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jueves, 7 de febrero de 2013

jueves, 7 de febrero de 2013

Cap. 13 de "Plan de Conquista... ¿y después?" by Akary Kinomoto


Plan de Conquista… ¿y después?
Cap. 13. Chantaje.

Akary Kinomoto…

En la cama de una de las habitaciones del hospital yacía una mujer cuyas facciones eran idénticas a las de la pequeña que se encontraba observándola. La habitación estaba bastante oscura, apenas era iluminada por el poco brillo de los relámpagos que aparecían en el cielo, estos anunciaban la tormenta que se acercaba, aunque para la pequeña la peor tormenta era la que estaba viviendo en ese momento. Su madre le devolvía la mirada, esa mirada verde esmeralda idéntica a la suya, con la pequeña diferencia de que el brillo de estos se estaba apagando, la vida se le estaba yendo. Su madre formó una sonrisa a duras penas, extendió su mano hacia ella y le sobó con cuidado la cabeza, revolviéndole los cabellos como siempre solía hacerlo.
– Lo siento Natsuki– susurró apenas audiblemente– Por favor cuídate, y cuida a Alyssa…
– Mamá– dijo la pequeña con lágrimas en sus ojos– ¿no nos cuidarás tú como siempre?– Preguntó con inocencia la pequeña, tratando de formar una sonrisa como su madre lo había hecho, pero le fue imposible– no me dejes– murmuró conociendo bien  la razón por la que le hacia esa petición.
– Lo lamento– su madre también estaba llorando– por favor… promete que se cuidarán, que se mantendrán unidas, que seguirán adelante– dijo lentamente cada palabra, y cada vez que hablaba el dolor que sentía era más fuerte. Natsuki no entendía que pasaba, su corazón se partía, sentía al  suelo desvanecerse, estaba viendo a la persona que más amaba despedirse, su madre estaba agonizando frente a ella y no podía hacer nada.
– L-lo prometo– dijo y su voz se quebró al decir aquello, sus lágrimas no paraban, pero pudo ver algo de alivio en los ojos de su progenitora antes de que los cerrara para siempre, la pequeña no dijo nada, se mantuvo a la par de la cama de su madre, intentando calmar la agonía que le comía por dentro.
– Natsuki– susurró Sakomizu a sus espaldas– Natsuki– la volvió a llamar, mas ella no quería dejar de ver a su madre, quería creer que volvería a abrir los ojos y se reiría de ella por haber caído en la broma, pero eso nunca paso, espero horas ahí de pie, y cuando se convenció que de ningún juego se trataba, salió corriendo fuera del sanatorio, dejándose mojar por la tormenta que ya había empezado a caer, sintiendo como todo lo que le mantenía en pie se había ido….

