Disclaimer: Una vez más, he decidido ‘aprovecharme’ de algunos personajes de Mai-HIME; los cuales, debo declarar, le pertenecen a SUNRISE INC., a pesar de lo mucho que me gustaría que Shizuru fuese mía. He dicho.
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CAPÍTULO XI: SHINJITSU
(VERDAD)
Una pequeña nube de polvo brillante y púrpura se estrellaba contra el rostro de Shizuru, al mismo tiempo que el nombre de Natsuki escapaba de sus labios y unos fuertes brazos la sujetaban en su sitio. La inconsciencia rápidamente la dominó.
- Vaya golpe que le diste, primita… - Bromeó Nao, mientras se agachaba sobre el cuerpo de Natsuki, quien yacía en el pasto, con un rastro de sangre en su labio inferior.
- Aparentemente incluso yo, desconozco mis capacidades. – Sonrió satisfecha la peliverde frente al estado de su contrincante.
- Sí, sí, Hércules, muévete. – Ordenó Nao, mientras todos empezaban a movilizarse.
- ¿La dejaremos aquí? – Pregunto incrédula, Tomoe.
- No pienso llevarla a ningún lado con nosotras. Me parece un riesgo innecesario. Y aunque lamento que eso signifique que yo no pueda divertirme con ella, o que tú no puedas vengar tu honor, no me importa.
Tomoe observó con desdén a la banshee, sonriendo divertida, pues se sentía como la ganadora definitiva.
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- Asegura bien esas cadenas, Kanzaki… Que por delicada que luzca, no debemos confiarnos de una elfa. – Hablaba con calma, Nao, mientras ocupaba sus manos preparando un encantamiento.
- ¿Sabes qué me parece raro? – Preguntaba Tomoe, tanto al aire, como a cualquiera que estuviera dispuesto a oírla…
- ¿Qué…? – Respondía con una interrogante distraída su pariente.
- Que no apareciera su banshee a defenderla.
- Por lo que sabemos, eso es sólo una leyenda… Quizá no le corresponde… Quizá sí, pero por ser impura el trato es diferente… Quizá las banshees realmente no existen…
- ¿A qué te refieres con eso?
- Digo, ¿alguna vez has visto una banshee?
- No… Pero nunca he muerto antes… Así que… - Respondía con gracia, encogiéndose de hombros, Tomoe.
- Veo que estás de buen humor… Y ya que es así, ven a ayudarme con esto…
- ¿Exactamente qué estás haciendo? – Se acercó Tomoe, después de fijarse como Reito cerraba la reja de la celda de Shizuru.
- ¿Si recuerdas nuestro plan, verdad? Decirle al viejo Sora que tenemos a su querida nieta impura, obligarlo a rendirse frente a nuestro poderío… Humillar a la nación elfa que siempre nos ha mirado por encima del hombro… Y vivir felices para siempre.
- Según lo recuerdo, sí. Así era.
- Bien… Esto que ves aquí – Dijo Nao, cogiendo entre sus dedos un delicado tubo de cristal, que contenía un brebaje de color verde pastoso brillante. – Se llama “Aeternam solitudinem”, o “Soledad eterna”, para los amigos…
- Sigue explicando…
- En caso de que algo falle en nuestro plan… Esto hará de Fujino una amenaza constante…
- ¿La volverá una asesina en serie?
- Nop. Pero esto hará que cualquier ser no humano que se acerque a ella, pierda gradualmente su esencia, hasta volverse humano, y una vez que eso pase, morirá, en un inaguantable dolor. Si el ser es humano… Morirá también. Entre más insista ese ser en acercarse a ella, más rápido perderá su naturaleza, más insoportable será su dolor…
- ¿Esto no le afecta a ella?
- No. Y tampoco a nosotros los drow, gracias a nuestros anillos de obsidiana mágicos.
- Soledad eterna…
- Así es, pero alégrate, que si todo falla, y encima de eso, ella te rechaza otra vez, no será de nadie más… - Finalizó, Nao, observando el reflejo de su poción en los ojos de Tomoe, que evidenciaban maldad pura.
