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jueves, 3 de enero de 2013

jueves, 3 de enero de 2013

NO SUELTES MI MANO, Cap 1, by Halley D. A.

NO SUELTES MI MANO

CAPITULO 1
...Te dije “Hola”

Despertó temprano aquella mañana, tenía algo especialmente preparado para hacer ese día, ahora no estaba solamente la rutina. Para cumplir sus planes decidió salir de la cama y dar por comenzado el día.

Vistió como siempre un par de zapatillas deportivas azules, unos pantalones ajustados negros, aquella franela blanca de mangas largas que tenía una capucha que nunca utilizaría sobre sus cabellos y sobre esta un chaleco negro que lucía en la espalda un kanji grisáceo.

Sus cabellos castaños cuidadosamente peinados descendían hasta casi tocar sus codos, recogió parte de ellos en una trenza que se sujetaba como una delgada corona sobre su cabeza, cerrándose en un nudo de su propia cabellera tras el último de sus cabellos a su espalda para dejar descender sus puntas junto al resto del cabello.

Vio su perfecta figura en el reflejo del espejo colgado de la puerta.

-Ya está. - Se dijo sonriendo satisfecha, mientras sus ojos ámbar brindaban un destello de alegría.

Era imposible que adivinara que toda su vida estaba a punto de dar un súbito giro.

- Shizuru! Espérame por favor! – La universitaria de al menos un metro sesenta y cinco, y quien ya se había encaminado se detuvo sobre la acera. - ¿uhm? - Se dio vuelta y logró ver a aquella joven que corría para alcanzarle. Era una chica sonriente y agraciada, además de ser dos años más joven que Shizuru y, al igual que ella, posee una figura formada por hermosas curvas. A sus diecinueve años es una de las chicas más populares de la Universidad de Tendoko, no sólo por sus envidiables formas físicas, sino por su admirable intelecto y por la forma en que ha llegado a sobresalir en actividades deportivas y artísticas, como si todo o cualquier cosa le fuese absolutamente sencilla. Tiene admiradores y admiradoras por todo el campus, y gracias a ello le es muy sencillo encontrar amigos, sin embargo considera como su única y mejor amiga a Shizuru, su hermana mayor.

Como siempre, ella habría de retrasar la llegada al paradero de autobuses. - Perdona, creo que me quedé dormida. - La mayor de ellas se detuvo un segundo más para observar aquél angelical rostro, le dedicó una sonrisa cómplice y volvió a avanzar, ahora en su compañía. – Haruka-chan, no deberías preocuparte. -

El sol se levantaba sobre la ciudad de Tendoko tan imponente como siempre, despertando el día, dando lugar a una nueva lista de preocupaciones, a la vida.

El mar que surcaba la ciudad, a punto de convertirla en una isla, se mostraba hermosamente manso, inmenso ante la pequeñez humana, inmortal en el horizonte.



Mientras la naturaleza simplemente "ocurría" en el universo, el autobús número 25 de la ciudad capital hacía su décima parada y giraba de nuevo en dirección a su destino.

Dentro de él, sentada en el penúltimo asiento, Kikukawa Yukino esperaba impaciente. Era una chica reservada y generalmente se mostraba insegura, aunque muy en su interior había una gran determinación.

Podría vérsele fácilmente abatida, asustada o abrumada frente a ciertas circunstancias, pero aquellos sentimientos de derrota no perduraban demasiado en su mente y generalmente pasaban a ser su fuerza y coraje. Ese coraje le había permitido mantenerse firme aún después de sufrir una gran calamidad meses atrás.
Sus ojos verdes observaban por el empañado vidrio al cielo, pronto las vigas de un puente interrumpieron sus pensamientos al pasar frente a la ventana. - A partir de hoy todo será diferente. - Se dijo, sin saber que indudablemente su vida estaba a punto de cambiar por completo.



Un par de zapatillas azules volvieron a tocar el tierra después de casi cuarenta minutos. - Por fin llegamos, Shizuru neesan. - Dijo con voz dulce la menor de dos hermanas mientras se ajustaba el cabello, mirando su reflejo en el aviso de los horarios de los trenes. Tenía un cabello ondulado y abundante, a veces le parecía molesto tener que atar su cabellera en una coleta, pero no le apetecía cortarlo ni dejarlo suelto por lo que siempre terminaba resignándose. Ató un fuerte nudo y descendió un largo flequillo a adornar sus mejillas.

- Pues llegamos algo a tiempo, - Afirmó Shizuru al acercarse al tablero y se detuvo tras su hermana, luego señaló la hora más próxima - solamente nos quedan cinco minutos de espera. – Sonrió.