En la azotea del hospital, se encontraba, meditando, tratando de resolver todos los nudos en su mente. Había vuelto a despertar con los recuerdos de su pasado, aquél pasado que a veces aun le comía por dentro, aunque recientemente esos recuerdos le regresaban mas seguido, quizá era por el incidente de Alyssa en el balneario, la razón por la que llevaba despertando en el sofá del sanatorio ya unas cuantas noches. Pero aun le parecía extraño como habían sucedido todos los acontecimientos, es decir, debería estar agradecida por todo, pero sentía que algo no andaba bien. Aun no se explicaba como la ambulancia había llegado tan rápido al local del tour, e ignoraba como lograron llegar al nosocomio, que estaba a kilómetros de distancia, en minutos. Más complicado era saber cómo estaba todo preparado, como si ya las hubieran estado esperando, pero quererle dar una respuesta a todo eso solo la llevaría a un inevitable y desquiciante dolor de cabeza. En resumidas cuentas, la bala había perforado un pulmón de Alyssa y rozado su corazón, pudo haber muerto, sin embargo, con la rapidez que habían llegado al hospital la pudieron salvar. 
Sin embargo, a pesar de todo, sentía la culpa y la impotencia comerle por dentro, porque no había podido proteger a su hermana, porque no había podido hacer más que ver… ¿Por qué había pasado? ¿Quién querría hacerle daño a su hermana? ¿Cuáles eran sus motivos? Tantas preguntas, tantas incógnitas, y no sabia darles respuesta, su voz interior decía: ¡Fujino!, pero rogaba porque no fuera así, no podía ser tan cruel de hacer semejante cosa, y aunque fuera él, ¿no sería mejor herirla a ella? ¿Qué ganaba lastimando a su hermana?
– ¿Kuga Natsuki?– le llamó una voz que llevaba mucho tiempo sin escuchar. 
– Sakomizu– susurró mientras observaba a ese hombre que siempre le había ayudado– ¿Qué haces aquí?– preguntó, no se suponía que lo vería en ese momento, se suponía que el llegaría cuando cumpliera dieciocho para que regresara como la sucesora de su madre en la compañía, ese había sido el trato, ella solo se haría responsable hasta entonces.
– ¿Cómo que qué haces aquí?– preguntó indignado– vengo a ver a Alyssa– confesó mientras en su mirada atravesaba un rayo de tristeza– y también a arreglar asuntos contigo.
– ¿Qué asuntos?
– Natsuki, ¿sabes que día es hoy? 
– Sí, es sábado– respondió confundida mientras Sakomizu lanzaba un suspiro.
– Ya me lo imaginaba– dijo en lo que miraba al suelo y sacaba un calendario de su maletín– hoy es sábado quince de agosto– le declaró y pudo ver en la cara de Natsuki la sorpresa– hoy cumples dieciocho años, y por tanto, vine para que reclames tu lugar como jefa de la empresa, ¿o es que lo habías olvidado?– le preguntó con una sonrisa que denotaba preocupación y tristeza.
– Que rápido pasa el tiempo– confesó luego de meditarlo un rato– y supongo que no es algo que puedas atrasar.
– Supones muy bien Nat-chan– le dijo con una leve sonrisa.
– No quiero responsabilizarme de nada… aun– murmuró apoyándose en el muro en señal de cansancio.
– Tu sabes que no puedes romper el trato, mucho menos retrasarlo mas de lo que ya lo has hecho– le dijo lanzando una mirada a la nada– lo siento– se disculpó viéndola a ella– desearía no tener que darte esta noticia en este momento, pero no me quedo de otra– confesó triste.
– Tengo hasta el final del día ¿no?– le preguntó con cierta esperanza.
– Es correcto, hasta el final del día.
– Entonces, nos vemos luego– se despidió con una pequeña reverencia, y cuando se disponía a salir, Sakomizu le jalo del brazo y la abrazó, la quería tanto como querría a una hija, era su hija, aunque no biológicamente hablando.
– Nos vemos– afirmó mientras la soltaba y la veía marcharse, no sin antes despedirse de él, antes de cruzar la puerta, con la mano.
El doctor estaba haciendo un chequeo total del estado de Alyssa, en lo que ella esperaba afuera de la habitación. En cuanto el hombre salió, ella se acercó.
– ¿Cómo se encuentra?
– Ya se encuentra estable– le dijo el doctor, y ella sintió alivio por primera vez desde que estaba en ese hospital.
– ¿Shizuru?– la llamó.
– Ara, ¿por qué tan sorprendida?– le preguntó con una linda sonrisa a Natsuki a quien le daba la espalda el médico. 
– Es solo que creí que aun dormías– contestó al ver esa sonrisa, que a pesar de que en su rostro y en el de ella se notaban las ojeras de las noches pasadas, no quitaba ese efecto encantador.
