NUNCA DIGAS
ADIOS
Capítulo 20
Parte II
Zafiro
El día del Accidente...
“El amor muere en las memorias olvidadas, y en el
corazón gélido, la gema de un cristal fisurado puede volver a renacer” Negi...
Siento humedad en la cara y el cuerpo me pesa, tengo la ropa
mojada o eso creo. Esta tan oscuro y me duele tanto la cabeza como si me
hubiera tomado un bar completo. No soy capaz de abrir los ojos, los parpados me
pesan tanto, busco fuerza en mis brazos e intento levantarme, pero resbalo y
caigo pesadamente otra vez. Noto mis heridas, mi espalda dolorida y gruño para
no emitir una queja mayor o dejar salir mi llanto. Después de dos intentos o quizás
tres, logró ponerme de pie no sin un mareo que me obliga a apoyar la mano en lo
primero que encuentro, un tronco seco. ¿Dónde estoy? Me froto los ojos para ver
mejor, pero eso me hace ver que solo hay sangre en mis manos, ¿De quién? Espero
que no mía.
La bruma es espesa, no puedo ver más allá de mis propias
narices y siento que camino, pero no llego a ninguna parte. Creo que es un
claro sin luz... en medio de una noche sin estrellas, porque la neblina no
permite ver casi nada. Mis pasos me llevan a una arboleda, donde los troncos no
reverdecen, están marchitos por dentro y sus ramas ausentes de hojas, son dedos
tétricos de las formas más insospechadas. Las raíces solo dificultan mi camino,
recubren todo el suelo en un intrincado sistema de enredaderas, moho y plantas
de aspecto deplorable, casi todo esta marchito en este lugar. “Como
nosotros” Miré en todas direcciones, pero esa voz proviene de todos
lados y de ninguna parte en especifico. No sé como he llegado aquí, estaba en
medio de la carretera... un auto iba a golpearme y luego nada... ¿He muerto
entonces y vine al infierno? Sandeces, si estuviera muerta no me dolería cada
musculo del cuerpo. Lo más importante de todo es que, no se cuanto tiempo llevo
aquí o que ha pasado. ¡Tengo que averiguarlo!
-Querida estrellaaaa azul... tu luz languida oprimeeee el
corazón- El horrendo sonido de una canción llamó mi atención, tan lejos y con
todo se podía oír semejante desatino. Ese hombre necesita urgentemente unas
clases de canto o destrozar su guitarra y no volver a cantar. De preferencia la
segunda. Pero es una persona a fin de cuentas en este horrible lugar, alguien
que me diga donde estoy.
Apresuré mis pasos, comenzando a correr y saltar entre los
arboles con una habilidad... superior. -Dulce princesa helada, de melenas
oscuras y gemas esmeralda...- Esta vez una voz infinitamente más dulce continuó
la tonada, curiosamente el lugar de origen era él mismo. Pasaron algunos
minutos en medio de mi carrera a través de esos negros arboles, hasta que mis
pasos se detuvieron. Frente a una casa destartalada y en pie por alguna gracia
divina, divisé a una mujer desmayada en el suelo y ni rastro de los cantantes,
nada se movía, nada se escuchaba salvo mi propia respiración agitada. Me
acerqué con cautela, activando los brazales para tener a la mano mis armas,
solo por si acaso.
Le di la vuelta a la persona inconsciente. -A...¡Azula!- La
llamé con desespero, su palidez era pasmosa y la sangre seca en su ropa, sus
labios... toda ella era preocupante. -Azula... Azula, por favor mirame- Le di
un par de palmaditas a su rostro, mientras la acunaba en mis brazos.
Sus ojos lilas se abrieron de forma tenue después de unos
instantes. -Natsuki...- Sonrió dolorosamente, empezando a reconocerse a si
misma y los alrededores. Repentinamente me empujó... -¡Corré!- Gritó ante mi
confusión. Un gruñido de advertencia, pero en cuanto giré la vista sobre mi
hombro, algo pico en mi cuello. -Es... una trampa- Dijo llorosa, poniéndose de
pie con dolor para sujetarme a mí, me temblaban las piernas. Noté que si bien
la sangre manchaba su ropa desgarrada, bajo ella había tantas vendas que, Azula
solo fue un señuelo.
Me llevé la mano al cuello, me dolió... retiré lo que
lastimaba, era... un dardo. Azula pasó su mano por mi cintura y la mía por su cuello
para arrastrarme. -Debemos irnos... ya, ellos van a hacerte...- Pero no
terminó, porque apenas unos metros después a ella también le dieron y ambas
golpeamos el pasto. No era un somnífero, era un paralizante. Pude verla llorar
silenciosamente en el suelo, con la movilidad de una muñeca de trapo, igual que
yo. -Te fallé...- Dijo entre sollozos, antes de perder la capacidad del habla.
Oí pasos acercarse y unas botas de metal frente a mi cara.
-Pónganla de pie- Esa era la voz que cantaba. Dos hombres me sujetaron de cada
lado y yo ni siquiera podía levantar la cabeza para enfrentar a mi
interlocutora. -Tu aprecio por mi hermana me hace compadecerte... cuando ella
misma me ha revelado quien la auxilio en Alemania y me ha servido bien al
atraparte, claro tuve que castigarle un poco para el cometido- ¿Hermana?
¿Atraparme? En el suelo las lágrimas de Azula manchaban el lodo entremezclado
con moho.