- De una u otra manera, tú siempre cuidas a la familia…
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La oscuridad que rodeaba a Natsuki se hacía pesada y asfixiante… Colocándose en su pecho, aterrorizando sus sentidos… Obligándola a gritar, pero su voz se negaba a salir. Desesperación inundando sus pulmones…La voz de Shizuru llamándola, congelándole el corazón.
Sus intentos de reaccionar, de despertar, eran por demás inútiles, pero de pronto sintió que algo la regresaba a la conciencia. Poco a poco todo se hacía más claro…
- ¡Natsuki! ¡Natsuki, despierta! – Demandaba, Mai, mientras sacudía a la morena por los hombros.
- Creo que ya está despertando, Tokiha-san. – Intervino, Yukino, intentando que Mai dejara de sacudir a Natsuki como si fuera una muñeca de trapo.
- ¿Qué te pasó, Natsuki-chan? – Inquirió genuinamente curiosa, Midori, quien se acercó por detrás de Yukino a observar a la morena que intentaba volver en sí.
- Shizuru…
- ¿Fujino-sama te golpeó? – Preguntó, Yukino, con incredulidad.
- Seguro quisiste propasarte con ella, picarona… - Bromeó, Midori.
- ¿Dónde… Dónde está Shizuru? – Preguntó Natsuki, mientras Mai la ayudaba a sentarse correctamente.
- Si tú no lo sabes, pues déjame decirte que nosotras menos. – Aseguró, Mai.
- Se la llevaron… - Intentó, Natsuki, ponerse de pie, mientras recordaba lo que había pasado.
- ¿Cómo que se la llevaron? – Dijo, Midori, ayudando a Natsuki a ponerse de pie.
- Drows… - Respondió cansada, Natsuki, intentando reponerse, pero todo parecía pesado.
- ¿Te sientes bien, Kuga-san? – Preguntó preocupada, Yukino al notar el semblante de la morena.
- No lo sé… Me siento cansada…
- Eso no es normal… Un solo golpe no pudo dejarte así… - Razonaba, Midori.
- Quizá le aplicaron magia. – Aportaba, Yukino.
- Eso no es importante… Necesito encontrar a Shizuru. – Intentaba enfocarse Natsuki, para sentir la esencia de la semi-elfa.
- Te perdimos del radar durante un tiempo… Por eso vinimos a buscarte. – Anunciaba, Mai.
- ¿Me perdieron? – Mostraba, Natsuki, su confusión.
- Es algo que no puedo explicar muy bien… - Iniciaba, Mai.
- Estamos en sintonía con todo… Si le pasa algo a alguien del clan o alguien fallece, lo sentimos… En tu caso… Pasó lo mismo, pero no sabíamos dónde ubicarte, como si algo te bloqueara…
- Quizá los drow sí me hicieron algo…
- Pero fue algo pasajero. – Apuntaba, Yukino.
- Pero ahora soy yo quien no puede sentir a Shizuru… Mi Claddagh no me quema…
- Sigues recuperándote del bloqueo que te hicieron… Tranquila… - Intentó calmar, Midori.
- Necesito encontrarla. – Dijo con seriedad, Natsuki, intentando desesperadamente sentir a Shizuru, donde quiera que estuviera.
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Shizuru abrió los ojos con pereza. Sentía los párpados cansados, como cuando no has dormido durante tres días, o como cuando has dormido durante… Tres días. La Presidenta Estudiantil sentía la garganta seca y el cuerpo adolorido. Al enfocar su visión, se encontró en un lugar oscuro, húmedo y frío, alumbrado ligeramente por un fuego extrañamente rojizo, provisto por antorchas, que colgaban de las paredes rocosas. Aún traía puesta la máscara que Natsuki le había regalado, y el, una vez, hermoso vestido rojo que traía, se hallaba sucio y desordenado.
Shizuru se dio cuenta que se hallaba sentada en sus piernas, en el piso de lo que parecía una prisión. Sus manos estaban inmovilizadas, al encontrarse sus muñecas sujetas por negras y pesadas cadenas. Su pulso empezó a acelerarse y el pánico empezó a invadirla. Natsuki no se hallaba con ella, y sólo los dioses sabían qué rayos estaba pasando.
