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jueves, 7 de febrero de 2013

jueves, 7 de febrero de 2013

Cap. 5 de "Danza entre Lobos" by Cristalsif


Danza entre Lobos.


Capítulo 5

La cosecha II


El sol se ocultaba entre las montañas próximo al crepúsculo cuando arribaron, sin notar la persecución de la que eran objeto. Aún quedaba luz suficiente, los rayos languidecientes del sol dejaban a la vista una pequeña morada, una cabaña colindante a los límites de las tierras de la familia Fujino. Los altos y grandes árboles en derredor obsequiaban cobijo y escondite a la casa, apenas un pequeño huerto daba a entender que el lugar estaba habitado, así como la maleza mantenida a raya por la oficiosa mano de la Okuzaki. Solo en la intimidad de aquel lugar, la pelinegra de menor jerarquía podía yacer a sus anchas y usar atuendos más apropiados a su género. Otro deber fundamental para la servil era esconder y defender un par de cofres con doblones suficientes para salvar cualquier dificultad económica, nadie sospecharía nunca, que un sitio de apariencia humilde como aquel, guardaría un botín semejante. Lord Kruger tuvo la prevención de adquirir y amoblar la pequeña parcela, para el alojamiento seguro de su sirviente, pues según lo dispuesto, Natsuki no habitaría aquel lugar e iría al sitio en caso de urgente necesidad. Vigilar y proteger a la hermosa Shizuru era la mayor prioridad, pues ella dependía todo para la familia Kruger.

Dentro de la cabaña la luz de las lámparas yacían encendidas, el humo de la chimenea comenzó a dispersarse en las sombras nocturnas y la tarea más difícil aconteció en el interior, donde una herida   severa, debía recibir los cuidados necesarios. La fina punta de una pluma rozaba con tacto delicado la piel semihumana, trazos perfectos dibujaban los símbolos arcanos, que ahora las derruidas vendas no podían sellar con el conjuro escrito. La cabeza de la joven Duquesa oscilaba entre la monstruosa y la humana, en una fase previa a la transformación del ser femenino en la bestia. No habían quejas, ni sus ojos esmeralda miraban a la leal sirviente, que con paciencia infinita formaba las líneas aprendidas desde la infancia, una tras otra, dibujaba el intrincado sello del Dios Gato. Akira necesitaba con urgencia concluir la tarea para revertir el hechizo de la maldición y poder curar la sangrante herida de su ama. Una vez concluida la inscripción sobre el lado de la cara sana, el rostro de Natsuki tomó la forma de aquella criatura soñada como ninfa de los bosques, salvo por los cortes sangrantes que el metal del tornillo habían hecho en su rostro, del lado derecho.


Akira lavó la herida con habilidad insospechada, empleó gasas encantadas con el mismo sello y puso vendas para sujetarlas en la frente, la mandíbula y la nariz a base de presión. -Solo resta su hombro alteza-

-No hace falta, sanará por si solo- Solo por ser la bestia que era Natsuki, se le permitía sanar con velocidad superior a la de un humano común.

-Pero... la herida no sanará adecuadamente- Se preocupó Akira.

-La fase de lunar no está completa todavía, faltan 6 días para ello Akira y me temo que tenemos compañía... por favor abre la puerta- La sirviente miró con sorpresa a su joven ama, pero no tardó en obedecer. La morena se regañó mentalmente por no percibir la presencia intrusa.

El regalo del astro nocturno era para la joven Kruger a la vez su mayor momento de vulnerabilidad, humana durante la luna llena, significaba belleza y libertad para desprenderse de la carga de las vendas y la responsabilidad, pero también, ser tan frágil y mortal como cualquier otra doncella. Si Natsuki recibía un gran daño durante ese tiempo, moriría irremediablemente y otro miembro de la línea de sangre, soportaría sobre sus hombros el peso de la maldición. Solo por esa razón, la familia Kruger contaba con un ejército completo en la frontera de Artai, cerca del lago de los Orphans, para resguardar la debilidad de la Bestia en luna llena.

Natsuki se puso de pie obviando la expresión preocupada de su amiga, depositó con cuidado la mano sobre el hombro y con una sonrisa agradeció los cuidados de Akira. Los ojos hechos de esmeralda se posaron sobre la sombra que ingresaba por la puerta, con voz profunda no tardó en hablar. -Huelo su perfume desde hace horas, señorita Sugiura-

-Nunca mencionaron semejantes circunstancias, caballeros- La voz de una fémina se escuchó, mientras la mirada hechicera se posó sobre la esmeralda. -Tantos secretos no ha dado buenos frutos de mi asesoría, me temo-

-Creí que nunca entraría en la casa, así que la he invitado a pasar señorita Sugiura- Natsuki caminó por la espalda de la mujer ataviada en un vestido de alta costura, observándola con escrutinio. -Lamento el daño percibido por su atuendo... pero no ha debido seguirme- Barro y moho en la fina seda no le iba nada bien.

-Me parece que el señor Kruger se ha escondido hábilmente, pero no lo suficiente- La sonrisa de Midori se extendió ante la sospecha y frialdad de su 'cliente'. -O debería decir ¿Señorita Kruger?-

-Sabe más de lo que dijo en principio... ¿Debo adjudicar esto a su habilidad cómo adivina?- Musitó con sarcasmo, posando a la luz de las velas el rostro, uno hermoso a pesar de los tintes y la ocultación de la gasa encantada en el lado derecho.

