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Actualizaciones 15/Julio

sábado, 22 de septiembre de 2012

sábado, 22 de septiembre de 2012

Cap. 20/2 de "Nunca digas adiós" de Cristalsif


NUNCA DIGAS ADIOS

Capítulo 20 Parte II

Zafiro


El día del Accidente...

“El amor muere en las memorias olvidadas, y en el corazón gélido, la gema de un cristal fisurado puede volver a renacer” Negi...

Siento humedad en la cara y el cuerpo me pesa, tengo la ropa mojada o eso creo. Esta tan oscuro y me duele tanto la cabeza como si me hubiera tomado un bar completo. No soy capaz de abrir los ojos, los parpados me pesan tanto, busco fuerza en mis brazos e intento levantarme, pero resbalo y caigo pesadamente otra vez. Noto mis heridas, mi espalda dolorida y gruño para no emitir una queja mayor o dejar salir mi llanto. Después de dos intentos o quizás tres, logró ponerme de pie no sin un mareo que me obliga a apoyar la mano en lo primero que encuentro, un tronco seco. ¿Dónde estoy? Me froto los ojos para ver mejor, pero eso me hace ver que solo hay sangre en mis manos, ¿De quién? Espero que no mía.

La bruma es espesa, no puedo ver más allá de mis propias narices y siento que camino, pero no llego a ninguna parte. Creo que es un claro sin luz... en medio de una noche sin estrellas, porque la neblina no permite ver casi nada. Mis pasos me llevan a una arboleda, donde los troncos no reverdecen, están marchitos por dentro y sus ramas ausentes de hojas, son dedos tétricos de las formas más insospechadas. Las raíces solo dificultan mi camino, recubren todo el suelo en un intrincado sistema de enredaderas, moho y plantas de aspecto deplorable, casi todo esta marchito en este lugar. “Como nosotros” Miré en todas direcciones, pero esa voz proviene de todos lados y de ninguna parte en especifico. No sé como he llegado aquí, estaba en medio de la carretera... un auto iba a golpearme y luego nada... ¿He muerto entonces y vine al infierno? Sandeces, si estuviera muerta no me dolería cada musculo del cuerpo. Lo más importante de todo es que, no se cuanto tiempo llevo aquí o que ha pasado. ¡Tengo que averiguarlo!

-Querida estrellaaaa azul... tu luz languida oprimeeee el corazón- El horrendo sonido de una canción llamó mi atención, tan lejos y con todo se podía oír semejante desatino. Ese hombre necesita urgentemente unas clases de canto o destrozar su guitarra y no volver a cantar. De preferencia la segunda. Pero es una persona a fin de cuentas en este horrible lugar, alguien que me diga donde estoy.

Apresuré mis pasos, comenzando a correr y saltar entre los arboles con una habilidad... superior. -Dulce princesa helada, de melenas oscuras y gemas esmeralda...- Esta vez una voz infinitamente más dulce continuó la tonada, curiosamente el lugar de origen era él mismo. Pasaron algunos minutos en medio de mi carrera a través de esos negros arboles, hasta que mis pasos se detuvieron. Frente a una casa destartalada y en pie por alguna gracia divina, divisé a una mujer desmayada en el suelo y ni rastro de los cantantes, nada se movía, nada se escuchaba salvo mi propia respiración agitada. Me acerqué con cautela, activando los brazales para tener a la mano mis armas, solo por si acaso.


Le di la vuelta a la persona inconsciente. -A...¡Azula!- La llamé con desespero, su palidez era pasmosa y la sangre seca en su ropa, sus labios... toda ella era preocupante. -Azula... Azula, por favor mirame- Le di un par de palmaditas a su rostro, mientras la acunaba en mis brazos.

Sus ojos lilas se abrieron de forma tenue después de unos instantes. -Natsuki...- Sonrió dolorosamente, empezando a reconocerse a si misma y los alrededores. Repentinamente me empujó... -¡Corré!- Gritó ante mi confusión. Un gruñido de advertencia, pero en cuanto giré la vista sobre mi hombro, algo pico en mi cuello. -Es... una trampa- Dijo llorosa, poniéndose de pie con dolor para sujetarme a mí, me temblaban las piernas. Noté que si bien la sangre manchaba su ropa desgarrada, bajo ella había tantas vendas que, Azula solo fue un señuelo.

Me llevé la mano al cuello, me dolió... retiré lo que lastimaba, era... un dardo. Azula pasó su mano por mi cintura y la mía por su cuello para arrastrarme. -Debemos irnos... ya, ellos van a hacerte...- Pero no terminó, porque apenas unos metros después a ella también le dieron y ambas golpeamos el pasto. No era un somnífero, era un paralizante. Pude verla llorar silenciosamente en el suelo, con la movilidad de una muñeca de trapo, igual que yo. -Te fallé...- Dijo entre sollozos, antes de perder la capacidad del habla.

Oí pasos acercarse y unas botas de metal frente a mi cara. -Pónganla de pie- Esa era la voz que cantaba. Dos hombres me sujetaron de cada lado y yo ni siquiera podía levantar la cabeza para enfrentar a mi interlocutora. -Tu aprecio por mi hermana me hace compadecerte... cuando ella misma me ha revelado quien la auxilio en Alemania y me ha servido bien al atraparte, claro tuve que castigarle un poco para el cometido- ¿Hermana? ¿Atraparme? En el suelo las lágrimas de Azula manchaban el lodo entremezclado con moho.