Unos pasos cadenciosos resonaban en el pasillo y la poca luz que alumbraba el lugar creaba sombras que parecían cobrar vida por sí mismas y que disfrutaban burlándose de la miseria actual de la heredera Fujino.
Un hombre, o lo que parecía un hombre, se apareció frente a las rejas de la celda en la que Shizuru se hallaba. De estatura alta, piel oscura y ojos que brillaban en rojo intenso, se detuvo a observarla con fúnebre calma, mientras bajaba la capucha de su larga túnica, dejando ver su cabellera, de reflejos plateados. Shizuru empezó a sentir que estaba muy lejos de casa…
- ¿Dónde está Natsuki? – Fue lo primero que preguntó la castaña.
- Kuga es irrelevante para nuestros planes. La dejamos donde la encontramos. – Respondió burlona, Nao, quien se aparecía detrás de Reito.
- ¿Yuki-san? – Preguntaba claramente confusa, Shizuru.
El atuendo de Nao distaba mucho del uniforme escolar. De aspecto tan sombrío como el del hombre que la observaba, los ojos de Nao, también parecían haber adquirido ese resplandor rojizo. La delgada figura se abrió paso, haciendo a un lado a Reito, para abrir la reja de la celda. Nao se puso de cuclillas frente a Shizuru, quien observaba con temor a su captora.
- ¿Qué es lo que quieres de mí? – Interrogó con toda la serenidad que pudo, Shizuru.
- Que mueras. – Sonrió sádica, Nao, mientras Reito se adentraba a la celda, para sujetar las piernas de Shizuru, con una mano, y forzarla a abrir la boca, con la otra.
Shizuru vio como Nao sacaba un tubo que contenía un líquido verde, y mientras intentaba liberarse de las manos de Reito, su compañera de escuela vertía ese brebaje en su garganta.
- ¡Bébelo! – Ordenaba fúrica, Nao, al ver la resistencia de la semi-elfa.
Al darse cuenta que la castaña haría lo posible para escupir la poción y librarse de la sujeción de Reito, Nao tapó la boca y nariz de la futura soberana elfa, obligándola a tragar el contenido líquido que acababa de verterle. Cuando ello pasó, ambos drow se alejaron de Shizuru, satisfechos con haber logrado su cometido.
- ¿Quién eres realmente? – Preguntaba Shizuru, mientras tosía debido a la falta de oxígeno.
- Mi nombre sí es Yuki Nao, soy la soberana de la nación Drow, seres confinados a vivir bajo tierra, por tu honorable familia, y estoy aquí para hacerles pagar y obtener mi venganza… Comenzando contigo.
El ceño fruncido de la semi-elfa reflejaba su sincera confusión ante las palabras de la pelirroja, pero había algo en el tono de voz de Nao, en su mirada, que le decía a Shizuru, que aunque aquella explicación pareciera un disparate, realmente no lo era, y que quizá temor, era la emoción adecuada para sentir en ese momento.
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Natsuki sintió una espina clavarse en su pecho, mientras su anillo empezaba a quemarle con ira. Ya era capaz de sentir a Shizuru. Se puso de pie, cambiando al mismo tiempo su traje por la indumentaria banshee y desapareció frente a los ojos de sus compañeras, quienes además del asombro momentáneo, dedujeron que la rapidez de la morena se debía a que ya había hallado a Shizuru.
En cuestión de segundos, que pasaron en dolorosa cámara lenta para Shizuru, la castaña vio como su visión actual de Reito y Nao en la puerta de su celda, y sus miradas de desprecio, eran cambiadas por unos ojos verdes y una cabellera oscura que aparecían de la nada frente a ella. Vio a una Natsuki, en oscuro traje y solemne expresión.
- Cierra los ojos, por favor. – Pidió calmada, Natsuki, mientras la abrazaba.