-He sido amante de la historia Milady- La mujer inclinó la cabeza, sabía ya que estaba en presencia de la realeza. -... y resulta obvio cuando Lord Takeru Kruger solo ha tenido una hija, por otro lado tengo familia en Fukka y los rumores sobre su familia son... “Escalofriantes”-

-Sabe entonces el peligro que corre ante eso que llaman 'el doncel de hielo'- Intimidó Akira con voz lúgubre. -O en el fondo... no sabe nada, los rumores no son más que eso, rumores sin fundamento-

-Una forma halagüeña de referir a la bestia- Pero la dama no parecía en lo absoluto asustada, consternada tal vez y lo ocultaba muy bien con su encanto, mientras tomaba asiento.

-¿Qué hará con lo que sabe ahora? ¿Solicitar una gran suma de dinero por mantener mi secreto?- Cuestionó Natsuki sin miramientos, siguiendo el ejemplo en el sofá de enfrente.

-No niego que una suma de dinero me vendría bien... pero antes esta la lealtad Milady. No puedo permitir que usted continúe su engaño... he visto el claro interés que muestra sobre la señorita Shizuru Fujino- Siseó la pelirroja mirando con desconfianza al par.

La risa en principio fuera de lugar de Natsuki, hizo que Midori cuestionara seriamente la cordura de la Kruger. Pero la última aclaró su garganta antes de hablar con la seriedad que el caso lo exigía mientras rondaba el sitio. -Es la cobardía del honorable señor Fujino el único impedimento para mí... él ya me ha dado la mano de su hija, a cambio de cofres y cofres con doblones de oro, el pago de su deuda con el Conde Nagi de Artai y claro, el actual sustento de su viñedo- Natsuki yacía ya de pie a la espalda de la 'adivina', era como un lobo sigiloso en derredor de su presa y aquello asustaba a Midori más de lo que podía expresar. -Él ha sido hábil al esconder los regalos que le hicimos, más aún, ha  ocultado en la oscuridad de la noche al mensajero que envía mi padre con los pagos acordados. Si a Satoru aún le queda algo de honor, tendrá que entregarla como mi esposa antes de que acabe este año- Susurró en el oído de la mujer con voz grave, casi fantasmagórica.

Los ojos verdes de Midori amenazaron con salirse de sus cuentas. -No puedes ser que un acto tan ruin haya ocurrido- La mujer se puso de pie abrumada por la cruda realidad que mencionaba la bestia. -¡Es usted repugnante...! Obligar a la bella Shizuru-

-¿Cómo se atreve? ¡Podríamos llevarla a la orca por menos!- El enfado de Akira era más que evidente, pero su joven ama le palmeó el hombro en señal de calma. -¡Pero majestad!-

Natsuki negó con la cabeza. -No pretendo obligarla señorita Sugiura, ha sido Satoru el que la ha vendido como a una joya de colección, no he sido yo... ¿Por qué otra razón hubiera seguido su consejo al pie de la letra?- Los ojos esmeralda se clavaron en los verdes claros de Midori con un tinte diferente. -No deseo otra cosa que ser correspondida, aún sobre mis heridas Madame-

-Usted... ¿Se ha enamorado de ella?- Midori era la viva imagen de la perplejidad e incredulidad. -Pero ambas son mujeres ¿Realmente creen que un matrimonio podría salir bien? Usted no puede darle hijos y no hay nada que precie más una doncella- La pelirroja ya no decía aquello con el afán de apartar la mirada enamorada de Natsuki sobre la preciosa Shizuru. La sinceridad y preocupación ocupaba su tono de voz, a fin de cuentas tenía una sobrina con los mismos gustos e intuía un caso similar en la pequeña Fujino.

-Si supiera la verdad sobre todo aquello que se habla de mí, sabría que todo en este mundo es posible... aunque usted parece tan escéptica de algo, que le ha dado el pan cada día durante tantos años- Acertadas palabras eran las de Natsuki, salvo precisamente porque Midori había engañado a las personas durante años y su fe sobre lo oculto estaba muerta.

-Entonces ¿Por qué no se presenta con la verdad Lady Kruger?- Cuestionó la pelirroja mirando sin temor a Natsuki. Pese a su aspecto Midori comprendía al fin, por la mitad del rostro descubierto y entintado, que seguramente era una mujer muy agraciada, aquello confundía bastante ¿Entonces por qué ocultarse tras las roñosas vendas?

-Porque... no quiero que se comprometa con un título. Ni la riqueza, ni la vanidad pueden comprar el amor verdadero- Repetía las palabras del Dios Gato, ese había sido el único consejo que había recibido de su parte.

-Pero a la fecha, su familia ha comprado a la señorita Fujino- Levantó una ceja Midori, Kruger lo podía adornar mucho, pero seguía siendo un vil trato a espaldas de la joven.

-Por eso necesito que me ame en lo que sería esto, sería sin riquezas, sin belleza, sin títulos... solo yo, solo mis sentimientos a flor de piel en cada ocasión que la he mirado... cuando mi desvelo no puede ser mayor, cuando solo vivo para contemplarla y sin temor alguno, daría la vida misma por su alegría- El sentimiento que desbordaba esa mirada, esa voz y esa expresión dolida en la mitad del rostro visible. -Por favor... señorita Sugiura, necesito su colaboración... esta demás decir que estaré más que agradecida con usted y sabré recompensarla- Era evidente que por sus esmeros de mostrar fuerza, el juego sucio de Takeda, había recibido esas heridas y la estrategia no era la adecuada.

