¿Hola, chicxs! Hoy traigo una especie de continuación del one-shot que publiqué recientemente de Kuro na Ookami, "Nada más que una sombra", esta vez hecha por mí. Esto fue obviamente con su permiso, e incluso con la colaboración de Kuro en una frase que seguro reconocerán.
Espero no me bombardeen a tomates y esas cosas... bueno, chocolate sí acepto.
:.:.:.:.:
Orillas del abismo del tiempo
Oscuridad.
Profunda
y anhelante oscuridad.
La
ignorancia del no saber si se vive o no. Si se existe o no.
Y
una voz conocida, amada, deseada, que pronuncia órdenes que no logra
escuchar.
–Shizuru,
despierta, llegaremos tarde a la carrera... y ya sabes como se pone
Yamada con esas faltas mías... Shizuru, amor... ¿amor?
Sus
ojos se habían abierto temerosos. ¿Una alucinación? ¿Un truco
aterrador de su mente?
Era
tan nítido y real. Tan esperanzador y doloroso. Cuánto desearía
que no fuera parte de su mente desquiciada por el dolor...
–Vamos,
Shizuru... ¿qué ocurre? ¿Estás bien?
Ve
la preocupación en los ojos verdes, y su propio dolor en ellos
reflejado.
Siente
la rasposa mano en su frente, apartando los cabellos rebeldes de su
frente sudada.
–Shizuru,
ardes en fiebre... diablos.
Y
cada palabra, cada gesto, cada contacto se siente tan verídico.
–Estás...
¿viva? –Salen de su boca las palabras secas propias del despertar
y la enfermedad. Se escucha ronca y extraña. ¿Fiebre?
La
ve sonreir aun con preocupación.
–Tuviste
una pesadilla anoche... yo estoy bien... bueno, al menos hasta que
Yamada me encuentre y me mate por no llegar...
–¿Carrera?
–Es tan extraño no poder razonar normalmente. Hablar es un
esfuerzo mayor al que está dispuesta. Como si hubiese
desgarrado sus cuerdas vocales en un grito.
–Sí,
amor... pero no iré... tu no debes salir, y no te dejaré sola.
–No,
Natsuki no debe ir a esa carrera... me matarán a mi Natsuki. Natsuki
no debe ir a la carrera.
–Shh,
tranquila –la peliazul la abraza presurosa, al notar los temblores
del llanto y la agitación.
Lo
primero que debe conseguir es un médico. Luego llamar a su "jefe"
y rezar para que la reprimenda no sea muy grande. Aunque corra por
placer, Yamada da las órdenes.
Enfrente
a ella el espejo le devuelve la imagen desesperanzadora de su novia
abrazada fuertemente a su pecho, asaltada por las convulsiones de sus
lágrimas. Ve las cicatrices en sus brazos, la ceja curada
recientemente, y vuelve a ver la frágil y hermosa muñeca que ya
alcanzó su limite de fuerza, resquebrajarse entre esos mismos brazos
heridos.
–No
vayas –repite dentro de la alta fiebre que ataca su cuerpo y su
mente.
–No
iré, no te preocupes... todo estará bien, le pediré que ponga en
mi lugar a Takeda, que ya está preparado –no sabe si realmente le
esta escuchando, pero cree que su voz la tranquilizará.– Llamaré
al médico, Shizuru.
Se
separa de su compañera, no sin esfuerzo, y la vuelve a ver
recostarse. El médico asiente que irá muy pronto, y es hora de
llamar para que la suplanten.
–Si,
que use mi moto igual... pero si la rompe lo paga él, ¿okey?
Gracias... adiós.
Siente
que pierde retazos de la realidad, perdida dentro de ese sopor de la
inconsciencia.
–No,
la moto no... –balbucea llorosa.
–Tranquila,
Shizuru... –le dice su vida sentándose a su lado– ya hablé con
Yamada y no correré, lo hará Takeda en mi lugar... después de todo
ésta no es tan importante... el médico ya está por venir...