Sentí unos dedos tomar mi barbilla con fuerza y levantarme
la cara, para ver una mujer igual a la del suelo salvo por sus ojos, de un azul
cielo, pero tan malévolos como su sonrisa. Se la notaba más vieja también. -Yo
soy Iori Katsuya- Después de eso un fuerte puñetazo en la cara me removió un
poco los sesos en la cabeza, ¿Con qué me pego? ¿Acero solido? A eso le sobrevino
una patada en mi costado y sentí crujir mis costilla, pero no le di el gusto de
gemir. -Viuda... de Riota Margueritte- Su rodilla proclamo en mi cara un
doloroso golpe que me hizo llorar, efecto secundario cuando te rompen la nariz.
-¿Ya me recuerdas?-
.
.
.
Estaba viva, mi moto destrozada a dos metros de distancia
y el lobo rondando a mi alrededor. ¿Cómo lo hice? Ni yo lo sé, solo estaba en
shock frente a mi segura muerte o al menos un accidente muy feo y después... de
pie al otro lado, con un camión cortado perfectamente a la mitad y un hombre
aterrado mirándome como si fuera un monstruo. A mi espalda una voz femenina
atrajo mi atención. -Ohhh... así que tú eres el impresionante Zafiro Azul, la
estrella eterna y todas esas tonterías... del nuevo ciclo- Me dí la medía
vuelta y disparé sin ninguna contemplación, pero esa mujer traía consigo una
armadura a la que mi ataque, no le hizo ni un rasguño. -¿Quieres matarme
también?- Pero no estaba sola, había otras dos mujeres a su espalda ataviadas
con ese raro equipo metálico en sus cuerpos, tenían propulsores en las piernas
por lo que ni siquiera tocaban el suelo. Realmente parecían personas metidas
dentro de un robot negro. -Atrapenla, de ser posible con vida, de no ser así...
diremos que ha sido un accidente- Esto me puso en alerta y a mi lobo blanco,
que frente a mi gruñía con un gesto defensor.
-¿Mi...dori?- Me quedé absorta mirando a la tercera mujer
enfundada en aquella armadura. ¿Qué diablos hace la ex-profesora de historia
con ellas? ¿Acaso se ha cambiado de bando? ¿No me dijo Nina que había muerto?
Tensé la mandíbula ante la confusa idea.
-Pero Iori-sama- Quiso refutar una de las mujeres, la de
cabellos castaños, cortos y con forma de puás hacía atrás.
-¡A callar Zera! No me desobedezcas- Tras el grito
imperante las tres mujeres me rodearon, ellas por alguna razón que ignoro si
podían ver a mi lobo.
A un corto ademán de su líder, las tres vinieron sobre
mí. La primera, Zera... fue interceptada por mi canino amigo con sus fauces, la
sola saliva del animal comenzó a congelar el metal, la chica se soltó con un
golpe al hocico para continuar esquivando a mi lobo. A la segunda, Midori la
esquive por los pelos de un salto, dando tres disparos certeros en la
hendiduras de su armadura, dañe uno de sus propulsores y la pelirroja cayó al
suelo. Pero la tercera... Iori, me embistió con tal fuerza que mi cuerpo golpeo
contra las latas del camión, sobretodo en la cabeza. Me levanté como pude,
mareada y con deseos de devolver el café de esta mañana. Algo escurría por mi
espalda, dí tres pasos zigzagueaba e intentando mantener el equilibrio. Me
llevé la mano a la cabeza solo para... -Ashh- Dolor y mi mano llena de sangre.
-Que débil... todavía no ha despertado completamente-
Restó importancia al hecho la maldita mujer peli plateada, maldita Iori. El
lobo despedazaba como podía la armadura de la infortunada Zera, a lo que la
líder. Apuntó a mi cabeza un bestial cañón en su mano. -Quieto amiguito o ella
muere...- El canino se detuvo por toda respuesta, y yo tengo claro que no estoy
en condición de esquivar, estoy viendo doble.
-Haz lo que tengas que hacer...- Sonreí a pesar de las
circunstancias tomando pose defensiva, intenté que el mareo no se hiciera
evidente en mis movimientos.
Los ojos coléricos de esa llamada mujer, se aplacaron
cuando sin que yo lo notara, una figura vino detrás de mí y unas férreas manos
tomarme por lo hombros ¡Maldición! -¿Qué?- Atrás estaba Midori sujetándome, en
cuanto intenté moverme me estrujo más fuerte y se me escapó un grito de dolor.
-Ahora Iori-sama...- La ex profesora miraba a su ama como
un perrito faldero.
-¡Suéltameeee Midori!- Pese al dolor seguí
contorsionándome como podía, intentando en vano liberarme de ella.
-Duerme monstruo de Fukka- Volvía la vista sobre Iori, un
arma diferente me apuntaba. Un disparo y una tremenda punzada en el pecho
sobrevino. Un segundo después las fuerzas comenzaron a abandonarme, tenía
clavada la aguja de un dardo en la piel y el líquido se disparó en mi torrente
sanguíneo a vertiginosa velocidad.
