla.... seducirla?
¿Porqué tenía que ser tan insoportablemente noble?
Sin embargo, aun cuando se formulaba aquella pregunta, la admiraba
todavía más por preocuparse de su bienestar y su reputación. Si no fuera tan
honorable, seguramente no la habría atraído tanto. Con todo, no podía dejar pasar
aquella oportunidad de experimentar la pasión. No se imaginaba siquiera desear
vivir semejantes intimidades con otra que no fuera ladi Kruger, y si no lograba
convencerla a ella, temía hacerse vieja sin conocer nunca el amor físico. Tal
vez si no hubiera aparecido la condesa se hubiera contentado con simplemente
transcribir aquellos sueños en su diario.
Pero ahora que había probado sus besos, que conocía la
fuerza de sus brazos alrededor del cuerpo, que había sentido el calor del
deseo, tenía que saber más. Y ya que estaba decidida a seguir adelante, necesitaba
aprender cómo hacer el amor con ella.
Sacó una vitela del cajón superior y escribió una breve nota
a Saori, rogándole que la recibiese aquella noche después de cenar. Dobló la
misiva, la selló con lacre y acto seguido fue en busca de Hiroshi. Sabía que el
chico se alegraría de llevar la carta a la casa de su hermana en el pueblo, ya
que Saori siempre tenía en la despensa una caja repleta de las galletas de miel
favoritas de Hiroshi.
Mientras aguardaba la respuesta de Saori, confeccionaría una
lista de preguntas que formular a su hermana respecto a los métodos.
Y esperaba tener un motivo para hacer uso de aquella información.
A las nueve en punto de aquella noche Shizuru entró en la
acogedora salita de Saori, pero se quedó perpleja al encontrarse con las
miradas inquisitivas de tres pares de ojos.
- Buenas noches, Shizuru–entonaron al unísono Saori, Mei y
Minami.
Ay, Dios. Aquello no era en absoluto lo que tenía pensado. Normalmente,
se habría alegrado de pasar una velada con todas sus hermanas, pero esta vez no
se trataba de circunstancias normales. Comprendió que tendría que esperar otra
ocasión para hablar del tema, y le desilusionó tener que postergarlo.
Tragándose su decepción, avanzó y abrazó a sus hermanas.
Una vez finalizados los saludos, las cuatro tomaron asiento
en sillones de cretona alrededor de la chimenea. Saori, mientras servía generosos
vasos de jerez, preguntó:
- Muy bien, adelante Shizuru ¿Cómo van las cosas con ella?
La mano de Shizuru se quedó paralizada cuando iba a coger su
vaso
- ¿Cómo dices?
- Venga, no seas tímida –la reprendió Mei al tiempo que acercaba
su sillón-. Nos morimos de ganas de que nos lo cuentes todo.
Shizuru cogió el jerez y dio un buen trago. Cielos. Tenía el
terrible presentimiento de saber a qué se referían sus hermanas con “ella” y “todo”.
Sus sospechas se vieron confirmadas cuando Minami, que compartía con ella el
diván, se le acercó tanto que casi se le sentó en el regazo.
- Oh, es tan hermosa, Shizuru–suspiró con ojos brillantes- Y
además es muy rica y....
- Con título –terció Saori dejando la licorera sobre la mesa
que había junto al sillón-. De un linaje de lo más impresionante. Es el octava condesa
¿sabes?
- No, no lo sabía –murmuró Shizuru-. Pero....
- Su aversión al matrimonio es bien conocida, pero si está
cortejando a nuestra Shizuru, por lo visto ha cambiado de idea respecto de
tomar esposa –dijo Mei al tiempo que aceptaba una bandeja llena de galletas que
le ofrecía Saori.
Shizuru estuvo a punto de atragantarse con el jerez, pero se
lo tragó, aunque casi se ahogó. Aunque sabía que nadie podría creerse que la
condesa iba detrás de ella, debería haber imaginado que sus leales hermanas sí
admitirían una idea tan improbable.