Sentí unos dedos tomar mi barbilla con fuerza y levantarme la cara, para ver una mujer igual a la del suelo salvo por sus ojos, de un azul cielo, pero tan malévolos como su sonrisa. Se la notaba más vieja también. -Yo soy Iori Katsuya- Después de eso un fuerte puñetazo en la cara me removió un poco los sesos en la cabeza, ¿Con qué me pego? ¿Acero solido? A eso le sobrevino una patada en mi costado y sentí crujir mis costilla, pero no le di el gusto de gemir. -Viuda... de Riota Margueritte- Su rodilla proclamo en mi cara un doloroso golpe que me hizo llorar, efecto secundario cuando te rompen la nariz. -¿Ya me recuerdas?-

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Estaba viva, mi moto destrozada a dos metros de distancia y el lobo rondando a mi alrededor. ¿Cómo lo hice? Ni yo lo sé, solo estaba en shock frente a mi segura muerte o al menos un accidente muy feo y después... de pie al otro lado, con un camión cortado perfectamente a la mitad y un hombre aterrado mirándome como si fuera un monstruo. A mi espalda una voz femenina atrajo mi atención. -Ohhh... así que tú eres el impresionante Zafiro Azul, la estrella eterna y todas esas tonterías... del nuevo ciclo- Me dí la medía vuelta y disparé sin ninguna contemplación, pero esa mujer traía consigo una armadura a la que mi ataque, no le hizo ni un rasguño. -¿Quieres matarme también?- Pero no estaba sola, había otras dos mujeres a su espalda ataviadas con ese raro equipo metálico en sus cuerpos, tenían propulsores en las piernas por lo que ni siquiera tocaban el suelo. Realmente parecían personas metidas dentro de un robot negro. -Atrapenla, de ser posible con vida, de no ser así... diremos que ha sido un accidente- Esto me puso en alerta y a mi lobo blanco, que frente a mi gruñía con un gesto defensor.

-¿Mi...dori?- Me quedé absorta mirando a la tercera mujer enfundada en aquella armadura. ¿Qué diablos hace la ex-profesora de historia con ellas? ¿Acaso se ha cambiado de bando? ¿No me dijo Nina que había muerto? Tensé la mandíbula ante la confusa idea.

-Pero Iori-sama- Quiso refutar una de las mujeres, la de cabellos castaños, cortos y con forma de puás hacía atrás.

-¡A callar Zera! No me desobedezcas- Tras el grito imperante las tres mujeres me rodearon, ellas por alguna razón que ignoro si podían ver a mi lobo.

A un corto ademán de su líder, las tres vinieron sobre mí. La primera, Zera... fue interceptada por mi canino amigo con sus fauces, la sola saliva del animal comenzó a congelar el metal, la chica se soltó con un golpe al hocico para continuar esquivando a mi lobo. A la segunda, Midori la esquive por los pelos de un salto, dando tres disparos certeros en la hendiduras de su armadura, dañe uno de sus propulsores y la pelirroja cayó al suelo. Pero la tercera... Iori, me embistió con tal fuerza que mi cuerpo golpeo contra las latas del camión, sobretodo en la cabeza. Me levanté como pude, mareada y con deseos de devolver el café de esta mañana. Algo escurría por mi espalda, dí tres pasos zigzagueaba e intentando mantener el equilibrio. Me llevé la mano a la cabeza solo para... -Ashh- Dolor y mi mano llena de sangre.

-Que débil... todavía no ha despertado completamente- Restó importancia al hecho la maldita mujer peli plateada, maldita Iori. El lobo despedazaba como podía la armadura de la infortunada Zera, a lo que la líder. Apuntó a mi cabeza un bestial cañón en su mano. -Quieto amiguito o ella muere...- El canino se detuvo por toda respuesta, y yo tengo claro que no estoy en condición de esquivar, estoy viendo doble.

-Haz lo que tengas que hacer...- Sonreí a pesar de las circunstancias tomando pose defensiva, intenté que el mareo no se hiciera evidente en mis movimientos.

Los ojos coléricos de esa llamada mujer, se aplacaron cuando sin que yo lo notara, una figura vino detrás de mí y unas férreas manos tomarme por lo hombros ¡Maldición! -¿Qué?- Atrás estaba Midori sujetándome, en cuanto intenté moverme me estrujo más fuerte y se me escapó un grito de dolor.

-Ahora Iori-sama...- La ex profesora miraba a su ama como un perrito faldero.

-¡Suéltameeee Midori!- Pese al dolor seguí contorsionándome como podía, intentando en vano liberarme de ella.

-Duerme monstruo de Fukka- Volvía la vista sobre Iori, un arma diferente me apuntaba. Un disparo y una tremenda punzada en el pecho sobrevino. Un segundo después las fuerzas comenzaron a abandonarme, tenía clavada la aguja de un dardo en la piel y el líquido se disparó en mi torrente sanguíneo a vertiginosa velocidad.