Midori suspiro profundamente, ya le hubiera gustado que alguien en lo extenso de su vida hubiera delatado tanta pasión y sincero afecto por ella. Esa expresión, esas palabras le habían convencido. -Está bien, ante la señorita Fujino los anteriores consejos no sirven de mucho, tal vez hayan movido su curiosidad nada más... pero no tema, haremos lo siguiente...-

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La hermosa Shizuru había salido corriendo del palco, llegado a las caballerizas para tomar un caballo e ir por el doctor al poblado más cercano, la sangre le había escandalizado y un secreto temor surgió en su interior. Encontróse con su hermano en el pequeño pueblo, le avistó del incidente con la prensadora y las graves heridas del joven Kuga, con lo cual ambos muchachos acudieron raudos al pequeño despacho del doctor de la zona. Un carruaje cruzó los caminos con dificultad a todo el galope que daban los corceles, pero al llegar a la casa Fujino el herido no yacía por ninguna parte. Los jornaleros relataron los increíbles sucesos posteriores y la partida por propio pie de muchacho lastimado. Shizuru escuchaba incrédula las circunstancias ¿Quién hubiese podido levantarse después de semejante golpe? ¿Quién pudiera caminar con las sangrantes heridas y el inconmensurable dolor? Para la castaña aquello era inverosímil y motivaba un mayor número de preguntas por hacer al joven, en efecto cuestionar si aquel nombre: 'Natsuki'. Era el suyo, cuando lo escuchó claramente al joven Okuzaki.

Molesta por las circunstancias debió marchar al lecho y al notar la ausencia de su mascota. - “Perfecto, ahora hasta mi mascota se ha enfadado conmigo”- Aquel no era precisamente su día, ya solo le quedaba estar preocupada por un perfecto desconocido del cual no tenía certeza del nombre y de una motita blanca, enfadada con ella por haberle prohibido dormir a su lado. Tenía la esperanza de que al despertar las tornas volvieran a su cauce y poder encontrar a su mascota, así como al joven lastimado.

A la mañana siguiente el deseo de la castaña se vio cumplido parcialmente, Durhan estaba profundamente dormido en su pequeño lecho, encogido como una bolita blanca, con las patitas sobre el hocico, como quien se esconde de la luz del sol para dormir a sus no tan anchas. -Ara, hoy estamos más dormilones- Se acuclilló la de ojos carmín a un lado de la cama de su mascota, lo normal era que el cachorro madrugador la despertara a lamidas y juguetonamente. -Creo que le voy a suspender su castigo a mi pequeño Durhan, hoy volverás a dormir conmigo “ya nos hemos castigado suficiente los dos”- Acarició el terso pelaje del pequeño animal, decidió dejarle dormir e hizo lo propio para organizarse entrando al cuarto de baño.

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-¿Shizuru?- La aludida escuchó la voz gentil de su hermano, retiró sus esfuerzos de la tarea que la ocupaba y desenguantó sus manos. -Al señor Kuga... al fin lo hemos encontrado, lo ha traído el señor Okuzaki-

-Debo verle inmediatamente- Shizuru miró a Takumi con una inexpresiva faz. -Indícame por donde...- Se adelantó hacia la salida como si supiera a donde dirigirse.

-¿Acaso ese humilde chico es de tu interés?- Le sujetó la mano el castaño de más edad, sus ojos grises miraban con sospecha a Shizuru, pues nunca había atisbado en ella semejante actitud.

-De ninguna manera hermano, me preocupo por nuestros empleados... sabes bien que mi padre delegó esa responsabilidad sobre mis manos- La seriedad de la mujer le dejó perplejo y algo espantado, esa mirada podía atemorizar.

-Cla... claro...- Dijo cual tartamudo, liberando el agarre y procurando llevarla al encuentro del señor Kuga.

Llegaron hasta las cercanías del Mausoleo, donde un destartalado almacén de herramientas había sido acoplado sin mucho esmero por el señor Fujino para dar 'alojamiento' al sirviente. Akira yacía de pie, con los brazos cruzados y la mirada perdida sobre el gran cerezo, en cuyas ramas el viento mecía poco a poco los pétalos. -Bienvenidos a nuestra morada, señor Takumi, señorita Fujino- Inclinó la cabeza como un gesto de sumisión.

-Este sitió esta todo lo lejos de ser habitable, mucho menos apropiado para el alojamiento de una persona herida- Musitó Shizuru mirando con disgusto.

-El que nos ha proporcionado su señor padre, Milady- Hubiera querido envenenar sus palabras, pero no así en presencia de los jóvenes Fujino, cuyos corazones se habían delatado más gentiles y claro está, por orden de su ama. -Por favor entren, yo mismo me he ocupado de vendar y desinfectar las heridas... pero el sitio es estrecho y solo puede entrar uno-

-Ve primero hermana, yo aguardaré mi oportunidad- Musitó el castaño con una sonrisa afable, pues en el fondo le agradaba en demasía la compañía de Akira, y nunca sería una molestia esperar a su lado.