–siente el beso sobre su frente, luego el frío de su pareja al
marcharse.
Palabras
que ni ella comprende salen de su boca. El colchón se hunde por el
peso de otro cuerpo y una tela mojada y fria tapa su frente y parte
de sus ojos.
Y
la oscuridad la posee nuevamente.
Si
se aleja volverá a perderla. Si se aleja perderá su ancla, su
alivio, la isla en medio del océano de su realidad.
Cuando
vuelve a abrir los ojos un hombre vestido de blanco está hablando
con su Natsuki, le da un papel y ambos se van de la habitación. Por
un momento siente una voz dentro suyo que declara con poco ánimo lo
mucho que odia los médicos y sus venenos.
Escucha
la puerta del apartamento cerrarse, el sonido metálico de los
engranajes. Y vuelve a sumirse en el sueño.
Natsuki
está enfrente suyo, la ha sentado sobre la cama, aunque no sabe en
qué momento, le acerca una pastilla a los labios y un vaso con agua.
El cuerpo extraño baja por su garganta, y su mirada se tapa de
cabello azul al ser abrazada fuertemente. Demasiado fuerte.
La
siguiente vez que despierta lo hace por el timbre del teléfono, ya
está más lúcida, más ligera. La voz de Natsuki se escucha más
allá de las paredes de su dormitorio. Se levanta temblando, y
perdiendo el equilibrio de a ratos se deja guiar por sus sentidos
hasta la voz.
Natsuki
llora sentada en el sillón, con el teléfono inerte entre sus manos.
Y llorando la mira acercarse.
–El
engranaje de una rueda se rompió. Takeda ha muerto.
Y
Shizuru se siente a punto de desmayar por la impresión del dèjá
vu.
Ha
jugado con la muerte.
Tiene
a Natsuki.
Y
Natsuki está partida.
–Ha
sido mi culpa.
Shizuru
se sienta junto a ella. Tan devastada como su pareja, quien llora
negando su suerte.
Ha
jugado con la maldita hermana fatídica, y finalmente se ha llevado a
uno.
Siempre
seremos seres inocentes, marionetas del destino esperando el momento
en el que cortarán los hilos que mueven nuestra vida. Cuando se
aburran de jugar con nosotros, y nos desechen sin penurias.
Takeda
ha muerto, y Natsuki ya no puede decir que todo estará bien.
Y
en alguna parte del subconsciente de Natsuki, una voz fría y
conocida, le dice que por suerte no ha sido ella. ¿Por
suerte?
Ve
a Shizuru, empapada en lágrimas, con las mejillas aun sonrojadas por
la fiebre, y le tiene que dar la razón a esa voz.
En
ese justo momento, con el corazón en la mano, se promete nunca
dejarla sola.
Hoy
Natsuki dejará de jugar con el destino y su hermana la muerte,
porque tiene una razón por la cual sobrevivir.
Entre
los mundos paralelos el abismo se abre. Nunca se cierra, sólo se
ensancha. Si miras al abismo, si lo miras a profundidad, escucharás
los susurros de quienes han pasado más allá. De quienes, en medio
de la corriente del tiempo que nunca cesa de fluir y que nunca fluye
igual, se han adelantado, de quienes susurran con espanto lo que se
acerca a quienes atrás han quedado. SI fijas con atención la mirada
los escucharás, cuando los sentidos estén confundidos y fundidos en
una sola extraña manera de vivir. Y la brecha entre mundos se abre,
se abre. Y a cada orilla, exactamente las mismas orillas, las vidas
son diametralmente distintas.
1 comentarios:
En momentos fue surrealista y fantastico.
El final encierra una posible verdad enmarañada de una realidad y un fin que todos tenemos en comun.
Felicidades por otro gran y digno final.
Esperamos que bajen las musas, para inspirarte.
Tom (Ash Ketchum)
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