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CAPÍTULO XIII: UNMEI to SHI
(DESTINO y MUERTE)
¿Nunca te has preguntado cómo comenzó todo? Cada grano de arena… Cada estrella en el firmamento. El inicio y el fin de las cosas…Y quién determina cada paso que damos. Hay entidades que existen desde siempre y que existirán hasta el final, y más allá del tiempo.
Somos, los Eternos.
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Una habitación oscura de apariencia algo ejecutiva se ve ligeramente iluminada, tallando los perfiles de los doce seres allí sentados. Giran en sus sillas, mientras discuten asuntos de universal importancia…
- Eres tan terca… ¿No has leído los últimos chismes? Jennifer Aniston ya está comprometida con Justin Theroux. Ese chico Pitt ya es historia. – Comentaba irritada, Amor, de ojos y cabellos claros.
- ¿Y? Estoy diciendo que metiste la pata con esa mujer Jolie, y eso no podrás negarlo jamás. – Se burlaba triunfante, Sabiduría.
Destino y Muerte, escuchaban ese intercambio de palabras, sin prestar realmente atención. Reacción que compartían el resto de sus compañeros en la eternidad. Lo que sí hacían era observar a través del único ventanal del lugar, y única fuente de iluminación.
- Realmente me caen mal los drow… - Confesaba algo cansada, Muerte, mientras observaba como los recuerdos de Natsuki eran compartidos con cuanto espectador estuviese en esa oscura cueva.
- Personalmente creo que son la mejor obra de Odio. – Acotaba, Destino, mientras miraba sobre su hombro al susodicho ente, que no lucía tan amenazador, babeando su silla. – No le digas que te dije eso. – Finalizó, Destino, mientras volvía a observar la escena que tenía como protagonistas a Shizuru y Natsuki.
- Es realmente triste tener que presenciar esto. – Suspiraba, Muerte, mientras se alejaba de la ventana.
- Pero tú y yo sabemos, que todo pasa por algo. Tú y yo sabemos que todo este enredo, que toda esta pena, son necesarios. Los balances que requiere el universo a veces pueden parecer injustos, pero todo se acabaría sin ellos.
- Lo sé, lo sé…
- Su hilo de destino no puede romperse, lo que haya de pasar, lo enfrentarán juntas. – Intentaba animar Destino.
- ¿Cómo tú y yo? – Respiraba algo más calmada, Muerte.
- Como tú y yo.
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Nao y Tomoe habían considerado el espectáculo por demás interesante. Y ciertamente habían logrado su cometido. Natsuki lucía miserable y callada; y, Shizuru sólo parecía sufrir en silencio, con la culpa destruyendo su alma. La noche caía, y ambas drow pensaron que lo mejor era dormir un poco, pues al día siguiente tenían un nación a la cual subyugar. Lo que ellas no sabían era que los elfos ya estaban al tanto de la situación, gracias a los reportes de Mikoto, que no había dejado de rastrear a Shizuru. Estaba de más decir que Sora-sama no estaba complacido con la situación, y que quizá esta ocasión hacía perfectamente válido el no permanecer como una nación pacífica. Los drow ya se habían convertido en una amenaza que no podían seguir tolerando. Un ataque frontal estaba en camino.
- Dime algo… - Suplicaba, Shizuru, ahora que estaban a solas y a oscuras.
Silencio.
- Lo que sea, por favor.
Silencio.
- Sabes que no fue mi intención…
Las lágrimas secas en el rostro de Natsuki habían dejado un rastro en el que algunos de sus negros cabellos permanecían. La ahora humana traía la cabeza gacha. Cualquier dolor físico que pudiera estar sintiendo en ese momento era minúsculo en comparación con la desolación que sentía en su alma.
- ¿Y eso de qué me sirve? ¿Cambiará las cosas? ¿Hará que me sienta mejor? – Preguntaba con un tinte de ligero odio, la morena.
- Es sólo que, si pudiera, cambiaría las cosas… - Confesaba en ligero llanto, Shizuru.
- Pero no puedes. Y ciertamente yo tampoco…Odio esto. Odio todas las cosas que sucedieron.
- ¿Me odias? – Preguntaba temerosa, Shizuru.
- No. Odio al destino, que parece burlarse de mí. Que siempre me quita lo que más quiero, que me aleja de aquello que hace que vivir valga la pena. Que me castiga… ¡Enviándome a proteger la razón de mis desgracias! – Gritaba con ira, Natsuki, mientras sacudía las cadenas que la apresaban, intentando inútilmente liberarse.
- Perdóname. – Pedía sincera, Shizuru, en un hilo de voz. – Y aunque no me creas, y aunque estés molesta… Sé que llegará un momento en el que pueda, de alguna manera, compensarte, y lo haré sin dudar. Sólo eso puedo ofrecerte. – Miraba directamente a Natsuki, con súplica y esperanza en sus ojos.