Minami le dio unas palmaditas en la espalda y agregó:
- Imagino que ella afirmará que no piensa casarse nunca. Qué
tontería. Todos sabíamos que cambiaría de opinión cuando encontrase a la mujer
adecuada. -Con lágrimas en los ojos, miró a Shizuru con algo parecido al
respeto-. Lo que ocurre es que jamás pensamos que la mujer adecuada ibas a ser
tú.
Shizuru tosió y agitó la mano delante de sus ojos llorosos.
- No –exclamó ahogada-. No es así.
- Pásame su vaso para llenarlo, Minami–ordenó Saori-. Y
sigue dándole palmaditas en la espalda. Mira, ya le vuelve el color.
- ¿Cuándo piensa visitarte de nuevo? –inquirió Mei mientras
Saori le servía más licor- Debes procurar no estar disponible cada vez que
venga ella.
- Mei tiene razón –convino Minami-. Y cerciórate de que la
haces esperar por lo menos un cuarto de hora antes de aparecer. No te preocupes
por eso; una dama mundana como la condesa está bastante acostumbrada a esas
cosas.
- Y además –intervino Saori-, debes pasar al menos media
hora al día practicando miradas de coqueteo en el espejo. A mí siempre me ha funcionado
ésta. –Bajó la barbilla y dirigió la vista hacia abajo con expresión recatada;
luego levantó la mirada muy despacho y agitó las pestañas.
- Oh, lo haces maravillosamente –dijo Minami aprobando con la
cabeza-.También puedes mirarla por encima del borde del abanico....
- Y poner los labios así –dijo Mei frunciendo la boca para
formar una o perfecta-. Y asegúrate
de que....
Shizuru alzó una mano.
- Basta. Callaos todas. Debéis escucharme.
Sus hermanas guardaron silencio y la miraron con expresiones
ávidas, inquisitivas y extasiadas. Cielos, qué embrollo; tenía que cortarlo de
raíz antes de que fuera a más. Se ajustó las gafas, que le habían resbalado
hasta la punta de la nariz al toser, y dijo:
- Habéis interpretado erróneamente la situación. Entre la
condesa y yo no hay nada.
- Pero si mamá ha dicho que fue a verte y te llevó flores
–protestó Saori.
- Desde que me secuestraron, todos los caballeros solteros
del pueblo hacen lo mismo, pero sólo pretenden sonsacarme acerca del Ladrón de Novias. Ladi Kruger no está
enamorada; al igual que los demás, es sólo una buscadora de curiosidades.
Mei vació su vaso de jerez y lo tendió para que se lo
volvieran a llenar.
- Pero mamá ha dicho que te invitó a su casa y....
- Que envió su carruaje a recogerte –terminó Saori.
- En ese caso, os habrá contado que la condesa nos invitó a
mí y a Hiroshi con el único propósito de enseñarnos su telescopio Herschel. Su invitación
fue enteramente de carácter científico.
El ceño arrugó la frente perfecta de Mei.
- ¿Ha ido a verte desde entonces?
- No –respondió Shizuru, razonando rápidamente que el hecho
de que la hubiera encontrado en el lago aquel mismo día no se podía calificar de
visita intencionada-. Ni yo esperaría que lo hiciera. Mamá ha creído ver demasiadas
cosas en su forma de actuar.
“Dios santo, si mamá sospechase siquiera lo que ha incluído
la “forma de actuar” de la condesa, se desmayaría de verdad”.
La encantadora sonrisa de Minami desapareció con evidente desilusión.
- Entonces quieres decir que ella no...
- Quieres decir que no ha... –interrumpió Saori con una
expresión idéntica a la de Minami.
- Pues no –contestó Shizuru con su tono más entusiasta-.
Entre ladi Kruger y yo no hay absolutamente nada. –Apretó los labios y compuso una
expresión de lo más remilgada, rogando que el rubor de su cara no delatase su
descarada mentira-. Os sugiero que os olvidéis de este asunto.
Aunque obviamente decepcionadas por aquel giro de los acontecimientos,
sus hermanas asistieron con un murmullo. Minami le apretó la mano y le dijo:
- Bueno, si ladi Kruger pasara una noche en tu compañía y no
fuera capaz de reconocer lo especial que eres, es que no es más que.....