-Por cierto, soy Piro...- Llegó la voz de Midori desde mi
espalda, sus manos metálicas me soltaron y caí sin fuerza al suelo mientras un
incontrolable sopor me cerraba a fuerzas los ojos. El lobo que me acompañaba
comenzó a desvanecerse entre aullidos de dolor y un par de agujas heladas se
clavaron en el lado derecho de mi espalda, la piel ardía. Entonces todo se hizo
negro en el eco de la voz de Iori. -Llévenla en el féretro y preparen las
amarras, tenemos que entregársela a Nagi-sama...-
.
.
.
Sintiendo el cuerpo atenazado por las garras del dolor y un
hormigueo molesto que no me dejaba moverme ni un poco. Miraba hacia el suelo,
notando como mi propia sangre llenaba la tierra negra con esa mancha carmín. Me
hubiera gustado hablar y reírme en la cara de Iori por haber eliminado a Riota,
pero se me había negado el privilegio del habla.
-Ignoro como te soltaste de los cables de contención o como
saliste del tanque...- Cuestiono mi captora y se lo aseguro... yo igual...
-Pero no cometeré el mismo error dos veces- La maldita Katsuya me levantó la
cara una vez más. -En un rato te lamentaras de dolor Kuga- Sonrió antes de
soltarme y que mi cabeza estirara mi cuello dolorosamente a falta de otra
resistencia de mi cuerpo a la gravedad. -Kurauchi-san... lleva a Kuga-san al
laboratorio- Ordenó nuevamente y ese apellido lo recordaba de alguna parte.
-Como usted ordene Katsuya-sama- La voz servil del chico, y
sus manos introduciéndose entre mis brazos, me hizo arder en cólera, pero era
aun más frustrante no poder hacer nada. Entonces me dí cuenta de la verdad, él
era... Kazuya Kurauchi ¡El novio de Akane Higurashi!
-Yuichi-san... tú llevarás contigo a mi hermana... a ella
también la someteremos al tratamiento 'capilar'- Ronroneó la peliplateada con
burla. Noté que Iori se giraba en otra dirección, y finalmente nos daba la
espalda, sus ordenes habían sido claras.
-Como usted ordene- Esa voz... claro que sí. ¡Tate Yuichi!
¿Qué diablos hace aquí? Acaso es esto una maldita pesadilla, ¿Sears ha tomado a
los antiguos amigos de Fukka para hacerlos sus esclavos?
Pero era imposible verle la cara a Kazuya o Tate, el primero
me levantó como a un saco de papas y como una muñeca me balanceaba de un lado a
otro con las zancadas del muchacho. Entramos a la casa y el joven presionó una
palanca, oí el mecanismo de las puertas abrirse. Los mocasines del que intuía
era Yuichi estaban a la vista, venía tras nosotros. Contrario a la oscuridad y
aspecto espeluznante de la casa, un largo pasillo blanco muy bien iluminado fue
recorrido con la carga de nuestros cuerpos ¿Azula estará bien?
Llegamos a un ascensor y este a su vez, nos llevó a una zona
de rieles. Abordamos unos vagones subterráneos y después de algunos minutos,
tirada cual despojo sobre el asiento, con la mirada perdida por un pequeño
movimiento en lo que parecía una curva, mi cara se movió permitiendome ver un
angulo difrente. Azula estaba inconsciente con la cabeza apoyada en las piernas
de Tate, mientras él desviaba la mirada por la ventana. No pude ver más,
Kurauchi volvió a acomodarme la cabeza, por lo que descubró que la mía estaba
apoyada en su pierna y su rostro se miraba desde abajo, pero era reconocible.
Tenía el cabello tan largo que más pareciera un pandillero, desentonaba mucho
con el traje negro y la corbata. De mí solo estaba consciente que la punzante
herida en la cabeza había dejado de sangrar y al castaño eso no le importaba,
de hecho ni siquiera le preocupaba que manchara su ropa con la sangre que
derramaban las otras heridas. Tenía una expresión tan vacía como la que
contemplé en los ojos claros de Tate.
En cuanto llegamos Kazuya me acunó en sus brazos apoyando mi
cabeza en su pecho y con las manos sujetó mis piernas y mi espalda. Caminaron a
través de numerosas puertas, supe por el aroma a lejía del lugar que estábamos
en un laboratorio, incluso esos sonidos familiares a los que me acostumbré con
el tiempo, tubos de ensayo y probetas. Después de un rato de ires y venires, ya
no podía recordar por donde ingresamos, estaba perdiendo la capacidad de orientarme,
moría la esperanza de escapar por los medios tradicionales. Pero ya verán de lo
que soy capaz cuando mi cuerpo recupere la movilidad.
Una gran puerta de metal y de un tamaño enorme fue la última
por la que ingresamos. Llegamos a un sitio gigantesco, cuyas paredes estaban
hechas de roca solida y grandes cables de alto voltaje se cruzaban por el
techo. Mi transportador depositó mi cuerpo sobre una gran plancha metálica en
la que una luz me deslumbrpo dejándome ciega, no podía ver a la persona cerca
de la mesa en esas condiciones.
-Vaya... vaya... alguien merece un premio por traerme a la
joya de la corona, la pieza última de mi plan- Era una voz tan burlesca, era la
voz del hombre que cantaba y realmente necesitaba con urgencia unas clases de
canto, ahora entiendo porque... su voz es desastroza. Sentí con indignación
como me retiraban la ropa, salvo la interior, gesto que agradecí en el fondo de
mí. -Pero primero hay que darle un baño a Kuga-san, esta hecha un desastre, es
una pena... esa ropa interior le queda taaaan bien- Luego vino un gran chorro
de agua helada, hubiera gritado de dolor mientras la presión del agua lastimaba
más mis heridas, pero no podía y mi orgullo también me lo impediría.