-Por cierto, soy Piro...- Llegó la voz de Midori desde mi espalda, sus manos metálicas me soltaron y caí sin fuerza al suelo mientras un incontrolable sopor me cerraba a fuerzas los ojos. El lobo que me acompañaba comenzó a desvanecerse entre aullidos de dolor y un par de agujas heladas se clavaron en el lado derecho de mi espalda, la piel ardía. Entonces todo se hizo negro en el eco de la voz de Iori. -Llévenla en el féretro y preparen las amarras, tenemos que entregársela a Nagi-sama...-

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Sintiendo el cuerpo atenazado por las garras del dolor y un hormigueo molesto que no me dejaba moverme ni un poco. Miraba hacia el suelo, notando como mi propia sangre llenaba la tierra negra con esa mancha carmín. Me hubiera gustado hablar y reírme en la cara de Iori por haber eliminado a Riota, pero se me había negado el privilegio del habla.

-Ignoro como te soltaste de los cables de contención o como saliste del tanque...- Cuestiono mi captora y se lo aseguro... yo igual... -Pero no cometeré el mismo error dos veces- La maldita Katsuya me levantó la cara una vez más. -En un rato te lamentaras de dolor Kuga- Sonrió antes de soltarme y que mi cabeza estirara mi cuello dolorosamente a falta de otra resistencia de mi cuerpo a la gravedad. -Kurauchi-san... lleva a Kuga-san al laboratorio- Ordenó nuevamente y ese apellido lo recordaba de alguna parte.

-Como usted ordene Katsuya-sama- La voz servil del chico, y sus manos introduciéndose entre mis brazos, me hizo arder en cólera, pero era aun más frustrante no poder hacer nada. Entonces me dí cuenta de la verdad, él era... Kazuya Kurauchi ¡El novio de Akane Higurashi!

-Yuichi-san... tú llevarás contigo a mi hermana... a ella también la someteremos al tratamiento 'capilar'- Ronroneó la peliplateada con burla. Noté que Iori se giraba en otra dirección, y finalmente nos daba la espalda, sus ordenes habían sido claras.

-Como usted ordene- Esa voz... claro que sí. ¡Tate Yuichi! ¿Qué diablos hace aquí? Acaso es esto una maldita pesadilla, ¿Sears ha tomado a los antiguos amigos de Fukka para hacerlos sus esclavos?

Pero era imposible verle la cara a Kazuya o Tate, el primero me levantó como a un saco de papas y como una muñeca me balanceaba de un lado a otro con las zancadas del muchacho. Entramos a la casa y el joven presionó una palanca, oí el mecanismo de las puertas abrirse. Los mocasines del que intuía era Yuichi estaban a la vista, venía tras nosotros. Contrario a la oscuridad y aspecto espeluznante de la casa, un largo pasillo blanco muy bien iluminado fue recorrido con la carga de nuestros cuerpos ¿Azula estará bien?

Llegamos a un ascensor y este a su vez, nos llevó a una zona de rieles. Abordamos unos vagones subterráneos y después de algunos minutos, tirada cual despojo sobre el asiento, con la mirada perdida por un pequeño movimiento en lo que parecía una curva, mi cara se movió permitiendome ver un angulo difrente. Azula estaba inconsciente con la cabeza apoyada en las piernas de Tate, mientras él desviaba la mirada por la ventana. No pude ver más, Kurauchi volvió a acomodarme la cabeza, por lo que descubró que la mía estaba apoyada en su pierna y su rostro se miraba desde abajo, pero era reconocible. Tenía el cabello tan largo que más pareciera un pandillero, desentonaba mucho con el traje negro y la corbata. De mí solo estaba consciente que la punzante herida en la cabeza había dejado de sangrar y al castaño eso no le importaba, de hecho ni siquiera le preocupaba que manchara su ropa con la sangre que derramaban las otras heridas. Tenía una expresión tan vacía como la que contemplé en los ojos claros de Tate.

En cuanto llegamos Kazuya me acunó en sus brazos apoyando mi cabeza en su pecho y con las manos sujetó mis piernas y mi espalda. Caminaron a través de numerosas puertas, supe por el aroma a lejía del lugar que estábamos en un laboratorio, incluso esos sonidos familiares a los que me acostumbré con el tiempo, tubos de ensayo y probetas. Después de un rato de ires y venires, ya no podía recordar por donde ingresamos, estaba perdiendo la capacidad de orientarme, moría la esperanza de escapar por los medios tradicionales. Pero ya verán de lo que soy capaz cuando mi cuerpo recupere la movilidad.

Una gran puerta de metal y de un tamaño enorme fue la última por la que ingresamos. Llegamos a un sitio gigantesco, cuyas paredes estaban hechas de roca solida y grandes cables de alto voltaje se cruzaban por el techo. Mi transportador depositó mi cuerpo sobre una gran plancha metálica en la que una luz me deslumbrpo dejándome ciega, no podía ver a la persona cerca de la mesa en esas condiciones.

-Vaya... vaya... alguien merece un premio por traerme a la joya de la corona, la pieza última de mi plan- Era una voz tan burlesca, era la voz del hombre que cantaba y realmente necesitaba con urgencia unas clases de canto, ahora entiendo porque... su voz es desastroza. Sentí con indignación como me retiraban la ropa, salvo la interior, gesto que agradecí en el fondo de mí. -Pero primero hay que darle un baño a Kuga-san, esta hecha un desastre, es una pena... esa ropa interior le queda taaaan bien- Luego vino un gran chorro de agua helada, hubiera gritado de dolor mientras la presión del agua lastimaba más mis heridas, pero no podía y mi orgullo también me lo impediría.