La cansada ex-banshee observó cuidadosamente los hermosos ojos de Shizuru. Y es curioso como los sentimientos trabajan. Sí, la existencia de Shizuru, sin querer, le había traído más de un dolor de cabeza. Sí, toda la situación actual parecía una enfermiza broma del universo. Sí, en ese momento sólo tenía ganas de que todo acabara de una buena vez. Pero más allá de todo ello… Lo que era verdadero, realmente verdadero… Era ese sentimiento que crecía necio en su corazón y que la obligaba a no rendirse, a ayudar a Shizuru, a cuidarla y respetarla. Destino o no. Shizuru era lo más importante para ella. Y lo único que podía hacer ahora, era intentar salvarla. Otra vez.
El silbido de cientos de flechas interrumpió sus pensamientos. Algo pasaba, y no estaba segura de qué. Explosiones y gritos sucedieron a las flechas, y el choque de espadas inundó el ambiente. Tenían que ser los elfos.
Muy débil para realmente hacer algo, Natsuki dejó de moverse. La cercanía de Shizuru la estaba matando. Literalmente.
- ¿Por qué ahora eres humana? – Interrogaba preocupada, Shizuru.
- Es magia. Ellas debieron darte o hacerte algo.
- ¿O sea que por mi culpa…?
- No. Esto no es tu culpa. Es culpa de ellas. El hechizo me quita mis poderes, hasta volverme humana.
- ¿Nada más?
- Bueno, es algo doloroso. Y… No quiero mentirte… Eventualmente moriré.
La expresión de asombro de Shizuru hablaba por ella.
- No… Debe haber una solución. Siempre hay soluciones… Este mundo está lleno de magia. Y ellas dicen que todo es posible con magia. – Refería vehemente, la castaña, mientras intentaba librarse de las cadenas.
- Realmente eso no importa. Lo único que quiero es que estés a salvo. Que ya no te lastimen. Después de todo, esa siempre ha sido mi misión… - Sonreía sincera y levemente Natsuki, mientras intentaba acercarse lo más que podía a Shizuru.
- No… No me digas eso… - Hablaba, la semi-elfa, con infinita pena. – No me importa el reino elfo, no me importa lo que tenga que decir el destino o que me tenga deparado el universo. No me importa nada de eso. Sólo, por favor, déjame ayudarte. Déjame ser yo quien te salve ahora. – Suplicaba entre lágrimas, Shizuru. – Por favor… Te necesito a mi lado… - Dijo apenas audiblemente, la castaña. Mientras juntaba su frente con la de Natsuki, que ya se había acercado lo suficiente.
El dolor inaguantable que invadía el cuerpo de Natsuki, le quemaba por completo. Era indescriptible. Y en ese momento abrió los ojos, para darse cuenta de que podían estarle arrancando la piel y eso no importaba. Se dio cuenta de que el temblor de su cuerpo y las lágrimas que derramaba, eran causados por la visión que tenía al frente. La mujer a la que amaba estaba en frente suyo… Llorando amargamente y en silencio. Los ojos fuertemente cerrados, el rostro acongojado en una expresión de negación. Eso era lo que realmente la estaba destruyendo. Y no podía soportarlo.
El dolor aumentaba y se hacía eterno. Natsuki tuvo que alejarse unos momentos, para evitar lanzar un alarido de dolor. Internamente, la morena sólo pedía una cosa… Que todo acabase ya…
Un estruendo en la puerta hizo que ambas prisioneras voltearan, sólo para observar a Mikoto ingresar en su rescate.
- ¡Por favor, ayúdala! – Imploraba, Shizuru, mientras intentaba señalar a Natsuki.
- Pero, mi señora…
- ¡Sólo hazlo! ¡Libérala!
Mikoto hizo tal cual se le ordenó, y de un solo movimiento, su negra y pesada espada cortaba las cadenas de ambas cautivas. Shizuru se arrastró hasta donde Natsuki yacía, intentando respirar.
- Mi señora, el hechizo… Ya está en su fase final…N-no hay nada que pueda hacer. – Anunciaba Mikoto con solemne tristeza, mientras ella misma empezaba a sentir el dolor propio por estar tan cerca de la castaña.
- No, no… No. ¡Por favor, dime que hay algo que pueda hacer…! – Gritaba desesperada, Shizuru.
- Ve-vete de aquí. – Le ordenaba Natsuki a Mikoto, con todo el aliento que podía reunir.
- Pero…
- ¡Qué te largues! – Se retorcía en el piso, Natsuki.
Mikoto, una vez más obedecía.
- Esto no puede acabar así…- Intentaba no resignarse, Shizuru, sujetando la mano de Natsuki.
- Sé que hallarán una manera de revertir lo que te hizo Nao… - Intentaba la morena enfocarse lo suficiente, para no terminar gritando de dolor… - Pero para mí ya es tarde.
- No…- La lluvia se hacía copiosa y salvaje…
- Toma mi espada.
- ¿Qué?
- Sólo hazlo, por favor…Ya no lo soporto más… - Terminaba en un grito, la ex- banshee.