- Una idiota –sentenció Mei al tiempo que ponía su mano
encima de las de ella.
- Una necia –afirmó Saori con firmeza, y tuvo un muy poco
femenino golpe de hipo-. ¿Alguien quiere más jerez?
Todas ofrecieron sus vasos vacíos. Mientras los llenaba, Saori
comentó:
- Si no quieres hablar de tus relaciones con la condesa.....
- No hay relaciones de las que hablar –logró decir Shizuru con
los dientes apretados.
- Conforme. En ese caso ¿por qué querías hablar con
nosotras?
Shizuru no mencionó que no pretendía hablar con todas ellas,
sino sólo con Saori. Era evidente que ésta había envíado mensajes para atraer a
sus hermanas con la promesa de averiguar los detalles de la relación de Shizuru
con la condesa. Se sintió tentada de abandonar todo el plan, pero sus hermanas
eran la única esperanza que tenía de obtener la información que buscaba.
Mientras dejase claro como el agua que deseaba dicha información sólo con fines
científicos, todo iría bien.
Así pues, después de beberse otro buen trago de jerez, dijo:
- En realidad, necesito vuestra ayuda en un asunto
científico.
Aquella declaración fue recibida por tres caras inexpresivas.
- Nosotras no sabemos nada de esas cosas –dijo Minami tras
dar un pequeño mordisco a una galleta-. Deberías preguntar a Hiroshi.
Shizuru rogó que no se notase su vergüenza.
- Me temo que el tema no es para hablarlo con un.....
hombre.
Mei frunció el entrecejo.
- Entonces tal vez pueda ayudarte mamá
Shizuru se las arreglo para no hacer una mueca de disgusto
ante aquella sugerencia.
- No lo creo. Ya sabes lo excitable que es mamá y temo que malinterprete
la intención de mis preguntas.
- Puedes preguntarnos lo que quieras –cedió Saori al fin.
- Muy bien. Necesito saber cuál es el proceso físico que
experimenta una pareja, sexualmente hablando.
Tras aquella frase encontró con tres caras boquiabiertas y
de ojos como platos. Se le cayó el alma a los pies. Diablos ¿Sería que sus hermanas
no lo sabían? Pero tenían que saberlo, ya que todas estaban casadas. ¿Acaso no
estaban al tanto de aquellas cosas todas las mujeres casadas? Las tres
intercambiaron miradas de extrañeza y a continuación volvieron su atención a
Shizuru, que de repente se sintió como un espécimen bajo el microscopio.
Saori bebió un buen trago de jerez y dijo:
- Creía que habías dicho que no había nada....
Minami sorbió de golpe su bebida:
- Entre tú...
Mei se echó al gaznate lo que le quedaba en el vaso:
- Y la condesa.
Shizuru sintió una oleada de intenso calor y hasta le
pareció que las orejas le echaban fuego.
- Y en efecto, no hay nada entre nosotras. –“Todavía”-. Sólo
necesito esa información para un experimento científico que deseo llevar a cabo.
Naturalmente, se trata de un tema sumamente delicado y por lo tanto no puedo
preguntárselo a cualquiera.
- Resulta de lo más impropio hablar de cosas así con una
mujer soltera –declaró Minami con el entrecejo fruncido y la lengua un poco
torpe.
- Así es –convino Mei- ¿Qué clase de experimento puede requerir
una información como ésa?
Adoptando el tono monótono que sabía que aburría mortalmente
a sus hermanas, Shizuru afirmó:
- Deseo realizar un estudio comparativo de los ciclos
reproductivos de varias especies, entre ellas las ranas, las serpientes y los
ratones, respecto de los seres humanos. –Como accionadas por un resorte, la sola
mención de ranas, serpientes y ratones hizo que sus hermanas pusieran una cara
como si acabaran de morder un limón amargo. Fingiendo entusiasmarse con el
tema, Shizuru prosiguió-: Tomemos, por ejemplo, la serpiente. Después de mudar
la piel....