-Se... señor ¿Qué... que hacemos con su hija?- Preguntaba Tate,
ojala pudiera matarlo... sentía esa clase de miradas lascivas sobre mi cuerpo
semidesnudo y conocía lo pervertido que puede llegar a ser el peliteñido ese,
aun no me cabe en la cabeza como es que Mai pudo amarlo en su día. Espera...
¿Tate ha dicho hija? ¿Azula la hija de este loco? Seguramente viajé a la
dimensión desconocida, ¿Qué mujer en su sano juicio y uso de sus facultades
permitiría que semejante animal fuera el padre de sus retoños? Más bien diría
imbécil, si cometió el error dos veces... porque Iori... también sería hija de
él.
-Pon a Azula directamente en el contenedor Yuichi-san... con
Kuga-san tengo que hacer algunos chequeos de rutina, después pueden tomarse el
día libre chicos- Ordenó autoritario y los pasos, así como la puerta cerrándose
me informó que estaba sola en ese lugar y con ese sujeto que me miraba como a
un espécimen de laboratorio.
Solo entonces, él se atrevió a interponer su cara entre la
enceguecedora luz y yo. Unos ojos sangre, en el marco de una cabellera
platinada, en un rostro más maduro, era todo él más larguirucho... aun con todo
lo reconocí. -N...Na...Na..gi- Encontré mi voz en alguna parte, mientras mis
ojos intentaban salirse de sus cuencas llenos de sorpresa y espanto.
-¡Que grata sorpresa! Natsuki-chan me recuerda... vaya
honor- Disminuyó el reflejo de la luz, para apartarse y mi rango de visión
aumento más. -Por otro lado, veo que sanas a una velocidad mucho mayor. Verás,
he concluido que tienes en la sangre el suero que invento Saeko-sama, así que
tendré que apresurarme- Después del que parecía un monologo, solo pude escuchar
el sonido de instrumental quirúrgico.
-Mi... ¿Madre?- ¿Cómo se atrevía él a decir su nombre? Juro
que ese día debí darle entre ceja y ceja, no en el pelo, realmente le hubiera
hecho un favor a la humanidad. ¡No debí ser tan gentil!
-Primero, acomodemos esas costillas rotas, como sanas tan
rápido la anestesia me retrasaría mucho así que...- No sé que me hizo tras
decir aquello, sentí un dolor tan intenso que el aire no quiso circular por mis
pulmones, escupí mi propia sangre pro la boca y el horrendo sonido de mis
huesos volviendo a su postura original taladró en mi cabeza. Me mordí los
labios a falta de otro medio para soportarlo. -Ne, Natsuki-chan siempre ha sido
una mujer muy capaz de soportar el dolor, pero yo no estaré satisfecho hasta
escuchar sus gemidos- Ahora lo que acomodó fue mi nariz y sentí las lagrimas
escapar, pero no le di el gusto de gritar pese a que ya podía hablar. Volvió a
bañarme con el chorro helado pero a la altura de la cara y tosí ahogada con el
agua.
-¿Qué qui..eres de mí?- Cuestioné con dificultad cerrando
los ojos un momento, para recuperar el aire y tolerar las quejas de mi
torturado cuerpo.
-Sabes Kuga... he esperado tenerte así o mejor dicho, tener
así a la reencarnación del monje, Kiyo-chan me brindó la oportunidad perfecta
hace ya tantos años- Fue a una mesa y volvió con lo que parecía una aguja
mecánica. La conectó y buscó algo de tinta. -Traer a mis hijas a este mundo
para recolectar energía a través de ellas y que además buscaran por mí los
aliados adecuados... ha sido una idea genial. Lo sé, lo sé soy un genio...-
Acercó el instrumento a mi cara a la altura de mi mejilla
-¡Nooo! Mi cara NOOOO- Grité al pensar que me desfiguraría.
-Espero que no te moleste demasiado que tatué tu bellísima
piel, pero no te preocupes... tengo mucha practica, ¿Verdad que Natsuki no ha
notado las marcas en el cuerpo de Azula?- Dijo con beneplácito y hasta
sonriente el malnacido. ¿De Cuáles marcas...? Clavó la maquina en mi piel y no
pude seguir pensando después de eso.
Sentí la aguja dibujar durante horas, cada 30 minutos Nagi
volvía a inyectar el paralizante en mi cuerpo para que no me liberara de las
ataduras, también para que no pudiera golpearlo hasta matarle. Intentó en vano
quitarme el anillo que me nos dio Kiyohime, algo más aya de la fuerza física o
el entendimiento evitaba que la prenda se moviera de mi dedo, tendría que
mutilarlo y tuve la suerte de que él no tuviera semejante ocurrencia. Ha medida
que las marcas se expandía por mi piel, sentía alguna clase de asfixia y mi
rostro ya no podía ocultar mi desesperación. Agoté los gritos de agonía en mi
desgarrada garganta, a cada cadena que presionaba cada vez con más fuerza mi
propio espíritu, porque después de aquellas insufribles horas, el dolor
provenía de alguna otra parte y no era mi cuerpo.