Era como el aullido de un lobo moribundo…
Shizuru tomó a Alba. Y en ese instante, supo lo que Natsuki le estaba pidiendo. Pero para asegurarse de ello, la morena, con las pocas fuerzas que le quedaban, tomó la hoja de la espada y la colocó sobre su corazón. Otro aullido y trueno, resonaron en todas las cuevas subterráneas.
- No… Por favor, no… - Cerraba sus ojos, Shizuru, ante el escenario que tomaba lugar.
- Dijiste que me compensarías… No sé cuánto tiempo me quede, pero sé que esto duele más allá de mi capacidad. – Admitía Natsuki, entre lágrimas y jadeos. – Conozco muchas cosas y lugares, y sé que los suicidas sufren más de la cuenta en el otro lado…Ayúdame… - Pedía, la morena. – Sálvame…
Shizuru abrió los ojos con dolorosa calma. Observó una vez más esas esmeraldas que tanto amaba, y empuñó con fuerza la espada en su mano derecha, dispuesta a cumplir la última voluntad de su adorada Natsuki.
- Sólo para que lo sepas… - Se despedía, Natsuki. – Siempre te he amado. – Sonreía dulcemente, mientras sus lágrimas corrían libres.
- Y yo a ti… - Intentaba sonreír Shizuru, mientras hundía a Alba en el corazón de Natsuki.
Las flechas y espadas desaparecieron. Todo se hizo silencio… Y la oscuridad se hizo más oscura, haciendo un contraste macabro con la sangre que roja y rápida fluía del pecho de Natsuki. Sus ojos ahora cerrados, encajaban perfecto con todo su rostro, que ahora sólo reflejaba paz. Shizuru retiró a Alba del pecho de Natsuki, dejándola a un lado. Con manos y labios temblorosos, se acercaba al rostro de la morena.
Un último roce. Un último beso. Sus labios aún estaban tibios, y su rostro húmedo por sus propias lágrimas, pero más aún por las lágrimas que derramaban aquellos rubíes.
- Adiós, mi amor… - Se despedía, casi sin voz, Shizuru, mientras su propio corazón se rompía…
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La gente siempre nos maldice… Creen que somos seres despiadados que sólo obtenemos diversión de su sufrimiento. Eso es una enorme mentira. Nos duele lastimarlos. Quisiéramos no hacerlo. Pero las cosas tienen un porqué que ellos nunca entenderían. El equilibrio de todo lo que existe es algo que no podemos ignorar. Los hilos rojos del destino son algo que no podemos cortar.
Kuga-san no se interpuso en nada. No fue castigada. Tampoco bendecida. Sólo recibió una ligera ayuda, para poder encontrarse con su alma gemela, para tener la oportunidad de convivir con ella. Para decirle que la amaba.
Si Fujino-san hubiese fallecido a manos de ese drow cuando era niña, quizá nunca hubiera coincidido con Kuga-san otra vez, pero la naturaleza heroica de las acciones de Kuga-san, le ganaron un puesto como banshee, le consiguieron la oportunidad de reencontrarse con Fujino-san. Todo el tiempo que lograron pasar juntas no fue en vano.
Los elfos son seres muy fuertes e inteligentes. Pero son extremadamente sensibles… Una vez que se enamoran, ese amor no conoce final. Sólo tienen una pareja durante toda su existencia. Si algo llegara a pasarle, su corazón se rompe, y poco a poco, mueren de pena…
Fujino-san trae el corazón roto, como alguna vez lo tuvo su madre, pero habitando dentro de ella, dos almas distintas, la de humana y la de elfa… Sólo una parte desaparecerá. Dentro de unos días, dejará de ser elfa, y el hechizo que la condenaría a la infelicidad, morirá con esa parte de su ser. Volverá a su vida cotidiana. Sin hechizos que alejen a otros, sin amenazas sobre su existencia.
Kuga-san, ciertamente cumplió su misión. Una vez más, la salvó.
A veces, las almas gemelas son traviesas… Y aparecen en tiempos que no les corresponden. Y así, se les hace imposible encontrarse en la misma era. Transcurren años… A veces, cientos de ellos, para que finalmente coincidan.
A veces, sólo hace falta la intervención y ayuda del propio Destino, y de la Muerte.
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FIN.
8 comentarios:
Ahhh no puede terminar así! Es muy triste u.u
Que triste!! :(
¡Ah! ¡Me encantó! ¡Realmente me encantó!
nooooooooooooooo ke triste realmente no es justo
Pucha ooooo q linda la historia!!!
No me hice la dea de un final feliz, generalmente no lo hago, porque no todo es felicidad . . .
No pensé que este capítulo sería el final, me hubiera gustado seguir leyendote . *-*
Muchas gracias por su historia muy emotiva, y diferente, llamativa e interesante.
Se cuida!. Siga así un beso adiós.
Leere el epilogo.
Creo que a nadie le gusto mucho que esto terminara asi.
Aunque es un final muy posible y realista.
Tom
Ash Ketchum
muy lindo, muy lindo; pero super triste ~~~~~*_*~~~~~
No soy partidaria de los finales tristes,pero este fic me encantó! Tan realista y sensacional a la vez :)
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