Epílogo "El final es solo el comienzo" by Nich'ya

Disclaimer: Una vez más, he decidido ‘aprovecharme’ de algunos personajes de Mai-HIME; los cuales, debo declarar, le pertenecen a SUNRISE INC., a pesar de lo mucho que me gustaría que Shizuru fuese mía. He dicho. 

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EPIRŌGU

(EPÍLOGO)

Hay muchas palabras que nos trae el viento. Viejos dichos. Recortes de sabiduría. Uno que otro chisme. Y las frases cliché que se atoran en nuestra existencia, y casi nunca nos abandonan. Y dicen, que el tiempo lo cura todo. Shizuru sabe que es una gran y terrible mentira. 

Ya ha pasado un año, desde aquel día. Un año en el que ha habido todo tipo de ocurrencias. Sí, ya no es elfa. Sí, ahora sólo es una aburrida y simple humana. Mortal, sensible y solitaria. Sí, Sora-sama le ha dicho que ya no es heredera al trono elfo… Como si eso alguna vez le hubiera importado. En realidad, se siente algo aliviada de que las cosas sucedieran como sucedieron. Ella nunca quiso tener ese tipo de responsabilidad. Ella quería una profesión, viajar, conocer todo tipo de personas y culturas… Enamorarse. 

Sakomizu le dijo que podía hacer lo que necesitara para recuperarse de lo que denominaba fue una ‘amarga experiencia’. Shizuru amaba a su padre, pero no podía estar más equivocado. No fue sólo una amarga experiencia. Aquel día murió el amor de su vida, y Shizuru, ciertamente, murió con ella. 

Pero hay que darle gusto a los adultos… Sakomizu no cejaba en sus intentos de que viajara, fuera a otras escuelas, hallase pasatiempos que la sacaran de la espiral de depresión en la que se había metido. Así que Shizuru se puso su mejor máscara… Esa sonrisa falsa y amable, tan diplomática, tan engañosa. Se quedó en su casa de Kyoto e intentó sobrellevar su vida de la mejor manera. Le pidió a Sakomizu ausentarse de la escuela durante un año. Total, no era como que le fuese a costar ponerse al día ni nada. Si por ella hubiese sido, se hubiera aislado en la torre de algún castillo a llorar por siempre a Natsuki, pero amaba a su padre y no quería preocuparlo. 

Así que intentó parecer calmada. Que todo había pasado. Que las cosas mejoraban gradualmente. Pero cada noche, cuando el mundo se hacía silencio, ella lloraba, sin hacer un sonido, conteniendo las ganas de gritar lo que sentía. Cada noche, llamaba a Natsuki antes de quedarse dormida. De alguna manera, su corazón humano aún sentía esperanzas, y no se rendía. 

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Ya ha pasado un año, y Shizuru está de regreso en la escuela. Cientos de rumores se han esparcido respecto a su ausencia, y a la otrora Presidenta Estudiantil, no podría importarle menos. 

Ha pasado un año, y está frente a la puerta de la habitación que alguna vez compartió con Natsuki, y de pronto, siente que no es capaz de seguir adelante con esa farsa. La realidad y el pasado la golpean con brutal fuerza, y Shizuru siente como su mundo se desmorona. No, no puede. Lo mejor será volver a casa, y aislarse del mundo entero para siempre. 

Pero, ella tan masoquista, quiere ver esa habitación por última vez. Abre la puerta y encuentra todo tal y como lo recuerda. Sakomizu solicitó a la escuela que no tocaran sus cosas. Allí está ese reloj despertador, las camas hechas, las ventanas limpias, sus toallas, su ropa… Todo tal como lo dejó. Y también están las cosas que Natsuki dejó. Su maletín, con todos sus cuadernos. Su uniforme, sus zapatos… Esa sudadera negra que tanto le gustaba. 