-Tadaaaaa... que lindo me ha quedado, es una pena que no
puedas verlo, pero tranquila... esta tinta solo brillará en el momento
adecuado, si los rayos de la estrella no te tocan... no los verán- Sonreía
completamente manchado por tinta azul, mientras yo me esforzaba por mantenerme
consciente. -Ahora ya tengo a raya al monje... - Nagi me observaba triunfal.
-¡¿Qué...qué le hiciste a Nataru?!- Cuestioné preocupada,
enfada, indignada y tantos sentires llenos de odio para Nagi, pero el instinto
me gritaba que él le hizo algo no muy bueno a mi alterego.
-Tu antepasada recibió un regalo muy importante de Yuki Onna
y puede ser muy letal... será muuuy peligrosa cuando la estrella azul brille en
el firmamento, pero así estará bajo mi completo control- Murmuraba volviendo a
lavarme el cuerpo, sentía congelarme y por ello temblaba. -Acostumbrate
Natsuki-chan... sentirás frío permanentemente, con el tiempo te acostumbrarás-
Retiró los cabellos de mi cara, antes de depositar un beso en mi frente y mi
estomago se revolvió en mis entrañas. -Serás de mi familia también... Azula
esta hecha especialmente para ti, en la fecha correcta no podrás tolerar su
lejanía- Después de reírse como un demente, Nagi presionó un control y la placa
en la que estaba apresada comenzó a girar para tomar una pose vertical.
Abrumada noté a varias personas reposando en unos
contenedores repletos de liquido extraño. Akane, Shiho y Azula. Estaban
repletas de cables y unos raros cascos con muchas terminales eléctricas. Sus
cabellos suspendidos en el agua, las piernas y brazos sujetos por amarras con
signos de lucha y en sus rostros mascaras de oxigeno, era una visión
espeluznante. Nagi me conectó a mí también con la mascara de oxigeno y me
inyecto algo directamente en el cuello, gruñí al sentir el ardor del liquido
recorrerme.
-¿Qué es... esa cosa?- Pregunté exhausta.
-Bueno... requiero que tú también sigas las ordenes sin
chistar, no me olvido que también Natsuki-chan existe- Me dio un par de
palmadas en el rostro y luego Iori apareció por la puerta. Me quitó la ropa
interior cambiándola por otra, me manoseaba sin ningún reparo y yo la miraba
asqueada. Sentí como me cortaba con un escalpelo, pero ya no podía gritar... me
infiltró en la piel un parche a la altura del corazón, todo sin el menos
cuidado. Lo sabía, ella disfrutaba verme sufrir, un pequeño precio por matar a
su amado.
Me condujeron hacía un contenedor vació y mi cuerpo se
hundió en un liquido baboso. Iori me amarró e introdujo sin ninguna clemencia
las intravenosas, la más dolorosa de todas ellas fue una ubicada a la altura
del cuello, se clavaba y ajustaba en las vertebras cervicales. Esa era, además
del casco la fuente principal... dos nodos, iban a tostarme el cerebro a su
manera.
-Bueno Natsuki-chan... es hora de olvidar- Escuché en alguna
parte dentro de mi cabeza, afuera veía distorsionado a Nagi hablándome a través
de un microfono. Iori no tardó en acercarse a una compleja maquina que
controlaba el mecanismo del contenedor del terror en el que estaba sumergida.
Olvidar... olvidar ¡Yo no quiero olvidar! Comencé a moverme
frenéticamente, aferrándome a los recuerdos de mis amigas, a las imágenes que
surcaban mi mente a una velocidad vertiginosa y eran borradas sin piedad. Pero
cuanto más me esmeraba por retenerlas, más agudo era el dolor a través de la
columna vertebral donde el conector emitía choques. Batallé con tal fiereza
tratando de apartar los cables de mi cuerpo, que el agua comenzó a mancharse de
un tono sanguinolento, no me importaba el daño ¡No debo olvidar! ¡NO quiero
olvidar! Pero poco a poco fui perdiendo cada una de mis memorias, ya no sabía
quienes eran mis padres... mi familia, mis amigas... Shizuru... Shizuru....
---Recuerdo
Distorsionándose---
-Ara, mi Natsuki es en muchos sentidos como una niña
pequeña- Me decía una bella joven de cabellos castaños, retirando de mi mejilla
una mancha blanquecina de mayonesa.
-¡Oiii! Eso... eso no es cierto- Retiré la cara azorada
por la situación.
-Jajaja... Fujino-san tiene razón... Natsuki no tiene
remedio- Esa chica de cortos cabellos Naranja se reía en mis narices... ¿Pero y
su nombre?
-Ujum- Otra pelinegra devoraba un plato de ramen y apenas
hacía pausa para respirar, o ni eso.
-Kuga no cambiaría ni en mil años... cualquier otra mujer
tendría más decencia para comer- Intervino otra chica, apareció quien sabe como
descendiendo de un árbol. Abrió su obento desfachatadamente y tomo asiento con
las reunidas.
-No me digas nada, desastre con patas- Respondí como si
aquello de pelearme con ella fuera un ritual conocido.
-¿Desastre? Si yo no tengo ni una mancha encima...
cuando...- No la dejé terminar, le vacié encima un frasco entero de Kepchu y
comencé a reírme. La pelirroja me miró amenazante, armándose con mi preciado
frasco de Mayonesa.
-No te atrevas...- Le amenacé.
-¿Quién va a detenerme? Dudo que tú Bakaaaa...-Presionó
la mayonesa y su preciado liquido cayó en la tierra, quería llorar, como es que
esa fulana se atrevía a cometer tal sacrilegio.