Vieron cerca un banco desocupado y caminaron hacia él sin prisa. Lugar donde descansaron aquellos breves minutos en que tardara el tren.

- Creo que debí haber traído algún nuevo videojuego. – Se quejaba Haruka – así no me aburriría durante el viaje... Ghmm – Terminada su frase dejó un suspiro en el aire. – Con eso quieres decir que te aburre mi compañía. ¿Haruka chan?– Replicó Shizuru con tono calmado, con los ojos cerrados y los brazos cruzados, pero sin forzar el gesto de fingida indignación – No! No! Es que... – Respondió agitada Haruka, quien agitaba sus brazos descontroladamente - ¡Sabes a lo que me refiero! ¡Qué mala eres Shizuru-neechan! -

A lo lejos se escuchó el rugir de los rieles, el tiempo había pasado rápidamente para las dos jovencitas universitarias. Pronto el ruido cesó y la gente comenzó a subir al aparato. - ¿En qué ciudad dijiste que estaba el campus? - Preguntó la más joven al tiempo que se buscaba un lugar dentro del tren. – En Fuuka, bueno a unos minutos de la ciudad. - Respondió Shizuru sentándose junto a ella. - Noto que estás ansiosa, ¿verdad? - Añadió, mirando las barandas del techo del tren. Recibió como respuesta una sonrisa iluminada por el brillo de un par de ojos azules - Solo un poco... Bueno, ya sabes, no me gusta viajar en estas cosas. - Shizuru soltó una risita a razón del comentario de su hermana, - lo siento, lo había olvidado. - Dijo luego y con un brazo la rodeó por los hombros para alentarla. - Humm claro, siempre burlándote de mi. -

Desde aquella ventana del tren la vista de la ciudad era formidable, algo que Shizuru adoraba ver y procuraba aprovechar para hacerlo cada vez que tenía la oportunidad. - La buena noticia es que ya no tendremos que viajar constantemente, porque, a diferencia de Tendoko, en esta universidad nos asignarán dormitorios. - La menor se mostró un poco aliviada, cerró los ojos y recostó su cabeza al espaldar. - Perfecto. –


El autobús marcado con un enorme número 25 se detuvo en frente de la tercera estación de trenes, dando tiempo para que una chica de cabellos cafés y pequeños ojos verdes se bajara. Ella caminó al interior de la estación, a prisa y esperando no haber llegado demasiado tarde. Se escuchó un trinar, un suave silbido que indicaba la partida del tren y el monstruo metálico pareció suspirar mientras las puertas se deslizaban para cerrarse.

- ¡Lo logré! - Exclamó la joven sin poder evitar perder el equilibro y caer al interior del tren. Su evidente excitación terminó al recordar que dentro de su bolsa llevaba su preciada computadora y acababa de caer sobre ella. - ¡agh! - Se la podía escuchar lamentarse mientras torpemente abría la cubierta del morral.

- Qué pena. - Dijo una voz que parecía provenir tras de sí, pero Yukino arrodillada en el piso del tren, sostenía su computadora hecha trizas, sin prestarle atención.

- Tal vez te pueda ayudar... - Insistió la voz femenina a su espalda. Era evidente para Yukino que su herramienta de trabajo más fiable en los últimos dos años de carrera universitaria, había sido reducida a basura y que aquello no tenía arreglo. Sin embargo, obedeciendo a aquella voz, giró su rostro. – Fujino Haruka, es un placer. - La mano de una mujer hermosa, de labios perfectamente formados, ojos azules con una penetrante mirada, estaba extendida para ella, y le invitaba a tomarla para ayudarle a ponerse de pie. Su rostro se ruborizó, quedó paralizada completamente, cautivada por aquella mirada azul llena de vida. Por años había deseado un gesto similar, una palabra dirigida sólo para ella, al menos una mirada suya. Ahora estaba de rodillas junto a ella y sintió que su pecho se estremecía. Haruka arqueó una ceja y observó la expresión del rostro de aquella muchacha, algo que le hizo sonreír, y con ello causó una nueva sacudida en el palpitante pecho de Yukino.
La computadora se deslizó de entre sus dedos sin darse cuenta, de hecho había olvidado que Haruka se ofreció a repararla, precisamente por eso se apresuró a tomarla de la mano, aceptando su gesto, pudo sentir como al igual que en sus fantasías aquella piel era suave y delicada, deseaba poder sujetarla más tiempo pero tan pronto volvió a incorporarse sintió cómo lentamente se deslizaba entre sus dedos, prefirió imaginar que había sido una caricia de su querida Fujino Haruka, sólo para ella. – Lo siento... eh... tenía un poco de prisa... y... y... bueno casi no logro tomar el tren. -