-Se... señor ¿Qué... que hacemos con su hija?- Preguntaba Tate, ojala pudiera matarlo... sentía esa clase de miradas lascivas sobre mi cuerpo semidesnudo y conocía lo pervertido que puede llegar a ser el peliteñido ese, aun no me cabe en la cabeza como es que Mai pudo amarlo en su día. Espera... ¿Tate ha dicho hija? ¿Azula la hija de este loco? Seguramente viajé a la dimensión desconocida, ¿Qué mujer en su sano juicio y uso de sus facultades permitiría que semejante animal fuera el padre de sus retoños? Más bien diría imbécil, si cometió el error dos veces... porque Iori... también sería hija de él.

-Pon a Azula directamente en el contenedor Yuichi-san... con Kuga-san tengo que hacer algunos chequeos de rutina, después pueden tomarse el día libre chicos- Ordenó autoritario y los pasos, así como la puerta cerrándose me informó que estaba sola en ese lugar y con ese sujeto que me miraba como a un espécimen de laboratorio.

Solo entonces, él se atrevió a interponer su cara entre la enceguecedora luz y yo. Unos ojos sangre, en el marco de una cabellera platinada, en un rostro más maduro, era todo él más larguirucho... aun con todo lo reconocí. -N...Na...Na..gi- Encontré mi voz en alguna parte, mientras mis ojos intentaban salirse de sus cuencas llenos de sorpresa y espanto.

-¡Que grata sorpresa! Natsuki-chan me recuerda... vaya honor- Disminuyó el reflejo de la luz, para apartarse y mi rango de visión aumento más. -Por otro lado, veo que sanas a una velocidad mucho mayor. Verás, he concluido que tienes en la sangre el suero que invento Saeko-sama, así que tendré que apresurarme- Después del que parecía un monologo, solo pude escuchar el sonido de instrumental quirúrgico.

-Mi... ¿Madre?- ¿Cómo se atrevía él a decir su nombre? Juro que ese día debí darle entre ceja y ceja, no en el pelo, realmente le hubiera hecho un favor a la humanidad. ¡No debí ser tan gentil!

-Primero, acomodemos esas costillas rotas, como sanas tan rápido la anestesia me retrasaría mucho así que...- No sé que me hizo tras decir aquello, sentí un dolor tan intenso que el aire no quiso circular por mis pulmones, escupí mi propia sangre pro la boca y el horrendo sonido de mis huesos volviendo a su postura original taladró en mi cabeza. Me mordí los labios a falta de otro medio para soportarlo. -Ne, Natsuki-chan siempre ha sido una mujer muy capaz de soportar el dolor, pero yo no estaré satisfecho hasta escuchar sus gemidos- Ahora lo que acomodó fue mi nariz y sentí las lagrimas escapar, pero no le di el gusto de gritar pese a que ya podía hablar. Volvió a bañarme con el chorro helado pero a la altura de la cara y tosí ahogada con el agua.

-¿Qué qui..eres de mí?- Cuestioné con dificultad cerrando los ojos un momento, para recuperar el aire y tolerar las quejas de mi torturado cuerpo.

-Sabes Kuga... he esperado tenerte así o mejor dicho, tener así a la reencarnación del monje, Kiyo-chan me brindó la oportunidad perfecta hace ya tantos años- Fue a una mesa y volvió con lo que parecía una aguja mecánica. La conectó y buscó algo de tinta. -Traer a mis hijas a este mundo para recolectar energía a través de ellas y que además buscaran por mí los aliados adecuados... ha sido una idea genial. Lo sé, lo sé soy un genio...- Acercó el instrumento a mi cara a la altura de mi mejilla

-¡Nooo! Mi cara NOOOO- Grité al pensar que me desfiguraría.

-Espero que no te moleste demasiado que tatué tu bellísima piel, pero no te preocupes... tengo mucha practica, ¿Verdad que Natsuki no ha notado las marcas en el cuerpo de Azula?- Dijo con beneplácito y hasta sonriente el malnacido. ¿De Cuáles marcas...? Clavó la maquina en mi piel y no pude seguir pensando después de eso.

Sentí la aguja dibujar durante horas, cada 30 minutos Nagi volvía a inyectar el paralizante en mi cuerpo para que no me liberara de las ataduras, también para que no pudiera golpearlo hasta matarle. Intentó en vano quitarme el anillo que me nos dio Kiyohime, algo más aya de la fuerza física o el entendimiento evitaba que la prenda se moviera de mi dedo, tendría que mutilarlo y tuve la suerte de que él no tuviera semejante ocurrencia. Ha medida que las marcas se expandía por mi piel, sentía alguna clase de asfixia y mi rostro ya no podía ocultar mi desesperación. Agoté los gritos de agonía en mi desgarrada garganta, a cada cadena que presionaba cada vez con más fuerza mi propio espíritu, porque después de aquellas insufribles horas, el dolor provenía de alguna otra parte y no era mi cuerpo.