-NOOOOO- Clamé con dolor, y ella presionó más fuerte el
tarro. De algún modo la mayo terminó en la cara de la devoradora de ramen.
Al chica gato, con un pescado en la boca que no supe de
donde salió, se armó de mostaza y atacó a la pelirroja. Esta se hizo
a un lado y la salsa fue a parar en la cara de la ojilila. Comenzamos a reírnos
descaradamente, pero la chica de corta melena naranja no lo dejaría así... al
final cada quien con un aderezo y una guerra en pleno parque. Nuestro picnic
tan desastroso como las combatientes, que estábamos hechas una miseria en
mezcla de mayonesa, mostaza, Kepchu y hasta miel. Finalmente cada quien tomó
rumbo a su casa.
Al caer la tarde, caminaba hacía mi apartamento y la
única que había salido ilesa por no decir impecable, era esa... dama de ojos
rubí. No sé porque me acompaña, como es que no siente vergüenza de ir con
alguien como yo a su lado. Simplemente estaba allí, silenciosamente y además
sonriendo o riéndose de mí lamentable estado.
-No tienes que ir hasta mi casa Shizuru... mira que tu
reputación se irá al retrete si te ven conmigo en este estado- Shizuru... así
que ese es su nombre, que hermosa sonrisa tiene, que preciosos ojos y que
brillo tan dulce.
-Mi Natsuki debe entender que esta arriba en la lista de
mis prioridades- Se rió divertida cubriendo elegantemente con su mano, tan
límpido y agradable gesto. -Además no es mi culpa que tengas tan malos
reflejos... fufufu- Ya decía yo que se estaba riendo de mí y no conmigo. Claro
como ella si esquivó perfectamente cada 'accidentada' mancha de salsa que se
cruzó en su camino.
-Shizu...- Quise reprochar la burla... Pero de pronto
todo se hizo bruma, estoy sola en la calle con todas esas salsas encima. -A que
hora me... ¿ensucie así?- Miro a los lados y las ventanas se tornan desoladas,
así como la calle desierta, ¿Estaba con alguien? Continuó caminandi aunque ya
no sé a donde voy, el lugar me es completamente desconocido... y al mismo
tiempo... -¿Quien soy?-
.
.
.
La figura dentro del contenedor había sucumbido al dolor físico
y mental, su cuerpo suspendido en el liquido mostraba heridas serias en las
piernas y los brazos, pero las amarras habían logrado contenerla lo suficiente.
A Natsuki Kuga se le había escogido un mecanismo reforzado en seguridad,
metales diferentes, tejidos superiores en resistencia, por ello nunca tuvo
escapatoria.
-Memoria Borrada al 99,99...9%- Un voz estoica y rebotica se
escuchó en la estancia.
-¡Te dije que lo borraras todo Iori!- Las estadísticas eran
precisas y el peliplateado lo sabía.
-Le haré un regalo a mi hermana, sin ella Kuga nunca hubiera
caído en nuestras manos. Esto claro, si mi Lord esta de acuerdo...- Inclinó la
cabeza con servilismo una temerosa Iori. -Ella solo recordará el nombre azula,
después de todo ellas dos serán pareja, esto lo hará más creíble- Añadió
disimulando el temblor de sus manos ante la mirada perversa de Nagi.
-Esta bien... no esta mal concederle un pequeño capricho a
mi pequeña Azula, es la segunda pieza angular de todo esto- Nagi se quitaba los
guantes con rostro agotado. -Te lo dejo a ti Iori, lo de camuflarlo todo en el
hospital e insertar memorias falsas para Miel, Azula y Yun, también codifica a
Piro y Zera para estar allí cuando Kuga-san despierte, que todas parezcan
buenas amigas-
-Como ordenes padre...- Sonrió la Katsuya, antes de volver a
la maquina para cumplir las ordenes y re-programar a las demás Ex hime.
Pero antes de que el ciniestro hombre de ojos rojo se fuera,
miró de soslayo a la mayor de sus hijas. -Para mi querido Zafiro... todo debe
parecer un accidente, no queremos que se revele tan pronto ¿Verdad? Y Iori, si
algo le pasa a Kuga en mi ausencia...-
-Claro que no... será como tú deseas padre- Iori tragó
saliva, sabía que él no se tentaría en el corazón para matarla, los lazos de
sangre para Nagi nunca fueron importantes.
-Perfecto...- Nagi abandonó el lugar, tenía otras cosas que
hacer.
Una vez a solas la científica caminó hacía el contenedor de
Azula, sabía que solo por el liquido paralizante en sus venas, su hermana no
había forcejeado como las demás. Sin embargo estaba muy claro que la agonía si
la sintió en un mudo silencio y esto deleitaba en un no tan secreto placer a
Iori. -Siempre fuiste su predilecta... no sé porque tú sobre mí, ¿Solo por ser
una Hime? ¡Yo también tengo el gen!- Reprochaba aun sabiendo que la chica
inconsciente no podría oírla. -Si de cualquier forma al igual de Zera fuiste
derrotada por Fujino, nadie te conoce, nadie sabe quien fuiste... ¡Eres débil y
aberrante Azula!- Los puños cerrados y el deseo de volver a hacerle daño a la
chica, debió ser retenido en los ojos azules de la enloquecida Iori.