Shizuru obedeció asustada de lo que pudiera pasar si no lo hacía. Natsuki giró unos segundos la cabeza, para observar quien se hallaba a sus espaldas, dándose con la ingrata sorpresa de ver a Nao y otro drow, observándola con asombro, justo antes de desaparecer frente a sus ojos, con Shizuru en sus brazos.
- ¡Maldita sea! – Gritó con furia, Nao.
- ¿Qué diablos te pasa? – Preguntaba molesta, Tomoe, quien llegaba hasta el lugar corriendo.
- Kuga era la banshee… - Resoplaba entre dientes, la pelirroja.
- ¡¿Y dejaste que se la llevara?! – Increpó aún más molesta, Tomoe.
- No hay mucho que pueda hacer frente a su legendaria teletransportación, que dicho sea de paso, es real. – Finiquitó, Nao, azotando la reja de la celda.
- ¿Y ahora qué hacemos?
- Rastrearla… - Sentenció amenazante, la pelirroja. Un hechizo de amplio espectro le ayudaría. Sabía que tomaría algo de tiempo, pero no era algo imposible.
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Shizuru abrió los ojos, esta vez para encontrarse con un paisaje distinto. Se hallaba rodeada de frondosos árboles y una quietud que amansaba el alma. Natsuki, se alejaba lentamente de ella, para observarla con cuidado.
- ¿Qué eres tú? – Preguntó sin vueltas, la castaña.
- Esto no debería estar pasando…
- Respóndeme, Natsuki, por favor… - Pidió con tristeza, Shizuru, acariciando la mejilla izquierda de la morena.
- Soy una banshee.
- ¿Una banshee?
- Soy un ser que no está vivo, pero tampoco está muerto. Mi misión es protegerte y guiarte. En esta vida y en la siguiente.
- ¿N-no eres humana? – Preguntó contrariada, Shizuru, al sentir la calidez de la morena.
- Alguna vez lo fui, pero ya no.
- ¿Qué soy yo?
- No sé si deba responder a eso… - Dijo angustiada, Natsuki, bajando la mirada.
- Hey… Mírame… - Pidió, Shizuru, obteniendo respuesta de Natsuki. – Debes decirme qué sucede. Tengo ese derecho. Hoy han pasado varias cosas que no sé explicar y que me están volviendo loca… No formes también tú parte de esas preguntas sin respuestas que me atormentan… Por favor, Natsuki, dime la verdad. Lo necesito.
- Eres una elfa. Bueno… Semi-elfa.
- ¿Elfa?
- Los elfos son seres mágicos… Conocidos por su agilidad, su magia, su inteligencia, sabiduría y excepcional belleza. Se dice que son seres eternos y pacíficos. Su reino se encuentra cerca del Bosque Infinito. Hace muchos años, los drow también eran elfos, pero eligieron el camino de la maldad y fueron desterrados a lugares subterráneos. Tu abuelo, Sora-sama, es el actual rey elfo, su hija, Tsukiyo-sama, era tu madre.
- Pero, yo, por qué… Quiero decir, no- no entiendo…
- Tu apellido me lleva a ti. Mi misión es proteger a los Fujino, y por ser tú la última de tu clan, debo protegerte de todo, hasta que cumplas 18 años, en que debías asumir el trono elfo, y yo mantendría mayor distancia. Yuki y Marguerite son drows, sólo quieren vengarse de tu pueblo, y te usarán para ello. No pude detectarlas antes, porque seguramente usaron algún tipo de magia para bloquear su esencia. Lamento haberte fallado.
- Tú no has fallado… Es sólo que… Es mucho para asimilar… Un día, soy una estudiante asistiendo a un baile, y al siguiente, la futura soberana de un mundo mágico que no sabía que existía, con mi propio guardián sobrenatural que tiene súper poderes… Y que intenta que no me maten enemigos ancestrales que no sabía que tenía… Hasta hace unos segundos…
- Veo que entendiste lo que dije…
- Mira, no debes culparte, pero… ¿Por qué no me lo dijiste antes?
- Se supone que no debo… Las banshees mantenemos una cercanía silenciosa. Los seres a los que protegemos no saben de nuestra existencia hasta el día en que fallecen, pues nuestra tarea final y más importante es guiar sus almas al purgatorio.