-Tadaaaaa... que lindo me ha quedado, es una pena que no puedas verlo, pero tranquila... esta tinta solo brillará en el momento adecuado, si los rayos de la estrella no te tocan... no los verán- Sonreía completamente manchado por tinta azul, mientras yo me esforzaba por mantenerme consciente. -Ahora ya tengo a raya al monje... - Nagi me observaba triunfal.

-¡¿Qué...qué le hiciste a Nataru?!- Cuestioné preocupada, enfada, indignada y tantos sentires llenos de odio para Nagi, pero el instinto me gritaba que él le hizo algo no muy bueno a mi alterego.

-Tu antepasada recibió un regalo muy importante de Yuki Onna y puede ser muy letal... será muuuy peligrosa cuando la estrella azul brille en el firmamento, pero así estará bajo mi completo control- Murmuraba volviendo a lavarme el cuerpo, sentía congelarme y por ello temblaba. -Acostumbrate Natsuki-chan... sentirás frío permanentemente, con el tiempo te acostumbrarás- Retiró los cabellos de mi cara, antes de depositar un beso en mi frente y mi estomago se revolvió en mis entrañas. -Serás de mi familia también... Azula esta hecha especialmente para ti, en la fecha correcta no podrás tolerar su lejanía- Después de reírse como un demente, Nagi presionó un control y la placa en la que estaba apresada comenzó a girar para tomar una pose vertical.

Abrumada noté a varias personas reposando en unos contenedores repletos de liquido extraño. Akane, Shiho y Azula. Estaban repletas de cables y unos raros cascos con muchas terminales eléctricas. Sus cabellos suspendidos en el agua, las piernas y brazos sujetos por amarras con signos de lucha y en sus rostros mascaras de oxigeno, era una visión espeluznante. Nagi me conectó a mí también con la mascara de oxigeno y me inyecto algo directamente en el cuello, gruñí al sentir el ardor del liquido recorrerme.

-¿Qué es... esa cosa?- Pregunté exhausta.

-Bueno... requiero que tú también sigas las ordenes sin chistar, no me olvido que también Natsuki-chan existe- Me dio un par de palmadas en el rostro y luego Iori apareció por la puerta. Me quitó la ropa interior cambiándola por otra, me manoseaba sin ningún reparo y yo la miraba asqueada. Sentí como me cortaba con un escalpelo, pero ya no podía gritar... me infiltró en la piel un parche a la altura del corazón, todo sin el menos cuidado. Lo sabía, ella disfrutaba verme sufrir, un pequeño precio por matar a su amado.

Me condujeron hacía un contenedor vació y mi cuerpo se hundió en un liquido baboso. Iori me amarró e introdujo sin ninguna clemencia las intravenosas, la más dolorosa de todas ellas fue una ubicada a la altura del cuello, se clavaba y ajustaba en las vertebras cervicales. Esa era, además del casco la fuente principal... dos nodos, iban a tostarme el cerebro a su manera.

-Bueno Natsuki-chan... es hora de olvidar- Escuché en alguna parte dentro de mi cabeza, afuera veía distorsionado a Nagi hablándome a través de un microfono. Iori no tardó en acercarse a una compleja maquina que controlaba el mecanismo del contenedor del terror en el que estaba sumergida.

Olvidar... olvidar ¡Yo no quiero olvidar! Comencé a moverme frenéticamente, aferrándome a los recuerdos de mis amigas, a las imágenes que surcaban mi mente a una velocidad vertiginosa y eran borradas sin piedad. Pero cuanto más me esmeraba por retenerlas, más agudo era el dolor a través de la columna vertebral donde el conector emitía choques. Batallé con tal fiereza tratando de apartar los cables de mi cuerpo, que el agua comenzó a mancharse de un tono sanguinolento, no me importaba el daño ¡No debo olvidar! ¡NO quiero olvidar! Pero poco a poco fui perdiendo cada una de mis memorias, ya no sabía quienes eran mis padres... mi familia, mis amigas... Shizuru... Shizuru....

---Recuerdo Distorsionándose---

-Ara, mi Natsuki es en muchos sentidos como una niña pequeña- Me decía una bella joven de cabellos castaños, retirando de mi mejilla una mancha blanquecina de mayonesa.

-¡Oiii! Eso... eso no es cierto- Retiré la cara azorada por la situación.

-Jajaja... Fujino-san tiene razón... Natsuki no tiene remedio- Esa chica de cortos cabellos Naranja se reía en mis narices... ¿Pero y su nombre?

-Ujum- Otra pelinegra devoraba un plato de ramen y apenas hacía pausa para respirar, o ni eso.

-Kuga no cambiaría ni en mil años... cualquier otra mujer tendría más decencia para comer- Intervino otra chica, apareció quien sabe como descendiendo de un árbol. Abrió su obento desfachatadamente y tomo asiento con las reunidas.

-No me digas nada, desastre con patas- Respondí como si aquello de pelearme con ella fuera un ritual conocido.

-¿Desastre? Si yo no tengo ni una mancha encima... cuando...- No la dejé terminar, le vacié encima un frasco entero de Kepchu y comencé a reírme. La pelirroja me miró amenazante, armándose con mi preciado frasco de Mayonesa.

-No te atrevas...- Le amenacé.

-¿Quién va a detenerme? Dudo que tú Bakaaaa...-Presionó la mayonesa y su preciado liquido cayó en la tierra, quería llorar, como es que esa fulana se atrevía a cometer tal sacrilegio.