-Fracasarás de todos modos y entonces nuestro padre sabrá cuan capaz soy, ¡Yo
seré la joya gemela... no tú!- Dio la espalda y con pasos ruidosos llegó hasta
la máquina.
Iori insertó las verdaderas memorias de su hermana, el
carnaval de las Hime, la forma en que fue identificada y eliminada por Shizuru,
el renacimiento gracias a Mashiro y el como huyó del sitio sin dar pelea, llena
de miedo. Su graduación de la universidad, su trabajo en Sears, el conocer a
Kuga en Alemania y comenzar desde ahí tergiversar los más recientes recuerdos,
en un... vomitivo conjunto de sucesos con tono color rosa pastel, algún tipo de
cuento de hadas, de esos en los que la mayor no creía y evidentemente
despreciaba. Allí donde Azula y Natsuki habrían tenido una larga y dulce
relación, pues también distorsionó el tiempo. -Puagg- Se quejó Iori cuando las
imágenes mostraron cierta serie de cosas que pasan entre las personas adultas
con relación estable...
En el presente... Instalaciones de Garderobe.
-No puedo creer que esto esté ocurriendo- Me quejaba de
brazos cruzados frente al cuarto de observación, allí estaba la cama de la
joven que apresamos en china. Piro, valquiria de Sears y todo lo menos
pensado... vuelvo a mirarla a través del cristal, allí aguarda con claves de
intravenosa en los brazos, de apariencia pálida como todos los enfermos, sus
largos cabellos rojos se desperdigaban por la almohada y como olvidar esa
mirada verde o sus enormes... ¿Que copa usa B, C o D? Err, en que iba... a
sí... -Parecé una maldita broma de mal gusto ¡Estaba muerta!- Yo misma revisé
el caso, era imposible que alguien sobreviviera a semejante 'accidente' y ¡Su
sangre estaba por todos lados!
-Cuesta creerlo ¿Verdad?- La mano de mi esposa se posó sobre
la mía y sus ojos de cielo me dieron un poco de calma. Deslicé mi brazo por su
cintura para acercar su tibio cuerpo al mío, es tan dulce su sonrojo cada que
hago algo parecido. Si tan solo pudiera confesarle mis sentimientos todo sería
más fácil o bueno, me mandaría al demonio. -Mai esta con ella, logrará que le
dé alguna información... ya lo verás-
-Eso espero Erstin... él último informe de Fujino ha sido
alarmante y no hay luz de como salir del embrollo... ahora esto- Volví a mirar
a Mai sonriéndole a Piro y charlando como lo que fueron un día... amigas.
-La crueldad de Sears no tiene límites... usar Ex-Himes para
el proyecto valquiria es...- La cara de mi hermosa rubia se comprimía en odio.
Una expresión que francamente no va con ella.
-Es la guerra, enfrentarnos contra las nuestras y pensar
que... ese día solo salvamos a Piro, pensar que la segunda valquiria fuera
alguien a quien pensamos muerta... y fuera Midori Sugiura... entonces mi hermana pudo ser... una de las
que dejamos tiradas en ese lugar... y a su suerte- La sola idea de haber
cometido por mi propia mano tal cosa es...
-Shhh- Sus dedos silenciaron mis horrendos pensamientos. -No
debes adelantarte a los hechos, además Sears no dejaría morir a sus mejores
guerreras- Se apresuró a decir conciliadora, mirándome de esa manera tan dulce
y su rostro tan cerca, sus hermosos labios, tan... simplemente me deslicé hasta
ellos para tomarlos lentamente entre los míos y abrazarla por la cintura,
sintiendo esos increíblemente suaves y... bueno sus... pe..
-Cof cof- Tosió con poca discreción Mai, por lo que Erstin y
yo nos separamos como si la otra quemara, que más o menos es verdad.
-Err... ¿si Mai-san?- Traté de parecer tranquila, aunque lo
cierto es que cada vez me cuesta más el no tomar a Erstin como lo que es, mi
esposa. Pero ¿Será esto que ella realmente quiere o solo lo haría por el deber
conyugal al que se ha comprometido? No es momento para pensar en eso ¡Enfoca
Nina!
-Pues... Midori, ya identificó a las otras Valquiria- Su
semblante se torno tan serio y hasta lúgubre. -Miel es Akane Higurashi, Yun es
Shiho Munakata supe que no logro casarse con Yuichi, Zera es Kaoru Matsumoto
una de las Hime que eliminó Fujino-san en el carnaval y...-
-Dilo por favor...- En el fondo sabía lo que seguía
adelante. Erstin me abrazó un poco más fuerte para infundirme valor, pues las
piernas ya me estaban flaqueando.
-Zafiro es Natsuki... y yo.... yo no puedo creer ¡Que le
disparara a Mikoto!- El puño de la ojilila golpeó la pared, así como una
solitaria lágrima rodó por su mejilla. -La Natsuki que conozco la quiere tanto
que le regaló su primer juego de principiantes, siempre estaba ahí para
apoyarnos... y ¡Jamás me hubiera atacado!-
-Es como a Sugiura-san, no solo alteraron su memoria...
sabes lo que encontramos en el sondeo craneano y a su sangre... esa copia
barata de las Nanomáquinas- Intervino Erstin en defensa de mi hermana.
-Lo sé... ellas jamás actuarían así por cuenta propia- Se
calmó un poco la de cabellos naranja.