Las condiciones del lugar eran infrahumanas, o así lo pensó Shizuru en cuanto notó la forma en que vivía la Kuga, con herramientas apiladas contra un rincón, cajas con útiles y repuestos superpuestas unas sobre otras. Pocas cosas delataban que aquella fuere una habitación, la vieja litera de dos puestos, una silla de madera y una mesita gastada, sobre la que reposaba un cuenco con agua limpia y un paño blanco doblado a un lado. Tal y como advirtió la Okuzaki, el espació era reducido y Shizuru debió caminar con cuidado de no mancharse, aunque el sitio estaba libre de polvo gracias a la diligencia de su habitante.

Las castaña tomó asiento en la silla dispuesta, la cual crujió levemente sin lograr despertar a la durmiente persona en el lecho. Los ojos carmín se posaron sobre la pálida figura, cuyo cuerpo estaba cubierto por una manta hasta el cuello y de él, solo el rostro fue visible. Sorprendióse la mujer, en cuanto notó el fino rostro que las vendas ya no cubrían, la piel que pareciera de porcelana tintada con intrincadas letras, se apreciaba hermosa a la vista. -Es una pena que duermas... quería saber tantas cosas de ti- Deslizó los dedos sobre la piel expuesta, allí donde la venda no cubría la mitad del rostro.

Una espantada Shizuru evidenció lo alto de la temperatura de Natsuki, por lo que remojando el paño en el agua fresca, lo posó sobre la frente sudorosa. La tinta hecha a base de henna había teñido la piel y no desprendía ya residuo alguno, solo el rocío en la piel absorbía la tela. Razonando lo absurdo de cubrir al joven herido con la manta si tan alta era la fiebre, Shizuru se permitió retirar la sabana, con el objeto de dar algo de aire a la ardiente piel.

Los parpados de la castaña se abrieron desmesuradamente y las pupilas negras temblaron dilatadas, aquel torso contaba con algo demás, algo con lo que los caballeros no contaban. No es que Shizuru hubiera contemplado a un hombre por entero desnudo, pero si suficientes torsos a la luz del sol, para saber que aquel montículo presionado por las vendas, que iban desde el hombro hasta el pecho no debería estar ahí. El gritillo abrumado de la Fujino se estancó en la garganta, escondida estuvo su culpa en cuanto las gemas esmeralda se reflejaron en sus ojos y ambas mujeres se contemplaron una a la otra.

-¿Señorita... Fujino?- La convaleciente mujer, pues ya estaba muy claro cuál era su verdadero género, miró confusa a la 'inesperada' visita.

-Ara, Natsuki me ha dado más sorpresas de las que esperaba- Sonrió Shizuru sin develar en ningún momento la semidesnudes que ostentaba la chica.

-¿Có...cómo sabe mi nombre?-

-Todos lo escuchamos en el angustiado grito de su compañero de labores, el señor Okuzaki... clamó su nombre numerosas ocasiones-

-Que inoportuno ha sido Akira- Natsuki se llevó la mano al pecho ante una punzada tenue de dolor, entonces notó la ausencia de lo evidente y con premura buscó la manta para cubrirse. Un gran sonrojo llevó a la Kruger a esconder hasta la cabeza en la ajada prenda.

La risa límpida de Shizuru llenó el estrecho espacio. -Ara ara, Natsuki no tiene por qué avergonzarse... a fin de cuentas poseemos lo mismo y está en confianza, o eso espero- Los pálidos dedos sujetaron la manta con el ánimo de retirarla. -¿No es muy infantil de su parte señorita Kuga?- Musitó al ver la oposición que le prestaba la convaleciente.

-Pero es que... usted... usted no debía enterarse de esto, aunque no hay nada que quiera más que su confianza- Asomó ligeramente la cabeza sobre la manta. Natsuki lucía en exceso abochornada y pese al feo aspecto del lugar, o la venda sobre la herida, el gesto no pudo más que enternecer a Shizuru.

-Si me lo explica, sabré guardar su secreto... ¿Por qué se ha presentado con el atuendo de un caballero? Si tanto necesitaba el empleo, ha podido solicitarlo como una más de las sirvientes de la casa y así su alojamiento sería más digno- Negoció la castaña, bajando lentamente la manta hasta dejar de nuevo a la vista el torso vendado, la piel expuesta, más blanca que la nieve también estaba tintada, incluso las manos, y ya podía apostar la castaña que también las piernas. Shizuru ocultó hábilmente en sus cabellos, la observación detallada del firme abdomen que Natsuki, seguramente había adquirido con trabajos pesados que solo a los hombres compete.

-No podía, Milady- Los largos mechones cobalto cubrieron la mirada y el rostro apenado, mientras las manos también curadas de Natsuki, estrechaban con más fuerza de la recomendable la manta. -Ha sido complicado esconder mi rostro de todos los jornaleros, ¿Imagina usted el impedimento en presencia femenina?-

-¿Así que por eso se ha escondido Natsuki? Debo confesar que es más agradable ver su piel tatuada, que aquellas vendas que le hacen lucir cual leprosa- Rieron de la corta broma, pues aquella confusión había sido la primera mencionada, el día que se conocieron. El simple hecho de haber conocido el verdadero género de la chica, había supuesto un gran alivio para Shizuru, pues ahora podía tratarla como a una mujer sin que fuera inapropiada su conducta.

-¿En verdad? “Gracias Midori, te voy a montar un altar”- La pelinegra agradecía para sus adentros la asesoría de la adivina, quien en primera instancia había preparado la variación en la tinta y después la treta para mostrar parte de la verdad a Shizuru.