-NOOOOO- Clamé con dolor, y ella presionó más fuerte el tarro. De algún modo la mayo terminó en la cara de la devoradora de ramen.

Al chica gato, con un pescado en la boca que no supe de donde salió, se armó de mostaza y atacó  a la pelirroja. Esta se hizo a un lado y la salsa fue a parar en la cara de la ojilila. Comenzamos a reírnos descaradamente, pero la chica de corta melena naranja no lo dejaría así... al final cada quien con un aderezo y una guerra en pleno parque. Nuestro picnic tan desastroso como las combatientes, que estábamos hechas una miseria en mezcla de mayonesa, mostaza, Kepchu y hasta miel. Finalmente cada quien tomó rumbo a su casa.

Al caer la tarde, caminaba hacía mi apartamento y la única que había salido ilesa por no decir impecable, era esa... dama de ojos rubí. No sé porque me acompaña, como es que no siente vergüenza de ir con alguien como yo a su lado. Simplemente estaba allí, silenciosamente y además sonriendo o riéndose de mí lamentable estado.

-No tienes que ir hasta mi casa Shizuru... mira que tu reputación se irá al retrete si te ven conmigo en este estado- Shizuru... así que ese es su nombre, que hermosa sonrisa tiene, que preciosos ojos y que brillo tan dulce.

-Mi Natsuki debe entender que esta arriba en la lista de mis prioridades- Se rió divertida cubriendo elegantemente con su mano, tan límpido y agradable gesto. -Además no es mi culpa que tengas tan malos reflejos... fufufu- Ya decía yo que se estaba riendo de mí y no conmigo. Claro como ella si esquivó perfectamente cada 'accidentada' mancha de salsa que se cruzó en su camino.

-Shizu...- Quise reprochar la burla... Pero de pronto todo se hizo bruma, estoy sola en la calle con todas esas salsas encima. -A que hora me... ¿ensucie así?- Miro a los lados y las ventanas se tornan desoladas, así como la calle desierta, ¿Estaba con alguien? Continuó caminandi aunque ya no sé a donde voy, el lugar me es completamente desconocido... y al mismo tiempo... -¿Quien soy?-
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La figura dentro del contenedor había sucumbido al dolor físico y mental, su cuerpo suspendido en el liquido mostraba heridas serias en las piernas y los brazos, pero las amarras habían logrado contenerla lo suficiente. A Natsuki Kuga se le había escogido un mecanismo reforzado en seguridad, metales diferentes, tejidos superiores en resistencia, por ello nunca tuvo escapatoria.

-Memoria Borrada al 99,99...9%- Un voz estoica y rebotica se escuchó en la estancia.

-¡Te dije que lo borraras todo Iori!- Las estadísticas eran precisas y el peliplateado lo sabía.

-Le haré un regalo a mi hermana, sin ella Kuga nunca hubiera caído en nuestras manos. Esto claro, si mi Lord esta de acuerdo...- Inclinó la cabeza con servilismo una temerosa Iori. -Ella solo recordará el nombre azula, después de todo ellas dos serán pareja, esto lo hará más creíble- Añadió disimulando el temblor de sus manos ante la mirada perversa de Nagi.

-Esta bien... no esta mal concederle un pequeño capricho a mi pequeña Azula, es la segunda pieza angular de todo esto- Nagi se quitaba los guantes con rostro agotado. -Te lo dejo a ti Iori, lo de camuflarlo todo en el hospital e insertar memorias falsas para Miel, Azula y Yun, también codifica a Piro y Zera para estar allí cuando Kuga-san despierte, que todas parezcan buenas amigas-

-Como ordenes padre...- Sonrió la Katsuya, antes de volver a la maquina para cumplir las ordenes y re-programar a las demás Ex hime.

Pero antes de que el ciniestro hombre de ojos rojo se fuera, miró de soslayo a la mayor de sus hijas. -Para mi querido Zafiro... todo debe parecer un accidente, no queremos que se revele tan pronto ¿Verdad? Y Iori, si algo le pasa a Kuga en mi ausencia...-

-Claro que no... será como tú deseas padre- Iori tragó saliva, sabía que él no se tentaría en el corazón para matarla, los lazos de sangre para Nagi nunca fueron importantes.

-Perfecto...- Nagi abandonó el lugar, tenía otras cosas que hacer.

Una vez a solas la científica caminó hacía el contenedor de Azula, sabía que solo por el liquido paralizante en sus venas, su hermana no había forcejeado como las demás. Sin embargo estaba muy claro que la agonía si la sintió en un mudo silencio y esto deleitaba en un no tan secreto placer a Iori. -Siempre fuiste su predilecta... no sé porque tú sobre mí, ¿Solo por ser una Hime? ¡Yo también tengo el gen!- Reprochaba aun sabiendo que la chica inconsciente no podría oírla. -Si de cualquier forma al igual de Zera fuiste derrotada por Fujino, nadie te conoce, nadie sabe quien fuiste... ¡Eres débil y aberrante Azula!- Los puños cerrados y el deseo de volver a hacerle daño a la chica, debió ser retenido en los ojos azules de la enloquecida Iori. -Fracasarás de todos modos y entonces nuestro padre sabrá cuan capaz soy, ¡Yo seré la joya gemela... no tú!- Dio la espalda y con pasos ruidosos llegó hasta la máquina.