– Perdonen que las moleste, pero ¿es que acaso ustedes son familia? 
– Claro– contestó Shizuru con una sonrisa maliciosa– ella es mi esposa– dijo como si nada, como si de la fecha se tratase– ¿verdad, amor?
– Cierto– afirmó aun sin entender de donde le salía la voz.
– Ya veo, disculpen las molestias– confesó el doctor– entonces tienen que saber que la señorita Alyssa ya se encuentra estable y esperamos que pronto recupere la consciencia, si llega a pasar, por favor avísenme.
– De acuerdo– contestó la peli-azul en lo que el doctor se retiraba.
– ¿Ocurre algo?– le preguntó la castaña al verla pensativa.
– No, nada, solo que…– se acercó a ella y la abrazó, hundiendo su rostro en su cuello, sintiendo esa sensación de alegría y paz que solo podía encontrar en la castaña, aun cuando todo era caos alrededor– te amo, ¿lo sabias?– susurró contra el cuello de Shizuru, ella se limito a corresponder al abrazo mientras asentía.
– Yo también te amo– respondió con un murmuro suave– Nat-su-ki– le llamó, haciendo que la peli-azul levantara su rostro para mirarla– ¿Qué es lo que te paso en el tour?– ante esa pregunta Natsuki se limitó a verla con una interrogante en su rostro, mientras su mente trataba de comprender la pregunta– Ya sabes… por tu reacción, haz estado extraña desde…– no terminó, simplemente se sonrojó levemente y eso fue suficiente para que entendiera de qué estaba hablando.
– Lo siento– se disculpó, suponía que esa pregunta se la había querido hacer hace mucho, pero por lo que había pasado con Alyssa, había callado– Shizuru, tu hermana  es una persona extraña– confesó aun mirándola, y ahora era turno de la castaña de verle con una mirada interrogante– el día en que… ya sabes, tu hermana me drogó– suspiró y agarró aire para decir lo que continuaba– no tengo ni la menor idea de lo que pasó esa noche– declaró intentando no imaginar nada, porque si lo hacía no seguiría con la confesión– no recuerdo nada, solo pequeñas imágenes de cosas, pero nada más– bien, ya lo había dicho, ahora solo faltaba ver que diría ella, por ello, aunque con miedo, la volvió a ver.
– Así que era por eso– susurró Shizuru ocultando su mirada bajo su flequillo– por un momento pensé que había sido por otras razones– continuó y Natsuki sintió miedo y ansiedad, puesto que no podía ver esa mirada escarlata– es un alivio saber que no era nada de eso– comentó mientras la volvía a ver con una sonrisa, y fue cuando la peli-azul comprendió que se había equivocado y, en el proceso, había lastimado a su persona más amada.
– Creí que te enojarías– confesó viendo hacia el suelo.
– Ara, pero si no hay razón para enojarse– declaró con una sonrisa– pero si pagarás caro el no habérmelo dicho antes– dijo seductoramente.
– Y estoy dispuesta a pagar todo lo que sea necesario– terminó de decir eso y abrazó a la oji-rubí mucho mas fuerte que antes– lo siento–volvió a susurrar.
– Ya deja de disculparte– le pidió mientras sentía alivio al conocer los sentimientos de la peli-azul. Con cuidado se separó de su pareja, Natsuki la observó y ella aprovechó para besarla– solo no vuelvas a ocultarme nada– susurró, al separarse levemente de sus labios.
– Lo prometo– aceptó con una sonrisa en su rostro, en lo que volvía a esa embriagante sensación que solo los labios de su novia podían provocarle.
Horas Atrás.
En la casa de los Fujino Akemi intentaba romper el seguro de la ventana para poder escapar, lo hacia silenciosamente puesto que bien sabía que podrían escucharla si hacia demasiado ruido. Agradecía el hecho de que tuviese un martillo en su cuarto, jamás había adorado tanto esa mala costumbre de guardar algunas cosas bajo la cama. Pero al ver que los pequeños golpes no funcionaban sujetó con firmeza el martillo y golpeó fuertemente, efectivamente el seguro cedió. Con una sonrisa en su rostro abrió la ventana y salió. Era una gran ventaja el que su cuarto quedara en la primera planta o lo que estaba haciendo en ese momento jamás lo habría podido lograr. Corrió con rapidez hacia el jardín, desde ahí realizo una llamada al hospital y pidió una ambulancia hacia donde se encontraba su hija.
– Suzume– dijo al realizar, lo que pretendía, fuera su última llamada.
– ¿Akemi? ¿Qué pasa?– preguntó con un tono que reflejaba su preocupación.
– Jiro planea algo malo, debes cuidar de las chicas– le confesó viendo hacia todos lados para asegurarse de que estuviera sola.