-Sí, Natsuki ya no tiene aspecto de prófuga de la justicia fufufu- Shizuru se cubrió elegantemente los labios para disimular su risa. Pero luego miró con determinación a su interlocutora. -Aunque, todavía guardo cierta curiosidad, temo importunar el descanso necesario para que Natsuki restablezca su salud-

-Natsuki Kruger Kuga, es mi nombre completo... si pudiera seguir llamándome Kuga y tratándome como a un caballero, se lo agradecería profundamente. Y no se preocupe, me siento bastante mejor “desde el momento en que percibí tu aroma al entrar”- Se guardó sus últimas palabras para sí, no lo arruinaría con desatinadas frases de amor, aun no era el momento.

-¿Por qué desea tal trato?- Los ojos rubí le desnudarían el alma si en sus manos reposara tal posibilidad. Aunque en el fondo así era y Natsuki lamentaba mentir a medias.

-Sabe que no es apropiada tal muestra de confianza, está usted en una posición superior a la mía y su padre vería con malos ojos mi cercanía hacía usted- La expresión torturada en la faz vendada conmovió el corazón de Shizuru y amplia fue la sorpresa de Natsuki, en cuanto los dedos gentiles rozaron su mejilla. Que abrumadora paz le otorgaba la dama, que brinco al corazón que se desbocaba enamorado, que brillo se formaba en la esmeralda de una mirada, pero que esfuerzo ocupaba el no besarla ahí mismo. La hermosa amatista era aún más hermosa de alma que de cuerpo, más prístina que el cristal de un diamante, más brillante que la luz de una estrella, del sol mismo si cabe.

-Mi padre no tiene derecho a elegir mis amistades, aún si es el señor de esta casa... soy yo quien decide finalmente a quien precia y Natsuki ha mostrado más valentía que cualquier persona que conozca...- La mano se alejó del rostro, antes de que los dedos de Natsuki pudieran estrecharlos. -Pero ha sido una completa terquedad de su parte, trabajar a la par de los hombres- Reprochó con voz suave.

-Siempre he ido a la par o he sido superior, esto es lo que se espera de mí señorita Fujino- Admitió con voz pesada la Kruger.

-Puedes llamarme Shizuru, pero si temes represalias, ese apelativo está bien en presencia de otros- Tomó el paño que había caído en el regazo de Natsuki, olvidado después de su sorpresivo movimiento, lo enjugó en el agua y volvió a posarlo en la frente.

-Así sea... Shi...Shizuru- El nombre se oía precioso nada más pronunciarlo, pero estaba claro que a la pelinegra le costaría bastante el poder decirlo con tranquilidad.

Entre tanto la castaña hizo ademán de marcharse, poniéndose de pie para salir por la estrecha entrada. Pero por un momento se dio vuelta para mirar a la mujer en el lecho. -Y Natsuki... ¿Quién espera esto de ti?-

-Mi padre, mi familia entera y más personas de las que puedo contar- No mentía, el poblado de Fukka y la familia Kruger, guardaba en sus hombros una esperanza más grande de la que cualquiera pudiera imaginar. Shizuru asintió sin entender, tal vez Natsuki tuviera una familia numerosa, ya se ocuparía entonces de que el salario le fuera incrementado. Por lo pronto se ocupó de despedirse con la mano y desear que la salud de su nueva amiga fuera repuesta con prontitud, no sabía la de ojos rubí, que apenas saliera del improvisado cuarto, Natsuki daría saltos de dicha junto a la litera.

Al salir la joven Fujino se encontró con una tierna escena, o lo hubiera sido, de no ser porque la sonrisa tímida de su hermano le era proferida a otro hombre. Shizuru entendía más que nadie las dificultades, que aquella secreta condición le causaría al mayor en años pero joven de corazón, Takumi era el orgullo de Satoru y este jamás permitiría que el muchacho tuviera gustos diferentes a los que se espera de un caballero de su alta posición social. Como si no lo supiera ella... ella, que tendría que desposar a un hombre. Mentalmente para Shizuru, la algarabía de sus próximos 16 años, no le alegraba en lo absoluto, al contrario, suponía una gran pena y fuente de presión. La castaña partió discretamente, no deseaba importunar o interrumpir el idilio que ausente de besos, lo decía todo con miradas y sonrisas.

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Desde entonces y tras ver cumplidos sus deberes, Shizuru no dudo en acudir algunas horas a visitar a la convaleciente joven. Claro estaba que Satoru no debía enterarse de la dulce amistad surgida entre ella y la lobuna, pues el padre tenía muy marcadas las diferencias de clase. Shizuru simulaba marchar cada tarde en busca del cobijo de su gran roble, a nadie le extrañaba el hecho dado que era para la castaña una práctica habitual, más a la menor oportunidad, la Fujino cambiaba su rumbo a la maltrecha morada de Natsuki. Ocurridos tres días después del incidente, el doctor contratado por el joven Takumi en secreto, dio el visto bueno sobre las heridas, la pelinegra podía al fin salir de su encierro y colaborar con mesura en los preparativos de la cosecha. Takumi y Shizuru se ocuparon de que ningún esfuerzo físico ocupara a la chica, por lo que debió ayudar a las mujeres con los últimos retoques de la decoración del festival, pero la de ojos esmeralda era un poco terca y no temía arriesgar la seguridad de su estado, lo cierto es que en el cuarto día había sanado completamente.