- Un tema fascinante, Shizuru–la interrumpió Saori rápidamente-,pero
no es necesario entrar en detalles. –Le acercó el plato de galletas.
Shizuru cogió una y se tragó su sentimiento de culpa por manipular
a sus hermanas de manera tan desvergonzada.
Minami carraspeó y acto seguido comenzó con tono discreto:
- Bien, mientras sea por el bien de la ciencia, tengo
entendido que algunas mujeres se lavan “ya sabes dónde” con vinagre, después.
Shizuru se la quedó mirando, sorprendida y atónita. Cuando
al final pudo hablar, dijo:
- ¿De verdad? Y.... eh..... ¿para qué hacen eso?
- Para eliminar “ya sabes qué”. –Minami se ruborizó, y se
apresuró acoger otra galleta.
Shizuru abrió la boca para seguir preguntando, pero entonces
intervino Saori:
- Bueno, yo he oído que.... –Echó un rápido vistazo a la
habitación para cerciorarse de que no había entrado nadie, y luego se inclinó
hacia delante. Su cautivado público hizo lo propio, y Shizuru incluso estuvo a
punto de caerse del cojín. Bajando la voz hasta convertirla en un murmullo,
continuó-: Algunas mujeres llegan incluso a ducharse con vinagre.
A Minami se le agrandaron los ojos.
- ¡Qué dices!
- O con zumo de limón –añadió Mei, asintiendo-. Aunque eso
es más difícil de encontrar. –Tomó la licorera y fue llenado todos los vasos
hasta el borde-. Yo he oído comentar que hay mujeres que utilizan esponjas
marinas.
- ¿Y qué hacen con ellas? –quiso saber Shizuru,
preguntándose dónde diantre iba a encontrar ella una esponja marina.
- Empaparlas en vinagre....
- O en coñac –terció Minami
- Y luego las introducen “donde ya sabes” –terminó Mei.
- Y.... hum.... ¿para qué sirve eso? –inquirió Shizuru,
esperando que el “donde ya sabes” fuera lo que ella creía que era.
Un delicado eructo escapó de los labios de Minami
- Impide que el “ya sabes qué” llegue a “ya sabes dónde” y
termine fabricando un bebé.
El grupo se quedó en silencio por unos segundos. Estaban
vagando por un punto que a Shizuru no le interesaba, sin embargo no sabía como
llevar esa conversación a lo que realmente deseaba saber, sin que sus hermanas
sospecharan.
-Afortunadamente eso es algo de lo que dos mujeres no tienen
que preocuparse- tercio Minami.
-Dime Shizuru, sabes cómo hacen el amor dos mujeres- se
intereso de pronto Mei.
-Pues yo…
-Oh, yo he escuchado muchas cosas al respecto- interrumpió
Saori.
El grupo se junto aun más.
-He escuchado que normalmente se tocan una a otra “ya sabes dónde”
y que en ocasiones también usan otras cosas para penetrarse….
Shizuru hacia notas mentales mientras sus hermanas no
dejaban de sorprenderse ante las palabras de Saori.
-Ah, me han dicho algunas conocidas que hacer el amor entre
mujeres es lo más hermoso que puede existir - dijo Minami- que hay tanta pasión, romance – sus manos
abrazaron su cuerpo y su mirada se torno soñadora con un dejo de excitación en
ella- es algo que me encantaría comprobar.
- ¡Santo cielo, Minami, no estoy segura de querer saber eso!
Mei se echo a reír sin querer y enseguida se tapó la boca
con la mano, apenada. Su risa fue contagiosa, y en pocos segundos las cuatro
estaban dobladas por la cintura, partiéndose de risa.
- Bueno, por lo que a mí respecta, no soñaría siquiera con
emplear ninguno de esos métodos ni estar con una mujer –dijo Saori secándose
las lágrimas con el borde del vestido-. Tengo muchos deseos de ser madre.