-Que ironía... esta claro que como no podían con nosotras,
tuvieron que buscar a alguien que pudiera hacernos frente... las otras Ex Hime-
No sabría si sentirme halagada o insultada.
-¡Blan-sama!- Venía corriendo hacía nosotras Irina pro el
largo pasillo de la zona de hospitalización de Garderobe. Se detuvo frente a
nosotras para recuperar el aliento inclinándose, ¿Acaso uso las escaleras de
emergencia o qué?
-¿Qué pasa?- Cuestioné, pues era raro ver a Wood-san tan
alterada.
-En... en el cielo Blan-sama... hay... hay una estrella,
apareció hace 5 minutos- Informó por demás angustiada Irina.
Todas palidecimos, sabíamos lo que eso significaba.
-¡Rápido, vamos a la superficie!- La multitud corrió por los pasillos, yo
llevaba de la mano a Erstin, accedimos al ascensor y dispusimos la última
planta. Pareció eterno el estar encerradas en esa caja de lata, con esa
horrenda música de ambiente que le ponen y que esta claro altera los nervios en
situaciones como estas.
Salimos atropelladamente del ascensor y corrimos a la
azotea, subiendo las escaleras con un nudo en la garganta. En cuanto las
puertas fueron abiertas por mí, me detuve en seco. Erstin caminó dos pasos
lejos de mí, soltándome la mano por aquello de la inercia y bueno, Mai e Irina
me atropellaron directamente, caímos al suelo yo la más afectada. Desde mi
difícil postura, con las dos chicas sobre mí y las quejas dolorosas en el oído,
levanté la mirada como pude hacía el firmamento. En efecto, a una corta
distancia de la luna, un brillo azul iluminaba el cielo. -Pe... pero ¿Por qué
nosotras podemos verlo? No somos Hime- Murmuré ahogadamente con la prominente
delantera de Mai en la cabeza. -En el carnaval la mítica estrella roja nunca
fue vista por mis ojos- Pero esta se mostraba sin reparo a todo el escuadrón
Otome.
-Mai-san... Irina-san... ¿Podrían levantarse de una buena
vez? Están aplastando a MI esposa- Erstin fruncía el ceño mirando a las otras
dos chicas, que en sus convicciones obedecieron instantáneamente temiendo por
su vida y con razón. ¿Acaso esta celosa?
Una vez las tres estuvimos de pie... -¡Argggg!- Se quejó
dolorosamente Mai, arrodillándose en el suelo mientras se sujetaba el brazo
izquierdo.
-Mai... ¿Estás bien?- Me acuclillé a su lado, pero ella
sudaba incapaz de responder. En ese instante mis ojos lo vieron, el brazo
solidificado por las nanomáquinas en la lucha que tuvimos en China. La
extremidad recuperaba poco a poco una tonalidad blanca acorde a la piel de
Tokiha-san y con ella la movilidad, un proceso sumamente doloroso. -¡Imposible!-
Intentamos todo, radiaciones en la cámara del Génesis con ella y Nao, pero nada
fue suficiente. Miramos sorprendidas como Mai retiraba el largo guante de su
mano y sus dedos volvían a moverse como si nunca se hubieran petrificado.
-Wood-san...- Volví la vista sobre nuestra querida 'cyber'.
-Por favor, informa en el laboratorio a los científicos... no me importa que es
lo que tengan que hacer, pero que averigüen que tipo de energía irradia esa
estrella y de ser posible la causa de que ahora podamos verla- Solo hasta ese
momento, me he dado cuenta que mi cuerpo se siente diferente, menos pesado...
casi podría apostar mi nombre a que, en este momento las nanomáquinas pueden
trabajar al 100% sin que nos cueste la vida.
-Como ordene Blan-sama... también haré reporte del incidente
a su padre- Apresuró el paso escaleras abajo.
-Gracias... me alegra contar contigo en el equipo- Lo dije
sin saber siquiera si ella me escuchó, pero era necesario decirlo. -Me alegro
mucho que tu brazo este mejor Mai-san- Sonreí a la chica que todavía no podía
creer lo que estaba pasando, seguramente ya había perdido la esperanza de
recuperarlo.
-MAI- Oímos una voz conocida, pero...
-Oye tú, deberías estar en la enfermería- Respondió la
ojilila cruzándose de brazos, y yo sonreí. Así que no solo Mai, Mikoto también
ha sanado... entonces Nao, ella también podrá...
-Ya no hace falta... me curé... ¡Mira Mai!- La de revoltosos
cabellos negros comenzó a desprenderse de la bata de hospital, yo desvié la
mirada a otro lado y corrí a cubrir los ojos más que abiertos de mi esposa.
¿Qué rayos hace mirando así a Mikoto?
-No... no Mikoto, luego me lo muestras ¿Vale?- Gracias
Maiii.
-Si por favor... después y solo a tu novia- Decía yo
cerrando los ojos con fuerza si apartar las manos de la cara de Erstin. Vamos
Mikoto ya no es una niña, y ahora mismo tiene una figura envidiable.
-Pero... si solo iba a mostrar mi hombro- No puedo creer que
todavía tenga ese tono de inocencia.
3 comentarios:
lindo como siempre espero el próximo capitulo gracias
joder esto se puso de incocnita que onda con la estrella azul y que onda con nat y shiz actualizacion por favor que me desespero!
Ainath ;)
excelente cap :D
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