Era de mañana, con la reciente alba en el cielo y Natsuki yacía en el tejado de la casa, para poner los moños y flores colgantes requeridas por el exquisito gusto de la señora Mizue. -¿Así está bien Milady?- Había puesto el último adorno en la punta del ático y miraba a la mujer frente a la edificación, que desde tierra firme daba las indicaciones al sirviente.

-Perfecto señor Kuga, pero tenga cuidado al bajar...- Decía la afable dama, no perdiendo de vista al servicial joven que pese a contar con medio rostro cubierto y  raros símbolos en la restante piel a la vista, se notaba galante y cortés. La sonrisa del joven iluminaba de solo mirarla, parecía tan contento con tan poco, que la señora Fujino no podía guardar recelo hacia él. Natsuki se deslizó con facilidad sobre el tejado y bajó hasta la segunda planta por la ventana del cuarto de Shizuru, donde la castaña le esperaba, con una cara de pocos amigos.

-Así que esto le parece a Natsuki, una forma delicada de trabajar...- Se cruzó de brazos mientras los ojos carmín delataban preocupación y uno de los tacones de sus botas, golpeaban en suelo insistentemente. -¿Cómo debo llamarla? ¿Simio de los tejados?-

-Pero Shizuru...- La pelinegra no sabía cómo cambiar esa expresión seria en el fino rostro de la doncella.

-Mi madre no sabe de su herida Kuga, pero ello no es razón para que se arriesgue demás- Que áspero se escuchaba ese apelativo, cuando en la soledad de su cuarto nada tenían que disimular. -Podría volver a lastimarse el hombro por pura necedad- Musitaba con reproche.

-No volverá a pasar, lo prometo- Una señal de abandono inundó la expresión de Natsuki, que no podía evitar sentirse mal ante los pequeños enfados que ocasionaba a su adorada ojirubí.

-No es nada justo que Natsuki ponga semejante expresión- Negó Shizuru con la cabeza. -Me derrite de la misma forma que lo hace Durhan-

-¿Su mascota?- Preguntó Natsuki haciéndose la desentendida.

-Así es- Sonrió esperando que la de cabellos cobalto cumpliera su palabra. -Es un lobito precioso, pero a estas horas siempre anda rondando por ahí y no se deja ver, tal vez en la noche pudiera enseñárselo-

-Sería maravilloso, de no ser porque a semejantes horas si alguien me ve en las cercanía de su casa, no dudo que tendría que salir corriendo a ritmo de escopetazos- No es que lo dudara, Natsuki había notado al señor Fujino con el arma en las manos los más recientes días, quizás lo poco que faltaba ya para ver cumplido el acuerdo, le tenía paranoico. -“No es que venga un ejército a secuestrar a Shizuru... solo mi padre”- Pensó para sus adentros.

-Ara, Natsuki exagera bastante... ignoro porque le teme tanto a mi padre- Una sonrisa ladina se posó en los labios carmín de la castaña.

Aquel gesto fue suficiente para mermar considerablemente las conexiones neuronales del cerebro de Natsuki, en una palabra, dejarla idiota. Por lo que tardó algunos segundos en reaccionar. -Yo... ¡yo no le tengo miedo!- Se posó altiva la Kruger, puede que bravucona incluso. Pero al primer sonido fuera de la puerta del cuarto, la pelinegra se ocultó rauda cerca del muro, allí donde era difícil verle si Shizuru abriese la puerta.

-¿Decías? Fufufu- La victoriosa sonrisa de la castaña no tenía precio. -Creo que mi Natsuki necesita otra oportunidad para probar su valor ¿Irá a la fiesta de máscaras dentro de dos días?- Cuestionó la castaña

-“¿Dijo Natsuki? La felicidad tiene un sonido... ¿Quién lo diría?” Err claro... iré- No tenía mascara, ni un traje adecuado, pero iría así fuera la última cosa que hiciera en la vida, ya compraría algo decente en el poblado.

-Ahora me temo, debemos continuar nuestras tareas- Shizuru apagó con tono formal la dicha, ese hecho de estar en las nubes en el que Natsuki se había sumergido. -Ara, Natsuki es tan dispersa- Se corrigió esta vez, la castaña no supo enteramente porque dijo aquello momentos atrás.

-El señor Takumi no me ha dado mayores indicaciones, ¿En qué puedo servir ahora?- Natsuki miró con extrañeza a la dama.

-Entonces seguirás mis órdenes por hoy-

-Como usted ordene, Milady- Se inclinó con absoluto protocolo, en un ademán que le ganó otra preciada sonrisa, del objeto de sus afectos.

Shizuru le guio hasta el viñedo, donde un gran número de personas se filaba con cestas en las manos. La castaña tomó la mano pálida de Natsuki para apresurarse a llegar más rápido y que no les dejaran atrás. -“Ara, que suave piel”- Se permitió apuntar mentalmente, mientras arribaban al encuentro de los demás.

Al final del grupo ambas jóvenes tomaron las cestas y un artilugio filoso, con la forma de una pequeña guadaña. Estando en el final de la cola Natsuki miró con desconcierto a su temporalmente jefa. -¿Qué haremos?-

-Vamos a desgajar el viñedo... recolectaremos los frutos para dar inicio al festival de la cosecha- Ante la mirada esmeralda, la gente se dispersó sobre las líneas de los sembradíos. Shizuru que aún no le soltaba la mano, le llevó a la línea que ambas compartirían.