– ¿Qué ha hecho? ¿Te encuentras bien?
– Si, solo, por favor cuídalas– le rogó.
– Está bien, sabes que siempre que pueda las cuidaré.
– Gracias –dijo y colgó.
Tenía que salir de ahí, o no podría ayudar a sus hijas cuando la necesitaran, y sabía que la necesitarían. Respiró profundo y empezó a correr en dirección a la salida, no quería perder más tiempo. Llegó al garaje y, tras encontrar las llaves de uno de sus carros, se fue. Pero su destino no era otro sino un lugar secreto. Uno que solo un Fujino podría encontrar, y sabia que Jiro la buscaría, era de esa clase de hombres que no se rendía por nada, lo conocía, eran momentos como ese cuando deseaba poder cambiar las decisiones que había tomado, pero ya no estaba a su alcance tal deseo, ahora solo podía afrontar las consecuencias a las que sus elecciones le habían hecho llegar, y las soluciones que les diese serían las que definirían el final de toda esa locura, esa locura que debía haber acabado el día en que su hermana falleció…
– ¿Se encuentra bien?– le preguntó Shiho al ver que no paraba de moverse de un lado para otro.
– No se suponía que esto pasaría– le contestó mientras miraba las fotos en su escritorio, unas que a través de un investigador había hecho sacar, en ellas estaban Shizuru y Natsuki– con esto Kuga debió haber terminado con mi hija, no unirse más a ella– comentó colocándose dos dedos bajo la barbilla.
– El sufrimiento y los momentos difíciles son los que unen más a las personas, señor– terminó su explicación de una forma serena, observando a Jiro.
– Me doy cuenta de ello– comentó pensativo– pero, los peores momentos son los mejores para acabar con cualquier sueño– murmuró con una sonrisa en su rostro.
– ¿Qué es lo que planeas hacer?– preguntó al ver esa mirada que no traía nada bueno.
– Le daré un incentivo a mi hija– comentó dirigiéndose hacia el escritorio, mientras colocaba las fotos en el primer cajón.
– ¿Qué clase de incentivo?
– Señor Fujino– le llamaron del otro lado de la puerta.
– Pase– contestó.
– Señor, la señorita Akemi ha escapado– anunció con miedo.
– ¡¿Qué?!
– Hace dos horas– terminó su informe.
– ¿Y qué esperan? ¿Qué ella les mande una carta de feliz navidad?
– No señor, es solo que…
– Entonces deje de perder mi tiempo ¡y búsquenla!– ordenó haciendo que saliera corriendo.
– Shiho– le llamó y la pelirrosa lo volvió a ver– Tú estás a cargo, búscala, sabe demasiado.
– Si señor– afirmó y se retiró. 
– Mientras yo le hago una pequeña visita a mi hija…
Presente…
– ¡Y listo!– dijo Mai mientras terminaba de poner el pastel en la caja– Mikoto, ¿cómo vas con lo demás? 
– En eso estoy– confesó un poco ofuscada ya que la carga era grande– Mai, ¡ayuda!
– ¡Mikoto!– le llamó ayudándola antes de que se cayera– no trates de llevar toda la carga de una vez. 
– Solo quería que no nos agarrara la tarde– confesó viendo hacia el suelo.
– Llevamos unas cuantas horas de adelanto, tranquila– le dijo revolviendo dulcemente el pelo de la morena– vamos.
– ¡Hump!– asintió.
– Bien, solo esto faltaba– terminó de acomodar las cosas en el baúl del auto y lo cerró, preparándose para ir al hospital.
Ambas chicas estaban emocionadas por la celebración del cumpleaños de su amiga. En lo que iban en el trayecto no decían nada, ambas totalmente metidas en sus pensamientos, y habrían permanecido así si no fuera por el celular que empezó a sonar.
– ¿Hola?– contestó mientras Mikoto la observaba preocupada.
– Mai, soy Shizuru ¿Cómo van con todo? 
– Perfectamente,  el operativo “Pastel” ya está listo– contestó alegremente – dentro de unos diez minutos llegamos– intentando no ir a demasiada velocidad– o tal vez un poco más porque al parecer hubo un accidente más adelante que está deteniendo el trafico.
– Esta bien, de todas formas no iremos a ninguna parte– completó la castaña– las veo luego– se despidió mientras colgaba. Tras observar la hora en su teléfono, se retiró hacia la habitación de Alyssa. 
– Shizuru, ¡qué alegría verte!– la saludó su padre en cuanto entró a la habitación.
– ¿Qué haces aquí?
– Oh, me ofendes hija– dijo de forma dramática– ¿qué acaso un padre ya no se puede preocupar por su hija menor?
– No lo has hecho nunca– le reprocho fríamente, aun sin acercarse, ni cerrar la puerta,  puesto que aun tenia la pelea interna de irse o quedarse.
– Bueno, quiero redimirme– susurró con una sonrisa torcida.