Iori insertó las verdaderas memorias de su hermana, el carnaval de las Hime, la forma en que fue identificada y eliminada por Shizuru, el renacimiento gracias a Mashiro y el como huyó del sitio sin dar pelea, llena de miedo. Su graduación de la universidad, su trabajo en Sears, el conocer a Kuga en Alemania y comenzar desde ahí tergiversar los más recientes recuerdos, en un... vomitivo conjunto de sucesos con tono color rosa pastel, algún tipo de cuento de hadas, de esos en los que la mayor no creía y evidentemente despreciaba. Allí donde Azula y Natsuki habrían tenido una larga y dulce relación, pues también distorsionó el tiempo. -Puagg- Se quejó Iori cuando las imágenes mostraron cierta serie de cosas que pasan entre las personas adultas con relación estable...


En el presente... Instalaciones de Garderobe.

-No puedo creer que esto esté ocurriendo- Me quejaba de brazos cruzados frente al cuarto de observación, allí estaba la cama de la joven que apresamos en china. Piro, valquiria de Sears y todo lo menos pensado... vuelvo a mirarla a través del cristal, allí aguarda con claves de intravenosa en los brazos, de apariencia pálida como todos los enfermos, sus largos cabellos rojos se desperdigaban por la almohada y como olvidar esa mirada verde o sus enormes... ¿Que copa usa B, C o D? Err, en que iba... a sí... -Parecé una maldita broma de mal gusto ¡Estaba muerta!- Yo misma revisé el caso, era imposible que alguien sobreviviera a semejante 'accidente' y ¡Su sangre estaba por todos lados!

-Cuesta creerlo ¿Verdad?- La mano de mi esposa se posó sobre la mía y sus ojos de cielo me dieron un poco de calma. Deslicé mi brazo por su cintura para acercar su tibio cuerpo al mío, es tan dulce su sonrojo cada que hago algo parecido. Si tan solo pudiera confesarle mis sentimientos todo sería más fácil o bueno, me mandaría al demonio. -Mai esta con ella, logrará que le dé alguna información... ya lo verás-

-Eso espero Erstin... él último informe de Fujino ha sido alarmante y no hay luz de como salir del embrollo... ahora esto- Volví a mirar a Mai sonriéndole a Piro y charlando como lo que fueron un día... amigas.

-La crueldad de Sears no tiene límites... usar Ex-Himes para el proyecto valquiria es...- La cara de mi hermosa rubia se comprimía en odio. Una expresión que francamente no va con ella.

-Es la guerra, enfrentarnos contra las nuestras y pensar que... ese día solo salvamos a Piro, pensar que la segunda valquiria fuera alguien a quien pensamos muerta... y fuera Midori Sugiura...  entonces mi hermana pudo ser... una de las que dejamos tiradas en ese lugar... y a su suerte- La sola idea de haber cometido por mi propia mano tal cosa es...

-Shhh- Sus dedos silenciaron mis horrendos pensamientos. -No debes adelantarte a los hechos, además Sears no dejaría morir a sus mejores guerreras- Se apresuró a decir conciliadora, mirándome de esa manera tan dulce y su rostro tan cerca, sus hermosos labios, tan... simplemente me deslicé hasta ellos para tomarlos lentamente entre los míos y abrazarla por la cintura, sintiendo esos increíblemente suaves y... bueno sus... pe..

-Cof cof- Tosió con poca discreción Mai, por lo que Erstin y yo nos separamos como si la otra quemara, que más o menos es verdad.

-Err... ¿si Mai-san?- Traté de parecer tranquila, aunque lo cierto es que cada vez me cuesta más el no tomar a Erstin como lo que es, mi esposa. Pero ¿Será esto que ella realmente quiere o solo lo haría por el deber conyugal al que se ha comprometido? No es momento para pensar en eso ¡Enfoca Nina!

-Pues... Midori, ya identificó a las otras Valquiria- Su semblante se torno tan serio y hasta lúgubre. -Miel es Akane Higurashi, Yun es Shiho Munakata supe que no logro casarse con Yuichi, Zera es Kaoru Matsumoto una de las Hime que eliminó Fujino-san en el carnaval y...-

-Dilo por favor...- En el fondo sabía lo que seguía adelante. Erstin me abrazó un poco más fuerte para infundirme valor, pues las piernas ya me estaban flaqueando.

-Zafiro es Natsuki... y yo.... yo no puedo creer ¡Que le disparara a Mikoto!- El puño de la ojilila golpeó la pared, así como una solitaria lágrima rodó por su mejilla. -La Natsuki que conozco la quiere tanto que le regaló su primer juego de principiantes, siempre estaba ahí para apoyarnos... y ¡Jamás me hubiera atacado!-

-Es como a Sugiura-san, no solo alteraron su memoria... sabes lo que encontramos en el sondeo craneano y a su sangre... esa copia barata de las Nanomáquinas- Intervino Erstin en defensa de mi hermana.

-Lo sé... ellas jamás actuarían así por cuenta propia- Se calmó un poco la de cabellos naranja.

-Que ironía... esta claro que como no podían con nosotras, tuvieron que buscar a alguien que pudiera hacernos frente... las otras Ex Hime- No sabría si sentirme halagada o insultada.

