"Rojo" de Lacroixmich

No voy a decir que esta historia es para mayores de 18 años, y que los menores se abstengan de leerla, porque eso no se los cree ni su madre/padre/tutor.
Este drabble es puramente lemon... lemon suave desde mi punto de vista.
Para los que leyeron mi fic "A orillas del mar, nosotras", anuncio que este es el primer cap de la continuación... ya que algunos me pidieron que hiciera una segunda entrega de él... para los que no... bueno, no importa, porque no sigue ninguna secuencia en especial. Natsuki y Shizuru se mudaron a Estados Unidos, concretamente a Los Ángeles, son pareja hace un tiempo... y si tienen ganas, lo buscan en Google xD. Son exclusivamente drabbles de menos de 500 palabras.
Y ya, me dejo de tonterias:

Rojo.

Ese tono rojizo en sus ojos aun la fascinaba… y probablemente nunca dejaría de hacerlo.

En la oscuridad ardían sus cuerpos desnudos, anhelantes tras varias semanas de separación entre ellos. Shizuru estaba sentada sobre ella, mirándola con tanta pasión que creía sería devorada por ese fuego que solo sus ojos podían emitir. Su boca estaba entreabierta, buscando más aire del que por su nariz entraba, regalándole unos gemidos que le excitaban aun más si eso podía ser.

Una de las manos de la ojiverde estaba escondida entre las piernas de su amante, y con cada movimiento que ejercía Shizuru, sus dedos salían y se volvían a enterrar en la carne caliente y húmeda de su interior. Cómo había extrañado esa sensación… el estar dentro de su mujer y causarle placer era su mayor debilidad.

Besaba la nívea piel de su torso, y subía hacia su cuello para aterrizar en su boca semi-abierta, dejándola sin aire momentáneamente al besarla con toda la pasión que la embargaba en ese momento, quería que fuera consciente de lo que le provocaba…

Shizuru estaba absolutamente entregada al placer que su amada mujer le brindaba, no le importaba respirar si lo que tenía bajo sus manos era la ardiente piel de su Natsuki… si esos labios que la impulsaban sobre el cielo, y esos dedos que hacían maravillas en ella eran de su adorada motociclista.

Shizuru no podía ya evitar lo que su cuerpo le pedía, sus movimientos eran cada vez más rápidos, y lograba que los dedos de su mujer entraran aún más profundo, que el pulgar sobre su clítoris ejerciera más fricción, y sus manos ya sin fuerzas se sostenían de la pared, haciendo que su pecho se pegara a la cara de la peliazul, que gustosa besaba la sensible piel a su alcance.

La eterna calma y estabilidad de la Kaichou-sama ya no existía, ahora era ella, en la más sincera, simple y primitiva de las formas. La mujer que busca la cumbre del placer que le otorga su compañera.

A Natsuki le encantaba eso… cuando la sublime Shizuru Fujino era solo una mujer.

Una ardiente mujer, que le quitaba la cordura, y le nublaba los sentidos.

Y dice “adiós” a sus pensamientos, cuando Shizuru grita su nombre en la penumbra de su cuarto. Cuando siente contra sus dedos las contracciones del orgasmo de la castaña. Y aun más, cuando Shizuru cae exhausta sobre sus hombros, en un abrazo infinitamente íntimo.

Infinitamente suyo.

Absolutamente suya.