Declaró Yukino con las mejillas enrojecidas. - Es evidencia de que eres una gran atleta, ni siquiera estás agitada luego de tu hazaña. - Dijo en respuesta la Fujino, quien se había fijado en que la computadora seguía tirada a los pies de su excompañera de campus, Kikukawa Yukino. Sabía del carácter tímido e inseguro de su interlocutora, por ello no quería hacer mención directa de su evidente descuido y se limitó a inclinarse y recoger lo que alguna vez había sido un notebook útil. - Algo podré hacer para arreglarlo. - Afirmó mientras elevaba a la altura de su pecho el artículo y lo revisaba superficialmente, pero intentando verse convincente. - Oh, no creo que sea necesario, - Replicó la joven de ojos verdes - ya había llegado al limite de utilidad. - Terminó, mientras señalaba el aparato en las manos de Haruka con evidente desconsuelo.

- Evidentemente. - Dijo una voz femenina junto a las dos jovencitas. Kikukawa giró la mirada por mero instinto, pero con cierta expresión airada por la sentencia pronunciada. Al ver a aquella persona sentada junto a la puerta del tren, sintió un nuevo escalofrío. - ¡Shiz..! - Ahogó un grito y contuvo la respiración - Fujino san. Qué sorpresa. - Pudo decir por fin, a lo que su nueva interlocutora solamente respondió con una breve sonrisa y luego desvió la mirada hacia los ventanales. - Mi hermana y yo decidimos viajar a Fuuka para continuar nuestros estudios. - Mencionó Haruka, en vista de que Shizuru había tomado aquella postura fría y distante; al parecer no apreciaba la compañía de Yukino.

A diferencia de Haruka, Shizuru se mostraba elegantemente seria, serena y callada, hablaba lo necesario cuando era necesario.

- ¿Van a ir a esa universidad? ¡¿Estudiarán en Fuuka?! - Replicó Yukino exaltada, emocionada por la noticia, sin saberse observada por Shizuru, una mirada de reojo por la obviedad de sus preguntas. Haruka, quien no pasó por alto aquella mirada de soslayo que lanzó su hermana mayor a Kikukawa, atinó a responder con su amabilidad característica. - Sí. Iremos a la Universidad de Fuuka. - Kikukawa sentía que el pecho le iba a estallar, había recobrado toda esperanza luego de haber llegado a pensar que "la había perdido" para siempre. Sus ojos se humedecieron y apretó los puños para evitar que una lágrima se colara y deslizara por su mejilla. - Eso quiere decir que volveremos a estar juntas... es decir... eh... en la misma carrera. - Logró hablar, a pesar del nudo que le oprimía la garganta, pudo descansar un poco cuando terminó la frase.

- ¡Vaya casualidad! - Exclamó Haruka dejando ver su blanca y pareja sonrisa. - Mejor te sientas y descansas, el camino no es corto. - Dijo Shizuru mirando a su hermana menor e indicándole su lugar junto a ella, pese a la cálida expresión de su rostro, la menor de las Fujino sabía que su hermana no estaba muy contenta, así que de inmediato se ubicó de regreso en la banca y retirando su maleta del asiento contiguo, le indicó a Yukino que se sentara a su lado. - Tienes razón, mejor nos sentamos ¿Kikukawa san? - La aludida sentía cómo lentamente su corazón se acostumbraba a latir a ese ritmo, y a pesar de las punzadas que recibía con cada gesto de "ella" logró sentarse a su lado sin padecer un infarto. Haruka reclinó su cabeza al espaldar y cerró los ojos, mientras, la joven a su lado observaba encantada sus rosadas mejillas iluminadas por el brillo del sol que se colaba por las ventanas. 

Cuando Haruka suspiró, dejando escapar una poco de cansancio, abrió los ojos y la miró para seguir su conversación - ¿Y por qué decidiste salir de Tendoko? - Preguntó, sin saber la razón por la que el rostro de su interlocutora estaba totalmente rojo, - ¿Kikukawa san te sientes bien? - La joven, preocupada por su compañera de banco tomó una botella de agua de su morral y vació un poco sobre el rostro de la joven. - ¿Yu-ki-no san?

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2 comentarios:

tom-ash ketchum dijo...

Me sorprende como pusiste como hermana menor de Shizuru.
Sobre el relato, me parecio Maravilloso el encuentro, estaremos impacientes por saber que sucederá en el próximo capitulo.

Dagha dijo...

intrigada con la actitud de shizuru, uy y que lindo que tenga una hermanita... :D
Vale muchas gracias.

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