-¡Blan-sama!- Venía corriendo hacía nosotras Irina pro el largo pasillo de la zona de hospitalización de Garderobe. Se detuvo frente a nosotras para recuperar el aliento inclinándose, ¿Acaso uso las escaleras de emergencia o qué?

-¿Qué pasa?- Cuestioné, pues era raro ver a Wood-san tan alterada.

-En... en el cielo Blan-sama... hay... hay una estrella, apareció hace 5 minutos- Informó por demás angustiada Irina.

Todas palidecimos, sabíamos lo que eso significaba. -¡Rápido, vamos a la superficie!- La multitud corrió por los pasillos, yo llevaba de la mano a Erstin, accedimos al ascensor y dispusimos la última planta. Pareció eterno el estar encerradas en esa caja de lata, con esa horrenda música de ambiente que le ponen y que esta claro altera los nervios en situaciones como estas.

Salimos atropelladamente del ascensor y corrimos a la azotea, subiendo las escaleras con un nudo en la garganta. En cuanto las puertas fueron abiertas por mí, me detuve en seco. Erstin caminó dos pasos lejos de mí, soltándome la mano por aquello de la inercia y bueno, Mai e Irina me atropellaron directamente, caímos al suelo yo la más afectada. Desde mi difícil postura, con las dos chicas sobre mí y las quejas dolorosas en el oído, levanté la mirada como pude hacía el firmamento. En efecto, a una corta distancia de la luna, un brillo azul iluminaba el cielo. -Pe... pero ¿Por qué nosotras podemos verlo? No somos Hime- Murmuré ahogadamente con la prominente delantera de Mai en la cabeza. -En el carnaval la mítica estrella roja nunca fue vista por mis ojos- Pero esta se mostraba sin reparo a todo el escuadrón Otome.

-Mai-san... Irina-san... ¿Podrían levantarse de una buena vez? Están aplastando a MI esposa- Erstin fruncía el ceño mirando a las otras dos chicas, que en sus convicciones obedecieron instantáneamente temiendo por su vida y con razón. ¿Acaso esta celosa?

Una vez las tres estuvimos de pie... -¡Argggg!- Se quejó dolorosamente Mai, arrodillándose en el suelo mientras se sujetaba el brazo izquierdo.

-Mai... ¿Estás bien?- Me acuclillé a su lado, pero ella sudaba incapaz de responder. En ese instante mis ojos lo vieron, el brazo solidificado por las nanomáquinas en la lucha que tuvimos en China. La extremidad recuperaba poco a poco una tonalidad blanca acorde a la piel de Tokiha-san y con ella la movilidad, un proceso sumamente doloroso. -¡Imposible!- Intentamos todo, radiaciones en la cámara del Génesis con ella y Nao, pero nada fue suficiente. Miramos sorprendidas como Mai retiraba el largo guante de su mano y sus dedos volvían a moverse como si nunca se hubieran petrificado.

-Wood-san...- Volví la vista sobre nuestra querida 'cyber'. -Por favor, informa en el laboratorio a los científicos... no me importa que es lo que tengan que hacer, pero que averigüen que tipo de energía irradia esa estrella y de ser posible la causa de que ahora podamos verla- Solo hasta ese momento, me he dado cuenta que mi cuerpo se siente diferente, menos pesado... casi podría apostar mi nombre a que, en este momento las nanomáquinas pueden trabajar al 100% sin que nos cueste la vida.

-Como ordene Blan-sama... también haré reporte del incidente a su padre- Apresuró el paso escaleras abajo.

-Gracias... me alegra contar contigo en el equipo- Lo dije sin saber siquiera si ella me escuchó, pero era necesario decirlo. -Me alegro mucho que tu brazo este mejor Mai-san- Sonreí a la chica que todavía no podía creer lo que estaba pasando, seguramente ya había perdido la esperanza de recuperarlo.

-MAI- Oímos una voz conocida, pero...

-Oye tú, deberías estar en la enfermería- Respondió la ojilila cruzándose de brazos, y yo sonreí. Así que no solo Mai, Mikoto también ha sanado... entonces Nao, ella también podrá...

-Ya no hace falta... me curé... ¡Mira Mai!- La de revoltosos cabellos negros comenzó a desprenderse de la bata de hospital, yo desvié la mirada a otro lado y corrí a cubrir los ojos más que abiertos de mi esposa. ¿Qué rayos hace mirando así a Mikoto?

-No... no Mikoto, luego me lo muestras ¿Vale?- Gracias Maiii.

-Si por favor... después y solo a tu novia- Decía yo cerrando los ojos con fuerza si apartar las manos de la cara de Erstin. Vamos Mikoto ya no es una niña, y ahora mismo tiene una figura envidiable.

-Pero... si solo iba a mostrar mi hombro- No puedo creer que todavía tenga ese tono de inocencia.

Entre las risas de todas, abro los ojos nuevamente. Vuelvo la vista al cielo y una profusa confusión lo llena todo... -“Una estrella azul... no es un buen auguri

3 comentarios:

Anónimo dijo...

lindo como siempre espero el próximo capitulo gracias

Anónimo dijo...

joder esto se puso de incocnita que onda con la estrella azul y que onda con nat y shiz actualizacion por favor que me desespero!

Anónimo dijo...

Ainath ;)

excelente cap :D

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