Shizuru toma asiento unos momentos en la cama que era de Natsuki. Acaricia las sábanas con tristeza, abre los cuadernos de la morena, contemplando su caligrafía. No era la mejor del mundo, pero a Shizuru le encantaba. Quizá debió decirle cuánto le gustaba su letra. Cierra los cuadernos antes de mojarlos con sus lágrimas, mientras se abraza a esa sudadera con capucha, que aún huele a ella. Y llora. Llora con tristeza, con desesperación. Con esas ganas de que todo fuese un sueño. Con inmensa nostalgia y eterna melancolía. Quiere verla, abrazarla y besarla. Quiere decirle que es la mujer más hermosa del mundo. Que sus ojos son capaces de dejarla sin aliento; quiere ver esa sonrisa, tan furtiva y encantadora. Quiere ver a Natsuki sonreír otra vez. 

Se recuesta cansada de tanto llorar, y entre cuadernos y ropa de Natsuki, aún abrazada a su sudadera, Shizuru fija sus ojos en ese bonito frasco que Natsuki le regaló por su cumpleaños. 

- Desearía que estuvieras aquí…- Susurra, aún llorando. – Que tu vida y la mía pudiesen cumplir su destino juntas. 

Y el sueño muchas veces, es nuestro mejor aliado. Nos mantiene lejos de lo que tanto nos duele. De lo que poco a poco nos mata. 

Shizuru abre los ojos, aún hinchados por haber llorado. La noche ha caído, y el cielo está tan claro, como jamás lo había visto. Se pone de pie, aún sujetando la sudadera de Natsuki, se abraza a ella, como si fuera un flotador salvavidas. Observa como titilan esos astros que bailan lejanos en el espacio. 

Alguien llama a la puerta. Shizuru intenta recomponerse un poco y ponerse esa careta que le evitara preguntas incómodas sobre su estado de ánimo. Toma aire y se prepara, como si fuese a salir a escena. Abre la puerta con cuidado y deja caer la sudadera. 

Shizuru no se atreve a subir la vista, cuando reconoce esas sucias Converse lilas, pero tiene que hacerlo, si está soñando, tiene que aprovechar cada segundo, pues en cualquier momento la pueden despertar. La abraza con fuerza, con alegría. Y llora otra vez. Los sueños son muy crueles a veces, pero no le importa, lo alargará lo más que pueda. 

Natsuki le devuelve el abrazo y Shizuru se entierra en su cuello, intentando no seguir llorando, pero es imposible. Se queda allí unos segundos, reconociéndola, disfrutando su perfume… Dioses, cuánto la ha extrañado. 

Finalmente se separa un poco y mira esos bonitos ojos verdes que aún la cautivan… Toma su mano y la hace entrar a la habitación. La puerta se cierra y ahora están a solas. Un beso suave es lo que sigue, sutil y de adoración. Sus brazos rodean el cuello de Natsuki e intenta profundizar el beso… Pero en ese momento, la morena se separa y sólo la observa. Hay algo en sus ojos, que no logra descifrar… 

- Ese frasco contiene agua de un lago muy especial… Y cumple los deseos que le pidas. – Habla Natsuki claramente. 

- ¿C-cómo? 

- Que no estás soñando. Estoy aquí contigo, porque tú así lo deseaste. 

La incredulidad asalta las facciones de Shizuru, quien no quiere creer en esto, en caso sea un sueño muy vívido o una broma cruel de alguna criatura siniestra. 

- Me enviaron de vuelta. Con magia todo es posible… - Sonríe Natsuki, como sólo Shizuru conoce. 

Y ahora quien inicia el beso es Natsuki, rodeando la cintura de la castaña con sus brazos. Es un beso ansioso, más apasionado, que ha esperado durante mucho, muchísimo tiempo. Y se inicia una inocente batalla, por el dominio. El aire, sin embargo, es escaso, y las jóvenes amantes deben separarse… 

- ¿Hay algo más que desees tener? – Pregunta sonrojada, Natsuki, debido a sus actuales actividades, pero con una sonrisa tonta colgada en el rostro. 

- No. Tengo todo lo que necesito entre mis brazos... 

Y es que, a veces, el final es sólo el comienzo. 

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