- Entonces te apareciste en mi vida, porque era tu misión.
- Sí. – Respondió algo contrariada, Natsuki, al observar ese pincelazo de tristeza que aparecía en los ojos de Shizuru.
- Soy un deber para ti. – Afirmó sin emoción, Shizuru, mientras se ponía de pie y observaba el hermoso lago frente al que se hallaban.
- N-no… No es así.
- Sí lo es. Sólo eras amable conmigo porque soy un deber. Entiendo y aprecio que te hayas comportado tan fantásticamente como lo hiciste, pero quiero que sepas que ya no es necesario que lo hagas. De ahora en adelante, nuestro trato debe ser más formal. Ahora que sé la verdadera naturaleza de las cosas.
- Pero yo…
- Por favor, Kuga-san, haz como te pido. – Solicitó sin fuerzas, pero con solemnidad, la futura soberana elfa.
- Sí, señora. – Obedeció con tristeza, Natsuki.
Quizá el momento no era el más adecuado. Quizá Shizuru sólo necesitaba tiempo para terminar de asimilar la verdad. Natsuki sólo pensaba que debía darle espacio. Quizá luego las cosas dejarían el territorio de incomodidad en el que parecían haberse adentrado, y pudiera recuperar lo que había iniciado con Shizuru, sin que esta pensara que era algo que la morena hacía sólo por deber. Lo importante ahora era proteger a Shizuru.
- ¿Dónde estamos? – Preguntó con calma, Shizuru.
- Estamos en el Bosque de la Melancolía. Territorio indómito, protegido por magia.
Antes de que la semi-elfa hiciera más preguntas, sintieron una leve brisa que se arremolinaba en el centro del lago… Formando una figura femenina. Lena salía a recibir a sus visitas…
- Natsuki, querida… Ya te extrañaba… - Sonreía coqueta, la Dama del Lago.
- H-hola… Espero que no te moleste que me aparezca en tu hogar sin avisar…
- Oh, pero qué cosas dices… Si yo, amo tu compañía en mi lago… - Se acercaba más y más a la morena.
Las venas de Shizuru palpitaban con extrema fuerza, al sucumbir a la adrenalina que causaban los celos, que peligrosos hacían ignición en su sistema. La castaña se interpuso entre la Dama y la banshee, mirando de frente a la extraña, mientras su ceja izquierda se levantaba inconsciente y amenazante.
- Oh, por los dioses… Así que tú eres Fujino… - Sonrió cómplice, al conocer más de un secreto.
- Sí, como sea. – Fue la respuesta, por demás cortante de la castaña.
- Oh, pero no te sientas así… No pienso comerme a tu bomboncito… - Bromeó, Lena, mientras le guiñaba un ojo a Natsuki y se alejaba cautamente de ambas visitantes.
- ¡Pero cómo…! - Espetaba, Shizuru, mientras Natsuki se ponía frente a ella para evitar que persiguiera a Lena y hubiesen problemas.
- Así que los drow ya hicieron su primer movimiento…
- ¿Cómo lo sabes? – Preguntó, Natsuki, curiosa.
- Sé demasiadas cosas… Pero no se preocupen, estarán a salvo aquí, al menos por un tiempo. – Chasqueaba sus dedos, la Dama del lago, haciendo que una cortina de hojas que colgaba de un par de árboles, se abriera, para mostrarles una modesta choza.
- Yo pensé que tú vivías en el lago. – Alegó, la morena.
- Durante un tiempo la compartí con alguien más. Ahora que estoy sola, no la uso, pero creo que podría servirles a ustedes. – Posó su melancólica mirada en el lago.
Natsuki observaba la choza con esperanza, podrían cobijarse y estar tranquilas, mientras pensaba como afrontar esta situación. Pero, al dar un paso, Natsuki cayó sobre sus rodillas, en el mullido pasto, sintiéndose repentinamente débil y adolorida.
- ¡Natsuki! ¿Estás bien? – Preguntaba preocupada, la castaña.