Natsuki contempló como la hermosa mujer, dotada de grandes habilidades en todo lo que le había visto hacer, no tardó en demostrar su facilidad para desprender los racimos. Ella misma se empeñó en no quedar atrás, pero por alguna razón su guadaña no podía cortar el recio pabilo. -Me dieron una sin filo- Musitó mirando la herramienta con sospecha.

Shizuru volvió a dedicar una cautivadora sonrisa a la lobuna, contrario a lo que se esperaría de una mujer de su estirpe, la castaña miraba con ternura la terquedad de la otra y valoraba sus esfuerzos sobre lo 'imposible' de las cosas. Dejó el cesto en el suelo, se acercó por la espalda de la joven, tomó la guadaña, la acomodó adecuadamente en la mano de Natsuki y guiándola lentamente, reveló el secreto de la inclinación de la herramienta, con la cual el filo desprendió el racimo con suma facilidad. Ambas miradas vieron caer las uvas, percibieron el sonido del gajo al reposar en la cesta y sintieron la tibieza de sus cuerpos tan cerca. Shizuru se alejó abrumada, confusa, la Kruger tenía un aroma a rosas en cada poro de la piel, el cabello azabache tan largo y sedoso desprendía con más fuerza aquella esencia y su espalda, su brazo, era firme y atlético. Un ligero deja vú la estremeció por instantes, pero renuente a dar crédito a sus instintos olvidó más pronto la agradable sensación.

Natsuki tragó saliva y ocultó el profundo sonrojo que la embargaba, lamentó en secreto la nueva lejanía, pero se prestó a la labor que las aguardaba, imitó el movimiento aprendido y los siguientes racimos cayeron al cesto con facilidad. -Natsuki es una buena aprendiz- Animó Shizuru sin mirarla a los ojos. La pelinegra supuso que descuidar la vista sobre las manos y los racimos podría significar un dedo menos en la mano.

Concluyeron el trabajo con la llegada del medio día, era el momento de llevar los frutos recolectados a la casa Fujino, donde daría inicio el debido proceso para la fabricación del vino, allí principiaría un festejo reconocido y recordado por todos los pobladores de Tsu. Shizuru no permitió que Natsuki hiciera esfuerzos físicos, los demás hombres se emplearon en el traslado de las grandes canastas llenas de los preciados frutos de la vid, siendo estos transportados en carretas tiradas por caballos. Una vez frente a la ilustre morada, los sirvientes descargaron y llevaron una pequeña parte del fruto recolectado hacia el centro del festival, el otro fue trasladado hasta la bodega. El arribo de los miembros más jóvenes de la familia Fujino así como de los sirvientes, fue celebrado con aplausos. La algarabía y la música dio principio, mientras un grupo de cuerdas animaba el ambiente con melodías tradicionales. El lugar yacía rebosante de personas, vecinos y amigos de la familia, aguardaban la llegada de los labradores de la tierra. Las doncellas más hermosas, aquellas en la flor de la juventud y la fertilidad, levantaron sus largos vestidos a la altura de las rodillas, atándolos con cintas de colores.

En el centro de la algarabía, estaba dispuesto un gran recipiente de madera, que bien pudiera contar con las dimensiones de una piscina. El artilugio estaba apoyado y reforzado por columnas de madera blanca, que formaban dos arcos cruzados en los que adornaban listones y flores. Yamada, Takeda, Yuichi y los demás, vaciaron el contenido de numerosas cestas en el gigantesco recipiente, hasta cubrir por completo el fondo y subir el nivel de llenando a 10 cm. Las primeras mujeres que se desprendieron de los zapatos y las finas medias, ingresaron con la colaboración caballerosa de los hombres a la piscina de uvas y una danza comenzó entre las doncellas al ritmo de las balalaicas, los tambores, las liras y los violines.

La Duquesa observó como la constancia de las mujeres que bailaban animadas por los aplausos, destrozaba y extraía el valioso jugo de los frutos, ocupando la misma función que la infausta maquina con la que se había accidentado. -¿Entonces me desfiguré el rostro por nada?- Musitó con queja mientras veía la animada marcha sobre las uvas, los saltos y los vestidos teñirse de un color violeta.

-Ara, Natsuki es ligeramente dramático, si cuida apropiadamente sus heridas esperemos que no dejen cicatriz-

-¡Shizuru!- La aludida no pudo más que avergonzarse a niveles exorbitantes, la hermosa castaña a su lado, era la única capaz de lograr tales efectos en ella.

-No puedo evitarlo, Natsuki es tan inocente... fufufu- Shizuru se cubrió delicadamente los labios, para emitir un agradable sonido de risa, o así lo pensó la pelinegra. -Se trata simplemente de una costumbre para recordar los modos antiguos, cuando el vino se hacía de forma rudimentaria y un gran número de personas danzaban sobre las uvas, hace siglos no era posible tener una máquina que hiciera esa difícil tarea, entonces la extracción de mosto tardaba una semana entera de trabajo-

-No pensé que hacer vino fuera tan... complicado- Natsuki se rascó un poco la cabeza, al menos por el momento podían darse un descanso y eso era ya un regalo en sí mismo.

-¡Shizuru! Veeeenn, ¡ya es tiempo hermana!- Se escuchó la voz de Mai, que había sido de las primeras en entrar y la más efusiva al bailar, a un lado apoyado sobre el recipiente de madera, Reito miraba con sus grises y vigilantes ojos a su amada.