– ¿Hablas enserio? ¿Después de todo lo que has hecho?  
– ¿Qué he hecho?– preguntó inocentemente, acto que hizo que Shizuru se enojara.
 – ¡¿Que qué has hecho?!– Elevó la voz– ¿te parece poco todo lo que nos has obligado a hacer a Anh y a mí? ¿Todo cuanto hemos pasado estos años?  ¿O qué te parece lo que le hiciste a Natsuki?
– Yo no le he hecho nada a Kuga-san.
– Aahh… entonces las marcas de disparos en sus brazos no son nada– ante esa declaración Jiro arrugo su frente y sonrió complacido.
– Así que te has enterado de todo– la observó detenidamente– y yo que pensaba que nadie lo sabría. Supongo que Kuga decidió contártelo todo.
– Creo que me subestimas, ella no me ha dicho nada, no ha tenido que hacerlo, hay suficientes pruebas.
– Ya veo, en realidad me alegra que estés al tanto Shizuru– confesó– eres digna de llevar el apellido Fujino.
– ¿A qué has venido?– volvió a preguntar.
– Verás, tú tienes un compromiso conmigo.
– Ara, hasta donde yo sé, ese compromiso ya no existe.
– Un compromiso de esa índole no es algo que puedas destruir tan rápido, menos si hablamos de una familia tan poderosa como la Wong.
– Lamento arruinar tus planes, pero no me interesa.
– No hija, no te lo estoy preguntando, tú cumplirás con ello.
– ¿Por qué debería?
– Excelente pregunta– se levantó del asiento donde estaba y se acercó a la ventana de la habitación– si puedes observar a la terraza de aquel edificio, entenderás– terminó, ofreciéndole unos binoculares. Se acercó con paso vacilante, tomó los binoculares y observó hacia el gran edificio, revelando no a uno, sino cinco francotiradores colocados en diferentes lugares– verás hija, si tú decides no ir, yo daré la orden para que disparen y terminen el trabajo que les encargué en el balneario– ante esa confesión Shizuru lo volvió a ver con una acusación en su mirada– si– respondió a esa pregunta silenciosa– yo hice que le dispararan y haré que vuelva a pasar, incluso mataré a tu noviecita, si con eso te convenzo– dijo viéndola con una sonrisa triunfante.
– ¿Crees que saldrías inmune si cometes tantos homicidios?
– ¿Por qué no? Solo hace falta una buena cuartada.
– Aun con eso no los engañaras.
– ¿De qué hablas? Si solo necesite una cuartada para cuando tu madre murió– confesó observando el enojo creciente en su hija.
– ¿Por qué? ¿Por qué la mataste?– preguntó con un hilo de voz, tratando de controlar el dolor, el enojo, la impotencia, y muchos otros sentimientos que la estaban golpeando.
– Porque tu madre ya había cumplido su labor, me había dado un imperio, y la forma de continuarlo– dijo dirigiendo su mano hacia la cabeza de ella, más antes de que la tocara ella golpeo su mano– y yo soy un hombre al que solo le interesa lo que puede ser útil– completó– como tu tía Akemi– caminando hacia la puerta– ahora, ¿vienes o te quedas? 
– Shizuru, no me vas a creer a cuantas tiendas tuve que ir– dijo Natsuki en lo que entraba a la habitación de su hermana, esperando encontrar a la castaña– ¿Shizuru?– preguntó abarcando toda la habitación con la mirada, solo para no hallarla. 
– Nee-chan– susurró una voz sacándola de su ensimismamiento.
– Alyssa– murmuró con la sorpresa escrita en su rostro. 
………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Nota. Lamento la tardanza, pero he aquí la continuación. 
Agradezco los comentarios, y espero que hayan más xD. Y solo agrego: Nadie está obligado a leer lo que no quiere. Por lo que, son bien recibidos todo tipo de comentario, siempre y cuando no vengan con palabras ofensivas.


4 comentarios:

Sayuri dijo...

dios este se esta poniendo escalofriante!!!!me encanta!!!que haras shiz???mil veces maldito sea su padre,ojala que nat y shiz puedan encontrar alguna solucion a este problema,o tal vez ahi intervenga akemi juju.esperare con ansias por leer lo que sigue.un beso grande

cloud01 dijo...

BRAVO!!!!!
excelente capitulo, y gracias por continuarla, tenia tantas ansias de saber que pasaba y ahora me has dejado con mas ansias por saber la continuación.
saludos y muy buen capitulo.

cloud01 dijo...

BRAVO!!!!
excelente capitulo, gracias por continuarlo, tenia tantas ganas de saber que pasaba y ahora me has dejado con mas ansias por saber que mas pasa.
saludos y grandioso capitulo.

Alexsa dijo...

cap 14 aya voy, cada vez se pone mas bueno xD

Gracias :D

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