- Sí, sí… Un mareo… Cosas de teletransportación… Vaya adentro, Fujino-sama. En unos momentos estaré con usted. – Intentó mentir, y aunque fue un intento patético, Shizuru decidió no contradecir a la morena. Así que se metió a la choza y cerró la puerta.
- Ella te está matando. – Afirmó, Lena, sin perder tiempo.
- ¿No crees que exageras un poco? – Intentó bromear, Natsuki, mientras tomaba aire, para intentar pasar el dolor que se había instalado en su pecho.
- Lo digo en serio… “Aeternam solitudinem” corre en su sistema… Es una poción que debilita, convierte y finalmente, mata. Todo lo que se acerque a ella y la toque, morirá.
- ¿De qué hablas? Yo vivo a su lado y sigo viva.
- El conjuro es reciente… La drow Nao es la responsable… Poco a poco te quitará tus facultades… Te volverá humana… Y morirás. Debes alejarte de la semi-elfa…
- No puedo hacer eso…
- Tu misión y tus sentimientos te atan a ella, mi hermosa banshee, pero ten cuidado, que tu destino a su lado, es sombrío y no tiene un final feliz…Aléjate de la semi-elfa, porque la única manera de evitar tu muerte es su separación.
- ¿No conoces algún remedio?
- Alba…
- ¿Mi espada?
- Debes asesinar a la semi-elfa con Alba.
- ¿Estás loca? ¡Jamás haría eso!
- Me agradas, Natsuki, pero si ese es el destino que escoges, no puedo hacer nada por detenerte, sólo esperar que no sufras mucho.
Natsuki entendía lo que Lena acababa de decirle, y mentiría si dijera que no tenía miedo, pero mentiría también si no admitiera que le temía más a alejarse de Shizuru que a cualquier destino lúgubre que pudiera estar aguardando por ella. Le sonrió agradecida a la Dama del Lago y se dirigió a la choza, que compartiría los siguientes días con Shizuru.
Lena observó con tristeza, como la banshee se alejaba, y de pronto, sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. Una presencia ancestral y solitaria acababa de aparecer detrás de ella. Un ser envuelto en oscuridad, que lograba atemorizar su alma. El viento a su alrededor soplaba con irregular fuerza, murmurando del nombre de su visitante…
- ¿A qué debo tu visita en mi humilde hogar? – Interrogó, lo más calmada que pudo, mientras giraba en su sitio, para observar a la visitante.
- A que te inmiscuyes en mis asuntos, Lena… - Hablo con lentitud, una voz honda como el lago más frío de los infiernos.
- Pero mi querida Destino, yo jamás haría algo así… - Intentó aligerar el ambiente.
- Andas dando explicaciones que no te han pedido, amenazando el destino de aquellas que vinieron buscando tu cobijo… La Muerte está molesta también… Intentas arrebatarle lo que es suyo…
- No intento nada. Kuga-san es un ser noble. Sólo quise ayudarla…
- ¡Silencio! – Resonó otra voz, como un trueno, haciendo temblar las hojas de todos los árboles, despojando de magia, sólo por unos segundos, a Lena…
- M-mi señora… - Tembló Lena, ante la aparición de la compañera de Destino… La Muerte. Los ojos azul cielo de la encapuchada, reflejaban serenidad.
- No… Te… Metas… - Susurraba en el oído derecho de Lena, la Muerte. – A menos que quieras ocupar el lugar de lo que quieres hacerme perder…
- P-pero, mi señora…
- ¡No! – Ordenó, la Muerte.
- Haz como se te ordena… No intentes cambiar el curso de las cosas… O sufrirás terribles consecuencias… - Amenazó, el Destino, dándose media vuelta y desapareciendo.
- Todo lo que deba pasar, pasará… - Sonrió sádica la Muerte. – Y todo lo que deba terminar, terminará… |
3 comentarios:
Ah! Sufro, sufro, sufro! No tardes...
ay por Dios....... q va a pasar!!!
Gracias.....
bye bye
Que gran sorpresa me he llevado.
Esto esta lleno de intriga.
¿Espero se actualice este fic pronto?
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