-Es un arte... arte del que yo debo participar- La castaña se levantó el vestido, ató cintas a la prenda, se deshizo de los zapatos y una atónita Natsuki la miró sin dilación, un tremendo calor se apoderó de su cuerpo, pues las piernas de la castaña eran un bocado a la vista. Más poco pudo darse a la contemplación, una mano le halaba hacia el centro, una animada Shizuru, necesitaba de la gentil colaboración de un caballero para yacer con las demás y ser partícipe del momento.

Natsuki comprendió el deseo de la chica sin palabras, imitó a los demás hombres fuera de la piscina repleta del fruto de la vid, de su mano unida a la de Shizuru la vio ascender por unas escaleras blancas y con el firme agarré le ayudó a descender suavemente sobre las uvas. Allí Mai recibió a Shizuru y con una sonrisa, le guio en la nueva danza que todas las doncellas realizaban. Los pies desnudos machacaban los frutos, las largas piernas se movían de forma hipnotizante y las sonrisas, hacían de aquel momento algo perfecto. La lobuna sonrió de dicha, apostada contra la madera como los demás caballeros que velaban a sus prometidas con desvelo, y aunque nadie supiese que para ella era también cierto el compromiso, nunca su mirada se deslizo sobre otra dama, para Natsuki era como si solo la melena dorada a la luz del sol, los ojos sangría y la figura danzante de Shizuru existiera en el mundo. Una palmada rompió el hechizo y las miradas cómplices que se cruzaban entre las dos, cuando un improperio quiso salir de los labios de la bestia y sus garras asestar un golpe mortal en el mentecato, la sonrisa de Reito le desentendió de aquella idea.

-Bienvenido Kuga... es momento de que nosotros también bailemos-

-¿Qué?- No tuvo tiempo siquiera de refutar, el brazo del Kanzaki se había enlazado al suyo y el de Sainoyi en el otro, una gran ronda de jóvenes y sirvientes se formó en cuestión de segundos.

Natsuki se vio arrastrada por los movimientos de los demás, los cuales debió aprender e imitar, entre saltos y ritmos propios del folclore de Tsu. Entre pasos, aplausos y danza, los hombres giraron en derredor de la fuente de la vid, cantos de voces graves fueron oídos por la restante multitud y de tanto en tanto los allí reunidos se inclinaban ante las mujeres, como quien rinde tributo a una diosa. La Kruger lo comprendió al fin, el arco honraba la fertilidad femenina, la danza a la euforia y la alegría, el líquido precioso representaba el elixir de la dicha, de la gloria misma y la locura, pues eran el vino y las doncellas, un regalo de las deidades al mundo. Natsuki estuvo segura entonces, de que nunca más en su vida tomaría del fruto de la vid, sin que llegasen a sus pensamientos aquellas memorias... los ojos rubí que miraban con anhelo, el movimiento arrebatador de sus caderas en la sinfonía de la euforia, la gracia de aquella figura etérea, casi divina. Shizuru era como el vino en una palabra, como la locura necesaria para no morir de tedio y monotonía, porque su sonrisa cautivaba quien la viera, y ella moriría embriagada de la castaña si se lo permitieran.

Lejos del alcance de las miradas curiosas, el iris turquesa miraba con resentimiento y sospecha los acontecimientos, se mordía los labios con rencor mal disimulado, el mandil de su vestuario servil se tensaba y destensaba apretujado entre las manos. Una gota del escarlata más intenso surcó la barbilla, mientras ella... notaba como tan insignificante ser se atrevía a posar los ojos en una estrella. -Ese... tan indigno de ella, tan inferior... ese desdichado que ha podido pretender más de lo que debe- Enterró las uñas en la carne de su mano. -Ese tal Natsuki, al que Ojou-sama le devuelve una sonrisa... pagará un precio muy alto por su osadía-

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho!!!!!

Y qué bien que Shizuru se enteró que Kuga es mujer! Pensé que eso tardaría más y que se verían muy complicadas las cosas entre ellas.

Saludos y sigue así!

Unknown dijo...

Estuve DÍAS esperando por el capítulo, te tardaste demasiado u.u pero creo que la espera valió la pena, ya quiero leer el siguiente.
Saludos!

Dagha dijo...

Amo cuando me pierdo y han subido más capítulos ..<3
que parte! abrió los ojazos al desucubrir su cuerpo ahahahahha
la joteó entera!!!!!! ahahhahahhaha.
Por que el Vino es bueno!.. :)
Muchas gracias por subir otro cap. muy atrayente y cautivador como siempre.
Se cuida besos bye bye

Anónimo dijo...

Me enkanta la histori espero que no tardes demasiado me encanta y cada vez kiero aber mas de ella sigue asiii :-)

Anónimo dijo...

AMO tu historia!!! me emociono cuando al entrar a la pag veo q has actualizado sin duda alguna me alegra el rato,este capitulo a sido mejor de lo que me imaginaba ya las cosas se estan poniendo mas emocinantes shizuru y natsuki ya se estan volviendo mas cercanas y se va acabando el tiempo para q el papa de natsuki llegue, como reaccionara shizuru con la noticia.
Espero con ansias el proximo cap donde creo que tratara de baile de mascaras, espero que actualices pronto :D

PD: odio a tomoe -_-

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