- Yo también –dijo Mei-. Aunque la idea de dar a luz me da bastante
miedo. Una de nosotras debería tener un bebé, para que pueda contarnos a las
demás qué se siente. Minami, voto por que la primera sea tú.
- ¿Yo? –Minami miró ceñuda a su hermana- ¿Y por qué no tú?
Mei se volvió hacia Saori.
- Tú eres la que
lleva casada más tiempo, Saori. Debes ser tú la primera en tener un bebé.
- Muy bien. Ya que insistís, daré a luz antes de que termine
el año.
- Oh, pero eso es imposible –se burló Minami-. Hacen falta
nueve meses, y ya estamos en julio.
Saori se limitó a enarcar las cejas al tiempo que esbozaba
una ancha sonrisa. Shizuru lo comprendió y lanzó una exclamación:
- No es imposible –dijo mirando a Saori con asombro- si ya
está encinta.
Hubo un silencio de asombro por unos instantes, y acto
seguido estalló un verdadero revuelo cuando todas se pusieron a chillar al unísono,
riendo, llorando, abrazándose y hablando a la vez.
Siguió otra ronda de abrazos. Después, Shizuru se reclinó en
su asiento y escuchó cómo Minami y Mei bombardeaban con preguntas a Saori.
Experimentó una punzada de anhelo y se rodeó con los brazos ¿Cómo
sería llevar dentro el hijo de la persona a la que una amaba, en el interior
del cuerpo, sentirlo crecer? Un hijo que habrían creado juntos. A juzgar por la
expresión radiante de Saori, debía de ser una sensación maravillosa, muy
hermosa.
En los planes de Shizuru nunca estuvo el tener hijos, ya que
sabía que con otra mujer no era posible y desde que tuvo uso de razón supo que
los hombre no le venían para nada. Sus alternativas eran convertirse en una
seca solterona o intentar vivir una aventura apasionada, y ahora que tenía una
idea de cómo hacer el amor con una mujer, nadie le impediría cumplir la segunda.
Excepto ladi Kruger.
Pero seguro que lograría convencerla.
¿Verdad?
Sí, informándole de manera lógica de todas las razones por
las que ambas deberían comenzar una relación, y junto con los datos que había
sonsacado a sus hermanas, seguro que lograría convencerla.
Pero, sólo por si acaso, supuso que no le haría ningún daño practicar
las miradas de coqueteo en el espejo.
.
.
.
8 comentarios:
oooois que boba natsuki ¬.¬
en fin ya ansío con ganas el ver como shizuru intenta seducirla,sería todo un espectáculo^^
me encantaría ver eso, seria interesante y emocionante, aunque no creo que le cueste seducirla, Natsuki ya cae por ella ^^
hahaha! ,muy bueno el capitulo... me quede con la boca abierta gracias a la conversación de las hermanas, enserio... ¡De donde sacaste esa información? Ya sabes, lo de la esponja marina, el vinagre y esas cosas... ¿Es verdad o lo inventaste? Por que nunca había oído hablar de esos métodos haha.
Muy entretenido el capitulo y ojala lo continúes pronto.
Ohhhh dios sabe que en verdad me da curiosidad saber que es lo que planea Shizuru muajajaja
Saludos! :D
Esta increible, espero que en la continuacion natsuki caiga en los planes de shizuru, bueno actualisa pronto.
Adios, buen fic
jejeje, sobre la conversación de las hermanas, si eran métodos de la época, no había tanta tecnología y hacían eso, entre otras cosas, pobres mujeres XDD mañana mismo actualizo. ^^
joder natsuki como despresias a la probre d shizuru toda calenturienta y que se te pone en bandeja d plata aprobechala por un carajo XDDDDDDDDD
Mu buen capi... ahora se xq invito a todas las hermanas xb
Me muero x saber como Shizuru va a convencer a Natsuki y estoy esperando la llegada de Nina xD
Ja-ne
vengo del cine y me entero ke hay otro capitulo jodeeeeeé... enserio... natsuki ke es tonta o se hace la tontaa... xk vamos es para matarlaa jajajaja espero el proximo capitulo con ansias xk otra cosa no puedo leer jjejeje...
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